martes, 28 de abril de 2015

Colombia: Minsalud recomienda suspender el uso del glifosato en aspersión aérea


 El Ministerio de Salud y Protección Social recomendó suspender de manera inmediata el uso de glifosato en las operaciones de aspersión aérea para la erradicación de cultivos ilícitos a través del Programa de Erradicación.

Así lo indica la entidad en una carta enviada al Ministerio de Justicia, sobre el concepto emitido ante la reciente clasificación de glifosato en la categoría 2A de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (Iarc).

Esto a raíz de la publicación de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer en la revista científica "The Lancet", donde se clasificó a cinco plaguicidas con evidencia suficiente de carcinogenicidad, es decir que tiene la propiedad de producir cáncer en animales o en el hombre.

Entre estos plaguicidas se encuentra el glifosato, utilizado en las operaciones de aspersión aérea para la erradicación de cultivos ilícitos. Allí se encontró que la relación entre esta sustancia y el cáncer da una asociación positiva.

La IARC, que pertenece a la Organización Mundial de la Salud (OMS), descubrió que la exposición al glifosato está relacionado con la probabilidad de generar tumores en la piel, adenoma pancreático, entre otros síntomas.

La Corte Constitucional, en el Auto 073, en lo referido a la aspersión aérea con glifosato, señala que en caso de no llegarse a "una conclusión definitiva con base en criterios técnicos y científicos razonables sobre la inexistencia de un riesgo actual, grave o irreversible para el medio ambiente y o salud de las personas", ante esto, "se debe dar aplicación inmediata del principio de precaución".

Por tal motivo, el Ministerio de Salud, cumpliendo con lo ordenado y estipulado por la Corte Constitucional, recomienda suspender de manera inmediata el uso del glifosato en las operaciones de aspersión aérea. Fuente: www.eluniversal.com.co

1,4 billones de euros en muertes y enfermedades, según la OMS. La contaminación del aire le sale cara a Europa


Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado que el coste económico de las cerca de 600.000 muertes prematuras y todas las enfermedades causadas por la contaminación atmosférica en Europa ascendería a unos "asombrosos" 1,6 billones de dólares cada año, unos 1,4 billones de euros, una cifra equivalente a la décima parte del Producto Interior Bruto (PIB) de la región en 2013.

En España, según el informe, que utiliza datos de 2010 y 2012, el coste ascendería a unos 42.951 millones de dólares (unos 38.000 millones de euros), lo que representa el 2,8 por ciento del PIB.
El trabajo, el primero que analiza estos parámetros en Europa, ha sido presentado este martes por la Oficina Regional de este organismo de Naciones Unidas para Europa y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con motivo de la reunión de alto nivel sobre salud y medio ambiente que se celebra esta semana en Haifa (Israel).

"La evidencia que tenemos debe servir a las autoridades como razón de peso para actuar. Si los diferentes agentes se unen para combatirlo, no sólo se salvarán vidas, sino que también se traducirá en cantidades sorprendentes de dinero", ha defendido Zuszanna Jakab, directora regional de la OMS en Europa.

El informe recuerda que más del 90 por ciento de los ciudadanos europeos están expuestos a niveles de partículas finas en el aire superiores a las directrices de calidad del aire que fija la propia OMS, lo que se tradujo en 2012 en cerca de 482.000 muertes prematuras por cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

A ellas habría que sumar unas 117.200 muertes adicionales como consecuencia de la contaminación del aire interior, principalmente en países de bajos ingresos, donde la mortalidad relacionada con esta causa fue cinco veces mayor que en países más ricos.

Los autores del estudio calcularon que, sólo teniendo en cuenta estas muertes prematuras, el coste en Europa ascendería a unos 1.431.499 millones de dólares (unos 1,2 billones de euros). Sin embargo, a ello habría que sumar un 10 por ciento más de esta cantidad como consecuencia del coste de las enfermedades asociadas.

En virtud de estos cálculos, en al menos 10 países de los 53 que componen la región europea este coste superaría al 20 por ciento de su PIB nacional.

LOS PAÍSES DEL ESTE RESPIRAN UN AIRE MENOS SANO

   Al país que sale más cara la contaminación de su aire sería Georgia, donde representa el 35,2 por ciento de su PIB, seguido de Rusia (33,5%), Bulgaria (29,5%) y Ucrania (26,7%).

En cambio, en los países nórdicos su impacto económico es mucho menor, ya que en Noruega apenas representa el 0,3 por ciento de su PIB, seguido de Finlandia (0,7%), Islandia (0,8%) o Suecia (0,9%).

"La reducción de la contaminación del aire se ha convertido en una prioridad política", ha añadido Christian Friis Bach, secretario ejecutivo de la Comisión Económica de Naciones Unidades para Europa (CEPE).

De hecho, otro informe que presentarán de manera conjunta la OMS y la CEPE muestra cómo hasta uno de cada cuatro europeos cae enfermo o fallece de forma prematura como consecuencia de la contaminación ambiental. Además, los avances en temas clave como la mejora de la calidad del aire y el agua, la protección de los menores o la exposición a productos químicos han sido muy desiguales entre unos países y otros. Fuente: www.infosalus.com

domingo, 26 de abril de 2015

Ser como ellos

De: Eduardo Galeano



Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado.

Cinco siglos de prohibición del arcoiris en el cielo americano

El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.

Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.

Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.

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El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar ('que deprendan fablar'). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental ('mentally retarded') porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.

El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales.

De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.) Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir ek nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero.
Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?

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Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas.
El problema indígena: los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos: el genocidio o el otrocidio.
En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte: todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea: se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbarie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista.

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Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria.

La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugiso comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón: de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil.

El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.

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El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador:

-No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.
Y canta lo que le cuenta la neblina:
-Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío.
Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:
-Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.

Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?
El shamán lo dice en 1986. En 1614, el arzobispo de Lima había mandado quemar todas las quenas y demas instrumentos de música de los indios, y había prohibido todas sus danzas y cantos y ceremonias para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños. Y en 1625, el oidor de la Real Audiencia de Guatemala había prohibido las danzas y cantos y ceremonias de los indios, bajo pena de cien azotes, porque en ellas tienen pacto con los demonios.

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Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo.

El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:

-Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: 'Cierren los ojos y recen'. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

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Los doctores del Estado moderno, en cambio, prefieren la coartada de la ilustración: para salvarlos de las tinieblas, hay que civilizar a los bárbaros ignorantes. Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura: el sub-hombre merece trato subhumano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, todo a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas.

América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.

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Gabriel René-Moreno fue el más prestigioso historiador boliviano del siglo pasado. Una de las universidades de Bolivia lleva su nombre en nuestros días. Este prócer de la cultura nacional creía que los indios son asnos, que generan mulos cuando se cruzan con la raza blanca. Él había pesado el cerebro indígena y el cerebro mestizo, que según su balanza pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el cerebro de raza blanca, y por tanto los consideraba celularmente incapaces de concebir la libertad republicana.

El peruano Ricardo Palma, contemporáneo y colega de Gabriel René-Moreno, escribió que los indios son una raza abyecta y degenerada. Y el argentino Domingo Faustino Sarmiento elogiaba así la larga lucha de kis indios araucanos por su libertad: Son más indómitos, lo que quiere decir: animales más reacios, menos aptos para la Civilización y la asimilación europea.

El más feroz racismo de la historia latinoamericana se encuentra en las palabras de los intelectuales más célebres y celebrados de fines del siglo diecinueve y en los actos de los políticos liberales que fundaron el Estado moderno. A veces, ellos eran indios de origen, como Porfirio Díaz, autor de la modernización capitalista de México, que prohibió a los indios caminar por las calles principales y sentarse en las plazas públicas si no cambiaban los calzones de algodón por el pantalón europeo y los huaraches por zapatos.

Eran los tiempos de la articulación al mercado mundial regido por el Imperio Británico, y el desprecio científico por los indios otorgaba impunidad al robo de sus tierras y de sus brazos.
El mercado exigía café, pongamos el caso, y el café exigía más tierras y más brazos. Entonces, pongamos por caso, el presidente liberal de Guatemala, Justo Rufino Barrios, hombre de progreso, restablecía el trabajo forzado de la época colonial y regalaba a sus amigos tierras de indios y peones indios en cantidad.

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El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras.

En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada: los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación. En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental. Rigoberta Menchú: su hermano menor, Felipe, y su mejor amiga, María, murieron en la infancia, por causa de los pesticidas rociados desde las avionetas. Felipe murió trabajando en el café. María, en el algodón. A machete y bala, el ejército acabó después con todo el resto de la familia de Rigoberta y con todos los demás miembros de su comunidad. Ella sobrevivió para contarlo.

Con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el vivio de la rebelión se transmite por los genes.

Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte? La violencia institucional, el terrorismo de Estado, se ocupa de despejar las dudas. Los conquistadores ya no usan caparazones de hierro, sino que visten uniformes de la guerra de Vietnam. Y no tienen piel blanca: son mestizos avergonzados de su sangre o indios enrolados a la fuerza y obligados a cometer crímenes que los suicidan. Guatemala desprecia a los indios, Guatemala se autodesprecia.

Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo.

Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo: ¿Qué es un hombre en el camino? Tiempo.
Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano: como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error.

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¿Civilización?
La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur.
No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial:

¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.
¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.
¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de rqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.
¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.
¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.
¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.

SIN EL FESTEJO, CRECEN SIN SENTIRSE DESEADOS NI CELEBRADOS: La mitad de los niños pobres no soplan las velitas

El dato surge del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, un informe de la UCA. La cifra trepa al 61% cuando ingresan en la edad escolar. Josefina Licitra.



Más de la mitad de los niños pobres menores de cinco años (el 51,6%) no festejó su último cumpleaños. Ésta es una de las tantas sorpresas que arroja la reciente edición del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, un informe elaborado anualmente por el Departamento de Investigación Institucional de la Universidad Católica Argentina –al que se suman los aportes de la Fundación Arcor– con el fin de armar un mapa de las condiciones de vida de la niñez y la adolescencia. Si se cruzan los datos del Barómetro con las estadísticas de indigencia infantil del INDEC, el resultado es que hay cerca de 250 mil chicos que no son “celebrados” y, en consecuencia, crecen sin tener plena conciencia del paso del tiempo, sin enfrentarse al misterio que supone un regalo (por menor que sea) y –todavía peor– sospechando vagamente que su llegada al mundo no es un motivo de celebración.

Un cuarto de millón de niños pobres, en síntesis, quedó afuera de la instancia simbólica fundamental que encierra el festejo de un cumpleaños. “Este tipo de eventos marca un hito en varios sentidos, porque puede leerse como la ocasión que tiene el niño de ser mirado por un ‘otro’ que lo autorice a tener palabra propia –explica el doctor Manuel Rubio, psicoanalista y docente de la UCA–. Dada la prematurez biológica con que nace el bebé, requiere no sólo de alimentos sino también de un estímulo social que exige la participación del otro. Desde los estudios clásicos de la década del 40 se sabe que para sostenerse vivo al sujeto no le basta con haber sido ‘cuidado’, sino que se requiere que un deseo humano haya sido puesto en él. Y el festejo del cumpleaños pone en acto muchos factores vinculados con ese deseo”.

Esta falta de celebración no mejora con el tiempo, sino todo lo contrario: una vez en edad escolar, los chicos de nivel socioeconómico más bajo pasan su cumpleaños sin recibir un reconocimiento en un 61,2% de los casos. ¿De qué se pierde una criatura que no es festejada? Los cumpleaños –como cualquier fiesta familiar– son instancias donde se ponen en acto las relaciones de parentesco y las transmisiones simbólicas. El psicoanalista Manuel Rubio pone un ejemplo: “Imaginemos que llegan los abuelos con un regalo, una cosa es que el regalo sea sólo para el que cumple años y otra es que les lleven regalo a todos los hermanos. En ese solo gesto se juega la posibilidad y la aceptación de la diferencia. Una vez con el regalo en la mano (sea cual fuere), una cosa es que el niño lo comparta con sus pares invitados y otra que no lo haga”.

Estas relaciones, estas formas de inscribirse en lo que los especialistas llaman el “entramado social”, empiezan a tallar en los niños durante la primera infancia: una etapa con funciones de bisagra en cualquier ser humano. “Los primeros cinco años de vida son bastante importantes en la construcción de la subjetividad –explica Lea Waldman, licenciada en Educación y responsable de las preguntas realizadas para la encuesta del Barómetro–. Hay cosas que suceden allí, y que adquieren una dimensión importante en función del desarrollo global. En lo que refiere al festejo de un cumpleaños, ahí se pone en juego el nivel de reconocimiento de la familia, la escuela o el ámbito donde el chico se mueva; es un reflejo de la importancia que se le da a la llegada de él al mundo”.

Según el relevo realizado por el Barómetro de la Deuda Social, existen niños de clase media y alta cuyos cumpleaños pasan, también, sin pena ni gloria. Pero son los menos, ya que la relación entre el festejo y la situación socioeconómica es estrecha: las chances de celebrar que tiene un niño perteneciente al 10% más pobre de la población son trece veces menores a las que registran los niños del 10% más rico. “Con los chicos que se desarrollan en condiciones de pobreza hay una serie de indicadores que se van concatenando y que tienen que ver con una construcción óptima de la subjetividad –explica Waldman–. Casualmente, los chicos más pobres son los que conviven con varios tipos de carencia. No se trata sólo de alimentación, sino de otras ausencias que afectan el desarrollo de la personalidad. Y que no se solucionan con pastillas, vitaminas o respuestas inmediatas. Por eso son tanto más difíciles de reparar”.

A 9 DE CADA 10 NUNCA LE LEYERON UN CUENTO.


El informe del Barómetro para la Deuda Social también advierte que tres de cada cuatro niños pobres y menores de cinco años no tienen quien les cuente un cuento. Esto significa que hay 350 mil chicos en situación de extrema pobreza que, además de carecer de recursos estrictamente vitales, no tienen instancias de comunicación didáctica con un adulto. “El relato de un cuento es un momento dedicado al niño, donde además se da respuesta a ciertas cosas que ocurren muchas veces en la fantasía del chico, y que tienen una relación muy directa con el tema del desarrollo del lenguaje”, advierte Lea Waldman. En el caso de la llamada “segunda infancia” (de los 6 a los 12 años) la situación es aún peor: el 88,5% de los niños más pobres no escucharon nunca el relato de un cuento. Y eso significa que carecen de muchas otras cosas. Con un cuento, el niño aprende a escuchar y a ser escuchado, y además alimenta su curiosidad. Pero, por sobre todas las cosas, con un cuento –una de las tantas formas del lenguaje– un niño logra ponerle nombre a la realidad en la que está. Un paso importante, fundamental, para poder cambiarla en el futuro.

miércoles, 22 de abril de 2015

Y la tierra se muere de pena


Se fue de puntillas, silencioso en la noche, y levantó vuelo. Estaba harto ya de su cuerpo colonizado por un monstruo invasivo. Pero antes de irse firmó su testamento: les dejó a los niños de malabares, a los propietarios de los arrabales, toda su inmensa fortuna: la semilla de la revolución para parirla cuando puedan, una utopía donde los niños sean curados con salivilla de estrellas, como soñaban con Federico, la descomunal ternura con la que venceremos al  final del día. Y un amanecer que sea para todos.

Alberto Morlachetti nació en el campo cordobés, trabajó con su abuelo anarquista, fue canillita en Gerli, vivió en un conventillo y la calle era el patio enorme donde los infiernos y los cielos se escondían en las ochavas. Comenzó a estudiar Sociología en la UBA luego de una adolescencia de lectura ávida y aleatoria. Y en las sombras crepuscularias juntó pibes estragados por la historia que dormían en las periferias de la Facultad de Derecho. Se los llevó con él, los sembró, les inoculó futuro en su adelante y los hizo descubrir que podía ser posible amanecer mañana.

En la prehistoria, había sido el fútbol. Los “sábados de chocolate” reunían chicos morenos y expulsados de los clubes por color y pobreza. Los picados se armaban en el terreno engordado por desechos industriales donde Torres Ríos había filmado “Pelota de Trapo” con un Armando Bo más chiquito aun que los pibes de Alberto. El les transmitió, infalible, el amor por Racing. Y casi 40 años después aseguraba que el mismísimo Orestes Corbata, con tres dientes y ojos de alcohol, se sentaba en el suelo tóxico a mirar al centroforward petiso y de pelos chuzos que la colocaba, exquisito, en el ángulo izquierdo.

Eran los niños de la intemperie.

La pobreza es una imposición: te pone una pistola en la cabeza”, repetía consciente de que él pudo salir de un laberinto del que sus amigos no pudieron: “a ellos les saquearon las palabras”.

Se sabía el germen de una amalgama extraordinaria. De su madre, católica, había escuchado sostenidamente que “cuando algún día la vida te trate duramente, tomá la mano de un pobre”. De su abuelo Antonio, anarquista, había aprendido que “los chicos transformaban la naturaleza y las relaciones sociales al igual que los adultos. Eran forjadores de derechos y de una nueva sociedad”.
Junto a los niños de los arrabales había ido descifrando que, sueltos de madre, es necesario domiciliarse en un vínculo amoroso. Y que no hay pedagogía sin ternura.

A contramano de todos los vientos germinados en el capitalismo, Alberto sostuvo que “el principal proveedor de humanidad es el trabajo. Si yo no hubiese trabajado, no me salvaba del barro y la pobreza. El trabajo disciplina muchísimo”. Y reconstruía desde las nostalgias amasadas durante décadas que hubo un tiempo–antes de que los estados los transformasen en excedentes demográficos dignos de ser exterminados- en el que los niños eran aprendices de oficios que los devendrían esa categoría maravillosamente humana: trabajadores.

Alzó la Casa de los Niños de Avellaneda y a su ritmo y el de otros hombres y otras mujeres, la obra se animó a conjugar todos los verbos; Alberto pensó y diseñó el hogar para adolescentes Juan Salvador Gaviota y la biblioteca Pelota de Trapo, con la misma impronta del Hogar levantado en la vecindad de la canchita legendaria: mucha luz y la belleza como insumo básico para el desarrollo de los niños. Tan básico como el pan y la leche tibia de las mañanas.
Pero a la vez pensó y diseñó la imprenta y la panadería. Porque los fantasmas de carne, hueso, paco y balas 9 milímetros esperaban a los niños en la puerta. Y si no se los preparaba para atravesar la indolencia  y la impiedad del mundo, serían como los polluelos de vuelo temprano, derribados por la primera lluvia. Los inició él mismo en el oficio gráfico. Y fueron tantos los que se ennegrecieron de tinta y solvente como los que se emblanquecieron de harina y manteca.

En el país de los alimentos, donde los ríos son de leche y miel, “un niño  que muere de hambre muere asesinado”, decía. Y explicaba la esencia de la sacralidad de la vida: “cada niño es una piecita del gran rompecabezas de la condición humana. Cada niño que muere deja un espacio ausente. Y nada volverá a ser igual”.

Tampoco será igual desde ahora el rompecabezas de la condición humana sin Alberto, que allá por los finales de la década del 80 parió junto a otros quijotes del sur el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo, con el que caminamos geografías infinitas denunciando que “el hambre es un crimen”.

Alberto resguardaba dentro de sí la inocencia de ese tiempo primigenio que es la infancia.  Que, indefectiblemente, es destino. Fue capaz hasta los últimos de sus suspiros de zambullirse en la risa fresca que una niña de cielos azules le ofrecía caminando chaplinescamente ante él. Mientras su conciencia seguía llorando por esta aldea sin memoria “dejada de la mano de los dioses –como solía decir- en el último suburbio”.

Una aldea en la que crueles cruzados la emprenden contra los niños de los malabares mientras construyen con una pertinacia de acero “una ausencia irreparable en las calles para que puedan algunos ´buenos peregrinos´ consumir hasta el hartazgo en las góndolas irrespetuosas de los supermercados”. Cómo soñar –decía- que nuestros niños serían residuos descartables a los que eliminar con alegres gatillos o con ese tiro al blanco en sus nucas que “se mete en el cuerpo y en el alma de los pibes y los destroza en barrios descartables, donde los pájaros se pudren en la mitad del vuelo”. Cómo imaginar –repetía una y otra vez- que la nueva utopía de la humanidad iba a ser este capitalismo feroz que lo fue hundiendo en el desencanto.

Alberto Morlachetti, ese hombre justo y sabio, repetía que “no habría renovación humana si no nacieran chicos. Hay que confiar en que ellos son como heraldos que traen algo nuevo. Uno podrá pensar que es pensamiento mágico. Y sí, la vida tiene pensamiento mágico y pensamiento científico. La utopía de construir una sociedad más justa tiene mucho de pensamiento mágico”.

Las traiciones arteras y las derrotas de los confinados en esa geografía del encierro que él vislumbró en la exponencial crecida de villas y asentamientos, le fueron sembrando el desasosiego en la garganta y en el pecho, ese domicilio del dolor. Aunque siguió creyendo que “nadie está al resguardo de la esperanza humana”, sentía que la utopía había dado unos cuantos pasos adelante y a él ya le dolía demasiado la pierna derecha como para  seguirla y alcanzarla.

“No me dejéis morir sin la esperanza de ser incomprendido”, citaba a Oscar Wilde. Alberto fue –es- un descomunal incomprendido. En eso  puede estar tranquilo.

Nosotros, mientras tanto, tendremos que ser dignos para estar a su altura. Ahora que llueve en tantos ojos. Y la tierra se muere de pena. Fuente: pelotadetrapo.org.ar

domingo, 19 de abril de 2015

El cambio climático ya tiene efectos en gente que todavía no ha nacido

Disminuye los ingresos de las familias, afecta la salud de las madres y provoca partos prematuros, revela un estudio


Los expertos en la materia ya han advertido sobre las consecuencias que tendrá para América Latina y el Caribe un aumento de la temperatura promedio del planeta en 4ºC: habrá un 20% más sequías, un 80% más ciclones tropicales, y los glaciares andinos casi desaparecerían, según el estudio “Bajemos la temperatura”, del Banco Mundial.

Sin embargo, aún no se sabe mucho sobre los efectos que ya podrían estarse sintiendo en la salud de las nuevas generaciones. Un reciente estudio sobre el impacto de eventos climáticos extremos en Colombia reveló que la salud de las mujeres embarazadas y, en consecuencia, la de los recién nacidos, se ven afectadas por estos fenómenos. Una ola de calor que dure un mes, por ejemplo, puede aumentar la posibilidad de nacimientos prematuros, con las consecuencias que eso puede tener en el futuro desarrollo de los bebés.

Los efectos que encontró el estudio no son muy fuertes: se reduce en 0,5 puntos porcentuales la probabilidad de nacer a término y en 0,4 puntos porcentuales los nacimientos de bebés sanos. Pero lo preocupante, dice el estudio, es que el cambio climático hará que haya más y más frecuentes olas de calor, tanto en Colombia como en el resto del mundo. Con lo cual, es probable que los efectos negativos también aumenten.

Sobre estos temas, hablamos con Carlos Rodríguez-Castelán, co-autor del reporte y economista del Banco Mundial.

¿Cómo puede afectar el cambio climático la salud de los bebés aún no nacidos?
Los eventos climáticos extremos pueden afectar la salud al nacimiento de diferentes maneras, particularmente en áreas rurales.

En primer lugar, los choques climáticos extremos tienen un impacto sobre el ingreso real de los hogares, por la fluctuación de los precios o la incertidumbre de si las cosechas serán buenas o malas. Es posible que esto esté pasando en las poblaciones rurales en La Guajira y otros estados del noreste de Colombia, por el reciente fenómeno de El Niño, que ha golpeado a la región con sequías severas y olas de calor.

Algunos estudios muestran que en la India, por ejemplo, si no se toman medidas para adaptarse al calentamiento global, un aumento anual de temperatura de un grado centígrado, ocasionará una disminución promedio del consumo de los hogares de cerca de 11%.

El clima extremo puede también afectar la salud de los niños porque aumentan los niveles de estrés de las embarazadas de una manera impredecible e inusual. Por ejemplo, el fenómeno de la Niña en 2011, con sus lluvias torrenciales e inundaciones, destruyó muchas viviendas hogares y hasta provocó el desplazamiento temporal de algunas familias.

Hay evidencia que este evento climático podría haber causado estrés en ciertos segmentos de la población, en particular las mujeres embarazadas.

Un estudio hecho en Kenia muestra que la disminución de apenas 1 milímetro anual en las lluvias provoca un incremento de 0,9% del nivel de cortisol (la hormona del estrés, que se manifiesta por tensión sicológica o física). Un nivel elevado de esta hormona de manera crónica contribuye al desarrollo de ciertas enfermedades.

Finalmente, los eventos climáticos pueden tener consecuencias en la salud de las madres embarazadas y sus hijos al crear un entorno cambiante, donde las enfermedades se pueden propagar más rápidamente. Por ejemplo, con las inundaciones se pueden propagar más fácilmente enfermedades que se transmiten por el agua (como el cólera).

¿Qué eventos climáticos afectan más la salud de mujeres embarazadas y sus hijos?
La evidencia varía según los países. En el caso de áreas rurales en Colombia, encontramos que las olas de calor, que han sido bastante ignoradas por la literatura previa, afectan negativamente la salud del recién nacido. Esto sugiere que las mujeres embarazadas no pueden proteger totalmente de una ola de calor a sus hijos que aún no han nacido.

Las olas de calor pueden afectar la probabilidad de nacer a término y de ser un recién nacido saludable. Esto se mide con una puntuación de Apgar, un examen que evalúa la condición física de un recién nacido, y que incluye la frecuencia cardiaca, los reflejos, el tono muscular y la frecuencia respiratoria.

Por ejemplo, estar expuesto a temperaturas más altas del promedio durante por lo menos un mes del embarazo lleva a la reducción de 0,5 puntos porcentuales en la probabilidad de nacer a término.

Un estudio hecho en Estados Unidos muestra que si una mujer embarazada está expuesta a temperaturas extremamente altas durante el segundo o tercer trimestre del embarazo, habrá una reducción de 7 a 11 gramos del peso del recién nacido.

Otro estudio en el nordeste de Brasil reveló que una reducción del 31% en la cantidad de lluvia reduce en 1,9 gramos el peso al nacer y en 0,6 puntos porcentuales la probabilidad de embarazos a término. Sin embargo, un estudio en las áreas rurales en México no encontró efectos de un exceso de lluvias en la altura y el peso de los niños.

¿Cómo afecta esto la salud a largo plazo?
La evidencia sugiere que una mala salud al nacer es un importante factor de mala salud en el futuro, menor rendimiento en la escuela e incluso menores ingresos laborales.

Unos estudios asocian un menor peso al nacer con una mayor probabilidad de muerte infantil, otros muestran evidencia de posibles enfermedades de pulmón, del corazón, de diabetes tipo II, habilidades cognitivas menores y dificultades de aprendizaje. Otros estudios usan datos de gemelos, y descubrieron que hay efectos positivos de un mayor peso al nacimiento sobre el rendimiento escolar y el éxito en el mercado laboral.

¿Qué se puede hacer para proteger la salud de las madres y los niños de las amenazas climáticas?
Esperamos que los resultados de nuestro estudio sean útiles para motivar que se adopten políticas para que haya respuestas rápidas durante los eventos climáticos extremos.

Para proteger la salud de las madres y los recién nacidos se deberían evaluar algunas políticas, cómo las de seguridad alimentaria para apoyar la nutrición de las familias, particularmente aquellas con mujeres embarazadas y niños pequeños.

También los programas de transferencias condicionadas de efectivo (como Prospera en México o Bolsa Familia en Brasil) pueden ayudar a proteger el ingreso de los hogares contra los factores negativos. Otra opción sería incrementar las inversiones en salud pública para monitorear regularmente la salud de la madre y el feto durante el embarazo. elpais.com

jueves, 16 de abril de 2015

Importancia del pensamiento complejo en la sostenibilidad


Según Morin (1990) «Probablemente, el principal error de nuestro conocimiento y, en consecuencia, de nuestra acción, no se encuentra en el error de hecho (falsa percepción) ni en el error lógico (incoherencia) sino en el modo de organización de nuestro saber en sistemas de ideas (teorías e ideologías)».

A nivel conceptual, Calvante (2007b) resume la principal diferencia de los enfoques simple y complejo en:
* Pensamiento mecanicista lineal. En una máquina las partes existen unas para otras, en el sentido de apoyarse mutuamente en un todo funcional.

* Pensamiento complejo orgánico. En un organismo, las partes existen además por medio de las otras, en el sentido de producirse entre sí. No es intercambiar una parte por otra, simplemente sacándola y reponiéndola, sino que en un organismo la pérdida de un componente no tiene reposición, la historia de ese componente es irreemplazable, dando lugar a un cambio de estado.

Existe una clara evidencia a lo largo de la historia de la humanidad acerca de un comportamiento lineal y una visión mecanicista cartesiana: la forma en que se organiza el mundo y los países, a partir de políticas, leyes y regulaciones que no sufren modificaciones o actualizaciones significativas en relación con los cambios acontecidos en su entorno (Gunderson, 1995). Ello da lugar a un proceso insostenible que afecta principalmente las dimensiones ambiental y social, degradándolas hasta casi el punto del colapso. Para poder construir la sostenibilidad se conforma el esquema del pensamiento sistémico complejo bajo la perspectiva de los sistemas socio-ecológicos no-lineales y orgánicos.

En Boisier (2003) se propone una reelaboración de las bases epistemológicas para el estudio del desarrollo sostenible. Reconociendo el desarrollo como un concepto complejo, profundamente axiológico, multidimensional, constructivista, cualitativo en su esencia e intangible por consecuencia, este autor sugiere abandonar enfoques reduccionistas, mecanicistas y lineales y sustituirlos por enfoques holísticos, sistémicos, complejos y recursivos.

La interacción entre los distintos agentes de los procesos no-lineales y orgánicos genera una serie de relaciones ocultas que, a simple vista, no presentaban relación directa alguna. Se trata de vínculos que contienen información adicional y oculta al observador, que hacen surgir propiedades nuevas que no se pueden explicar a partir de la fragmentación y de las propiedades de los agentes aislados (Calvante, 2007b). Bajo el pensamiento complejo orgánico, lo más importante no son los componentes del sistema sino el comportamiento del sistema. La respuesta de éste a estímulos, actividades y crisis dependerá, no de sus componentes, sino de su contexto particular, sus conexiones, su alcance escalar y su configuración o estado actual. Será este comportamiento del sistema el que fomente la sostenibilidad del conjunto.

La promoción de los modelos lineales y mecanicistas en los sistemas monetario y financiero como parte integrante de la economía, se basa en la búsqueda de la efectividad operacional para satisfacer la dimensión económica en las industrias y los mercados. El proceso económico se convierte en una máquina donde el productor saca, transforma y entrega, mientras que el consumidor pide, utiliza y desecha, dejando de lado el cómo de todo ello (Calvante, 2007b): no se tiene en consideración el cómo saca y transforma del productor ni el cómo utiliza y desecha del consumidor.

En esta línea, consideramos que el enfoque simple del siglo XX ha utilizado el sistema monetario como una herramienta para optimizar los rendimientos a nivel económico y financiero, sin importar sus implicaciones a nivel social y ecológico. El sistema monetario ha sido tratado más como un elemento independiente (responsable tan sólo de su propio devenir) que como un elemento perteneciente a un sistema de distintos elementos donde debería ser co-responsable también del devenir de los mismos. Y el resultado de todo ello no ha sido otro que la actual situación de insostenibilidad en todos los niveles.

Los ninguneados perdieron a su mejor cronista


Quien escucha los latidos de abajo, acoge sus dolores, comparte sus risas y llantos; quien se esfuerza por entenderlos sin interpretarlos, por aceptarlos sin juzgarlos, puede ganarse un lugar en los corazones de abajo. Eduardo Galeano recorrió las más diversas geografías latinoamericanas en trenes, a lomo de mula y a pie, desplazándose en los mismos medios que los abajos. No buscaba mimetizarse sino algo mayor: sentir en su piel los sentires de otros y otras para hacerlos vivir en sus textos, para ayudarlos a salir del anonimato.

Eduardo fue un hombre sencillo, comprometido con la gente común, con los nadies, con los oprimidos. El suyo fue un compromiso con la gente de carne y hueso, con hombres y mujeres vivientes y sufrientes; mucho más profundo que la adhesión a ideologías que siempre pueden ser maleadas según los intereses del momento. Los dolores de abajo, nos enseñó, no pueden ser negociados, ni representados, ni siquiera explicados por el mejor escritor. Lo mismo vale parar sus esperanzas.

Entre sus muchas enseñanzas, es necesario rescatar su puntilloso apego a la verdad. Pero esas verdades las encontraba lejos del mundanal ruido de los medios, en los ojos hambrientos de la niña india, en los pies tajeados de los campesinos, en la sonrisa cándida de las vendedoras, allí donde los ninguneados dicen sus verdades de todos los días, sin testigos.

Nunca tuvo la menor duda en apuntar hacia los responsables de la pobreza y el hambre. Como aquellas crónicas sobre la crisis de la industria uruguaya, cuando con apenas 20 años era el jefe de redacción del semanario Marcha, uno de los primeros y mayores exponentes de la prensa crítica y comprometida. En ellas denunciaba a los poderosos con nombres, apellidos y propiedades. Sin vueltas. Porque, como le gustaba decir, “los medios emputecen las palabras”.

Pero fueron sus reportajes sobre las luchas y resistencias de los abajos las que dejaron huella temprana, indeleble. Como aquella que tituló “De la rebeldía en adelante”, en marzo de 1964, relatando la segunda marcha “cañera” (trabajadores de la caña de azúcar). Su mirada se detenía en los más de 90 niños que la integraban, en doña Marculina Piñeiro, tan vieja que había olvidado su edad, por la que parecía sentir especial admiración. “Querían ganarnos por hambre. Pero por hambre, qué íbamos a perder. Estamos acostumbrados, nosotros”, le dijo la mujer, madre y nieta de cañeros.

Su pluma daba forma a la vida cotidiana de los desheredados, pero no se conformaba con retratar su dolor, se afanaba en pintar –de vivos colores- la dignidad de sus pasos, la rabia capaz de sobreponerse a la represión y las torturas. En primer lugar aparecían, siempre y en cada una de sus notas, las gentes que encarnaban sufrimientos y resistencias. Tal vez porque estaba obsesionado por la indiferencia de los más, a la que consideraba “un estilo de vida” cuyo cascarón debíamos destruir, que para eso escribía sus artículos.

Entre los muchos homenajes que recibió en vida, tuvo el privilegio de que el maestro de la escuelita zapatista José Luis Solís López adoptara Galeano como seudónimo. Es muy probable que el maestro no se referenciara en el escritor. En todo caso, Eduardo y el zapatismo se conocieron y reconocieron enseguida. Como si toda la vida se hubieran estado esperando. No los convocó un programa ni una tabla de demandas, sino la ética de estar-siendo, abajo y a la izquierda

lunes, 13 de abril de 2015

Naomi Klein: "Para salvar al planeta necesitamos una gran transición"

La autora de NO LOGO analiza la situación del clima y el medioambiente en el capitalismo moderno. 


Con No Logo, Naomi Klein fue la primera voz crítica que presentó un mapa de la globalización tan temerario como temible. The Economist lo recibió con una fuerte crítica, polémica en la que intervino Klein y el semanario inglés, sin abandonar la discrepancia, tuvo que admitir que la aldea global convertida en mercado único era una paisaje que agudizaba peligrosamente la brecha entre ricos y pobres. En la década pasada, La doctrina del shock puso en claro el alcance de la austeridad y, por encima de todo, el modus operandi del mercado utilizando como vector de expansión las tesis monetaristas y una política de comunicación que desarticula al cuerpo social para convertirlo en una suma de individuos aislados.
Ahora, Naomi Klein presenta un estudio sobre el medioambiente, Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima en el que demuestra que el crecimiento constante sin ninguna brújula ética ni ecológica nos lleva a la pérdida del planeta como hábitat posible. Klein propone un capitalismo sostenible capaz de generar bienestar y respetar el medio ambiente y esta es una transición que, a su criterio, se debe poner en marcha en el corto plazo ya que el reloj biológico del planeta marca que estamos en una situación límite.
En una conversación que La Vanguardia mantuvo con Naomi Klein en Madrid, la autora, activa militante de sus ideas, expone los nudos centrales para entender este gran cambio.

–¿Cómo imagina a los líderes en los que hay que confiar y esta gran transición hacia otro mundo más sostenible?

–En mi libro hago una critica sobre los movimientos que hacen una crítica sobre la falta de estructura, la ausencia de poder. Yo creo que se trata menos de encontrar líderes y partidos políticos que nos lleven a la tierra prometida y más de intentar construir instituciones, una estructura que genere un cambio en el poder.

–¿Existen algunas?

–Sí, hay algunas existentes. Por ejemplo Bill Macquen con su movimiento que se llama 350.org y que esta hablando del gran cambio; esta organización forma parte del movimiento de la desinversión en los combustibles fósiles. También está involucrado el periódico inglés The Guardian, uno de los más influyentes del mundo, que esta intentando lanzar el mensaje de dejar los combustibles fósiles en el suelo. Esta actitud de The Guardian, surge de un encuentro que tuve con la gente del diario y constituye un buen ejemplo de gente resistente que está intentando hacer el cambio.

–China es uno de las máximas amenazas para la sostenibilidad del medio ambiente.

–Desde luego en China está sucediendo un cambio muy rápido con respecto a la contaminación ambiental y es algo que plasmo en un documental que estoy haciendo con mi marido. Creo que el hecho de que exista esta contaminación en el aire con un gran impacto sobre las clases medias y altas en China es algo que está cambiando el juego porque ahora empieza a tener un impacto social sobre las élites y las clases altas. La resistencia allí es arriesgada dado que China no es una democracia. El documental por ejemplo, de Under the dome de la periodista Chai Jing, muestra un gran riesgo por parte de la autora y no solo de su vida profesional, es un riesgo para su seguridad personal y para su libertad. El mensaje que nos trae China deberíamos leerlo en países que llevan más tiempo con una prosperidad económica; ya no podemos culpar a China por nuestra propia inacción porque China ya esta actuando. Lo que tenemos que hacer en los países europeos y Estados Unidos es liderar el cambio climático porque eso favorece y ayuda a los que están intentando asomar la cabeza en China.

–¿Los partidos progresistas europeos están asumiendo con seriedad el cambio climático?

–En países como Bolivia, Ecuador, en menor grado en Venezuela, hay un intento de articular una izquierda post extractivista y parte de este movimiento, estoy convencida, tiene que venir del norte porque es mucho más posible que este movimiento cobre fuerza. En Europa creo que hay algunos ejemplos positivos que intentan trazar el rumbo que tenemos que seguir. Irónicamente, Alemania es el país que ha estado forzando a Europa a seguir las políticas de austeridad y es un ejemplo de cómo la transición energética puede no ser perfecta, tiene sus faltas pero demuestra que puedes tener una relación de trabajo enorme, creando 400.000 puestos de trabajo en energía renovables y demuestra también que puedes tener más control, crear una democracia energética. Irónicamente esa transición es posible porque en Alemania cientos de pueblos han tomado el control de las centrales eléctricas y digo irónicamente por la presión que Alemania se ejerce sobre Grecia para que privatice sus compañías eléctricas.

–¿Tienen visibilidad los pequeños movimientos de resistencia tanto en tema climático como en el campo de la alimentación?

–Uno de los argumentos del libro es que una de las tareas más importantes y una de las soluciones más potentes para conseguir esta transición energética es reconocer los movimientos ya existentes, y existen muchos movimientos alrededor del mundo, sobre todo del mundo más desarrollado que han intentado promover la seguridad alimenticia, luchando por la propiedad pequeña, la redistribución de las tierras, una organización más grande de millones de granjeros y agricultores pequeños. Tienen que saber utilizar el eslogan ‘el pequeño agricultor enfría el planeta”.

–¿Cómo se articulan y se suman los movimientos indígenas?

––El papel de los movimientos indígenas creo que, honestamente, en Europa es más débil por motivos obvios. Pero en Latinoamérica, por ejemplo, tanto en Colombia como en Ecuador o en Bolivia, el poder de los indígenas es algo que está creciendo y de hecho son actores sociales de gran peso y tienen cierta fuerza política. En Canadá hay un movimiento que también está reconocido en la Constitución, con derechos de tierras y es interesante el hecho de sea el sector de la población que está creciendo con mayor rapidez, recuperándose con fuerza del genocidio que sufrieron.

–La visión indígena va más allá que el hecho de recuperar tierras. Su relación con la tierra es muy particular.

–Estoy de acuerdo en que lo importante no son solo los derechos de las tierras sino una cuestión más de visión global y en el centro de todo este tema esta la idea de entender la tierra como un sistema vivo que es una concepción reciente de los humanos; esta en la conciencia de la gente que a la tierra hay que cuidarla y no tratarla como a una plataforma de la se puede extraer continuamente sino también de devolverle a la tierra lo suyo. Tiene que ver con la responsabilidad humana. Ese tipo de pensamiento es algo que está enterrado en todas las culturas, está en todas partes pero los indígenas no lo perdieron por el camino. Es un reto muy grande y es un cambio que va a costar pero la ciencia está detrás y lo respalda. Esta visión mecanicista del mundo, entender la tierra como un mecanismo, es una idea que está siendo cuestionada por las teorías más sofisticadas. No solamente se trata de respaldar un sentimiento indígena sino que hay muchas teorías avanzadas sobre los sistemas biológicos que cuestionan al establishment.

–La Iglesia también ha modificado su punto de vista.

–Efectivamente; una de las cosas que a mi me da mucha esperanza es ver que incluso el relato de la Iglesia está cambiando, el modo en el que se ha transformado el discurso del Papa que cuestiona el dominio de la tierra por parte de los humanos.

–En España, un partido nuevo como Podemos de corte progresista no incluye en su agenda temas medioambientales. ¿Cómo piensa que la sociedad civil debe organizarse para reclamar una posición clara de los partidos con respecto a este tema?

–La crisis económica ha instalado la idea de que el cambio climático es un lujo que no nos podemos permitir y esto afecta, en países como España, por ejemplo, a toda la escena política. En el caso particular de Podemos hay personas que se están involucrando en temas referentes a la sostenibilidad pero a nivel de liderazgo político es cierto que no existe una conexión entre la crisis climática y la crisis económica que a mí me gustaría ver. A medida que nos vayamos acercando a la cumbre climática que se celebrará en París en diciembre, será mucho más difícil para los partidos políticos ignorar este tipo de temas. La cuestión climática siempre es un asunto cíclico; los políticos la olvidan, luego la vuelven a recordar para olvidarla una vez más pero cada vez que se acerca una cumbre es necesario que la tensión política hago foco en esto. Mi esperanza es que aquellos partidos que se han significado en Europa contra las políticas de austeridad reivindiquen también las teorías que defienden el ecologismo y que se reúna la energía necesaria para crear un movimiento que funda las dos visiones en una de manera amistosa.

–La crisis, en cierta forma, ha supuesto un descenso en el consumo de materiales, de las emisiones del efecto invernadero, en cierta manera, y aunque sea una paradoja, pareciera que la crisis ha sido beneficiosa con el medio ambiente.

–La verdad es que la única vez en que las emisiones de carbono han bajado fue, efectivamente, después de la crisis del 29 y después de la caída de la Unión Soviética. Esto es importante destacarlo porque tanto las crisis de la sociedad capitalista como la comunista provocan una bajada en las emisiones de carbono. Ocurrió en el 2008, cuando comenzó la actual crisis, pero duró tan solo un año ya que después se comenzaron a incrementar nuevamente. Lo que esto demuestra es que tenemos un claro conflicto entre un modelo económico basado en el crecimiento ya que la expansión es su modo de sobrevivir y de un sistema planetario que reclama lo contrario. Yo no quiero que la crisis económica genere la miseria de millones de personas, cosa que está ocurriendo ahora mismo, por lo que apuesto es por una gran transición y no por una gran depresión. Esto es lo que propongo en mi libro, es buscar la manera de encausar esa gran transición sin afectar al bienestar humano y a la vez poder crear esa gran contracción que permita una menor cantidad de emisiones y una expansión.

–¿Su posición es cercana al decrecimiento?

–Yo no utilizo el término decrecimiento porque creo que lo que la gente oye en ese discurso sobre el cambio climático es solo sobre la contracción, cuando en realidad lo que tenemos que hacer es pasar de un sistema económico que tiene el crecimiento como objetivo a un sistema económico que ponga el bienestar como objetivo. Esto quiere decir que si tenemos un sistema que pone el bienestar y la seguridad en el centro, entonces también tenemos que contraer las partes del sistema que lo amenazan. Una vez que se pueda mejorar el bienestar no solamente se trata de generar una expansión en temas como la energía renovable sino también se trata de expandir el concepto de los trabajos verdes, expandirlos a otras profesiones como por ejemplo, la docencia, el personal sanitario, el sector de servicios, los artistas. Pero lo que está haciendo la austeridad en el sur de Europa es exactamente lo contrario.

–El precio del petróleo y el fracking están en la agenda económica mundial que reflejan los medios. La opinión pública no rechaza esto, al contrario, pagar diez dólares menos para llenar el depósito del automóvil con respecto a un año atrás no ayuda a la hora de concientizar sobre los aspectos que usted propone.

–Acabo de publicar un post en mi blog del diario The Guardian que he titulado ‘Demos una patada al petróleo ahora que los precios han bajado’. Creo que la bajada del petróleo es una oportunidad estupenda para empezar esa transición que propongo. Incluso The Economist, una publicación con la que no suelo estar de acuerdo, puso el mes pasado en la tapa que este era un momento histórico que se da cada cien años. Cuando el precio del petróleo baja se puede poner un impuesto al carbono y por otra parte las empresas petrolíferas están buscando ayuda de los gobiernos mediante alivio impositivo ya que la perforación se ha vuelto muy costosa. Por lo tanto, es un buen momento para preguntarse que si vamos a generar un subsidio para conseguir energía, ¿por qué no se lo quitamos a las partes que están desestabilizando a la tierra. Y también es un buen momento para luchar contra las energías extremas como la perforación en aguas profundas o el taladro en el Ártico.

–¿Cómo analiza el Tratado de Libre Comercio (TTIP) entre Estados Unidos y Europa que pronto se implementará?

–Diferentes tratados como el TTIP están siendo utilizados como una herramienta contra políticas fuertes. Por ejemplo, si el País Vasco pone una prohibición contra el fracking en su región, el TTIP contempla la posibilidad de que una empresa que intenta operar en ese área pueda demandar al gobierno vasco por interferir en sus derechos comerciales. Esto acaba de ocurrir en Quebec, donde la empresa NAFTA demandó al gobierno porque allí existen leyes que impiden el fracking. Alemania está enfrentándose a la empresa sueca Vattenfall quien le está demandando por violar sus derechos comerciales para construir una planta de generación eléctrica de carbón. En esta crisis climática necesitamos la máxima flexibilidad, necesitamos una política directa y rápida; este tipo de tratados son obstáculos, piedras en el camino. Es lo último que necesitamos ahora mismo.

–¿Los mercados harán la transición de una economía en expansión libre a un sistema ecológicamente controlado?

–El conflicto que existe entre el capitalismo y el clima no radica en el imperativo del capitalismo: el crecimiento  no distingue entre los diversos tipos de crecimiento. Ahora nos vemos en la necesidad de dar un corte muy rápido en las emisiones, dar un cambio tan profundo que choca con ese imperativo. Mi postura no es eliminar a los mercados sino hacer una transición que no podemos dejar en manos del mercado. Hay muchas empresas que son parte de la solución y que están realizando muchas innovaciones y que son más eficaces en el uso de la energía pero no por esto se puede dejar en el mercado la solución de este problema. Necesitamos encontrar los incentivos adecuados y es algo que en los últimos veinte años no se ha generado. El fracaso del capitalismo verde es por el poder de las empresas de combustible fósil que poseen un gran capacidad para detener ese progreso. El caso es que hay un grupo pequeño de empresas energéticas muy fuertes que se están beneficiando del status quo y ven la energía solar que aparece en los tejados como una competencia directa con ellas y son lo suficientemente poderosos para afectar la política.

–En el libro dice irónicamente que solo falta que intervengan el sol pero en España hay un proyecto para crear un impuesto al autoconsumo de la energía solar. Sin duda la desregularización es total y el avance parece imparable. El ciclo keynesiano que culmina en 1973 fue iniciado después de una guerra. ¿Hace falta un conflicto para crear las condiciones que reclama su proyecto?

–No creo que haga falta; de hecho estoy a favor de un cambio social y político que es muy ambicioso, de un gran calado pero tengo la esperanza de que se den las condiciones para una transición no traumática. lavanguardiadigital.com.ar