Primero la congoja por la muerte de dos niños de temprana
edad. Luego, enfermedades extrañas en animales y seres humanos. Esta semana, la
muerte de un bebé de manera bastante extraña, luego de que le crecieran
sobremanera los órganos.
El sitio tan castigado por la infamia es la Colonia Heber
Duré, al interior del Paraguay. Sus vecinos, hastiados de que la miseria les
golpeé con tanta saña, denuncian que los pesticidas mucho tienen que ver con la
desgracia. Mientras tanto, la soja alrededor de la comunidad crece a ritmo
vertiginoso, aupada en su rendimiento por la utilización de productos químicos.
La comunidad ubicada a poco más de 300 kilómetros de
Asunción está rodeada por sus cuatro costados de plantaciones de soja. Allí
viven 260 familias distribuidas en 2000 hectáreas de tierra. Son 6 núcleos de
población que han sufrido la muerte en todas sus formas.
En una semana, según lo denuncian ante la fiscalía de Curuguaty,
han perdido 319 gallinas, 43 vacas y 30 cerdos. La muerte de los animales no
reconoce familias ni núcleos, ataca a todos por igual según denunció el
campesino Javier Ruiz, recogido por la publicación EA.
Pero los animales no mueren solos, sino que acompañan un
proceso que comenzó el 20 de julio cuando murieron en extrañas circunstancias
dos hermanitas de escasa edad. Primero fueron vómitos, fiebre, dolores de
cabeza. Luego la muerte. Mientras se aguarda el dictamen oficial de la pericia
forense, más fallecimientos se registran en la colonia.
Los trabajos de fumigación de los grandes cultivos de soja
necesitan de productos químicos. Son los pesticidas que la población asocia a
las extrañas enfermedades, y luego al deceso de animales y humanos. Mientras
desde el Ministerio de Salud Pública se descarta tal asociación, los campesinos
insisten en el caso. La fiscalía aduce que la autopsia a las niñas arrojó
insuficiencias varias, pero pocos le creen.
¿Qué se utiliza allí? El carbamato es el pesticida que se
utiliza en la región, aplicado a los cultivos de invierno. "En el
asentamiento todo el tiempo están oliendo los agroquímicos de las
fumigaciones", dijo Ruiz. Él y sus vecinos "sospechan
fuertemente" que la razón de las muertes sean estos químicos.
Pero siempre hay lugar para mayor tragedia. Esta semana fue
el turno de un bebé de corta edad, que murió luego de padecer una rápida y
extraña enfermedad. La Federación Nacional Campesina (FNC) informó en un
comunicado que William Verdún, de 10 meses de edad, nació con una rara
enfermedad que le impedía ver, escuchar, llorar, moverse y comer, por lo cual
se lo alimentaba con sonda. Los órganos del bebé crecían más de lo normal,
constriñéndose contra su pequeña estructura ósea. Luego de ser asistido en un hospital
de la región, el hijo de Librada Verdún, campesina de 20 años, murió.
La Federación Nacional Campesina denunció los casos
públicamente, atribuyendo a "la
violencia del Estado al perseguir permanentemente a quienes luchan para
defender a sus comunidades contra las fumigaciones de sojales, mientras
abandona a centenares de familias para que sufran las consecuencias de los
agrotóxicos. Se tomará como ejemplo la seguidilla de casos ocurridos
recientemente en el asentamiento Huber Duré, con la muerte reciente de dos
niñas y hoy de un bebé con una rara enfermedad, sumada a la mortandad repentina
de más de 400 animales sin que el Estado, a través de sus instituciones y a
pesar de las continuas denuncias, haya tomado intervención para investigar las
causas de los acontecimientos ocurridos", se indicó.
Al tiempo que los campesinos protestan, los médicos no
pueden explicar de forma fehaciente la causa de las muertes. Desde el Hospital
Pediátrico Acosta Ñu se habló con la madre de la niña fallecida, "los médicos le dijeron que no había forma de
que sobreviva mucho tiempo. Sin embargo, nunca dieron un diagnóstico preciso de
lo que tenía el bebé. Fue dado de alta del hospital y volvió al asentamiento
Huber Duré, donde su estado fue empeorando hasta su fallecimiento", se
narró como parte de los hechos trágicos de las últimas horas.
Pese a las denuncias y a tener individualizados a los
productores, ningún organismo paraguayo ha iniciado una investigación de los
hechos sucedidos en julio pasado. Los campos siguen siendo fumigados preparando
una nueva siembra, una tarea que se reproduce por miles de hectáreas en los
países de la región.
Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina son campo fértil para
las plantaciones extensivas de soja y otros cultivos. Son los mismos lugares
donde se aplica el pesticida bajo diferentes reglamentaciones, que se
consideran insuficientes desde muchas organizaciones. Por ejemplo, en Uruguay
la ley entiende que las fumigaciones no deben realizarse a menos de 500 metros
de un centro poblado. Pero no se toma en cuenta el agua o el viento, que todo
lo traslada. "Es cuestión de horas
luego de haber fumigado para seguir negociando la soja sobre los cadáveres",
sintetiza la FNC. Fuente: reporte24.es/
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