Medellín
pasó de ser la ciudad sinónimo de narcotráfico a ejemplo de transformación
urbana. Entrevista a Gustavo Restrepo, uno de los arquitectos que participó de
ese proyecto explica el fenómeno.
En apenas 20 años, la ciudad
colombiana de Medellín pasó de ser un símbolo de los carteles de la droga a un
ejemplo de desarrollo urbano. Famosa por los atentados de Pablo Escobar en los
’80 y ’90, hoy se perfila como modelo de políticas gubernamentales destinadas
al crecimiento sustentable y a la puesta en valor de los espacios públicos.
Desde 2003, la urbe de 2,5
millones de habitantes viene experimentando importantes transformaciones de la
mano de inversiones estatales en infraestructura. Esas inversiones se
dirigieron a los lugares más pobres, a diferencia de otras políticas que sólo
apuestan al embellecimiento de las áreas con mayor valor turístico.
El arquitecto colombiano Gustavo
Restrepo participó de los planes de desarrollo de Medellín, y explica que la
clave del éxito “paisa” es la participación de la comunidad en las decisiones
gubernamentales, y el trabajo territorial de los funcionarios municipales.
Restrepo estará en Córdoba el próximo 30 de agosto, participando del TEDx
Córdoba.
–A diferencia de lo que se suele
hacer, las intervenciones en Medellín fueron en las zonas más periféricas.
¿Cómo nace esa iniciativa?
–Hay que remontarse hasta la
década de 1980, cuando el narcotráfico dominaba la ciudad y teníamos 381
homicidios cada 100 mil habitantes. Recién en 2003 comienza una política
distinta, enfocada a invertir los recursos del municipio en los lugares no
necesariamente más turísticos, e invertir esos recursos donde los índices de
desarrollo urbano no eran los más altos. Esos índices estaban en lugares
periféricos.
–Se rompió esa costumbre de
mejorar donde van los turistas.
–Es verdad. Desafortunadamente se
cree que invertir en esos lugares va a producir grandes ingresos, porque los
turistas encuentran una ciudad amable y organizada. Pero al invertir en los
lugares con condiciones sociales más bajas también se puede fortalecer la
economía. Para esto, debe haber no solamente una política de mejoramiento de
espacio público, sino una visión integral (económica, urbana, social, ambiental
y cultural) que forme una estrategia centrada en recuperar esas comunidades.
Ellas se verán influidas no sólo por el mejoramiento del espacio, sino por la
economía. Son políticas distintas, pero por fortuna para Medellín hubo una
visión distinta, en la que el recurso fue a los más humildes, y eso no quiere
decir que no sean lugares de atracción turística, porque se convirtieron en
eso.
–¿Cuáles fueron esas
intervenciones?
–Con todos estos indicadores, el
entonces alcalde Sergio Fajardo tomó una decisión estratégica, entendiendo que
todo lo que gira con la educación –la cultura, la movilidad, los edificios
públicos– debería ser una manera de reflexión en torno a la cualificación del
entorno y del ciudadano. Y se empezó a tocar esos lugares con bajos índices de
desarrollo, articulando con edificios de calidad, espacios públicos de calidad,
educación de calidad, con seguridad en términos de gobernabilidad y gobernanza
que empiezan a transformar. Es importante resaltar que el “cómo” se logra
haciendo participar a la ciudadanía de su desarrollo.
–¿Y cómo se logra esa
participación ciudadana?
–De 2003 en adelante, se da la
posibilidad a la comunidad de participar a través de comités de base, donde los
líderes no son sólo los políticos sino los líderes natos. Por ejemplo, el niño
que tiene un balón y junta 22 jugadores en torno a ese balón, ese niño es un
líder. Entonces, se empiezan a hacer muchas reuniones de trabajo con niños, con
jóvenes, con adultos y con adultos mayores, y se arma una estrategia de grupos
base que se vuelven directores de su desarrollo local. Con esto se establece
una primera política en la que una comunidad participando arma los primeros
planes de desarrollo local. La comunidad dialoga sobre las necesidades de su
territorio, articulado con un grupo interdisciplinario del municipio,
conformado por comunicadores, trabajadores sociales, abogados, arquitectos e
ingenieros. Van a caminar por el barrio, se conocen las dificultades de cada
esquina, dónde se arroja basura, dónde se fuma marihuana, dónde hay problemas
de movilidad, y eso se refleja en una información planimétrica muy detallada
que permite priorizar las necesidades. Todos, de manera articulada, toman la
mejor decisión para ese territorio.
–Bajaron el gabinete municipal al
barrio.
–Exacto, es una manera de llevar
las decisiones más elementales y complejas a una discusión entre comunidad,
municipio y técnicos. Eso permite tener soluciones a corto plazo. Pero lo más
importante es que vincular las soluciones con la comunidad convierte a las
intervenciones en soluciones de largo plazo, porque cuando mejora un colegio o
una calle, la gente se vuelve veedora de una situación, por ende la cuida y
responde por ella en el tiempo. Eso significa empoderar a la comunidad. Es la
parte más compleja, pero es la clave de Medellín. En muchas otras ciudades
latinoamericanas se hace obra pública, incluso en los barrios más humildes,
pero se pasa por encima a la comunidad. Se entregan las obras mejoradas y en
poco tiempo se destruyen, porque falta empoderamiento de la comunidad. Falta
preguntar qué quieren y dónde lo quieren.
–Así comenzaron con escuelas y
bibliotecas.
–Fue un tema trabajado desde la
cultura y no para la cultura. Con esto vino “el ejemplo educa”, si un alcalde
hace las cosas correctamente la gente se porta de manera correcta. Se empezó
por las bibliotecas, los colegios y los espacios públicos, articulados con
espacios deportivos y movilidad, porque llegar a estos territorios era muy
complejo, Medellín es un valle muy cerrado que crece sobre montañas. Y los
lugares más pobres están más arriba en las montañas. Esto empieza a generar un
ambiente positivo, la comunidad puede salir nuevamente al espacio público, se
reduce notoriamente la tasa de homicidios, bajando a 27 por cada 100 mil
habitantes. No sólo en esa primera administración, sino las dos posteriores
siguieron con la misma política.
–Fue una política de Estado.
–A eso lo llamamos política
pública de continuidad, la ciudad tiene unas directrices muy claras enfocadas a
futuro, donde la comunidad planeó y pensó su desarrollo en los próximos 20
años, sobre el que se escribió el plan de ordenamiento territorial.
–No llevaron sólo escuelas, sino
las llenaron de políticas.
–Los edificios son de calidad,
con buena cantidad de materiales, sostenibles ambientalmente, desde la
perspectiva arquitectónica es muy positivo. Pero se acompaña de un programa con
cada una de las secretarías de educar con calidad. Se les da buena
alimentación, atención primaria de salud, teniendo una población infantil
atendida en sus necesidades básicas, en lo más amplio de su concepto. Entonces,
dentro de 20 años, podemos tener unos chicos en unas condiciones culturales, de
educación y salud, más óptimas.
–¿Cómo se financian estas obras?
–Medellín y su área metropolitana
genera una industria sólida, con actividad textil, siderúrgica y minera, entre
otras cosas. Fue un municipio con un proceso constante de pago de impuestos.
Pero por años, la corrupción hizo que los dineros públicos no llegaran a donde
tenían que llegar. Desde 2003 aparece una frase que dice “los dineros públicos
son sagrados”, y eso obliga a que la administración tome con mucho cuidado. Y
Medellín tiene una empresa pública que brinda servicios de calidad, no sólo
para Antioquia, sino que les vende energía a países limítrofes. Es una empresa
pública, que genera dividendos, y el 25 por ciento llega para obra pública.
Perfil
Gustavo Adolfo Restrepo Lalinde
es arquitecto, urbanista, magíster en Ingeniería de Nuevos Materiales de la
Universidad Pontificia Bolivariana. Se desempeña como arquitecto en el sector
público y privado, en las aéreas de diseño, administración y construcción de
proyectos de arquitectura y urbanismo sostenible. Es docente en las facultades
de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana y de la Universidad
Santo Tomás de Medellín.
Trabajó en la Empresa de
Desarrollo Urbano de la Alcaldía de Medellín por más de cinco años como
coordinador de proyectos como el Proyecto Urbano Integral de la Comuna 13 y el
Proyecto Urbano Integral del Metroplus. Fue responsable de materializar el Plan
de Desarrollo 2008-2011 de la alcaldía de Medellín, en temas de seguridad y
convivencia, salud, educación y espacio público.
Actualmente trabaja en el Plan
Maestro del Museo de Antioquia Plaza Botero, liderando el desarrollo para el
Centro Cívico y Cultural, Plaza Botero-Museo de Antioquia. Fuente: lavoz.com.ar
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