Detrás de Venezuela, nuestro país es el que más
emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera realiza en América del Sur. Vaca
Muerta aumentará la contaminación ambiental.
Según la edición 2014 del informe del Banco Mundial sobre
indicadores mundiales de desarrollo, Argentina es el segundo país más
contaminante de Sudamérica, después de Venezuela. Tras los problemas
energéticos luego de una década signada por la extracción sin exploración de
nuevos recursos, se le suman estándares altísimos de contaminación. La alta
dependencia del gas contribuye a una mayor combustión de CO2. El fracking en
Vaca Muerta aumentará la polución ambiental.
Argentina produce poca energía. En el año 2013 importó más
de 10.000 millones de dólares en energías, y en el balance entre exportación e
importación el déficit fue mayor a 6.000 millones de dólares. El 51% de la
matriz energética del país depende del gas natural, que el país debe importar
en gran medida desde los gasoductos provenientes de Bolivia y con los buques
metaneros de GNL, con un altísimo costo. Es que el país, aun contando los
aumentos de la producción de YPF, hasta el día de hoy sigue en una franca caída
en la producción anual de hidrocarburos.
Pero eso no es todo. No sólo se produce poca energía, sino
que la que se produce es altamente contaminante. Según el informe anual 2014 de
los Indicadores de Desarrollo Mundial del Banco Mundial, Argentina es el
segundo país más contaminante de Sudamérica, luego de Venezuela. La publicación
determina que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera en
Argentina equivalen a 4,5 toneladas métricas per cápita en un año. Este índice
es muy importante, porque dicho gas que surge de la combustión aumenta los
efectos de invernadero en el aire, con las consecuentes problemáticas
climáticas y medio-ambientales. Venezuela, país que depende casi en su
totalidad del consumo de petróleo, tiene un índice de 6,9 toneladas métricas de
CO2, siendo así el primero en toda Sudamérica. Pero el resto de los países del
continente están muy por debajo de Argentina: Brasil, el gigante sudamericano,
produce emisiones que llegan a 2,2 toneladas per cápita, y el nivel medio de
América Latina y el Caribe es apenas del 2,7.
Estos datos muestran que en toda la fase de crecimiento del
gobierno kirchnerista en donde aumentó exponencialmente el uso de energía,
importación mediante, no se innovó en tecnología que haga más eficiente su
combustión, tanto para ahorrar consumo como para evitar mayores daños al
planeta. Es más, en cuanto a eficiencia en el consumo de energía, Argentina es
el 4to peor país de Sudamérica.
El fuerte desaceleramiento de la economía y las turbulencias
que existen a nivel mundial preanuncian una recesión importante para el país.
La improvisación frente al cuello de botella energético en los años de
crecimiento se traducirá ahora en mayores concesiones a las grandes
multinacionales, interesadas en las energías que extraerán de Vaca Muerta. Por
eso el gobierno apuró el tratamiento de la Ley de Hidrocarburos, para que
inversores como Chevron, que dejó un saldo contaminante enorme en el Ecuador,
puedan producir y extraer petróleo y gas sin respetar ni los más mínimos
estándares internacionales de polución ambiental. A la combustión de CO2 ahora
se sumará un enemigo importante: el gran consumo de agua vía fracking, con el
alto peligro de contaminar, vía los aditivos que le inyectan, las cuencas
acuíferas y las tierras cultivables.
Los sucesivos gobiernos en Argentina han
decidido favorecer a los grandes capitales, sin ningún plan estratégico de
mediano y largo plazo que haga sustentable la producción energética para las
necesidades populares y el medio ambiente. Es imposible cuidar el medio
ambiente si se gobierna para las ganancias de estas corporaciones. En Argentina
es posible una completa diversificación de la matriz energética, con mayor uso
de la energía eólica, solar, hidráulica o incluso mareomotriz, pero para ello
hay que partir de una nacionalización del conjunto de las ramas energéticas,
dispuestas bajo un plan nacional de desarrollo, con administración en manos de
los propios trabajadores y con participación de las comunidades que habitan la
tierra donde están los recursos, como podrían ser por ejemplo las distintas
comunidades mapuches afectadas por el desarrollo de Vaca Muerta. Un plan así es
posible y podría ir mejorando progresivamente la relación de la industria con
el medio ambiente, pero solo puede realizarse con un gobierno que rompa lazos
con los intereses capitalistas. El kirchnerismo, con el proyecto de Ley de
Hidrocarburos, muestra todo lo contrario. Fuente: www.laizquierdadiario.com
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