viernes, 11 de septiembre de 2020

Ocho meses sin tratamiento curativo contra la covid y sin solución a la vista

 La investigación de terapias contra el coronavirus acumula fracasos, pero los especialistas han optimizado su escaso armamento y han logrado reducir la mortalidad


Ocho meses después de que se identificara el nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan, todavía no existe ningún tratamiento eficaz contra la enfermedad que ya ha matado a casi un millón de personas en el mundo, según la cifra de muertos más conservadora. Ni existe una bala de plata contra el virus ni se espera que aparezca a corto plazo. “
No somos demasiado optimistas. Hasta ahora no hay ningún fármaco curativo de una enfermedad vírica respiratoria. No hay un tratamiento curativo de la gripe ni del adenovirus del resfriado común. No hay precedentes. Parece poco probable que en el futuro cercano tengamos un fármaco curativo para esta enfermedad”, opina el médico Ricardo Gómez Huelgas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).

Durante la primera ola de la epidemia, alrededor del 86% de los pacientes hospitalizados en España recibieron hidroxicloroquina, un viejo medicamento contra la malaria promocionado como casi milagroso por el presidente estadounidense, Donald Trump. En el 62% de los enfermos se optó por una combinación de dos fármacos indicados para el virus del sida, lopinavir y ritonavir, según el registro de la SEMI. Hoy se sabe que aquellos primeros tratamientos aportaron a los enfermos de covid poco más que un vaso de Agua del Carmen. Uno de cada cinco pacientes ingresados murió en aquellos meses caóticos, pero hoy la tasa de mortalidad está muy lejos de ese 20%. “Hicimos tratamientos sin base científica porque no teníamos otra opción. Hemos mejorado el conocimiento de lo que no funciona y de lo que sí funciona en algunas circunstancias”, señala Gómez Huelgas, del Complejo Hospitalario de Málaga. Uno de los grandes avances es simple: poner boca abajo a los enfermos.

El registro de la SEMI incluye a 18.000 pacientes con covid en más de un centenar de hospitales españoles. Gómez Huelgas, uno de sus coordinadores, subraya que en la primera ola los enfermos tenían un promedio de 70 años, sufrían otras patologías y llegaban al médico demasiado tarde. Ahora rondan los 50 años, tienen una mejor salud y se tratan mucho antes. La mortalidad de los pacientes ingresados en la segunda ola está por debajo del 10%, según una estimación preliminar de Gómez Huelgas. “No es porque los tratamientos hayan cambiado sustancialmente. La diferencia es que los pacientes antes eran bastante más mayores y tenían muchas patologías de base”, argumenta.

La médica Carolina García Vidal, del Hospital Clínic de Barcelona, es más optimista y muestra sus resultados. “Casi todos los hospitales europeos comunicaron una mortalidad de entre el 20% y el 30% de los pacientes con covid en la primera ola. Nosotros tuvimos una mortalidad del 12%”, afirma. García Vidal recuerda la confusión de los primeros meses, cuando la OMS cambiaba “cada tres días” sus protocolos para tratar la covid. “El follón de información desbordaba el sistema sanitario”, lamenta. El equipo de la médica diseñó entonces un sistema de inteligencia artificial que ayudó a ofrecer tratamientos personalizados a más de 2.000 pacientes ingresados en el Clínic.

 Los médicos ya ven la covid casi como si fuesen dos enfermedades en una. En la primera etapa, el coronavirus se multiplica en las células del sistema respiratorio y empiezan los primeros síntomas: fiebre, tos seca, malestar general. La segunda fase empieza cuando el virus invade las profundidades de los pulmones y el cuerpo humano responde enviando un torbellino de células defensivas, una respuesta que puede desbocarse y ser incluso más peligrosa que el virus. “No es una enfermedad en la que haya que tratar a todos los pacientes de la misma manera”, advierte García Vidal. “Personalizar el tratamiento en cada momento es lo que te acaba llevando al éxito”.

La comunidad científica busca antivirales efectivos para la primera etapa y fármacos que modulen la respuesta inmune para la segunda fase. Las autoridades sanitarias europeas solo han autorizado hasta la fecha un medicamento antiviral contra el coronavirus: el remdesivir, desarrollado inicialmente contra el virus del ébola por la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences. Es un fármaco controvertido. Un tratamiento completo cuesta algo más de 2.000 euros y hasta el momento no se ha demostrado que reduzca la mortalidad por covid, según lamenta el farmacéutico Jesús Sierra, del Hospital Universitario de Jerez de la Frontera (Cádiz). Un estudio internacional con unos mil pacientes sí mostró en mayo que los tratados con remdesivir tenían un tiempo medio de recuperación de 11 días, frente a los 15 días que necesitaron los que recibieron una sustancia inactiva. EE UU ha comprado casi todas las existencias del fármaco.

El remdesivir no es la solución que esperábamos. Y existe el riesgo de que pensemos que sí lo es y no sigamos investigando”, advierte Sierra, que coordina el registro de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), una base de datos de 16.000 pacientes para identificar fármacos asociados a una menor mortalidad por covid. “Ahora el miedo es que se acabe el remdesivir. ¿Qué más da que se acabe si no ha demostrado que funciona? La preocupación debería ser probar con nuevas dianas para ver si salvamos vidas, porque nos queda un año muy largo por delante”, opina Sierra. Uno de los fármacos experimentales más prometedores es el MK-4482, un antiviral desarrollado en la Universidad Emory (EE UU) que se administra en comprimidos orales y que competiría con el intravenoso remdesivir.

Carolina García Vidal está convencida de que el remdesivir sí reduce la mortalidad si se suministra muy pronto, en esa primera fase en la que el virus se multiplica. La médica presentará sus resultados el 17 de septiembre en el I Congreso Nacional de Covid-19, un evento en internet en el que participa medio centenar de sociedades científicas españolas. “Creo que a un año vista nos va a costar encontrar un antiviral más efectivo que el remdesivir”, opina García Vidal.

La búsqueda desesperada de un tratamiento contra la covid prácticamente acaba de comenzar, pero ya está llena de fracasos. La OMS lanzó en marzo un ensayo internacional, bautizado Solidaridad, para comparar estrategias contra la covid. El 4 de julio, la organización advirtió de que dos de los tratamientos más utilizados en el mundo —la hidroxicloroquina y el cóctel lopinavir/ritonavir— no solo no funcionaban en los enfermos hospitalizados, sino que incluso podían provocar efectos adversos.

 El único fármaco que hasta la fecha ha demostrado que salva vidas es la dexametasona, un corticoide sintetizado en 1957 que alivia la inflamación y disminuye la respuesta del sistema inmune. El medicamento apenas cuesta unos céntimos diarios y reduce un tercio el riesgo de muerte de los pacientes más graves, según los datos de Recovery, un ensayo clínico en 175 hospitales de Reino Unido. Estos resultados, publicados el 16 de junio, llegaron demasiado tarde para muchos enfermos. Jesús Sierra calcula que en España “un 35% de los pacientes hospitalizados deberían haber recibido corticoides y no los recibieron”, según su registro.

El farmacéutico español echa de menos más ensayos clínicos bien organizados, como el propio Recovery, un proyecto promovido por la Universidad de Oxford en el que se comparan los resultados de unos 11.500 pacientes. En España se han puesto en marcha unos 120 ensayos de potenciales tratamientos contra la covid, según los datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). “Es un número altísimo, no deseable, ilógico. En España se han hecho iniciativas muy locales, cuando lo lógico habría sido hacer ensayos clínicos centralizados, a los que se unieran los hospitales. Somos como islas, todo el mundo está aislado”, explica Sierra. “Hay que hacer autocrítica y plantearse si haría falta alguna estructura pública centralizada de investigación, que permitiera hacer ensayos propios de manera ágil”, reflexiona.

Es altamente deseable que nos agrupemos, no solamente en estudios nacionales, sino mundiales”, coincide el médico César Hernández, jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la AEMPS. Hernández recuerda que su agencia apoyó la puesta en marcha del ensayo Solidaridad de la OMS, en el que participan unos 40 hospitales españoles. “Hay que hacer más cooperación y menos competición. Y los que tienen que liderar este cambio cultural son los propios investigadores. Hay veces que, incluso dentro de una misma institución, cuesta trabajo que se pongan de acuerdo dos departamentos distintos. Esas barreras hay que vencerlas”, incita el médico.

Hernández recalca las evidencias científicas de los actuales tratamientos: el remdesivir acorta cuatro días la recuperación y la dexametasona evita un tercio de las muertes de los pacientes hospitalizados más graves. Eso es todo lo que hay demostrado por el momento. “Yo estoy bastante expectante por ver qué resultados dan los anticuerpos monoclonales frente al coronavirus, porque podrían ser un tratamiento altamente efectivo”, señala el médico.

Los anticuerpos monoclonales son una de las grandes esperanzas contra la covid. Las personas que han superado la enfermedad tienen en su plasma sanguíneo unas proteínas específicas, llamadas anticuerpos, que han ayudado a neutralizar el coronavirus. La estrategia más simple sería realizar directamente transfusiones de plasma de supervivientes a los enfermos, pero no se sabe si esto funciona. En EE UU se ha hecho con decenas de miles de pacientes, pero sin comparar los resultados con otro grupo de control que no recibiera la transfusión. En España, un primer estudio con 83 pacientes sí sugiere que el plasma mejora el pronóstico de los enfermos menos graves, pero los resultados no son concluyentes.

 La idea de los anticuerpos monoclonales va más allá. Consiste en aislar los anticuerpos específicos del plasma sanguíneo para producir grandes cantidades de clones sintéticos en el laboratorio. La estrategia está teniendo mucho éxito contra algunos tipos de cáncer, como muestra el trastuzumab, uno de los fármacos más eficaces contra los tumores de mama agresivos. Contra virus, sin embargo, la técnica está en pañales, salvo una inyección de anticuerpos monoclonales, llamada palivizumab, para prevenir las neumonías de bebés provocadas por el virus respiratorio sincitial.

La empresa biotecnológica estadounidense Regeneron ha recibido 450 millones de dólares de las autoridades federales para impulsar su cóctel de anticuerpos monoclonales REGN-COV2, ya en pruebas con miles de personas para ver si es capaz de tratar o incluso prevenir la covid. Hay decenas de compañías privadas y laboratorios académicos de todo el mundo compitiendo para desarrollar cuanto antes anticuerpos monoclonales, unos fármacos que en cualquier caso serían caros y difíciles de producir. “Sea cual sea el punto de inflexión en el tratamiento de la covid [...], tendremos que esforzarnos por lograr un acceso equitativo. Sabemos que no todas las respuestas se encuentran en los despachos de la industria farmacéutica”, ha advertido Julien Potet, de Médicos Sin Fronteras. 

Fuente: elpais.com

martes, 8 de septiembre de 2020

Argentina superó los 10.000 muertos por Covid-19: ¿qué dicen las previsiones hasta fin de año?

 


Argentina superó los 10 mil muertos por Covid-19. El parte vespertino confirmó lo que ya se anticipaba con los datos del parte matutino.

Es difícil prever cuántas muertes directas dejará la pandemia hacia fin de año. Alberto Kornblihtt, un reconocido científico del Conicet especialista en Biología Molecular, pronosticó que para Navidad el país tendrá 364 mil muertes.

El cálculo lo realizó tomando como referencia el tiempo de duplicación de fallecidos que está teniendo la pandemia en Argentina. Pero la estimación fue criticada por varios expertos por ser alarmista.

Tener 364 mil muertos en diciembre implicaría que tengamos 18 millones de contagiados, eso está cerca de la inmunidad de rebaño. Cuando te acercas a ese límite la curva no es más exponencial”, explicó en su cuenta de Twitter Daniel Penazzi, matemático de Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba.

Por su parte, Rodrigo Quiroga, experto en bioinformática de Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, estimó que con una letalidad del 0,33 por ciento (ajustada por la edad) y si se infectara el 30 por ciento de la población (un número altísimo, teniendo en cuenta que estaríamos en menos del 3 por ciento), el número teórico de fallecidos en Argentina sería de 44 mil.

El Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, EE.UU. (IHME, por su sigla en inglés) proyecta 33 mil muertes para Argentina al 31 de diciembre.

El colapso del sistema sanitario puede elevar mucho la cantidad de muertes. Un estudio estimó que hasta mediados de junio casi la mitad de las más de 51 mil muertes por Covid-19 ocurridas en España fueron provocadas por la saturación de los hospitales que no pudieron darle atención adecuada a esos pacientes infectados.

Sexta causa de muerte

Con más de 10 mil muertes, el virus pandémico se habría convertido en la sexta causa de muerte de nuestro país si lo comparamos con las causas de fallecimiento de 2018.

Ya superó a afecciones tan conocidas como la diabetes, los cánceres de pulmón, colon, páncreas y mama, la hipertensión y los accidentes de tránsito.

Los datos corresponden a las Estadísticas Vitales de 2018 del Ministerio de Salud de la Nación, el último dato oficial disponible.

Las cinco causas que provocaron más muerte aquel año fueron:

* Neumonía e influenza (31.916 fallecidos)

* Insuficiencia cardíaca (22.973)

* Enfermedades isquémicas del corazón (22.070)

* Enfermedades del sistema urinario (13.305)

* Septicemias (10.354).

Con la gripe y otros virus respiratorios retraídos por la pandemia y las diferentes fases de la cuarentena, el Sars-Cov-2 seguramente será el agente infeccioso más mortífero de 2020. La neumonía y las septicemias también son de caracter infeccioso pero las provocan diferentes patógenos, no uno solo con el Covid-19.

En 2018, los patógenos más mortales fueron el VIH, la tuberculosis, las infecciones intestinales como la diarrea y el Chagas, además de las septicemias (una falla multiorgánica desencadenada por diversos agentes), y las neumonías, también con causantes diversos. Fuente: www.lavoz.com.ar



Covid-19: el gráfico que muestra el riesgo de contagio de coronavirus según la actividad que hagas

 La Asociación Médica de Texas reunió a 14 expertos en salud pública, epidemiología y enfermedades infecciosas para elaborar una clasificación respecto del riesgo que supone realizar distintas acciones cotidianas, en esta "nueva realidad" marcada por la pandemia de Coronavirus.

¿Cuán arriesgado es ir a comprar o comer en un restaurante? ¿Y tomarse un trago en un bar? ¿O ir al cine?

En medio de la actual pandemia de covid-19, seguramente muchos se preguntan cuáles son los riesgos de infección haciendo este tipo de actividades.

Preguntas así quería responder la Asociación Médica de Texas (TMA, por sus siglas en inglés), que juntó un panel de 14 expertos en salud pública, epidemiología y enfermedades infecciosas para diseñar una clasificación según el riesgo que supone hacer distintas acciones cotidianas.

¿Qué son las polémicas mascarillas "egoístas" y por qué no se recomienda su uso contra el coronavirus?

El estudio que concluye que esteroides baratos y accesibles reducen la mortalidad en casos críticos de covid-19

Ir al gimnasio, comer en un buffet o asistir a un concierto multitudinario están entre las más arriesgadas, según la TMA.

"Es un gráfico hecho para Texas (EE.UU.), pero sirve para otros países. Hay que considerar las diferencias de cada lugar, pero también hay muchas semejanzas", afirma el médico John Carlo, experto en salud pública y uno de los miembros de TMA que participó en la creación del gráfico.


 ¿Cómo se hizo el ranking?

La clasificación del 1 (menos arriesgada) al 10 (más arriesgada) sigue los siguientes criterios: si las actividades son realizadas en el interior o en el exterior; la proximidad con otras personas; el tiempo de exposición al virus; la posibilidad de seguir las prácticas de prevención (como el uso de mascarillas) y el riesgo de que una persona se contamine realizando la acción.

Por eso dos actividades muy distintas pueden ocupar la misma categoría.

"El centro comercial, a pesar que suele ser un espacio cerrado, puede ser amplio, estar ventilado y puede permitir mantener la distancia social. En cambio, la playa, aunque es un espacio abierto, puede estar abarrotada", dice John Carlo.

Para todas las actividades de la lista, los médicos consideraron que los participantes usaban mascarillas, mantenían una distancia de al menos dos metros entre personas (que no fueran sus familiares) y se lavaban las manos siempre que fuera posible.

"Este es el punto de vista de un grupo de médicos que tenían que responder como estas actividades se comparan en términos de riesgo. Pero solamente la propia persona puede saber las condiciones en que va a practicar la actividad y determinar el riesgo total", añade Carlo.

El experto también recalca que el mismo tipo de negocio puede variar mucho, como en el caso de las peluquerías y/o barberías.

"En Estado Unidos tenemos salones en que hay una persona atendiendo a un solo un cliente. Todo está muy limpio y las dos personas pueden usar mascarillas. Hay otras que no y el riesgo es distinto. Se trata de usar el sentido común para analizar el escenario de cada actividad. Nuestro gráfico es una buena guía, pero la gente tiene que analizar sus propios casos.", concluye Carlo.

Fuente: www.bbc.com

lunes, 7 de septiembre de 2020

Las ventajas de la vacuna argentina a la que el Gobierno le da la espalda

 El científico cordobés Hugo Luján se refirió a las características de su prometedor desarrollo, que supone menos riesgos que otras candidatas extranjeras contra el Sars-CoV-2. A pesar de eso, no cuenta con los fondos para avanzar con la investigación. Vaticinó que tendremos que aprender a convivir con el virus.


Me deprime muchísimo ver que tenemos más de 8.000 muertos en la Argentina por algo que podía haber sido prevenido mucho más eficientemente”, confesó en una entrevista con La Prensa el bioquímico, doctor en Ciencias Químicas e investigador superior del Conicet, Hugo Luján, quien teme “que nos obliguen a vacunarnos con una vacuna no segura para darnos un certificado de circulación”.

Luján, que es además profesor titular de la carrera de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba y director del Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas del Conicet, cuenta con una larga trayectoria de trabajos científicos publicados en las revistas especializadas más prestigiosas del mundo y ha recibido diversos premios por su labor -tanto internacionales como locales-: ganó los premios Innovar en 2010 por el desarrollo de una vacuna para el parásito giardia y, en 2019, por la elaboración de una plataforma para producir vacunas orales, que ahora se propone probar para la inmunización contra el Sars-CoV-2.

Sin embargo, sus vastos antecedentes y los alentadores resultados obtenidos hasta el momento con la plataforma que desarrolló, no fueron suficientes para recibir uno de los subsidios que el Estado otorgó a proyectos vinculados con Covid-19. “Cuando vino la pandemia, el Ministerio de Ciencia y Técnica llama a la presentación de proyectos Covid para el otorgamiento de subsidios. Vimos que se presentaron 900 pese a que no hay 900 grupos de investigación, entonces decidimos presentarnos. Pero, por primera vez en años, no se utilizó el sistema de evaluación por pares -como se acostumbra a hacer en todo el mundo-, sino que se creó una comisión para seleccionar ad hoc los proyectos. Y nosotros no salimos beneficiados”, se lamentó Luján.

No obstante, el investigador y su equipo continuaron trabajando en el desarrollo, hasta ahora con resultados muy promisorios, “porque estamos haciendo cosas que no hacen otros grupos, ni siquiera las vacunas que hoy están siendo testeadas en fase III”, remarcó.

En concreto, Luján trabaja desde hace 10 años en lo que denominaron “una plataforma, muy versátil, para la producción de vacunas orales”. La iniciativa surgió luego de advertir las propiedades de gran resistencia que tenía la capa de proteínas que recubren al parásito intestinal giardia, endémico en Latinoamérica, y para el cual logró crear una vacuna en 2008.

Estos parásitos están recubiertos con una capa de proteínas muy específicas que le confieren resistencia a ser degradados por la digestión. En 2010, publicamos en Nature Medicine un trabajo en el que demostramos que utilizando estas proteínas del parásito podíamos hacer una vacuna y la podíamos dar por vía oral”, detalló.

 Más tarde, luego de una presentación en un congreso científico en París, un investigador francés -que estaba trabajando en vacunas para la hepatitis C, mediante la utilización de partículas similares a virus, que son virus no infectivos- le propuso trabajar en conjunto.

Fue así que probaron de unir los dos aspectos: las capacidades vacunales de las partículas desarrolladas por el científico francés y las capacidades protectivas y altamente inmunogénicas de las proteínas de giardia. "Estuvimos trabajando durante mucho tiempo y recubrimos esas partículas virales hechas en el laboratorio con partes de diferentes virus que no infectan a humanos".

Lo que hacemos es expresar en el laboratorio esas moléculas -una proteína que se llama Gag- del virus de la leucemia murina, por ejemplo, en una célula de mamífero cualquiera. Al mismo tiempo que le expresamos las proteínas del giardia para que la protejan y al mismo tiempo que le podemos poner cualquier otra molécula de cualquier otro agente infeccioso”, precisó el científico.

Esta plataforma fue probada ya por Luján con antígenos del virus de la influenza (gripe). “Hicimos estudios en animales de laboratorio y llegamos a demostrar, inclusive, que si dábamos por vía oral estas vacunas a los animales, podíamos proteger para la infección del virus vivo de la influenza”, relató. Los resultados de ese trabajo fueron publicados en enero de 2019 en la revista Nature Communications.

Respecto de los beneficios que presenta este tipo de inmunización en comparación con otras técnicas, Luján explicó que “la mayoría de las vacunas inyectables solamente participan en generar anticuerpos que circulan por la sangre o linfocitos T citotóxicos, células citotóxicas o linfocitos de memoria. En cambio, las vacunas orales tienen la particularidad de generar además inmunoglobulinas en nuestras mucosas. Se llaman inmunoglobulinas A secretoras e impiden que el virus entre”.

El mecanismo supone una mayor eficiencia de esta vacuna oral porque, en el caso de las inyectables, el virus entra al organismo y “en la mayoría de los casos se puede controlar, que es lo que sucede hoy con la típica vacuna de la gripe”, argumenta el catedrático. Es decir, la vacuna antigripal no impide que uno se engripe sino que busca que la enfermedad no adquiera severidad.

EFECTOS SECUNDARIOS

Otra de las grandes diferencias del desarrollo de Luján tiene que ver con los efectos secundarios. “Uno de los beneficios es que en aquello que uno da por vía intestinal, por vía oral, lo que no sirve, se digiere. Así de simple: no causará nada. También probamos que estas moléculas no causan ninguna enfermedad”, aseguró el investigador para luego añadir: “Los efectos secundarios fueron nulos en los ensayos en animales”.

Por otro lado, la alta resistencia de la proteína utilizada del giardia para proteger estas vacunas permite que no requieran cadena de frío para su conservación. “Pueden ser distribuidas y mantenidas a temperatura ambiente y esto sirve para la vacunación en campañas masivas, que de otra forma no se puede hacer. Las otras vacunas requieren ser mantenidas a -20 o -5 grados centígrados”, contrastó.

Asimismo, la vacuna oral desarrollada por Luján y equipo puede administrársela cada persona a sí misma, no se requiere aguja, ni jeringa, ni un personal especializado. “Tiene también una ventaja para el medioambiente porque no hay que incinerar ni las jeringas ni las agujas una vez que se utilizó”.

Consultado sobre otras diferencias en términos de los potenciales efectos secundarios de las vacunas candidatas para coronavirus, el científico recordó que “las vacunas ARN, que son las que está utilizando la empresa Moderna en Estados Unidos junto con el NIH, nunca fueron utilizadas para vacunas en humanos. Nunca fueron aprobadas previamente y no se sabe si funcionan o no”.

Ahí lo que se inyecta es el código genético de las proteínas del virus que queremos que se genere en nuestro cuerpo para generar una respuesta inmune. En el caso de las vacunas vectorizadas, se agrega el ADN -no el ARN del virus- que es un vector que tiene la capacidad de infectarte. Los adenovirus -utilizados como vector- son virus que generalmente nos causan resfríos pero que han sido modificados para expresar estas proteínas S del SARS-CoV-2”, detalló.

Por otro lado, están las vacunas a virus atenuados, “en las cuales se usa el Sars-CoV-2, tratando de manipularlo de alguna forma para que no sean tan graves y, de ese modo, genere respuesta inmune. Pero, así como pasó como el virus de la polio, eso puede revertir al virus patogénico. Es decir, la misma biología del virus puede corregir los errores introducidos por el hombre y producir enfermedad. Por eso las vacunas atenuadas ya se están descartando”.

La otra clase de vacunas es la de virus muertos o inactivados (por calor, por formol o por agentes químicos), que es la tecnología utilizada en la candidata china. “Esos procesos le pueden causar modificaciones a la estructura del virus y no obtener la respuesta esperada. Pero, de cualquier manera, son las más promisorias hoy por hoy; es la que podría ser la primera generación de vacunas que esté disponible”, sostuvo Luján, para luego agregar: “Es la tecnología más probada en la historia de vacunas y sería la menos riesgosa”.

Consultado sobre cómo se resuelven las diferencias regionales que adopta el Sars-CoV-2 a la hora de elaborar una vacuna para que sea efectiva en distintos lugares del mundo, Luján expresó: “Nosotros estamos usando todas las variantes del virus en una misma formulación vacunal, que no es lo que están haciendo las otras empresas, que están usando la secuencia original china, que apareció en enero”.

El investigador del Conicet comentó que durante el desarrollo de su plataforma para la elaboración de una vacuna oral también se introdujeron modificaciones en la secuencia del virus para quede fija en la forma prefusión y, de ese modo, sea más específica para generar anticuerpos neutralizantes. De esta manera, se evita el riesgo de que ocurra un proceso llamado “ADE”, del inglés antibody dependent enhancement, que causa una inflamación exagerada del organismo y es peor que la enfermedad.

 Es muy importante tener en cuenta un montón de factores que nosotros sí estamos teniendo en cuenta y por eso vamos, tal vez, más lento. Pero más seguros en el sentido de que está pensado de manera de no generar daño”, insistió.

Un aspecto en el que también hizo hincapié Luján fue el hecho de que él y su equipo están probando sus vacunas en animales diabéticos y en animales viejos. “Nadie lo ha hecho antes. Se utilizan animales sanos o humanos sanos para las pruebas pero ¿qué va a pasar cuando nosotros vayamos a tratar de vacunar a las personas que están más en riesgo, que son los ancianos o personas con patologías previas como la diabetes? Si no las testeamos en ellos, nunca podemos realmente estar seguros”, enfatizó.

PRUEBAS EN EL PAIS

En cuanto al hecho de que tres candidatos vacunales se prueben en nuestro país, Luján aclaró: “No es que hayan elegido la Argentina porque es buena, se está probando aquí porque es el lugar del mundo donde más circulación del virus hay en este momento”. 

Desde el inicio de esta pandemia se dice que no vamos a poder tener una vida normal hasta que no tengamos una vacuna. ¿Es realmente así? “Para HIV no tenemos una vacuna y hoy tenemos una vida relativamente normal en ese sentido, con ciertas precauciones. Pero nadie, ni yo, puede garantizar que su vacuna funcione. El que dice que su vacuna va a funcionar hoy, te miente. No hay ninguna vacuna para ningún coronavirus a ARN, no hay ninguna vacuna con adenovirus que esté en el mercado. Hay 29 vacunas que funcionan y que salvan millones de vidas en el mundo por año, pero esas vacunas fueron probadas, fueron testeadas y fueron analizadas seriamente.  No sé si vamos a tener una vida normal, la vamos a tener distinta, como la tenemos con el HIV”, consideró Luján, quien sostuvo que el problema es que acá no se han hecho las cosas de manera lógica, con sentido común y con un criterio amplio.

Desde el principio dije que se debía hacer una cuarentena estricta, corta, de 20 días y punto. No necesitábamos más que eso. Si se hubiera hecho bien, eso no iba a resentir la economía, no iba a resentir nada. Después, había que hacer un seguimiento con testeos y rastreo”, resumió.

El científico vaticinó que con el coronavirus sucederá algo similar a lo ocurrido con la epidemia de gripe española, en 1918: “Esto va a durar dos años, dos años y medio, hasta que se vaya por alguna razón. Tenemos que prepararnos intelectualmente para eso.  Vamos a tener que aprender a convivir con el virus. Las personas que tengan algún riesgo o de mayor edad, tendrán que estar aisladas, el resto nos tendremos que acostumbrar a que este año, escolarmente, está perdido”.

Por último, evaluó que es necesario el apoyo de la sociedad, “que es lo que hoy le falta al gobierno por sus idas y vueltas, por su enamoramiento con la situación”. “Hoy nos encontramos que estamos todos sueltos, en el peor momento de la pandemia. El respeto no se exige, se gana. No hay nadie que tenga una voz científica, basada en hechos reales y en la información más segura y actualizada, para poder convencer a la sociedad que tiene que actuar de determinada manera. Si tenemos un gobierno que encabeza, que dirige y que informe de manera constante y con personas creíbles, esto cambia. Hoy no hay aceptación de la sociedad porque nadie le cree nada a nadie”, finalizó.

Fuente: www.laprensa.com.ar/