Hoy es el Día Internacional de la Diversidad Biológica.
Naciones Unidas se ha puesto las gafas de buceo para dirigir la mirada hacia el
desconocido y valioso medio marino en 2012.
1. Las Islas del Caribe acogen una excepcional cantidad de
ecosistemas diferentes, aunque los bosques montanos de niebla y los matorrales
de cactus destacan sobre el resto. La deforestación y el invasivo avance de la
población local, por su parte, no distinguen y causan estragos por igual en
todo el área. El cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer) y dos variedades de
solenodonte ya los notan en sus escamas y pelaje.
La gran mayoría de la fauna de las Islas del Caribe tiene
«tamaño mini». De hecho, pueden presumir de dar cobijo al ave (el colibrí
abeja, Mellisuga helenae) y al ofidio (la serpiente hilo de Barbados,
Leptotyphlops carlae) más pequeños del mundo.
2. La cadena montañosa Sierra Madre Occidental abarca todo
el oeste mexicano y el extremo suroccidental de Estados Unidos. Una cuarta
parte de los taxones de plantas que ha inventariado México se concentran en
este escarpado terreno, plagado de elevados relieves y profundos cañones.
Muchos de ellos, además, no se localizan en otras partes del planeta. Los
bosques de pino del estado de Michoacán, por ejemplo, reciben a millones de
mariposas monarcas en invierno. La tala masiva, sin embargo, está reduciendo el
número de hábitats viables para los lepidópteros.
3. El Bosque Atlántico de Brasil, pese a que en la
actualidad solo el 10% de su extensión boscosa original permanece intacta,
contabiliza 20.000 especies de plantas (el 40%, endémicas). Más de veinticuatro
variedades de vertebrados en peligro crítico de extinción pugnan por salir
adelante en la región. Tres tipos de tití león (Leontopithecus rosalia) y seis
de aves han quedado restringidos a una pequeña mancha verde próxima a la
Estación Ecológica de Murici (noreste de Brasil).
Los cultivos de caña de azúcar y café, así como la expansión
urbanística de las ciudades de Río de Janeiro y Sao Paulo están presionando a
la Manta Atlántica y a sus cerca de mil taxones de pájaros; algunos de ellos
únicos: el paujil piquirrojo (Crax blumenbachii) o el pato serrucho (Mergus
octosetaceus), sin ir más lejos.
4. Los Andes Tropicales aglutinan a una sexta parte de todas
las plantas documentadas hasta ahora a nivel global. Una cifra sorprendente si
tenemos en cuenta que sus 1.543 kilómetros cuadrados representan menos del 1%
de la superficie terrestre. La suma más grande de anfibios registrada también
se da en los Andes. Por desgracia, 450 -de una relación de 664- aparecen en la
Lista Roja elaborada por la UICN.
El loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis), el mono
lanudo de cola amarilla (Oreonax flavicauda), la rana toro (Lithobates
catesbeianus) o las bromelias altas (que tardan un siglo en madurar) no salen
mejor paradas en su lucha contra la minería, la industria maderera, la
explotación de petróleo, las plantaciones de narcóticos o la construcción de
presas hidroeléctricas.
5. La dramática situación de la flora de la Cuenca del Mediterráneo
se debe a la afluencia de turistas. La edificación de complejos hoteleros ha
fragmentado su territorio, que alberga cuatro veces más plantas vasculares
propias que el resto de Europa en su conjunto (22.500 variedades). La foca
monje (Monachus monachus), el lince ibérico (Lynx pardinus) o el macaco de
Gibraltar (Macaca sylvanus) cargan la misma cruz.
6. Alrededor de una cuarta parte de las variedades de
vertebrados presentes en el Archipiélago japonés son originarias del mismo,
incluyendo al pájaro carpintero Pico de Okinawa (Sapheopipo noguchii), en
peligro crítico de extinción, y al macaco apodado «de las nieves» (Macaca
fuscata), por ser el primate no humano que ocupa el hábitat más septentrional.
La urbanización y la presencia de «invasores», como la
mangosta hindú gris (Herpestes edwardsii), la comadreja siberiana (Mustela
sibirica) o la lubina negra (Micropterus salmoides), están accarreando serios
problemas.
7. Polinesia-Micronesia constituye el epicentro de la actual
crisis de extinción. Desde la llegada de los europeos hace 200 años,
veinticinco especies de aves han desaparecido. La caza desmedida y el tráfico
ilegal han influido. Los habituales pájaros mieleros y las paradisíacas islas
de Hawái se mantienen en alerta.
8. El árido Cuerno de África ha sido una fuente constante de
recursos biológicos durante miles de años. Posee la mayor suma de especies de
reptiles autóctonos que cualquier otra región de África. Otro distintivo: es
uno de dos hotspots áridos y de los más degradados, solo el 5% de su
demarcación primitiva continúa «indemne».
El pastoreo intensivo y la extracción de carbón limitan el
espacio por el que transitan el beira (Dorcatragus megalotis) -un pequeño y
raro antílope-, la gazela de Clarke (Ammodorcas clarkei), la gacela de Speke
(Gazella spekei) o el hamadríade (Papio hamadryas) -babuino sagrado egipcio-.
9. El otro hotspot árido recibe la denominación «Suculento
Karoo» (sureste África). Namibia puede sacar pecho: atesora la diversidad
floral más rica de la Tierra. La explotación de diamantes y metales pesados,
sin embargo, incomodan a sus cactus, escorpiones, tortugas y lagartos.
Afortunadamente, cuenta con una baja densidad demográfica.
10. Bosques costeros de África oriental. El comercio mundial
de violetas gira en torno a Tanzania y Kenia: el 40.000 de las variedades
cultivadas, que mueven unos 100 millones de dólares anuales, derivan de un
puñado de taxones situados en la costa y los bosques de ambos países del
continente negro.
El crecimiento de la agricultura y la ganadería intensivas
están esquilmando un suelo ya de por sí pobre; del que cada vez sacan menos
provecho, también, el Mangabeye del Río Tana (Cercocebus galeritus) o el Colobo
Rojo del Río Tana (Procolobus rufomitratus).
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