Hay que
verlo para creerlo. En el templo de la salud cientifista y positivista, una
Facultad de Medicina, en el corazón de la llamada República Unida de la Soja
por Syngenta, en el centro de la pampa argentina, en la ciudad de Rosario, ha
propiciado e impulsado el II Congreso Latinoamericano y I Internacional de
Salud Socioambiental, que ha reunido a 500 personas, de las cuales más de 60
panelistas y conferencistas.
Cuatro jornadas sin descanso, con
la sala llena de gente (con capacidad para 250 personas) que a lo sumo se
levantaba para traerse el mate a la asamblea.
Como dice la declaración final
resumiendo lo allí acontecido: “nuestras
vivencias en cada instante de este Congreso han sido las de confirmación de que
no solo hay un nuevo paradigma naciendo de nuestras entrañas a partir del dolor
y de las luchas que cotidianamente vivimos sino que ahora lo estamos encarnando
en nuestro compartir, en nuestros diálogos, en nuestras articulaciones, en
nuestros sueños colectivos”
Esta descripción parece exagerada
pero no lo es. Simplemente es impensable que cualquier Facultad de Medicina del
mundo, desde su equipo de gobierno plantee un Congreso abierto a nuevos
paradigmas de entender la medicina en los que la dimensión socioambiental de la
salud y la ciencia con la gente ocupe el lugar central. Así ha sido.
Hay que remontarse a principios
del pasado siglo para entender lo que aquí, en Argentina, ha pasado. En esas
fechas se ganó una importante batalla que ha permitido la democracia dentro de
la universidad (hay tantos o más alumnos en los consejos de gobierno que
profesores; se realizan elecciones cada cuatro años para los puestos de
dirección, con programas concretos de futuras actuaciones; las facultades son
autónomas para fijar sus currículas; el ingreso en los centros no está sometido
a numerus clausus ni a alcanzar un nivel de notas previas, y la enseñanza es
gratuita, incluida la matrícula). Esa condición ha hecho posible un evento como
el que relatamos, aunque no todos los centros tengan las orientaciones, ni
equipo de gobierno, ni la cosmovisión de la actual Facultad de CC. Médicas de
Rosario, que lo han hecho posible. Por tanto, condiciones institucionales y
políticas favorables , también, equipos dispuestos a dar otras orientaciones al
aprendizaje de la medicina más allá del paradigma occidental mecánico-técnico y
parcelario…, y un grupo de 50 o 60 voluntarios que en todo momento han atendido
los requerimientos de estos cuatro días intensos.
En el Congreso
Con una estructura más de
participación que de charla magistral, éstas actuaciones solo han tenido cinco
protagonistas: el biólogo molecular de gran prestigio de la Universidad de
Buenos Aires, Andrés Carrasco, muy crítico de los alimentos transgénicos; el
investigador de la yatrogénesis - enfermedades que causa la práctica de la
medicina y los fármacos- más comprometido de nuestro país, Miguel Jara; la
periodista mundialmente conocida por sus acertadas investigaciones acerca y en
contra de Monsanto, Marie-Monique Robin; el genetista francés Gilles-Eric
Seralini, famoso por sus investigaciones críticas acerca de los cultivos
transgénicos y el uso del glifosato y el ecologista español, Paco Puche,
investigador y denunciador del filantrocapitalismo y de las repercusiones sobre
la salud del uso del amianto. Junto a ellos/as, y en la parte más sustancial el
Congreso, en once mesas redondas, hemos visto desfilar 56 personas del mundo
académico, de profesiones diversas y de los movimientos sociales que luchan en
Latinoamérica y en el mundo contra el fracking, los cultivos transgénicos y la
agricultura con venenos, los megaproyectos (Plan IIRSA), la fumigación con
glifosato, la minería a cielo abierto, la energía nuclear, el asbesto, el
filantrocapitalismo y un largo etcétera. Más la presentación de tres libros.
Ha habido gentes de más de ocho
países y decanos de seis facultades de Argentina, Uruguay y Ecuador. El
Congreso ha contado con el patrocinio del Foro Ecologista del Paraná, el Centro
de Protección a la Naturaleza de Santa Fe y el apoyo del Colegio de Médicos de
la provincia de Santa Fe y el Fondo Médico de Solidaridad.
¿Cuál es el nuevo paradigma?
Ya lo hemos apuntado: la salud
individual solo es posible en un contexto de salud social y ambiental, y la
medicina, por muy científica que se declare, no es previsora, ni reparadora ni
curativa si no es ética y si no cuenta con el saber de las gentes y de las
culturas. Es la ciencia y la medicina con la gente. Como reza la declaración
final del que fue I Congreso Latinoamericano predecesor del actual, del año
2011, “entendemos a la salud como el
ejercicio del derecho a luchar por una vida digna para todas y todos,
fortaleciendo las diversidades y deconstruyendo las hegemonías”
De qué hegemonías se trata. Ni
más ni menos que del paradigma occidental, que ha sustituido los saberes
plurales por el único saber que proporciona el método científico. Un saber
simplificado, reduccionista, positivista y pretendidamente objetivista. Que se
pretende universal. Frente a esta pretensión de verdad con mayúscula, se alza
la más modesta aportación de los saberes que parten de cosmovisiones holísticas
(que en parte ha asumido la mecánica cuántica y la teoría de sistemas) y que se
declaran inevitablemente subjetivas. Entre ellas las cosmovisiones de los
llamados pueblos originarios, cuyas maneras de entender la salud y la
enfermedad no están desligadas de las relaciones sociales ni de las armonías
perdidas con el medio natural, son traídas a colación para ilustrar esto que
decimos. Es también, la filosofía de la deconstrucción denominada en
Latinoamérica la “decolonialidad”.
Por eso se dice “ deconstruyendo
hegemonías”.
En la medida que se acepta la
incertidumbre general en muchas de nuestras pesquisas (¿qué sabemos de los
efectos a largo plazo de determinadas sustancias y de los efectos cóctel de
todas juntas en el mismo organismo y en el ambiente?), y dada la repercusión
que las elecciones tienen sobre nuestros cuerpos y sociedades se impone la
ciencia y el saber con la gente, con su participación. De ahí la necesaria
democratización del saber y de la recomendable vía de la llamada investigación-acción
participativa. De ahí también, siguiendo con la incertidumbre, la aplicación
extensa del principio de precaución a favor de las gentes no del capital ni del
poder.
Desde Latinoamérica
Este Congreso nos ha dado la
ocasión a algunos a volver al continente hermano. Pulsar lo que es una sociedad
en ebullición, que está reaccionando, y de qué manera, al vasallaje de 500 años
de colonialismo europeo y 200 norteamericano. Con todas sus deficiencias, es el
reencuentro con las culturas de los pueblos originarios, no exentas de
aculturaciones occidentales, pero manteniendo el frescor de sus cosmovisiones
integradoras. Ha sido el contacto con unos pueblos que luchan por la dignidad
jugándose la vida y que tienen como principal enemigo, aquí y ahora, a las corporaciones
multinacionales y a los necesarios colaboradores en los gobiernos y en las
sociedades. Que tienen la desgracia de tener una enorme biodiversidad, mucha
agua, muchos minerales, enormes territorios y tierras fértiles y mucho saber
que se pretende patentizar. El capital, como un enjambre de langostas, esta
escudriñando cada centímetro de territorio para caer sobre él en la promesa de
obtener muchos beneficios. Sólo eso, el beneficio a costa de la cultura de las
gentes, sus lugares de residencia, sus tierras familiares, su ambiente
saludable, sus semillas ancestrales.
Y el continente es consciente de este amanecer,
que a tantos nos devuelve la esperanza.
“Sabemos, con humildad y sencillez, que somos la semilla de una nueva
sociedad que el planeta reclama con urgencia. Y sabemos también que nos esperan
tiempos oscuros y peligrosos, pero a los que sabremos poner luz y dignidad
desde el amar, la solidaridad, el compromiso y la lucha. Y de que son millones
los que desde cada rincón del planeta están avanzando en la misma dirección”.
Este párrafo tomado de la declaración final de este II Congreso latinoamericano
y I Internacional de Salud Socioambiental, marca la conciencia de este
continente y su determinación de no dejarse de nuevo colonizar, ahora por las
corporaciones multinacionales y sus necesarios colaboradores, entre los que se
encuentran aquellos que, con mayor o menor conciencia, lavan la imagen de las
fundaciones del gran capital.
Así, quedamos convocados para el
2015 a otro Congreso de estas características “ desde la convicción de estar andando una verdadera hora de solidaridad
inter y transgeneracional , de la que nos sentimos y sabemos artífices junto a
muchos miles de seres humanos que, en todo el planeta, cada día trabajan para
hacer realidad unos nuevos amaneceres que nos merecemos ver…”. Fuente: ecoportal.net
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