Para 2022 el sector privado habrá invertido
10.000 millones de dólares en 16 nuevos proyectos de plantas desalinizadoras de
agua de mar en Chile.
La aridez del norte chileno obliga a las empresas mineras a
buscar nuevas fuentes hídricas. La principal es el agua del océano Pacífico,
cuyo uso se espera aumente en la próxima década pese a sus elevados costos de
extracción y traslado.
La vasta zona del norte de Chile alberga al desierto de
Atacama, uno de los más áridos del mundo, y también las mayores reservas de
cobre, la principal riqueza de este país, con 6.435 kilómetros de costa sobre
el Pacífico.
“En regiones áridas y
semiáridas, donde la disponibilidad de agua es muy limitada, el mar es una
alternativa para los procesos industriales y otros usos”, explicó a
Tierramérica el académico Luis Cisternas, del Centro de Investigación
Científico Tecnológico para la Minería.
Datos del Consejo Minero indican que la extracción de cobre
empleó 12.615 litros de agua fresca en 2011, el mismo año en el que un informe
del Banco Mundial alertó sobre una caída considerable en la disponibilidad de
agua superficial en Chile.
“La utilización de
agua de mar no es solo una solución para las mineras, sino también una forma de
liberar el agua dulce para otros usos y permitir la restauración de ecosistemas
dañados”, explicó Cisternas, profesor de la Universidad de Antofagasta.
Si bien la minería emplea agua de mar en distintas partes
del mundo y desde hace muchos años, en Chile hay casos aislados, usualmente de
pequeñas o medianas compañías y con minerales cuya extracción no se perjudica
ni se favorece por este uso, explicó.
La primera gran empresa en usar agua de mar fue Minera
Esperanza, propiedad de una sociedad conformada por Antofagasta Minerals y
Marubeni Corporation.
Este yacimiento de cobre utiliza en todos sus procesos agua
oceánica sin desalinizar, trasladada en un ducto de 145 kilómetros. De momento,
constituye 30 por ciento del total del líquido que requiere.
La estatal Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco)
utilizará agua de mar por primera vez para explotar las reservas de sulfuros de
la División Radomiro Tomic, uno de los proyectos estructurales de la compañía
que pretende extender la vida útil de varios de sus yacimientos.
“En el caso del
proyecto Radomiro Tomic (RT) Sulfuros, el uso de agua de mar permite no
presionar por recursos frescos de la cordillera de los Andes o de agua
continental, en un área en que no hay disponibilidad de nuevos recursos hídricos”, indicó a
Tierramérica una fuente corporativa de Codelco.
El proyecto RT Sulfuros es una nueva línea de producción de
concentrados de cobre, cuya explotación implica mayor consumo de agua por
tonelada producida que la actual explotación de minerales oxidados que tiene la
división.
“La utilización de
agua de mar desalinizada permite extender la vida útil del proyecto sin
incrementar el consumo de agua de cordillera”, añadió la fuente.
Para su operación, RT Sulfuros extraerá el agua marina y la
desalinizará mediante ósmosis inversa, una técnica que consiste en presionar
los fluidos a través de una membrana que retiene los sólidos disueltos.
Esa agua tratada será luego conducida hacia las
instalaciones de la división, ubicada a 3.000 metros sobre el nivel del mar,
mediante una tubería de 160 kilómetros de longitud. La operación entraña un
gasto de 2,6 dólares por metro cúbico, explicó Codelco.
Según estudios, el costo asociado al sistema de suministro
de agua oceánica puede representar cerca de 20 a 30 por ciento del valor total
de un proyecto que está situado a más de 150 kilómetros de la costa y entre
3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar.
“Esto significa que es
necesario buscar formas más eficientes de abastecer de agua de mar a las
mineras”, afirmó Cisternas.
El experto precisó que “lo
ideal es utilizar el agua oceánica sin tratamiento porque su desalinización
requiere energía y produce efectos dañinos para el ambiente, pero no siempre se
puede hacer”, dijo.
“Es necesario lograr
generar aguas de diferentes calidades a partir del mar, considerando que
diferentes tecnologías y minerales requieren de diferentes tipos del líquido”,
completó.
Para Codelco, el agua de mar desalinizada “no es una solución inocua, pues implica un
mayor consumo de energía tanto para su tratamiento como, principalmente, para
impulsarla hasta donde se encuentran ubicados los yacimientos”.
“Incluso no es
económicamente viable para aquellos proyectos con márgenes de ganancia más
ajustados o para aquellos proyectos que no tienen asegurado el suministro de
energía”, explicó la fuente de Codelco.
Además, aunque acotados, la instalación de plantas
desalinizadoras también genera impactos en el borde costero y el medio marino.
Samuel Leiva, coordinador de campañas del capítulo chileno
de Greenpeace, alertó sobre el impacto ambiental que, a largo plazo, puede
provocar la sal que se extrae del agua.
Las plantas desalinizadoras necesitan energía en una zona
donde no hay agua, “entonces la
alternativa es desarrollar proyectos que utilizan combustibles fósiles e
incrementan las emisiones atmosféricas y provocan daños ambientales a lo largo
de la costa” al devolver al océano aguas con una temperatura superior,
detalló para Tierramérica.
Según Aguas Antofagasta, la tecnología para desalinizar
comenzó en 2003 con la puesta en marcha de la Planta de Antofagasta, que buscó
proveer parte del recurso a la población.
De momento hay 14 proyectos de este tipo, 11 de ellos
asociados al sector minero.
A fines de julio, Minera Escondida informó que invertirá 3.430
millones de dólares en la construcción de la mayor planta desalinizadora del
país.
Para 2022 se espera una inversión privada de 10.000 millones
de dólares para 16 nuevos proyectos de plantas de agua de mar. Fuente:
ipsnoticias.net