Ana Padovani. Docente, psicóloga y actriz La
biografía de un chico y de una sociedad entera se construye sobre mitos y
narraciones. Sin imaginación no se crece ni se producen cambios sociales, dice
la entrevistada.
Narrar, contar una historia es un arte. Y atender, seguir
los hilos, hundirse en el relato es una experiencia intensa para un chico. La
imaginación, la definición de preferencias, la exploración personal, las
consideraciones de lo bueno y lo injusto se van tejiendo con las voces que
sostienen las historias. Para Ana Padovani, reconocida especialista en este
delicado arte, se trata de advertir que la constitución de un individuo está
íntimamente ligada con la narración. Para ella la narración es inherente al
individuo y un sujeto se construye a sí mismo a partir de un relato de su vida.
¿Cómo se aproximan
los chicos a la narración? ¿Por los padres?
Para los chicos es natural acercarse a la narración. Leerles
o narrarles una historia, aun cuando estén lejos de comprender íntegramente el
relato, va tejiendo su psiquismo. En la medida en que los padres son las figuras
de identificación, todo lo que hacen o proponen sirve como modelo y estímulo.
Por lo tanto, ellos deberían ser los primeros en ejercer esta práctica. La
escuela también trabaja para la formación del niño y continuará, en el mejor de
los casos, lo que ya han iniciado los padres o alguien próximo que haya
introducido al chico en este mundo. Muchas veces la familia está ausente o no
tiene los recursos materiales o psicológicos para iniciar la tarea. En esos
casos, la escuela debe despertar esa sensibilidad.
¿Qué pueden hacer los
maestros para que se preste más atención a los relatos?
Es aconsejable crear un ámbito para la narración que se
distinga de otras actividades. Debe haber un espacio adecuado para el momento
del relato. No es lo mismo jugar, hacer manualidades o compartir canciones en
el jardín, que aprender a escuchar cuentos. Es una experiencia única: sentir la
vibración de otro ser humano que puebla su imaginación con palabras, con gestos
y la voz. No es necesario ser un profesional de la narración para seducir a un
auditorio, pero sí será importante saber elegir el repertorio de acuerdo a la
capacidad de comprensión de los niños, que el lenguaje sea accesible, que la
gestualidad necesaria no sea exagerada ... Pero por sobre todas las cosas importa
la transmisión de la pasión por lo que se está narrando.
¿Por qué fascinan las
historias?
La narración es inherente a la condición humana. Nos
fascinan las historias porque nos construimos como sujetos a partir de nuestra
biografía. Los relatos nos permiten viajar en el tiempo y hacia lugares
inexistentes o utópicos. Permite despegarnos de la realidad cotidiana, de sus
tensiones, de sus conflictos, y también vernos identificados en las historias,
promoviendo una catarsis que estimula el crecimiento. Por otro lado, una
sociedad que no se permita imaginar lo imposible es una sociedad sin
esperanzas. Sólo la imaginación puede brindarnos herramientas para los cambios
sociales.
¿Por qué perdura la
fascinación por hadas, brujas y princesas?
Basta observar las grandes producciones de Hollywood
dirigidas a los niños y no tan niños. El éxito de esos relatos cinematográficos
es una prueba de que esos personajes siguen representando una parte de nuestros
anhelos y sueños. Adquieren otras formas, pero siempre son las figuras
arquetípicas de lo temido y lo deseado. Los miedos a lo desconocido, la muerte,
el sufrimiento, el más allá, siempre están vigentes y adquieren distintas
representaciones a través de los cuentos. También el deseo de un mundo donde la
magia pueda cambiar la realidad y se distingan con claridad los buenos y los
malos, y éstos reciban su castigo. Como sabemos que eso es imposible, nos
interpela un espejismo narrativo donde existen certezas y milagros. Cuando me
inicié en esta profesión, en los años ´80, tenía la duda: ¿resultaría una
antigüedad hablar de brujas, reyes y otros personajes medievales? Con sorpresa,
comprobé que los chicos siguen disfrutando de ellos.
¿Qué densidad puede
alcanzar un relato en los chicos?
Los chicos son permeables, receptivos y sensibles, y además
tienen su propia lógica. Por eso no hay que perder la dimensión simbólica del
goce y del juego. Los textos construyen valores y permiten elaborar la
agresividad de los seres humanos mediante eventos ficcionales. Gracias a los
cuentos, los niños se confrontan con la muerte y los conflictos, aun antes de
que tengan cercanía real con ellos. Son importantes para su formación. Lo que
puede ser perjudicial es la manipulación ideológica, conociendo la receptividad
de los chicos.
¿Cómo se construyen
las identidades a través de los relatos?
La identidad se va constituyendo por múltiples
identificaciones que se dan con el transcurso de los años. Los primeros años de
vida son fundamentales. La narración de cuentos incide, pero no es el único
elemento. La relación con padres, abuelos y educadores va contribuyendo a la
identidad de un individuo. Y existe otra identidad, que es la colectiva. En
ella, los relatos son importantes porque transmiten desde tiempos inmemoriales
la tradición de una comunidad. No es necesario que los relatos abunden en el
color local, como decía Borges, ya que reflejarán nuestra similitud social,
simplemente porque han salido de nuestros antecesores.
¿Qué lazos encuentra
entre relatos, mitos e historias, imaginación y conocimiento?
El hombre a lo largo de su historia ha tratado de dar cuenta
de muchos fenómenos que no lograba explicar, apelando a los mitos. La historia
de por sí tiene un origen mítico, mitos que hoy integran nuestro acervo literario.
Las ciencias humanas nos permiten disfrutar de la mitología desacralizándola y
apreciándola por la belleza de sus relatos y personajes. Sin duda, la
imaginación es previa al conocimiento. De algún modo podría decirse que no hay
investigador o científico que no sea un soñador.
¿Se puede diferenciar
una narración existencial de un relato narcisista en que se cuenta de modo
exhibicionista?
Obviamente, en este oficio podemos encontrar ambas
posibilidades. Creo que la segunda tiene que ver más con la necesidad de
impacto en el espectador, de alcanzar el éxito, si bien el narcisismo está
presente en todos los artistas. Aquí se juega la ética del narrador. Un
problema ético sería traicionar los principios artísticos para alcanzar éxito,
produciendo lo que sabemos que el público quiere escuchar. Todos queremos
saborear alguna forma de celebridad, pero debe lograrse sin abandonar aquello
que nos construye como artistas.
¿Acaso los miedos
pueden ser conjurados en un relato?
Yo creo que no se puede hacer una afirmación taxativa. Esto
tiene muchos matices, pues un relato depende tanto del receptor como del
emisor. Puede generar miedo, así como contribuir a perderlo. Sin embargo, los
cuentos nos permiten experimentar vivencias y así familiarizarnos con eventos desdichados
que aún no hemos transitado en la vida real. La narración es un reflejo de
nuestra condición humana y a través de ella podemos atravesar las múltiples
facetas del miedo. Los miedos tienen un objeto que los causa, y el poder hablar
sobre ello los modifica.
¿Qué papel juega la
voz en el relato?
La voz del narrador es fundamental en el relato, porque crea
mundos, acerca, sorprende, emociona. Y, según cómo se la utilice, puede captar
la atención y producir mayor o menor comprensión. Es indudable que hay voces
más empáticas que otras, y el efecto en el receptor nunca será indiferente a
esos matices. Lo cierto es que este oficio se ejerce principalmente con la voz,
a la que habrá que educar y moldear para lograr los mejores resultados.
Se habla de
“narradores sociales”. ¿Cuál es su tarea?
Los narradores sociales tienen una especial sensibilidad
para responder a las necesidades y carencias de otras personas. Se trata de un
trabajo de enorme generosidad, ya que son aquellos que narran en espacios donde
la voz, más que necesaria, es salvadora (hospitales, cárceles, geriátricos). En
las personas privadas de contacto con otros, la voz del narrador es muy bien
recibida. En este ámbito, el voluntariado es el principal eje de la práctica.
Debería promoverse esta práctica. Es interesante recordar la película de Juan
José Campanella, “El secreto de sus ojos”, donde un confinado implora que le
hablen.
¿Los medios digitales
alteran la narración oral?
Yo no diría que la alteran, pues son dos lenguajes muy
distintos que van por caminos paralelos. Incluso afirmaría que no hay narración
en los medios digitales: hay una trama descriptiva, principalmente, y una
función emotiva, que busca exaltar toda clase de sentimientos. Pero incluso
así, aunque los chicos actualmente están más conectados con los medios
digitales, cuando se les sabe introducir en el mundo de la imaginación a través
de un relato bien contado, conforman un público que se entrega y participa. No
hay chico más activo que aquel que está quieto porque está escuchando un
cuento.
¿Lo efímero de un
relato oral puede perdurar en alguna parte?
Es de esperar y desear que perdure en la imaginación y en el
corazón de quien lo ha recibido, al igual que luego de un concierto, una obra
de teatro, una performance. Será efímero siempre y cuando no haya logrado tocar
la sensibilidad de quien lo recibe.
¿Por qué seguir
narrando en una época en la que el contar matemático y el registro contable nos
desvela?
Los
números son herramientas; sin embargo, las matemáticas también tienen un alto
poder de abstracción. Nos enseñan a imaginar, pero no de forma conectada con
los afectos. Tienen otro objetivo: inventariar, organizar el mundo, sin
vincularse con las emociones. Pertenecen al pragmatismo ineludible en nuestro
mundo. La abstracción que propone la narración deja algo perdurable,
reconocible en nuestros sentimientos, sin lo cual sería imposible proyectar la
vida, entre otras cosas, para construir el único relato válido para la
humanidad: la tradición de la palabra, que nos prolonga en el tiempo aun
después de la muerte. Somos animales lingüísticos y nos reconocemos en la
sucesión, en la continuidad, en el proceso y no en la imagen congelada de un
resultado
Fuente: www.clarin.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario