La caza de focas canadiense está muerta!
Larga vida a las focas!
Comentario por el Capitán Paul Watson
He estado luchando contra la caza de focas canadiense desde
1974.
Ha sido un camino largo y difícil después de casi cuatro
décadas.
Durante ese tiempo, he llevado buques a los témpanos en seis
ocasiones, en 1979, 1981, 1998, 2005 y 2008.
He liderado tres campañas en helicóptero en 1976, 1977 y
1995.
Durante ese tiempo, echamos de los témpanos a los barcos
cazadores, los bloqueamos en el puerto, recorrimos millas a través de
peligrosas condiciones de hielo, nos enfrentamos a los funcionarios del
departamento de pesca canadiense y a la Real Policía Montada del Canadá y
debatimos con senadores, miembros del parlamento, ministros de Terranova,
ministros de pesca y primeros ministros. Hemos llevado a los témpanos de hielo
a las celebridades Brigitte Bardot, Richard Dean Anderson y Martin Sheen y
hemos trabajado para prohibir los productos derivados de foca en todo el mundo.
Hemos sido arrestados por la policía y golpeados por los
cazadores, perdido un barco e insultados en todo Canadá tildándonos de
eco-terroristas, extremistas y traidores.
Incluso llegamos a idear una alternativa de caza no letal
libre de crueldad que consistía en cepillar la piel mudada de los cachorros de
foca de abrigo blanco porque tiene las mismas propiedades que el edredón. El
gobierno rechazó nuestra alternativa. El gobierno quería matar a las focas.
Pero al final ganamos !!!!!
La matanza de focas canadiense está comercialmente muerta y
no tendrá lugar en el siglo XXI.
Esta cruel industria anacrónica está siendo arrojada al cubo
de la papelera de la historia donde pertenece y finalmente, después de toda una
vida de lucha por poner fin, esta obscena vergüenza está muerta en todos los
sentidos.
Fue hace medio siglo, a la edad de diez años, cuando vi a
una foca aporreada a muerte en las orillas de mi pueblo natal Nuevo Brunswick,
en el Golfo de San Lorenzo. Fue mi sueño entonces poner fin a aquello y ese
sueño se ha convertido en casi una realidad.
El año pasado, en un ridículo ataque de resentimiento, la
ministra federal canadiense de pesca, Gail Shea, fijó la cuota a 400.000 focas
a pesar de saber que no había un mercado viable para este producto cruel y
ecológicamente destructivo. La matanza real resultó en 38.000 cachorros de
foca, menos de un 10%.
Puede que los cazadores de foca quieran matar focas pero
también son lo suficientemente prácticos como para saber que no tiene mucho
sentido matar focas si no hay un mercado para las pieles. El año pasado, el
sector produjo menos de un millón de dólares y costó a los contribuyentes
canadienses mucho más en concepto de subsidios, relaciones públicas y servicios
gratuitos de rompehielos para los asesinos de focas.
Durante los últimos años, la matanza comercial de focas ha
sobrevivido como un servicio de prestación social glorificado apoyado por los
políticos que la han promovido con toda clase de trucos histriónicos, desde
servir carne de foca en la cafetería del parlamento hasta la gobernadora
general hincando los dientes en el corazón crudo de una foca con la sangre
goteando por su barbilla.
Gracias a que los productos derivados de las focas están
prohibidos en los Estados Unidos, Europa y Rusia, el mercado mundial ha
quebrado.
Ha sido una larga lucha y el mérito de ello le corresponde a
las muchas organizaciones e individuos que han luchado durante tanto tiempo y
tan apasionadamente para lograr esta victoria para estas bellas criaturas.
El fallecido Cleveland Amory y la Fund for Animals, Brian
Davies y la International Fund for Animal Welfare, Rebecca Aldworth y la Humane
Society of the United States, Brigitte Bardot y la Brigitte Bardot Foundation,
PETA, la Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals, Harp Seals.org
y a las tripulaciones apasionadas que me acompañaron a los témpanos, primero
con Greenpeace en 1976 y 1977 y después con la Sea Shepherd Conservation
Society.
Fue una lucha que comenzó en la década de los sesenta y
ahora la matanza comercial ha llegado a su fin. Apenas quedan unos años hasta
que la matanza quede reducida a lo que los sádicos salvajes en las islas
Magdalenas de Quebec y unos pocos rincones de Terranova maten por diversión.
Nos enfrentamos al gobierno canadiense y a los gobiernos de
Quebec, Isla Príncipe Eduardo, Nueva Escocia y Terranova. Nos enfrentamos a las
industrias peleteras canadiense y noruega y a la Asociación canadiense de
cazadores de focas y los desgastamos mediante la determinación, la
perseverancia y la paciencia, años tras año, utilizando el arma más efectiva
jamás inventada, la cámara.
A través de las imágenes, el drama y los medios de
comunicación, hicimos que el mundo conociera esta atrocidad contra la vida
marina salvaje, recordándole al público internacional que nuestra pasión por la
causa nunca moriría. Año tras año, nos enfrentamos cara a cara con estos
asesinos y año tras año nos hicimos más fuertes mientras cada año ellos se
debilitaban más.
El próximo mes, el gobierno canadiense fijará otra vez
alguna cuota ridículamente alta acompañada de las propuestas de subsidios (p.e
prestaciones sociales) en su continuada búsqueda patética por mantener la
masacre viva a la luz de la práctica condena mundial.
No importa. No lo lograrán. Está escrito que será así y que
la caza de focas no volverá a ocurrir jamás.
Hemos ganado. Las focas han ganado. ¡La caza de focas
canadiense está muerta!
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