Por el
método no convencional para extraer hidrocarburos, las petroleras ya pagan
hasta $ 135.000 anuales por la explotación de una hectárea. Controversias por
su aplicación.
La industria petrolera avanza
sobre las chacras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén dejando a su paso una
huella que se volverá imborrable. Porque allí donde se instala un pozo
difícilmente vuelva a crecer un árbol de frutas.
Empresas como Apache, YPF y
Chevron, entre otras, están alquilando fracciones de chacras a los productores
para realizar trabajos de exploración y extracción. En el peor momento de la
historia de esta industria, según una definición de los chacareros, son cada
vez menos los que se resisten.
Hace 15 años en la zona que va de
Regina a Allen pasando por General Roca era impensable que las empresas
petroleras se interesaran demasiado por lo que había debajo de los árboles. Hoy
con sus yacimientos convencionales maduros y por secarse las compañías no
menosprecian ningún territorio accesible y golpean la puerta de los productores
para ofrecerle contratos que en las décadas de los 70, los 80 e incluso de los
90, les hubiera causado un ataque de risa.
Las petroleras pagan entre 40 y
50 mil pesos anuales por el “uso” temporal de una hectárea de la que pueden
sacar gas o petróleo.
El alquiler de 10 hectáreas para
producción de fruta en la actualidad tiene un costo de $4.500 por mes. Los
pequeños productores del Alto Valle, apretados por las deudas y al borde del
remate, no dudan en firmar un contrato que sentenciará para siempre la calidad
de su tierra.
Según pudo averiguar Clarín las
empresas les presentan un acuerdo por dos años. Pagan en ocasiones hasta $
135.000 por el primer año en una hectárea y $35.000 a $ 50.000 por el segundo.
El valor del segundo año se fija en base a los perjuicios ambientales que
podría haber acarreado el funcionamiento del pozo. Si hay un tercer año este se
actualizará según la inflación que marca el INDEC.
“Están haciendo negocios con personas cansadas, endeudadas que llevan
años de pérdidas. Son gente grande que una vez que se salen del ciclo
productivo ya no vuelven a entrar”, explica a este diario Pablo Laurente,
coordinador de la Federación Agraria de Río Negro y Neuquén. Laurente cuenta
que un estudio encargado por la Federación demostró que la edad de los
productores oscila entre los 65 y 75 años. “No
son los hijos o los nietos los que venden, son ellos mismos que alquilan a las
petroleras o le venden a las inmobiliarias lo único que tienen y lo único que
saben hacer”, agrega Laurente.
En Allen hay 300 productores distribuidos en
500 hectáreas productivas.
Las chacras tienen un tamaño de
entre 10 y 15 hectáreas. En una época fue un negocio rentable del que podían
vivir una o dos familias. Pero corren otros tiempos y en la actualidad la fruta
se paga en el mercado mayorista, en el mejor de los casos, a 0,80 centavos el
kilo, en tanto que producirlo cuesta 1,5 pesos.
“De los 300 productores que somos apenas 6 fuimos a pedir por la ley
anti fracking, nos acompañó otra gente al Concejo porque somos 45 mil
habitantes y muchos saben lo que es esto”, le dice a Clarín Sebastián
Hernández, presidente de la Cámara de Productores de Allen. Hernández hace
referencia a las 500 personas que se manifestaron el 23 de agosto en el Concejo
Deliberante de esta localidad rionegrina, presionando a sus representantes para
que aprobaran una ordenanza que prohiba el fracking en el ejido de la comuna.
“Hay algunos que han sido llamados y otros que han llamado, yo creo que
muchos están esperando a hacer este negocio porque no les queda otra”,
señala Hernández.
En las chacras de la localidad se
han perforado 20 pozos hasta el momento pero es apenas el principio. En el
último año las empresas no han dejado mes sin contactar a algún productor.
Ese mismo día el gobernador ultra
K Alberto Weretilneck declaró que el petróleo y sus métodos podían convivir con
la extracción de petróleo. Menos de una semana después el Consejo Deliberante
de Neuquén votó a favor del acuerdo entre la provincia e YPF-Chevron que le
permitirá a estas empresas, ambas con antecedentes de contaminación en Neuquén,
utilizar la fractura hidráulica de manera masiva en el área de Vaca Muerta.
Según los productores consultados la ordenanza
llega tarde.
La empresas utilizan el fracking
en Allen y las zonas adyacentes desde hace tiempo. Este sistema es
especialmente nocivo para la actividad frutera puesto existe una alta
probabilidad de que el agua y el suelo resulten contaminados por los derrames.
En Europa el protocolo de calidad le exige a los productores de todo el mundo a
los que les compran sus frutas que sus chacras estén a más de 500 metros de una
autopista.
La presencia de un pozo petrolero
cerca de un árbol es poco menos que un cuento de horror en estos mercados.
“La actividad frutícola fue abandonada por el gobierno provincial y
nacional, ha sido a propósito para darle margen a las petroleras. Cuando
recorres las chacras encuentras las torres. Y una cosa no puede ser junto a la
otra”, dice Magdalena Odarda, diputada provincia y precandidata a senadora
nacional por el Frente Progresista de Río Negro, hoy segunda fuerza en la
provincia. “Por un lado tienes a
Weretilneck diciendo que el petróleo y la fruta pueden convivir y por otro a
(el senador Miguel) Pichetto asegurando que no hay fracking. Pero hay, tenemos
pruebas de que el fracking está en la provincia”, agrega. La legisladora
está convencida de que el dinero del petróleo es demasiado tentador para una
provincia que necesita urgentemente de efectivo para pagar los sueldos
estatales.
Aunque la Ley de Hidrocarburos
local estipula que todos los contratos petroleros deben ser aprobados por la
Legislatura provincial en Río Negro ninguno de los convenios vigentes con
distintas compañías ha llegado al recinto.
Y hay 160 pozos declarados.
El gobierno de Weretilneck es
poco comunicativo cuando se trata de los contratos. Por ahora sólo ha dado a
conocer que por las prórrogas a las concesiones se embolsarán alrededor de US$
200 millones en los próximos dos años.
“Una vez que entraron a tu propiedad ya no los podés sacar y cuando se
van el campo no te sirve para nada”, reflexiona Alfredo Svampa, antiguo
productor de Allen y padre de la socióloga Maria Estela Svampa. Alfredo,
poseedor de 7 hectáreas productivas y que fue contactado por la petrolera
Apache que le ofreció 100 mil pesos por el año de alquiler de una hectárea.
Estuvo a punto de firmar pero sus tres hijos los que lo pusieron sobre aviso.
“¡Pero papá que vas a hacer!
Contaminan la tierra”, me dijeron.
Este productor cuenta que se
encontró con Apache en un momento delicado. Justo cuando su producción se había
perdido por completo. “Se pudrió y no
pudimos sacarla, los camiones no querían perder tiempo en llevarla a las
cámaras frigoríficas y negociamos para que lo hagan a precios muy bajos”.
Por su fruta para la industria, es decir, la que se usa en la elaboración de
jugo y sidra, las comercializadoras le propusieron 0,15 centavos por el kilo de
manzana y 0,30 por el de pera. “¿Qué
podía hacer?”, se pregunta con voz cansada. Fuente: Clarin.com
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