Según la organización internacional Grain, en
Argentina en veinte años desapareció un tercio de las chacras más pequeñas. En
el mundo, el 90 por ciento de los agricultores es campesino e indígena, pero
tiene sólo el 25 por ciento de la tierra.
El 90 por ciento de los agricultores del mundo es campesino
e indígena, pero tiene sólo el 25 por ciento de la tierra. La agricultura
campesina produce hasta 80 por ciento del alimento en los países no
industrializados. Y la concentración de tierras en pocas manos es un fenómeno
global. Son algunas de las conclusiones de la investigación Hambrientos de
Tierra, de la organización internacional Grain. El estudio procesa información
oficial y académica de las última dos décadas y ofrece una radiografía de la
situación de la tierra a nivel mundial. En Argentina, en veinte años,
desapareció el 33 por ciento de las chacras más pequeñas. “Es necesario y urgente revertir la tendencia actual y entregar a los
pequeños agricultores los medios para alimentar al mundo”, propone la
investigación.
“Los campesinos alimentan al mundo con menos de
una cuarta parte de la tierra agrícola”, es el subtítulo del informe de
Grain, una organización que se especializa en el análisis del modelo
agropecuario y el rol de las corporaciones. En la segunda página del informe
confronta contra la Organización para la Agricultura y la Alimentación de
Naciones Unidas (FAO): “Inauguró 2014
como el Año Internacional de la Agricultura Familiar, cantó las loas de los
agricultores familiares pero ni una sola vez mencionó la necesidad de una
reforma agraria. Por el contrario, anunció que las fincas familiares ya tenían
la mayor parte de la tierra, la increíble cifra de 70 por ciento”.
El informe de Grain afirma todo lo contrario. Más del 90 por
ciento de los agricultores del mundo es campesino e indígena, pero controla
menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial. Y, con esa poca tierra,
produce la mayor parte de la alimentación. En promedio, las fincas de los
campesinos tienen sólo 2,2 hectáreas.
El trabajo ordena la información por continentes. Para
América latina y el Caribe señala que las pequeñas chacras representan el 80
por ciento (17.894) del total y cuentan sólo con el 19 por ciento de la tierra
cultivable (172.686 hectáreas). “Las
fincas pequeñas están siendo marginadas a menos tierras”, explica la
investigación y detalla que en treinta países se dan las mayores inequidades,
donde los campesinos representan más del 70 por ciento de las fincas y tienen
menos del diez por ciento de la tierra. De los treinta más injustos, seis son
de América: Chile, Guyana, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
En el apartado III el informe detalla que los campesinos e
indígenas están perdiendo rápidamente fincas, mientras crecen las grandes
chacras. De América latina sobresalen los casos de Argentina, que perdió más de
un tercio de sus chacras entre 1988 y 2008 (sólo entre 2002 y 2008 desapareció
el 18 por ciento de las pequeñas fincas). En Chile, entre 1997 y 2007, se
perdió el 15 por ciento de las chacras más pequeñas. En Colombia, entre 1980 y
la actualidad, los campesinos perdieron la mitad de la tierra que poseían. En
Uruguay, en los últimos catorce años, desapareció el 20 por ciento de las
chacras.
Carlos Vicente, uno de los investigadores del informe,
remarcó que “la pérdida en Argentina de
un 33 por ciento de los pequeños productores en 20 años demuestra cómo el
modelo sojero ha sido depredador” y alertó que “la posibilidad de sostener una alimentación autónoma de nuestro pueblo
se ve profundamente jaqueada”. Vicente revalorizó que los campesinos en
Argentina tienen el 5,8 por ciento de la tierra y “siguen siendo los principales productores de alimentos del país”.
Grain establece una relación directa entre la pérdida de
tierras de pequeños productores y el avance de la megaminería, el petróleo, gas
y monocultivos. “La tremenda expansión de
las megafincas dedicadas a los monocultivos industriales es quizás el factor
más importante detrás del desalojo de los pequeños agricultores”, afirma, y
detalla particularmente cuatro monocultivos: caña de azúcar, canola (colza),
palma aceitera y soja. Señala que, en los últimos cincuenta años, 160 millones
de hectáreas fueron ocupadas por los monocultivos. “Más y más tierra agrícola fértil es ocupada por grandes fincas que
producen materias primas industriales para exportación, presionando a los
pequeños productores a una siempre decreciente participación sobre la tierra”,
asegura. Y advierte que, según la misma FAO, para 2050 la superficie mundial
sembrada con soja aumentará un 33 por ciento; la caña de azúcar, un 28 por ciento,
y la canola, un 16 por ciento.
“Con mucha rapidez
estamos perdiendo fincas y campesinos por la concentración de tierra a manos de
los ricos y los poderosos. Si no revertimos esta tendencia, el mundo perderá su
capacidad para alimentarse a sí mismo”, advirtió Henk Hobbelink,
coordinador de Grain.
La investigación alerta que la concentración de la tierra “está llegando a niveles extremos” y que
esa política tiene una consecuencia directa en el número creciente de personas
que pasan hambre en el mundo. “Necesitamos,
en forma urgente y a una escala nunca antes vista, revisar y relanzar programas
de reforma agraria y reconstitución territorial genuinos que devuelvan la
tierra a manos campesinas e indígenas”, alerta Grain.
Fuente: Ecoportal.net
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