lunes, 28 de abril de 2014

Donde el algarrobo es mejor que el oro

GUANACO SOMBRIANA, Argentina - Cansadas de que la sequía les arrebate a sus hombres y mate sus animales, las mujeres de Guanaco Sombriana, un pueblo del norte de Argentina, salen a pelear su destino aprovechando un árbol que hasta ahora apenas daba sombra en estos paisajes áridos.

El campo de fútbol es un símbolo de esta región semiárida del departamento de Atamisqui, 120 kilómetros al sur de Santiago del Estero, capital de la provincia homónima.

Dos arcos de ramas secas enmarcan la vegetación rala de cactus y arbustos bajos sobre el suelo blanco y salitroso que se extiende por el distrito de unos 10.000 habitantes.

La cancha vacía tiene un significado igual de desolador: los jugadores, maridos, hermanos, hijos y padres, volaron como trabajadores “golondrinas”, esta vez a la cosecha de maíz y de arándano en el sur del país.

Me llegué a quedar sola con mis siete hijos hasta ocho meses por año. Para sobrevivir criaba vacas, cabritos, lechones y gallinas. Vendíamos y algo nos quedaba para nuestro consumo. Pero, como hace dos años venimos padeciendo una sequía, muchos animales se han muerto”, cuenta Graciela Sauco.

Dicen que es la peor sequía de los últimos 10 años. No hay dinero para forraje y los animales se mueren ante la impotencia de sus dueños. Son campesinos pobres, con predios de hasta 50 hectáreas, heredados de sus antepasados y que poseen en “ánimo de dueño” (sin título de propiedad).

Tampoco se puede sembrar, como antaño, zapallo ni maíz para los animales.

Me gustaría que mis hijos tuvieran un trabajo mejor, para que no vayan tan lejos. Los extraño”, dice Sauco entre sollozos.

El último hijo se fue hoy a la desflorada (de maíz) en Buenos Aires. Viven en casitas prefabricadas, pasan calor, duermen en catres”, se lamenta Eleuteria Ledesma.

Para las fiestas de fin de año, “no les dieron permiso para venir”, lo que entristece más a las mujeres de Guanaco Sombriana.

Pero ahora albergan una esperanza.

Una década atrás se organizaron en la Asociación de Pequeños Productores de las Salinas Atamisqueñas (APPSA Guanaco), hoy integrada por 80 familias en esta aldea de 566 habitantes.

Los comienzos fueron difíciles, recuerda Lastenio Castaño, asesor técnico de la Subsecretaría de Agricultura Familiar del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina.

No hay agua a veces ni para el consumo de las personas, menos para los animales o para sembrar. Aquí lo único que se da es ganado caprino”, observa. Pero, “pese a ser un animalito muy aguerrido, en estos últimos años ha habido mucha mortandad”.

La biodiversidad del monte (bosque de arbustos bajos), tampoco ayuda para “emprender alguna cuestión productiva”, señala a Tierramérica. “Hay muy poca variedad de especies”.

Los campesinos tenían la ilusión de que el galpón de adobe que construyeron fuera “un lugar para acopiar frutos del monte y granos para hacer un alimento balanceado para sus animales”, recuerda Castaño.

APPSA, con apoyo de la Subsecretaría y de la Unidad para el Cambio Rural (UCAR), tiene además un pequeño molino para extraer harina de las vainas del algarrobo blanco (Prosopis alba) y negro (Prosopis nigra), típico de la región y presente hasta en las  canciones folklóricas santiagueñas.

Las vainas solo se usaban en Guanaco Sombriana como alimento de ganado en épocas críticas. La Asociación tomó cursos de producción de harina de algarroba y alimentos panificados, de moda en tiendas naturistas y ferias orgánicas.

La harina es aromática y dulce, con sabor similar al cacao, rica en fibras, proteínas, fósforo, potasio, calcio, hierro, pectina, varias vitaminas y taninos.

Antes molíamos las vainas con mortero. Con el nuevo molino molemos un montón en poco tiempo. No solo vainas, sino todo lo que queramos, también el maíz”, explica Lili Farías.

Tierramérica llegó a la sede de APPSA un día de diciembre de trabajo febril, en plena época de cosecha.

Una camioneta cargada de bolsas con vainas estaciona en la puerta. La Asociación ahora tiene recursos para comprar cosecha a otros poblados.
Las mujeres pesan las bolsas y llevan las cuentas en un cuadernito. Otras muelen, en una carrera contra el tiempo. La temperatura llega a 50 grados en esta época del año y las vainas pueden “abicharse”, explican.
Para hacer sus cuentas usan la calculadora de los teléfonos celulares, que “solo sirven para eso y para sacar fotos, porque no tenemos señal”, se queja Marcela Leguizamón.

Cada socia aporta una botella de agua de sus aljibes. Toman mate, la típica infusión de yerba mate, y festejan unos 2.000 kilogramos de harina.

Esto ha sido un paso muy importante para la Asociación, que ha crecido y está más independiente; tenemos fondos para manejar. Antes nos arreglábamos con las cuotas de los socios o rifas. Ahora, con la venta de la harina nos queda ganancia”, dice Claudia Rojas.

Castaño señala que es necesario mejorar la distribución comercial, el transporte y servicios básicos como electricidad y agua.

Pero APPSA se ha convertido en un interlocutor más fuerte para plantear sus demandas a las autoridades.

Con un fondo rotatorio de unos 21.000 dólares para esta y otras comunidades,  APPSA puede comprar alimentos para el ganado y otorgar microcréditos para alambrado de corrales y construcción de aljibes, entre otras necesidades.

El fondo rotatorio se financia a través del Programa de Desarrollo de Áreas Rurales de UCAR, que tiene alcance nacional y se destina a “contribuir a la cohesión social y productiva” de los campesinos, con énfasis en las economías regionales.

Las asociadas de APPSA sueñan con computadoras “para tener un registro de todo” porque los “papelitos a veces se traspapelan”, señala Leguizamón.

Los ingresos de cada familia comienzan a mejorar. Se emplean en comida, ropa o motocicletas, el medio de transporte por excelencia en esta región de caminos a veces intransitables.

Estamos viendo que jóvenes que se van como golondrinas se queden aquí a trabajar con los frutos del monte. ¿Para qué van a trabajar otras tierras, pudiendo aprovechar lo que tenemos aquí?”, cuestiona Farías.

Se estima que 75 por ciento de la superficie argentina es tierra seca y 40 por ciento de esa área ya manifiesta síntomas de desertificación.

El gobierno quiere extender el proyecto a otras regiones con algarrobo autóctono.

En San Gerónimo, situado en el vecino departamento de Loreto, se replica una experiencia similar.

Teolinda Coronel, su hija, su sobrina y una nieta se van al monte a cosechar vainas de algarroba a las 6.30 de la mañana.

Traemos el termo, tomamos mate y volvemos al mediodía. Para esa hora cada una ha juntado 35 kilos o más”, explica. La cosecha recomienza a las cinco de la tarde, cuando baja el sol lacerante.

Ella espera que los hijos vuelvan. Con lo que ganan como golondrinas “no pueden ni pagar sus cuentas”. Y con las vainas han podido comprar ropa, zapatos o ayudar a sus madres.

El recorrido por las zonas donde la vaina de algarroba se ha vuelto oro termina en una mesa con alfajores, budines y bizcochuelos, acompañados de la bebida aloja y del dulce arrope de chañar, otro árbol leguminoso de la zona.

Estos frutos traen también ganancias que no se anotan en los cuadernos.

Antes estaba en casa estresada pensando cómo hacer unas moneditas y ahora vienen a mi casa a comprar mis productos, conozco otros lugares, otras personas”, cuenta Graciela Ardiles, productora de la localidad de Arraga, que antes trabajaba limpiando casas ajenas.


Ahora tengo mi carrera laboral independiente. Y mis hijos podrán estudiar, como yo no pude”, remata. Fuente: ipsnoticias.net

“La agricultura necesita una nueva revolución”

Silvia Giannelli entrevista a KANAYO NWANZE, presidente del FIDA

ROMA - Se aproxima el plazo de 2015 para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), pero la pobreza todavía afecta a una de cada siete personas, y una de cada ocho aún se va a la cama con hambre.

Hay que mirar, entonces, más allá de 2015.

El 3 de este mes, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), publicaron una propuesta conjunta  de cinco objetivos a incorporar en la agenda de desarrollo posterior a 2015.

Estas metas incluyen acceso a alimentos adecuados todo el año para todas las personas; poner fin a la desnutrición en todas sus formas, prestando especial atención al raquitismo, y volver más productivos, sostenibles, resilientes y eficientes los sistemas de producción de alimentos.

Asimismo se propone garantizar el acceso de todos los pequeños productores, especialmente las mujeres, a recursos, conocimientos y servicios que les permitan elevar su productividad, y lograr mayor eficiencia en la posproducción para reducir a la mitad la pérdida y el despilfarro de comida.

IPS dialogó con Kanayo Nwanze, presidente del FIDA, sobre el lugar que ocuparán la pobreza rural y la seguridad alimentaria en el debate para definir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que la comunidad internacional debe adoptar en 2015.

IPS: ¿Cree usted que es hora de rever las estrategias para lograr los ODM?

KANAYO F. NWANZE: No solo lo creo; lo sé. Y por eso que estamos elaborando los ODS, una idea que nació en 2012, en la Conferencia de Desarrollo Sostenible de Río de Janeiro. La planificación de una nueva agenda mundial para el desarrollo es una oportunidad única para redirigir políticas, inversiones y asociaciones para una transformación rural que sea inclusiva y sustentable.

El propósito es producir un conjunto más inclusivo y más sostenible de metas mundiales de desarrollo que puedan aplicarse a todos los países. Estos objetivos, una vez acordados por los gobiernos, entrarán en vigor cuando expiren de los actuales ODM, en 2015.

Y la capacidad de medir será crucial si queremos lograr lo que nos propusimos. Es por esto que estamos hablando de universalidad, pero en un contexto local. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible serán para todos los países, en desarrollo e industrializados por igual. Pero su aplicación tendrá que responder a la realidad local, que varía de un país a otro.

IPS: ¿Cómo encajan los cinco objetivos que propusieron este mes en ese debate?

KFN: Los objetivos e indicadores propuestos buscan brindar a los gobiernos una herramienta informada para cuando discutan la naturaleza y la estructura precisas de los ODS relativos a una agricultura sostenible, a la seguridad alimentaria y a la nutrición.

Estos son cinco aspectos cruciales para una agenda universal y transformadora que sea ambiciosa, pero también realista y adaptable a diferentes contextos nacionales y regionales. Las metas pueden agruparse en un posible objetivo único o en varios. Así que corresponde a los gobiernos decidir si desean o no incluirlas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
IPS: ¿Por qué la agricultura es tan crucial dentro de la agenda de desarrollo posterior a 2015?

KFN: Tenemos una población mundial en aumento y una base de recursos naturales en deterioro, lo que significa más personas para alimentar con menos agua y menos tierras agrícolas. Y el cambio climático amenaza con alterar toda la geografía global de la agricultura y los sistemas alimentarios.

Está claro que necesitamos una nueva revolución en la agricultura a fin de que pueda cumplir plenamente con su potencial de pautar el desarrollo sostenible. Las metas deberían abordar desafíos universales y específicos de cada contexto, pero las agendas y los enfoques locales son los componentes básicos de cualquier esfuerzo por alimentar al mundo.

IPS: ¿Por qué es tan importante centrarse en las áreas rurales para superar la desigualdad?

KFN: El mundo se está volviendo cada vez más urbano, aunque las ciudades todavía son abastecidas por quienes trabajan la tierra en áreas rurales. Y es en esas áreas rurales donde viven 76 por ciento de los pobres del mundo.

En el FIDA vemos que la brecha entre ricos y pobres es principalmente una brecha entre poblaciones urbanas y rurales. Aquellos que migran a las ciudades a menudo lo hacen creyendo que la vida será mejor allí.

Sin embargo, quedan atrapados en los tugurios, pierden la cohesión social que brindan las comunidades rurales y se convierten en poco más que caldo de cultivo de la desesperación y el descontento social. Basta mirar lo que está ocurriendo con la “Primavera Árabe”.
IPS: Pero más allá de la exclusión y la agitación, ¿por qué es clave abordar la pobreza rural?
KFN: Porque en el espacio rural se producen los alimentos: en el mundo en desarrollo, 80 por ciento y en algunos casos 90 por ciento de todos los alimentos que se consumen internamente se producen en áreas rurales.

El cultivo no prospera en las ciudades sino en las áreas rurales, y este medio de vida de la mayoría de la población rural no solo proporciona alimentación, sino también empleo, empoderamiento económico y cohesión social.

Si no invertimos en las áreas rurales, estamos desmantelando las bases de la seguridad nacional, no solo de la seguridad alimentaria. Y eso se traduce en seguridad y paz nacional e internacional.

IPS: ¿Qué riesgos enfrentamos en términos de seguridad mundial, si no tomamos medidas concretas para garantizar la seguridad alimentaria?

KFN: Hay que mirar lo que ocurrió en 2007 y 2008: la crisis mundial de los precios de los alimentos y las circunstancias culminaron en disturbios en 40 países.

Esos disturbios fueron resultado de la inacción de los anteriores 25 a 30 años, por el tipo de inversiones en la agricultura y los desequilibrios en el comercio de distintos países y continentes. Cuarenta países experimentaron serios disturbios por los alimentos, y dos gobiernos fueron derrocados, en Haití y Madagascar. Ya lo hemos visto y continúa repitiéndose.

IPS: ¿Qué rol se espera que jueguen los países desarrollados en el logro de estos cinco objetivos?

KFN: Todos los países tendrán un rol esencial que desempeñar en el logro de los ODS. Los gobiernos han acordado que sea una agenda “universal”, y el compromiso de las naciones industrializadas tendrá que extenderse más allá de la Ayuda Oficial al Desarrollo.

En el FIDA vemos que el desarrollo va más allá de la ayuda, para lograr un crecimiento y un desarrollo autosustentados, inclusivos y liderados por el sector privado.


Por ejemplo, en África, los ingresos se dispararon de 141.000 millones de dólares en 2002 a 520.000 millones de dólares en 2011. Este es un desafío universal, pero también requiere que los países tomen el asunto en sus manos y que haya colaboración internacional en todos los ámbitos. 
Fuente: www.ipsnoticias.net/

miércoles, 16 de abril de 2014

Medio ambiente mortal

Un informe revela que los asesinatos de ecologistas no dejan de subir. América Latina y Asia concentran la mayoría de las 908 muertes. Solo ha habido 10 condenas
Han pasado más de 25 años de la muerte de Chico Mendes, el humilde cauchero que se convirtió en símbolo internacional de la defensa del medio ambiente. Y Brasil, el país donde fue asesinado por intentar que los especuladores no destrozaran la Amazonia, sigue siendo el lugar más peligroso del mundo para los activistas del ecologismo. Lo afirma un informe de la ONGGlobal Witness, presentado ayer, que ha recopilado los asesinatos de defensores del medio ambiente en todo el mundo entre 2002 y 2013. Su conclusión es demoledora: el número de muertes no deja de crecer. De las 908 que ha podido documentar esta organización en 35 países, 448 se produjeron en Brasil.

En 2002 se registraron 51 asesinatos. En 2012, el peor de la serie, fueron 147. Los autores del informe reconocen que la información es escasa y seguramente sus datos solo muestren la punta del iceberg. Afirman, por ejemplo, que es muy probable que países africanos como Nigeria, la República Democrática del Congo, la República Centroafricana o Zimbabue también se estén viendo afectados, pero su metodología de trabajo —basada en documentación fiable y en la verificación de los datos por parte de socios locales— no ha permitido hacer un análisis exhaustivo. De ahí que las peores cifras se den en América Latina y Asia, donde han podido contrastar la información. A Brasil, con 448 asesinatos, le siguen Honduras, con 109, y Filipinas, con 67.

El informe insiste en uno de los aspectos que ya destacó en 2011 laRelatora Especial de la ONU sobre la situación de los defensores de losderechos humanos, Margaret Sekaggya: la impunidad. La organización solo tiene constancia de que se haya juzgado y condenado a 10 personas por estos más de 900 crímenes. “Existen pocos síntomas más rotundos y obvios de la crisis ambiental mundial que un dramático repunte en el asesinato de personas corrientes que defienden los derechos sobre la tierra o el medio ambiente. Sin embargo, este problema que tan rápido se está agravando está pasando prácticamente desapercibido y, en la gran mayoría de los casos, los responsables están saliéndose con la suya”, asegura Oliver Courtney, portavoz de Global Witness. En su informe, la relatora de la ONU recopiló casos de arrestos, detenciones y asesinatos de defensores de los derechos humanos que protestaban por cuestiones relacionadas con los recursos naturales y los derechos sobre la tierra. “Pertenecen en su mayoría a poblaciones indígenas y minorías”, señaló. Y son “más vulnerables debido a que las áreas donde trabajan son remotas”.

Para Barbara Ruis, asesora legal del programa de NacionesUnidas para el Medio Ambiente, ha sido “impactante” conocer las cifras del informe. El problema, sin embargo, no le sorprende: “En los últimos años estamos viendo cómo emergen cada vez más conflictos medioambientales en todo el mundo”, explica por teléfono desde Ginebra. Las cifras son de asesinatos, pero hay muchas otras luchas, y otras agresiones a activistas que pelean por vivir en un entorno sano, que no llegan a conocerse, añade. “Es importante que se sepa que hay mucha gente luchando por sus derechos ambientales”.

No es solo la falta de información, o la imposibilidad de contrastar los datos, lo que hace que los autores del informe crean que se han quedado cortos. Los asesinatos son la situación más extrema; antes, o además, pueden haber existido amenazas, intimidación, violencia o criminalización. La relatora de la ONU se hace eco de esta última circunstancia: “Se ha acusado [...] a los habitantes de aldeas que se manifiestan en contra de megaproyectos que amenazan su medio ambiente y sus medios de vida”, recogió, entre otros ejemplos de criminalización de movimientos sociales como llevar ante tribunales antiterroristas a agricultores “por manifestarse en contra de las fuerzas de seguridad del Estado que intentaban expulsarlos de su tierra”.

Courtney asegura que su intención con la publicación del trabajo es llamar la atención de la comunidad internacional y de los Gobiernos ante un problema que no deja de crecer. No es, ni mucho menos, la primera advertencia. Amnistía Internacional (AI) alertó el verano pasado de que la reciente muerte del biólogo español Gonzalo Alonso Hernández era un ejemplo más de continuos ataques que sufren los activistas en Brasil a manos de las fuerzas de seguridad, paramilitares y bandas criminales. Esta organización denunció entonces que al menos 20 personas habían sido asesinadas en el país entre 2011 y 2012 por defender el medio ambiente. Según el recuento de Global Witness, fueron 64.


Más del 80% de los asesinatos que recoge el informe corresponden a América Latina. Estos casos se multiplican, asegura el informe, a medida que aumenta la competencia por los recursos naturales. La deforestación de la Amazonia es buen ejemplo de ello. Después de cuatro años seguidos de descenso en la superficie arbolada perdida, en 2013 la deforestación volvió a aumentar un 28%. Los ecologistas lo atribuyeron a la relajación en las leyes que protegen la jungla. Según el informe, las zonas más afectadas son también las que más violencia registraron contra los activistas que tratan de evitarlo.
Fuente: elpais.com