Cuando el Estado respeta los derechos humanos, ejercita su soberanía, dice James Anaya. |
DARWIN, Australia - “Se
cree que el consentimiento es decir sí o no y quién gana”, advirtió el relator
de la ONU para asuntos indígenas, James Anaya. Consultar a estos pueblos “es
crear procesos abiertos donde los indígenas puedan opinar, influir en las
decisiones y donde haya buena voluntad para buscar consensos”.
Anaya, abogado litigante y relator especial de las Naciones
Unidas sobre la Situación de los Derechos Humanos y las Libertades
Fundamentales de los Indígenas, sobresalió en la diversidad de rostros,
idiomas, culturas y experiencias que coincidieron en la conferencia de WIN (Red
Indígena Mundial), realizada del 26 al 29 de mayo en Darwin, Australia.
En 30 minutos de exposición, Anaya hizo énfasis en la
importancia de que los Estados respeten y apliquen medidas relacionadas con la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
adoptada en 2007.
En su fugaz paso por Darwin, Anaya se dio un tiempo para
hablar con Tierramérica sobre la polémica implementación de la consulta previa
a los pueblos indígenas y el reto de concebir modelos de desarrollo que
permitan a los países acceder a la prosperidad y respetar los derechos de las
comunidades nativas.
En su opinión, Perú es el país latinoamericano con más
avances normativos para aplicar la consulta previa, establecida en el Convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ante proyectos o
actividades que afecten el territorio y la cultura de un pueblo aborigen.
Pero a Lima le falta demostrar en la práctica su capacidad
de respetar los derechos indígenas. “De
la experiencia se aprende porque ahí se va construyendo un proceso adecuado”,
señaló.
Ecuador, Bolivia, Brasil y Colombia están discutiendo esos
mecanismos, si bien aún no cuentan con normas y protocolos internos para llevar
a cabo las consultas. Para Anaya, no “es
exigible” que los Estados aprueben leyes y solo entonces comiencen a
consultar. El mayor requisito es tener “voluntad”
de respetar los derechos, dijo.
TIERRAMÉRICA:
Existe la percepción de que algunos gobiernos de América Latina se manejan con
un doble estándar: suscriben instrumentos internacionales para proteger los derechos
indígenas, pero no aplican medidas para respetarlos. ¿Usted coincide con esta
idea?
JAMES ANAYA: Creo
que es un avance que casi todos los países latinoamericanos hayan votado a
favor de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas y ratificado el Convenio 169. Son pasos importantes.
Ahora toca implementar esos procesos, pero es muy complejo.
Los Estados tienen que hacer esfuerzos para enfrentar el desafío. Son varios
los asuntos a considerar ahí: primero, la educación de los funcionarios
estatales para entender que estas normas no son solo de relación internacional,
sino de aplicación interna porque se dirigen a pueblos indígenas que están en
sus territorios.
Lo segundo es tener la voluntad política para hacerlo, y eso
a veces es el problema porque hay varias fuerzas políticas y económicas que
enfrentar. Tercero, establecer mecanismos de colaboración con los pueblos
indígenas para implementar las normas.
TIERRAMÉRICA: Uno
de los asuntos con mayores resistencias de las autoridades es la implementación
de la consulta previa. ¿Cómo ve los criterios que están tomando en cuenta los
gobiernos para establecer cuál es un pueblo indígena con derecho a ser
consultado?
JA: Eso varía
mucho en los países, depende de qué Estado.
TIERRAMÉRICA: Por
ejemplo Perú.
JA: En Perú
apenas están comenzando a aplicar su ley y su reglamento. Yo sé que hay todo un
debate sobre el registro (de los pueblos indígenas), pero aún hay que ver cómo
van a aplicar la ley. Espero que lo hagan de acuerdo a los estándares
internacionales.
Por otro lado, hay que reconocer que la consulta se base en
derechos fundamentales que de alguna manera se aplican a todos. En el caso de
los pueblos indígenas, por sus características, se trata de procedimientos
diferenciados y especiales. No es cuestión de consideraciones abstractas, hay
que verlo en el terreno.
TIERRAMÉRICA:
Hablando de casos concretos, en Perú sí hay consenso en consultar a los pueblos
indígenas de la Amazonia, pero no ocurre lo mismo cuando se habla de
comunidades campesinas que se ubican precisamente en zonas de actividades
extractivas.
JA: Siempre se
deben proteger los derechos de los pueblos indígenas. Hay que avanzar en el
desarrollo para beneficio de todos, pero protegiendo los derechos indígenas. Y
conseguir las dos cosas es posible, no son incompatibles.
TIERRAMÉRICA:
Quizás ese es el problema: que los Estados consideren que hay que dejar de
respetar los derechos indígenas para promover la inversión privada en sus
tierras…
JA: Lo que pasa
es que los modelos que han existido han mostrado esto (los derechos y el
desarrollo económico) como algo incompatible. Quizás de lo que se trata es de
crear nuevos modelos basados en derechos humanos, modelos que respeten los
derechos de los pueblos indígenas. No es cuestión de frenar el desarrollo.
TIERRAMÉRICA: Eso
que parece tan sencillo de entender, genera resistencias.
JA: Hay mucha
polarización entre las partes y habría que dialogar más.
TIERRAMÉRICA:
¿Cree que el Estado pierde soberanía si un pueblo indígena tiene la última
palabra sobre llevar a cabo o no un proyecto de inversión en su territorio?
JA: El Estado no
pierde soberanía si respeta los derechos humanos o los derechos indígenas.
Tiene que acatar estas normas para respetar los derechos, el Estado no puede
hacer lo que quiere.
Yo diría que el respeto de estos derechos es una forma de
asegurar que esta soberanía se ejerza. Cuando el Estado respeta los derechos
humanos, ejercita su soberanía porque favorece a los ciudadanos y a los
pueblos.
TIERRAMÉRICA: Sin
embargo, hay una pérdida de confianza en los gobernantes. ¿Cómo garantizar
procesos de consultas legítimas que permitan desentrampar el debate?
JA: Hay que
superar la desconfianza, los prejuicios. Se trata de crear procesos abiertos
donde los pueblos indígenas puedan opinar, influir en las decisiones y donde
haya buena voluntad para buscar consensos.
Lo que pasa es que a veces se cree que el consentimiento es
decir sí o no y quién gana. El consentimiento viene vinculado a la consulta,
hablas de la consulta con el fin de llegar a un consentimiento, a consenso. No
es cuestión de que una parte imponga su opinión a la otra.
Fuente: www.ipsnoticias.net
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