Escrito por: Noam Chomsky
Profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía
del MIT
Es en la Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos
realmente se convirtió en una potencia mundial. Había sido la economía más
grande del mundo por mucho desde antes de la guerra, pero era una potencia
regional en cierta forma. Controlaba al Hemisferio Occidental y había hecho
algunas incursiones en el Pacífico. Pero los británicos eran la potencia
mundial.
La Segunda Guerra Mundial cambió eso. Estados Unidos se
convirtió en la potencial mundial dominante. Estados Unidos tenía la mitad de
la riqueza del mundo. Las otras sociedades industriales estaban debilitadas o
destruidas. Estados Unidos estaba en una posición de seguridad increíble.
Controlaba el hemisferio, y tanto el Atlántico como el Pacífico, con una enorme
fuerza militar.
Por supuesto, eso declinó. Europa y Japón se recuperaron, y
tuvo lugar la descolonización. Para 1970, Estados Unidos había descendido, si
se le quiere llamar así, a alrededor del 25 por ciento de la riqueza del mundo;
aproximadamente como había sido, digamos, en los años 20. Seguía siendo la
potencia mundial abrumadora, pero no como había sido en 1950. Desde 1970, está
bastante estable, aunque por supuesto hubo cambios.
En la última década, por primera vez en 500 años, desde la
conquista española y portuguesa, Latinoamérica ha empezado a hacer frente a
algunos de sus problemas. Empezó a integrarse. Los países estaban muy separados
unos de otros. Cada uno estaba orientado por separado hacia el Oeste, primero
Europa y luego Estados Unidos.
Esa integración es importante. Significa que no es tan fácil
tomar a los países uno por uno. Las naciones latinoamericanas pueden unificarse
en defensa contra una fuerza exterior.
El otro acontecimiento, que es más importante y mucho más
difícil, es que los países de Latinoamérica están empezando individualmente a
enfrentar sus enormes problemas internos. Con sus recursos, Latinoamérica debe
ser un continente rico, particularmente Sudamérica.
Latinoamérica tiene una enorme cantidad de riqueza, pero
está muy altamente concentrada en una élite pequeña, regularmente europeizada y
a menudo blanca, y existe al lado de una enorme pobreza y miseria. Hay algunos
intentos de empezar a hacer frente a eso, lo cual es importante – otra forma de
integración – y Latinoamérica de alguna manera se está apartando del control
estadounidense.
Se habla mucho sobre el cambio del poder mundial: India y
China van a convertirse en las nuevas grandes potencias, las potencias más
ricas.
De nuevo, uno debería ser bastante reservado al respecto.
Por ejemplo, muchos observadores comentan sobre la deuda
estadounidense y el hecho de que gran parte de ella está en manos de China.
Hace unos años, en realidad, Japón tenía la mayor parte de la deuda
estadounidense, ahora superada por China.
Además, todo el marco para la discusión de la declinación de
Estados Unidos es engañoso. Se nos enseña a hablar sobre un mundo de estados
concebidos como entidades unificadas y coherentes.
Si uno estudia la teoría de las relaciones internacionales,
hay lo que se llama la escuela “realista”, que dice que hay un mundo de estados
anárquico, y que los estados buscan su “interés nacional”. Eso es en gran parte
mitología. Hay algunos intereses comunes, como la supervivencia. Pero, en su
mayor parte, la gente dentro de una nación tiene intereses muy diferentes. Los
intereses del director ejecutivo de General Electric y del conserje que limpia
sus pisos no son los mismos.
Parte del sistema doctrinal en Estados Unidos es la
pretensión de que todos somos una familia feliz, que no hay divisiones de
clases, y que todos estamos trabajando juntos en armonía. Pero eso es
radicalmente falso.
En el siglo XVIII, Adam Smith dijo que la gente que posee la
sociedad hace las políticas: los “mercaderes y manufactureros”. El poder de hoy
está en las manos de las instituciones financieras y las multinacionales.
Estas instituciones tienen un interés en el desarrollo chino.
Así que si usted es, digamos, el director ejecutivo de Walmart o Dell o
Hewlett-Packard, se siente perfectamente contento de tener una mano de obra muy
barata en China trabajando bajo condiciones horribles y con pocas restricciones
ambientales. En tanto China tenga lo que se llama crecimiento económico, está
bien.
En realidad, el crecimiento económico de China es un poco un
mito. China es en gran medida una planta de ensamblaje. China es un exportador
importante, pero aun cuando el déficit comercial estadounidense con China ha
aumentado, el déficit comercial con Japón, Taiwán y Corea ha descendido. La
razón es que se está desarrollando un sistema de producción regional.
Los países más avanzados de la región –Japón, Singapur,
Corea del Sur y Taiwán– envían tecnología avanzada, partes y componentes a
China, la cual usa su fuerza laboral barata para ensamblar productos y
enviarlos fuera del país.
Y las corporaciones estadounidenses hacen lo mismo: Envían
partes y componentes a China, donde la gente los ensambla y exporta los
productos finales. A esto se le llama exportaciones chinas, pero son
exportaciones regionales en muchos casos y, en otros, es realmente un caso en
que Estados Unidos se está exportando a sí mismo.
Una vez que rompemos el marco de los estados nacionales como
entidades unificadas sin divisiones internas dentro de las mismas, podemos ver
que hay un cambio del poder mundial, pero es de la fuerza laboral mundial a los
dueños del mundo: el capital transnacional, las instituciones financieras
mundiales. Fuente: lr21.com.uy
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