La investigadora del Instituto de Ecología de
la UNAM fue elegida ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes / La
decisión la sorprendió, dice, debido a su postura crítica en el tema.
La mayor producción científica de Elena Álvarez-Buylla está
centrada en el entendimiento de mecanismos de diferenciación celular mediante
el uso de plantas como modelo de estudio, conocimiento que actualmente se
utiliza en la comprensión de mecanismos de progresión en el cáncer epitelial.
Por otra parte, la investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM también
ha realizado estudios sobre la dispersión de transgenes en variedades nativas
de maíz en el país.
Entre el cáncer epitelial y la investigación sobre
transgénicos en el maíz parece no existir una relación explícita, sin embargo,
el fundamento de ambos estudios es la biología del desarrollo vegetal en
sistemas complejos. Esto, a su vez, es producto de una flor…: ha generado
modelos para estudiar las relaciones genéticas que regulan el desarrollo de las
flores.
Son estos dos aspectos de su trabajo científico la
justificación del comité del Premio Nacional de Ciencias y Artes para
concederle este galardón en el área de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales.
La científica refiere su sorpresa por haber ganado la máxima
distinción que puede obtener un científico mexicano por sus aportes en el
progreso de la ciencia y la cultura del país. Le sorprendió porque la decisión
del comité se centró en sus aportaciones en el estudio de cáncer y maíz; la
primera, una etapa relativamente nueva en su carrera, la segunda, sobre un tema
delicado, rodeado de ansiedad social, económica, política y, sobre todo,
científica.
La bióloga reconoce que si bien su instituto había sometido
su candidatura anteriormente, desestimó obtener el reconocimiento por su
postura crítica entorno a los organismos genéticamente modificados,
transgénicos. Desde un lado del parapeto científico y social, ella es la imagen
más visible del grupo detractor de los científicos pro-transgénicos en México, en un debate semi abierto que ha
permanecido durante varios años.
El más reciente relacionado con el estudio que encabezó,
llamado “Presencia generalizada de
transgénes y glifosato en derivados del maíz en México”, que reverberó en
la opinión pública con sus esperados contrastes, y el cual encontró en la
Gaceta de la UNAM un interesante canal de discusión. La investigación refiere
que el 90.4 por ciento de las tortillas que se consumen en el país contienen
secuencias de maíz transgénico.
El otorgamiento del premio hizo pensar a Álvarez -Buylla que
la elección no tuvo una influencia que no fuera científica e independiente a
los intereses que sus críticas podrían afectar, las cuales tienen un fundamento
científico, antes que social e ideológico, explica en entrevista.
SISTEMAS COMPLEJOS. La investigación en biología del
desarrollo, empleando plantas como modelo, ha dejado claro a la científica la
importancia de realizar estudios desde un enfoque “sistémico”, que permita
entender los componentes más importantes en el surgimiento de las formas vivas,
pero también sus interacciones, las cuales son muy complejas.
Con este entendimiento integral es posible comprender mejor
cómo emergen los diferentes tipos celulares en el desarrollo, un proceso que no
ocurre en el estudio de transgénicos, puesto que en éste se aíslan componentes
para establecer una sola dimensión y dirección de los genes. Lo anterior es una
forma simplista de entender un organismo complejo y que en un gen o grupo de
ellos rigen todo un sistema.
Después del descubrimiento del ADN, se abrió la posibilidad
de identificar algunas secuencias asociadas a algunas proteínas y establecer la
posibilidad de realizar una edición genética en los organismos, de cortar,
pegar y recombinar. Desde hace algunos años eso es posible, dice la
investigadora, puesto que existe la capacidad técnica de lograrlo, pero esto
“no significa que entendamos qué hacemos exactamente, de cómo se modifica el
organismo y cómo se comportará una vez liberado al ambiente o nos lo comamos”.
Aunque hay características de los seres vivos que están
preponderantemente suscritos por ciertos genes o componentes moleculares,
relacionados con condiciones de salud o enfermedad, de humanos o plantas,
apunta Álvarez-Buylla, no explican totalmente la complejidad que implica la
interacción de muchos otros elementos.
Cambios proporcionales en un componente no dan cambios
proporcionales en el otro, porque existen retroalimentaciones no lineales,
dice. Para comprender mejor el sistema en general se requieren herramientas
computacionales y matemáticas, así como vislumbrar cómo las interacciones dan
lugar a la diferenciación celular o al comportamiento de las plantas cuando
enfrentan diferentes tipos de estrés ambientales.
“Desconfiamos en los
transgénicos porque utilizan paradigmas que ya están superados en biología, que
son el reduccionismo y genocentrismo, que no ven a los organismos como sistemas
complejos con emergencias autorganizadas, sino como máquinas. No somos costales
de genes donde podamos cambiar un gen por otro y tener como resultado un
organismo distinto que se comportará como uno quiere en todos los ambientes”.
Álvarez-Buylla enfatiza que al hacer una transformación genética cambian muchos
otros aspectos de los sistemas complejos y se alteran las redes regulatorias y
metabólicas de los organismos.
“Esto es una postura
epistémica y científica, no ideológica. Los paradigmas de la ingeniería
genética no son válidos en organismos vivos y, de ser liberados al medio
ambiente —como en el caso del maíz en México—, no se puede predecir ni
controlar su dispersión. La ciencia siempre está en autoconstrucción,
autocrítica y autorevisión, no es estática, entonces nadie puede tener una
solución mágica para hoy y para siempre, como con los transgénicos, cuando que
los paradigmas están cambiando”.