¿Qué
consecuencias pueden tener estas nuevas fuentes energéticas en un clima que
cambia? Investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) intentan
responder algunas de esta pregunta usando biocombustibles como caso de prueba.
El estudio, publicado por
Geophysical Research Letters, encontró que los cambios en el uso del suelo
provocados por una aceleración importante en el cultivo de biocombustibles
podrían hacer que algunas regiones se calienten aún más.
Es fácil mirar a fuentes de
energía nuevas y limpias, ver como mejorará el calentamiento global y detenerse
ahí, sin considerar todas las ramificaciones. Pero cuando se trata de mitigar
el cambio climático, hay más a considerar que la simple sustitución de los
combustibles fósiles por una fuente de energía más limpia.
En el estudio exploraron algunas
de estas consecuencias al considerar dos escenarios: uno donde se talan más
bosques para el cultivo de biocombustibles y otro donde los bosques se
mantienen y la productividad del terreno se intensifica mediante fertilizantes
y riego.
En ambos casos, los
investigadores encontraron que en una escala global, las emisiones de gases de
efecto invernadero aumentan; mayor cantidad de dióxido de carbono a medida que
los bosques que lo absorben se cortan en el primer caso y mayores niveles de óxido
nitroso cuando se intensifica el uso de fertilizantes.
Pero, el calentamiento global se
contrarresta cuando el cultivo adicional refleja más luz solar y provoca un
enfriamiento. De forma adicional, el aumento de los biocombustibles puede
reemplazar algunas fuentes de energía basadas en combustibles fósiles,
contrarrestando incluso más el calentamiento.
Mientras que los efectos de la
expansión a gran escala de los biocombustibles parecen anularse mutuamente a
escala global, el estudio apunta a impactos regionales en algunos casos lejanos
al lugar donde se cultiva la biomasa. En los trópicos, por ejemplo, la limpieza
de los bosques probablemente secará el clima y provocará un alza en las
temperaturas, con la cuenca del Amazonas y África Central subiendo su
temperatura en unos 1,5 grados Celsius.
Este calentamiento tropical se
agrava con la deforestación, lo que además provoca la liberación de CO2 a la
atmósfera, incrementando sus efectos. Mientras tanto, las regiones árticas
experimentan un enfriamiento debido al aumento de la reflectividad por la
deforestación.
A partir de estos resultados, el
equipo de investigadores encontró que políticas de uso del suelo que permitan una deforestación más amplia
tendrían un importante impacto regional en las emisiones y temperatura. Políticas
que protejan los bosques probablemente harían más tolerables las futuras
condiciones ambientales, especialmente en los trópicos. Fuente: canalazul24.com
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