Francisca Rodríguez, líder indígena chilena de La Vía Campesina |
ROMA, 20 jun 2013 - La red
mundial La Vía Campesina acaba de declarar la soberanía alimentaria como un
“derecho fundamental de todos los pueblos, naciones y estados a controlar sus
alimentos y sus sistemas alimentarios, y a decidir sus políticas asegurando a
cada uno alimentos de calidad, adecuados, accesibles, nutritivos y
culturalmente apropiados”.
La decisión fue adoptada en la VI
conferencia celebrada en Yakarta entre el 9 y el 13 de este mes por esta red de
150 organizaciones campesinas, de pequeños agricultores, mujeres rurales,
pueblos indígenas y trabajadores agrícolas, que representan a unos 200 millones
de personas en 70 países.
Esta soberanía depende de la
recuperación y preservación de las semillas nativas, pues son la garantía de la
riqueza alimentaria y la biodiversidad agrícola, dijo en una entrevista con
TerraViva Francisca “Pancha” Rodríguez, líder de la Asociación Nacional de
Mujeres Rurales e Indígenas de Chile.
Rodríguez está presente en la 38a
sesión bienal de conferencia de la Organización de Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), que se celebra en Roma esta semana.
La Vía Campesina y otras
organizaciones de la sociedad civil han puesto la reivindicación de la
soberanía alimentaria en el centro de su diálogo con instituciones
internacionales como la FAO.
En Yakarta, La Vía Campesina
decidió priorizar la promoción de la agroecología, entendida como “la producción de alimentos basada en la
agricultura campesina”, el rechazo a la violencia y la discriminación contra
las mujeres, y la defensa de la tierra y los territorios mediante “una reforma
agraria integral (…), única manera de asegurar un futuro para los jóvenes del
campo”.
IPS: ¿Por qué la defensa de las semillas nativas está en el centro de
la reivindicación de la soberanía alimentaria?
FRANCISCA RODRÍGUEZ: Las
semillas criollas constituyen el pilar fundamental de la soberanía alimentaria,
junto a la lucha contra la agricultura transgénica del oligopolio
agroindustrial multinacional. La defensa de la soberanía alimentaria parte
donde parte la cadena alimentaria, y esta comienza con las semillas.
El despojo de las semillas, perpetrado por las multinacionales contra
los campesinos, hace que el acceso a la tierra no nos sirva de nada, si vamos a
ser dependientes de ese oligopolio que busca la hegemonía sobre las semillas.
IPS: ¿Cómo afecta la pérdida de semillas criollas a la biodiversidad
agrícola?
FR: Las multinacionales de la
agricultura química tienen que eliminar cientos de semillas para patentar una
sola. Esta eliminación de tantas variedades es un atentado a los campesinos y a
la humanidad, pues al destruir tales variedades, se reduce la biodiversidad,
nos quitan riqueza alimentaria y cultural mundial. Además, las multinacionales
buscan vincular sus semillas a toda la cadena de producción agrícola, para
dominarla con sus insumos.
"Las
multinacionales buscan vincular sus semillas a toda la cadena de producción
agrícola, para dominarla con sus insumos".
Las semillas tienen muchos significados que unen a la humanidad. En
ellas hay ciencia, espiritualidad, sabiduría… Todo esto lo perdemos cuando
perdemos las semillas, incluso el derecho de seguir siendo campesinos.
IPS: En América Latina, la defensa de variedades criollas de maíz
contra las modificadas genéticamente también moviliza a los campesinos.
FR: Sí, lo ves en México, en
Centroamérica, en Brasil. La defensa de las semillas del maíz natural en México
no es una lucha solo de los campesinos, sino de todo el pueblo. De la misma
manera, el rescate de las múltiples plantas de maíz criollo en Brasil
constituye una garantía de variedad y riqueza alimentaria, y de resistencia a
las enfermedades que afectan a las plantas.
IPS: Otro desafío en América Latina es la presunta extranjerización y
el acaparamiento de tierras. ¿Qué acciones propone La Vía Campesina?
FR: La única garantía es la
acumulación de fuerzas para la movilización y la resistencia contra el
acaparamiento de tierras. Las sociedades deben entender que el derecho a la
tierra y la agricultura son de todos, de cada país y cada pueblo, y no solo de
los campesinos, y que, por ello, en la lucha por ese derecho debemos estar
todos.
El acaparamiento obedece a los intereses principales del capital
transnacional, pues la tierra a través de la agricultura les proporciona enormes
ganancias, y también les da acceso a otros recursos, como el agua y los
minerales. Por eso, los límites legales que se están introduciendo a la
extranjerización no son suficientes.
Tenemos que eliminar los monocultivos, proteger el agua y devolver la
tierra a su función social: la de producir alimentos para el pueblo. Debemos
defender la Madre Tierra, que nos da vida y nos pertenece a todos”. Fuente:
IPS
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