El árbol es el organismo más grande, longevo, resistente y
antiguo que vive sobre el planeta; es un poema, una de las mejores expresiones de la
naturaleza, un ser vivo maravilloso y servicial que proporciona un sinnúmero de
beneficios directos e indirectos; él nos enseña lo que es la generosidad y la
sociabilidad en el ambiente urbano. En la ciudad, le llamamos árbol urbano y no árbol
ornamental, o de sombra, porque sus funciones y servicios superan con creces, van más
allá de un papel meramente estético.
En la actualidad es posible
afirmar que quizá sea en la salud humana donde se dé el principal aporte del árbol
urbano; la gente padece infecciones, enfermedades respiratorias y de la piel, y
problemas sicológicos, debidos muy probablemente a los diferentes tipos de contaminación
ambiental. No es exagerado afirmar que estamos como a finales del siglo XIX en
Europa, cuando se presentaron grandes epidemias resultado del hacinamiento y
carencia de servicios sanitarios en las ciudades Esto llevó a que se generaran
grandes movimientos para la arborización de los centros de población que llegaron
hasta América1.
A través de sus mismos procesos
fisiológicos (fotosíntesis, respiración, traspiración, translocación, absorción, etc.)
el árbol contribuye a mejorar la calidad de vida del citadino, de allí que se
requieran árboles seguros y saludables como el componente principal de la infraestructura
verde en las ciudades. Cuando se pretende intervenir un árbol siempre debe tenerse en
mente los favores que suministra. Por ejemplo, la poda, si bien se realiza para resolver
algún conflicto con el árbol, principalmente en la parte aérea, debe también mantener e
incluso realzar esos beneficios.
De allí que se ha considerado
importante describir los aportes de los árboles urbanos, muy diferentes y hasta
contrastantes con los que se consiguen o se esperan adquirir de los árboles o bosques en las
áreas rurales. En el campo se cultivan los árboles para la producción de favores como la
madera para diferentes usos, la leña para combustible, el forraje para el ganado, los
frutos, musgos, cortezas, hojas, resinas, raíces, etc. En la ciudad no es así, allí los
árboles son importantes para obtener recursos intangibles, principalmente servicios ambientales
y ecológicos que contribuyan al bienestar del citadino. La madera de sus ramas
y troncos puede ser importante, pero no es el objetivo principal por el que se cultivan
y cuidan los árboles en la ciudad.
Existen diferentes criterios de
clasificación de los beneficios de los árboles urbanos, aquí se ha considerado apropiado
ordenarlos en los más comúnmente aceptados: ambientales, sociales y
económicos.
Ambientales
Los diferentes tipos de
contaminación del aire, suelo, agua, auditiva y visual en las ciudades están afectando
gravemente la condición de salud física y emocional de sus habitantes. Uno de los problemas
más preocupantes es la contaminación atmosférica, por los gases y polvos que se
encuentra en altas concentraciones dentro el aire urbano, productos de las múltiples
actividades de transporte y construcción, quemas de desechos, actividades agrícolas,
al igual que de las emisiones de los vehículos y fábricas. Mediante la captura del
dióxido de carbono y la exhalación de oxígeno de sus tejidos, principalmente por las
hojas cuando realizan la fotosíntesis, los árboles contribuyen a reducir la
concentración de CO2 y otros gases nitrosos y sulfurosos, por eso se les llama “sumideros de
carbono”. También las hojas y tallos atrapan gran cantidad de polvos y substancias
volátiles actuando como verdaderos filtros de aire; de allí que a los árboles también se
les haya denominado “pulmones verdes”.
Los árboles atemperan el clima
local a través de su traspiración, las áreas verdes arboladas son “islas de frescor”;
las altas temperaturas, resultantes del calor reflejado por el cemento en las “islas de
calor” urbanas son reducidas por la sombra de las copas creando frescura y protegiendo de
la insolación excesiva. La función de los árboles como purificadores y
acondicionadores ambientales hace que el aire que pasa por la copa fluya más limpio y fresco.
La poda debe ser muy cuidadosa, es importante mantener un adecuado nivel de
frondosidad en la copa de los árboles con el fin de sostener estos beneficios.
Los árboles reducen la erosión y
la compactación del suelo mejorando la calidad del agua. Solos o en grupo los
árboles evitan la pérdida de suelo mediante la intercepción de la lluvia en la copa, por la
reducción de la velocidad del viento con sus troncos y ramas, por el almacenamiento de agua en
su mantillo y sistema de raíces y por el incremento de la absorción gracias a la
incorporación de materia orgánica (Rivas, 2001). De acuerdo al Departamento de Agricultura de
los Estados Unidos (1975), las áreas arboladas reducen el escurrimiento desde un 5 hasta
un 35%. Las investigaciones también demuestran que un árbol maduro puede interceptar
1000 litros de agua de lluvia por año, reduciendo el escurrimiento y abasteciendo de
agua limpia al subsuelo.
Los árboles pueden servir como
pantallas auditivas y visuales. La contaminación acústica en las ciudades es otra
situación difícil a la que se le atribuyen alteraciones en la salud física y psicológica de
las personas. Los árboles contribuyen a reducir los niveles de ruido a través de su
composición, arreglo y densidad2 . En el manejo del arbolado debe, por tanto, tenerse
mucho cuidado con el fin de no alterar estos beneficios.
Dependiendo de la estructura,
composición y distribución, las áreas arboladas crean hábitat para plantas y animales:
aves, mariposas, peces, reptiles, insectos y algunos mamíferos encuentran allí su
refugio, protección y fuente de alimento. El paisaje urbano sería más triste y desolador de
no ser por la vida, alegría, movimiento, colorido y bullicio que proporcionan estos
valiosísimos organismos que viven gracias a la presencia de los árboles. Para
lograr este beneficio se requiere manejar el arbolado con actividades que logren un
equilibrio en la relación carbono – nitrógeno dentro de sus
tejidos, prácticas que
contribuyan a su desarrollo fenológico con la producción
sostenida de hojas, flores y
frutos.
Debido al conocimiento que se
tiene de los hábitos de crecimiento de los árboles, sus formas y tamaños, al igual que de
los beneficios, se han empleado con una gran cantidad de propósitos de
ingeniería ambiental y arquitectura del paisaje como amortiguadores de ruido, luz,
contaminación, vistas y olores desagradables; también para dirigir el tránsito en los
camellones y para realzar y embellecer el paisaje en los proyectos arquitectónicos.
Sociales
Parafraseando a Octavio Paz,
podemos afirmar que en... "su perpetua oscilación, entre belleza y utilidad, entre placer
y servicio, el árbol urbano nos da lecciones de sustentabilidad ambiental y
social". Salud, estética, recreación, educación y privacidad se consideran los principales
beneficios sociales de los árboles urbanos.
Los beneficios de los árboles en
la salud y bienestar de las personas son evidentes, basta pensar en la respiración de aire
limpio y fresco. Se han identificado efectos benéficos para reducir gran cantidad de
enfermedades físicas y emocionales: el verde del paisaje reduce el estrés en las personas,
introduciendo calma y tranquilidad, haciéndolas más productivas y felices. Se ha
demostrado una recuperación más pronta en los pacientes de los hospitales que cuentan con
vistas a las áreas verdes arboladas. También los niños con déficit de atención presentan
un mejor comportamiento en ambientes arbolados (USDA, Forest Service, 2012).
Los árboles dan oportunidades de
recreación, disminuyendo por tanto la violencia juvenil. En las áreas verdes
arboladas es posible realizar diferentes actividades deportivas como caminatas,
ciclismo, observación de aves, ardillas, mariposas y otras especies silvestres, estudios
biológicos, fotografía, trepa, campismo, días de campo, etc.
Los árboles crean un fuerte
sentido de comunidad, no solamente son estéticos en sí mismos sino que agregan belleza
al paisaje circundante: dando color al escenario urbano, suavizando las rígidas
líneas de los edificios, dando privacidad y sentido de aislamiento y seguridad,
contribuyendo de manera general a dar carácter y sentido de pertenencia a la comunidad.
La gente intuye la importancia de
contar con árboles de calidad en su barrio o comunidad, por eso en muchas ocasiones
se resisten a aceptar que sus árboles sean mutilados o derribados cuando las
autoridades quieren promover proyectos de “desarrollo urbano” (donde por lo
general lo que predomina es el cemento) a costa de su sacrificio. Los árboles son los
guardianes de las áreas verdes: es mucho más difícil cambiar de uso un área verde
cuando hay árboles, porque los taladores deben emplear motosierras, y estas hacen ruido,
que llama la atención del vecindario. Por todos estos beneficios los
árboles son apreciados por la gente, que es atraída hacia ellos, los respetan y hasta
veneran en muchas culturas.
Económicos
Los árboles aumentan el valor de
una propiedad ya que hacen parte de su infraestructura. Estudios
recientes demuestran que una propiedad con árboles bien mantenidos puede llegar a valer
un 20% más que una carente de los mismos. Un vecindario con árboles atrae más
y sus propiedades se cotizan mejor. La mercadotecnia aprovecha muy bien esta
percepción y este imaginario colectivo cuando en sus anuncios pone nombre a sus desarrollos con
bonitas fotografías: “Bosques de Cuemanco”, “Arboledas del Sur”, “La
Foresta”, “Pinares del Río”, “Los Encinares”, etc., así esos
lugares carezcan de vegetación
arbolada. La gente prefiere caminar y visitar más los lugares y comercios a lo largo de
calles arboladas; estos espacios no solo son físicamente más confortables sino
resultan sicológicamente más atractivos. También los árboles acrecientan
el valor de las propiedades cuando se instalan como cortinas rompe-vientos,
protegiendo del viento, polvo, ruido, luces y vistas desagradables. Así, la sombra de
los árboles preserva los revestimientos, acabados y
pinturas de patios, fachadas y
azoteas, haciendo menos frecuente, y por tanto menos costosa, la necesidad de su
mantenimiento.
Los árboles disminuyen los costos
de energía. Aparte de la reducción de la “isla de calor”, los árboles conservan
energía gracias a su sombra y efecto refrescante. En regiones con climas extremosos
los árboles deciduos estratégicamente ubicados pueden reducir los costos de
energía hasta en un 30%, refrescando en el verano y permitiendo el paso del sol en el invierno.
Además, de un solo ejemplar se pueden lograr dos, tres o… cuatro “árboles”, debido a su
metamorfosis, a sus cambios de forma, densidad, volumen y color a través del año.
Bibliografía
Rivas, T. D. 2005. Planeación,
espacios verdes y sustentabilidad en el Distrito Federal.
Tesis doctoral. Universidad
Autónoma Metropolitana. México. 210 p.
Rivas, T. D. 2001. Importancia y
ambiente de los bosques y árboles urbanos.
Universidad Autónoma Chapingo.
México. 82 p.
USDA. Forest Service. 2012. Benefits of Urban
Trees. Urban and Community Forestry:
improving our quality of life. 18 p.
Dr. Daniel Rivas Torres
Arborista Certificado MX-0001-A. International Society of
Arboriculture (ISA)
www.rivasdaniel.com
rivasdaniel@usa.net
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