Se podría decir que los noruegos son víctimas
de su propio éxito: son tan eficientes en su gestión de residuos que están
sufriendo una escasez de basura.
Esta es una situación relativamente nueva en Noruega. Se
desarrolló sólo en los últimos 3 o cuatro años, a raiz de la proliferación en
los países escandinavos de plantas que convierten la basura en electricidad y
calefacción.
"Ahora hay
demasiadas plantas comparado con la cantidad de desechos que se producen",
le dijo a BBC Mundo Jannicke Gerner Bjerkas, gestora de comunicaciones de la
agencia Waste-to-Energy de la ciudad de Oslo.
Pero en la vecina Suecia, pionera en esta política
medioambiental, hace más tiempo que lidian con este problema. De hecho, Suecia
importa basura de sus paises vecinos, incluida la propia Noruega.
Esta escasez es el resultado de décadas de campañas
gubernamentales para promover entre los ciudadanos una gestión responsable de
los desechos, que incluye la reducción, reutilización y reciclaje de la basura.
Ahora, la sobrecapacidad de las plantas incineradoras ha
llevado a la ciudad de Oslo a buscar desechos ajenos.
El departamento de marketing de la agencia Waste-to-energy
se afana por encontrar basura en el exterior, a través de licitaciones
oficiales a las que se postulan las compañias que quieren deshacerse de la
basura al menor costo posible.
Por ahora sólo importan basura de Inglaterra, pero están
buscando otros mercados y, según Gerner Bjerkas, es probable que otras plantas
noruegas pronto lo hagan también.
El negocio de la basura
Son las empresas que poseen la basura las que pagan por
deshacerse de ella, tanto si el método es tirarla en un vertedero local como
llevarla a quemar a Noruega.
En Reino Unido, curiosamente, una tasa impuesta a los
ayuntamientos por el uso de vertederos -orientada a promocionar el reciclaje-,
hace que pueda acabar resultando más barato enviar los desechos a Oslo.
De manera que la capital noruega "gana dinero" al tratar esa basura extranjera. Eso, a pesar de
que los costes del procesamiento han caido mucho en los últimos años.
"Funciona
esencialmente como una puja. Nosotros hacemos una oferta y ellos escogen la
compañía que más les convenga", explicó Gerner Bjerkas.
Algunas de estas plantas son de propiedad privada, otras
dependen directamente de agencias estatales.
"Y como hay
demasiadas plantas procesadoras, los precios en el mercado han caído",
dijo.
La ganacia para los escandinavos es doble: no sólo cobran
por procesar los desechos sino que además generan electricidad con ellos.
"La basura pasa a
considerarse un recurso. Es un recurso para generar energía", explicó
Gerner Bjerkas.
Una vez clasificada, la basura se quema, alcanzando una
temperatura de hasta 1000 C. Así se calienta el agua que eventualmente alimenta
los radiadores de las ciudades.
Basura "de calidad"
Pero no todas las basuras son iguales: algunas son más
"limpias" o de mayor calidad que otras.
Para los noruegos no se trata tanto de generar beneficios a
partir de cualquier tipo de basura sino de proteger el Medio Ambiente.
"Estamos hablando
de un negocio, sí, pero desde una perspectiva ecológica", puntualizó
Gerner Bjerkas.
Y desde ese punto de vista, cuanto más trabajo de
clasificación se hace antes de la quema, mejor.
"Preferimos
aceptar basura que ha sido preclasificada antes de llegar a nosotros, por
ejemplo en metales, plásticos, basura orgánica, papel, cartón y materiales
peligrosos, y de la que se han retirado los materiales reciclables antes del transporte.
Eso es mucho mejor para el Medio Ambiente", explicó Gerner Bjerkas.
Esta estrategia de los países escandinavos marca enormes
diferencias con la práctica tradicional de arrojar o enterrar la basura en
vertederos, algo que genera mucho gas metano.
Además del precio y la "calidad", a la hora de
aceptar basura de importación, un factor importante es el kilometraje hasta
Oslo.
"Cuanto menor es
la distancia menor es el impacto ambiental", dijo Gerner Bjerkas.
Por eso hasta ahora Noruega se ha centrado en buscar basura
en el mercado europeo.
Los precios varían enormemente dependiendo del tipo de
basura y del tipo de contrato con las plantas procesadoras.
Igual que en otros mercados, en general cuanto más largos
son los contratos y mayor la cantidad de basura, menores son los precios.
La basura que Oslo importa actualmente de Inglaterra, por
ejemplo, sólo se entrega en los meses del invierno, de octubre a abril, en los
que se necesita más combustible para generar calefacción.
"En total, este
año nos llegaron desde Inglaterra 50.000 toneladas de basura".
"Si se ajusta la
fecha de entrega a los meses del invierno, entonces podemos aceptar un precio
más bajo", explicó Gerner Bjerkas.
Poco a poco las plantas incineradoras de la región
escandinava están poniendo los ojos en Europa.
Hasta ahora esencialmente ha sido en busca de basura
"de calidad".
Y en un futuro no muy lejano, lo harán también para exportar
su tecnologia y experiencia en la gestión de residuos. Fuente: www.bbc.co.uk
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