En la Argentina se tiran 120.000 toneladas de basura electrónica por año, según estimaciones del sector. En la ciudad de Buenos Aires el número ronda los 7 kilos per cápita.
En la Argentina se tiran 120.000 toneladas de basura
electrónica por año, según estimaciones del sector. En la ciudad de Buenos
Aires el número ronda los 7 kilos per cápita (el doble que en el resto del
país), debido sobre todo a la gran cantidad de empresas que tienen oficinas
aquí. Esto incluye los casi 10 millones de móviles que se dejaron de usar el
último año, sumados a un millón de computadoras y otro tanto de impresoras, y
que en el peor de los casos terminan contaminando un basural.
Desde hace unos años, junto con la creciente presencia de
dispositivos electrónicos en el hogar y las empresas ha surgido un problema: la
disposición de esos desechos electrónicos.
"Mientras una batería o un celular están en uso no
contaminan. Pero si se los tira a un basural común y se rompen pueden liberar
ácidos o materiales tóxicos como mercurio, cromo o berilio, que pueden afectar
el agua y el suelo del relleno sanitario donde están. Ese es el problema en un
basural, no los restos de comida", alertan de una empresa nacional que cuenta con una
planta de reciclado de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
La disposición de los residuos tecnológicos es un problema
mundial y tiene varias aristas. Por un lado, la contaminación que producen esos
desechos en el mundo: los 1600 millones de celulares que se vendieron en 2010,
por ejemplo, sumados a computadoras, portátiles, tablets, reproductores
multimedia, GPS, etcétera.
Por otro, la presión que ponen sobre los recursos no
renovables del planeta: en un dispositivo de este tipo es posible encontrar
elementos relativamente abundantes (hierro, aluminio, bronce, oro, silicio),
pero también minerales poco comunes (las llamadas tierras raras); un móvil
puede tener hasta 50 materiales diferentes, sin contar el plástico. Y el litio
que puede sacarse de una batería vieja es más puro que el que se obtiene de una
mina como las que hay en Salta, Jujuy o Chile.
Lo mismo para el oro o el cobre; recuperarlos no sólo evita
impactar aún más sobre el medio ambiente, sino que permite reutilizar esos
materiales, y a un costo menor al que tiene extraerlos de la tierra. Además,
buena parte de la materia prima usada en la electrónica está en tierras chinas;
ese país se niega a exportarla sin procesarla (es decir, sólo sale como
producto terminado), por lo que el reciclado permite mantener vivas fábricas en
el resto del mundo, y hoy es un negocio que da ganancias.
"En un celular se puede reciclar el 90% de los
materiales, pero para eso hay que evitar que vaya a un basural común. En el
mundo hay lugares (centros verdes) donde la gente puede ir a tirar estos
equipos; acá, Rafaela está implementando algo así. La alternativa son los
cartoneros, que levantan estas cosas de la calle, y las empresas, que contratan
servicios como el nuestro para hacer la recuperación. En la Argentina hoy sólo
se recupera el 5% de la basura electrónica."
Una vez que la empresa de reciclado de RAEE la tiene en su
predio se hace un proceso de desarmado de los equipos; separan y clasifican las
piezas según su tratamiento posterior: las baterías, las carcasas, los cables,
las pantallas, las plaquetas, los transformadores y demás.
El 80% de los componentes se recicla en el país, mientras
que un 10% debe enviarse al exterior para su procesamiento. El 10% restante son
los elementos que no pueden recuperarse (transformadores, algunos plásticos y
gomas) que se catalogan como residuos peligrosos. En la Argentina, por ejemplo,
Siderar compra hierro recuperado, y Aluar hace lo propio con el aluminio; los
cables se trituran para separar el cobre del plástico que los recubre.
El plástico se mezcla con otro no reciclado para hacer
postes de luz, carcasas de medidores de corriente y otros elementos. En Gales,
Reino Unido, se inauguró recientemente un puente hecho de plástico reciclado.
En la Argentina, sin embargo, no existe todavía una planta
capaz de procesar y recuperar los metales y minerales usados en una plaqueta
(un motherboard, típicamente) o una batería; estos componentes se envían a
Europa o China para su reciclado.
El límite legal
El jueves último, el Senado bonaerense convirtió en ley un
proyecto que prohíbe tirar a la basura lámparas, pilas, celulares, computadoras
ni electrodomésticos en general, para evitar la acumulación de las 50.000
toneladas de RAEE que se descartan por año en la provincia de Buenos Aires. La
nueva legislación estipula la creación de un registro provincial de gestores de
basura electrónica, y la puesta en marcha de centros de recepción de desechos.
Todavía falta, sin embargo, una ley nacional que regule en
forma unificada esta actividad y que promueva la disposición ordenada de la
basura electrónica por parte de los usuarios finales, y su recolección y
posterior procesamiento. Existe, no obstante, "un proyecto de ley de
presupuestos mínimos, que ya tiene media sanción en el Senado. El proyecto
propone regular la gestión de los residuos para promover la reutilización y el
reciclado de la basura electrónica".
"Lo que buscamos es que se cree una infraestructura de
gestión, que cree un marco legal para esta actividad y que permita regular la
actividad del reciclado y la formación de una industria local; en el resto del
mundo es una actividad rentable y aquí puede serlo también. Aunque se están
haciendo cosas en el país hay trabas, porque al no tener una ley parte de esta
basura se clasifica como residuo peligroso y eso complica su
procesamiento", afirma.
En Greenpeace apuntan a lograr que los diputados sesionen en
comisión antes del 20 de este mes para lograr que el proyecto de ley progrese y
no quede postergado para las sesiones de 2012.
En esto coincide el presidente de la Agencia de Protección
Ambiental porteña (APRA), Javier Corcuera: "Actualmente existen dos
obstáculos que dificultan la gestión de la basura electrónica: la ausencia de
una industria de reciclado con capacidad suficiente para abarcar la totalidad
de RAEE que se generan y las prohibiciones jurisdiccionales de ingreso a
territorios provinciales. Es indispensable la sanción de una ley nacional que
fije presupuestos mínimos para la adecuada gestión de estos residuos. Y debe
aplicarse el principio de responsabilidad extendida del productor".
Este principio supone que el fabricante o el vendedor del
equipo deben hacerse cargo de su reciclado, sea disponiendo de lugares de
acopio y procesamiento o aceptando equipos viejos como parte de pago de los
nuevos.
Los fabricantes Duracell y Energizer firmaron un acuerdo
para la recolección de pilas en la Ciudad avalado por la Secretaría de Ambiente
nacional, que terminó con 10 toneladas de pilas en manos del gobierno porteño,
que esperan una autorización de la Aduana para poder ser exportadas a Europa.
En Suecia, Bélgica y Alemania hay plantas con hornos que
procesan las pilas y las plaquetas, y permiten recuperar los metales y otros
materiales; lo que no se puede reciclar se usa, por ejemplo, como escoria para
cemento.
Dónde llevar las baterías
Según los expertos, las pilas alcalinas pueden ir a la
basura común, aunque es preferible reciclarlas.
Escrito por Ricardo Sametband | LA NACION
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