miércoles, 22 de marzo de 2017

Agua: un derecho humano al que no todos acceden

Escasea o está mal distribuida, es causa de reclamos judiciales y donde hay suele tener problemas de calidad; una carencia que es sinónimo de la pobreza rural y urbana


El 16% de los argentinos no tiene acceso a agua potable. Son 6,4 millones de personas. Eso si se tienen en cuenta las estadísticas oficiales. Si, en cambio, se miran los datos de organizaciones no gubernamentales que trabajan en el tema, la falta de agua puede llegar al 21% de los habitantes. Entre los dos últimos censos, los hogares afectados por este faltante pasaron de 1.545.668 en 2001 a 1.956.089 en 2010. Y aunque las cataratas del Iguazú estén colmadas, es Misiones la provincia en la que mayor cantidad de personas carecen de agua corriente, faltante que afecta al 28% de los hogares. Le siguen la provincia de Buenos Aires (25%) y Santiago del Estero (25%).

La falta de agua está asociada a la pobreza, sea urbana o rural. En las villas de emergencia, la cantidad de familias sin agua llega al 55,8 por ciento. Sin embargo, es peor en el ámbito rural. En Santiago del Estero, cuatro de cada diez hogares (41%) carecen de conexión de agua corriente y deben buscarla fuera del hogar. Lo mismo pasa en el 35% de los hogares de Formosa y de Chaco. Según la Fundación Plurales, hay casos en los que se debe caminar entre cuatro y seis horas para conseguir el recurso.

El agua falta porque faltan obras. O porque, por culpa del cambio climático, dejó de llover (y entonces surge una nueva demanda de obras). En Socavones, localidad de la provincia de Córdoba, hace siete años que no llueve. El lugar tiene una extensión de 40km cuadrados y una población de 100 habitantes. La sequía mató a casi todos los animales, ni hablar de las huertas, fuente principal de alimentación de los habitantes.

En otros lugares, donde el servicio (a cargo de la empresa estatizada Aysa) está subsidiado, el agua se derrocha. En la Capital Federal, el consumo diario por persona asciende a más de 560 litros, mientras en el promedio del país es de 180 litros y la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 50 litros mínimos para el consumo humano.

Para juntar 50 litros, en el paraje patagónico Fita Huao, a 150 km de Bariloche, hay que desplazarse varios kilómetros y esperar por lo menos una hora. Allí viven siete familias que utilizan agua de pozo. Pero una extensa sequía y las cenizas volcánicas de 2011 dejaron a los habitantes sin agua. "La fuente más cercana queda a 5 km y hay que ir al menos dos veces por día, porque sólo se pueden llevar 25 litros en un viaje a caballo", cuenta a LA NACION Rubén Curricoy, cuya familia vive en la zona. Estos 50 litros diarios se distribuyen entre todos los miembros de la familia, los animales y las huertas, que hay que regar tres o cuatro veces por día.

Según el Indec, las tres jurisdicciones provinciales donde más aumentó el número de hogares sin acceso a agua corriente son la Capital Federal (462% más casos en diez años), Tierra del Fuego (283%) y Santa Cruz (144%). En el mundo, las cifras tampoco son alentadoras: 748.000.000 de personas aún viven sin acceso a agua potable, aunque son 2.300.000 menos en comparación con 1990, según detalla el último reporte de la OMS sobre agua y saneamiento realizado en 86 países de bajos y medianos ingresos.

Y aunque los países más pobres invierten más dinero proporcionalmente en políticas de agua y saneamiento que los países ricos, el 66% dice que el financiamiento no es suficiente para lograr las metas del acceso al agua potable. Uno de cada cuatro de esos países no reconoce el acceso al agua potable como derecho humano.

En la Argentina, la falta de agua mantiene abiertas al menos dos "guerras" interprovinciales: la de Mendoza y La Pampa por el río Atuel, y la de Santa Fe y Santiago del Estero, por el Salado. Se pelean por el agua, cuando hay.

Marisa Arienza, de Green Cross, organización mundial con sede en la Argentina, encabeza una suerte de cruzada personal contra lo que para ella es un mito. "Es falso que haya poca agua", afirma. "Hay varios mitos. El primero es que hay poca agua, cuando en realidad el agua está mal distribuida y es parte de la situación mundial -explica Arienza a LA NACION-. El segundo mito es que tenemos el acuífero más grande del mundo [Guaraní], y con eso se genera mucho desconocimiento."

El desconocimiento y la confusión sobre los datos científicos y estadísticos sobre la cantidad, la distribución y la calidad del agua en el país se refleja en la legislación de tres niveles -nacional, provincial y municipal-, a punto tal que el artículo que reconocía el acceso al agua como "derecho fundamental" fue eliminado del nuevo Código Civil y Comercial. Estaba y se sacó.

En la Argentina, las "guerras" del agua a veces se ganan y otras se pierden. Los habitantes del asentamiento Los Sauces, en Cipolletti, Río Negro, donde sólo hay una canilla, no lograron que la justicia provincial aceptara un amparo para que la empresa Aguas Rionegrinas SA instrumentara un plan de conexión a la red de agua potable. El tribunal argumentó que los vecinos no contaban con el "derecho legítimo" sobre la tierra.

La marginalización de las villas, cuyo número creció 156% sólo en la ciudad de Buenos Aires (de 107.422 hogares en 2001 a 275.000 en 2013, según cifras oficiales), explica por qué la Capital encabeza la lista de las jurisdicciones donde más aumentó el número de hogares sin acceso a agua corriente. Entre 2001 y 2010, pasó de 827 a 4651, lo que equivale a un incremento de 462 por ciento.

Diego Muñiz, vocero de Aysa (una empresa bajo control indirecto del sindicato del saneamiento), explicó a LA NACION que las villas están dentro de la cobertura, pero "sin acceso regularizado". De acuerdo con los últimos números de esa empresa, sus servicios llegan a 10.625.043 habitantes en el área metropolitana, de los cuales "2,5 millones se incorporaron a partir de 2006", afirmó.

De acuerdo con un relevamiento de la ONG Techo en siete jurisdicciones (Buenos Aires, Córdoba, Salta, Misiones, Neuquén, Río Negro, Gran Rosario y Capital Federal) en 2013, existen 1862 asentamientos informales con 532.800 familias. "Más de la mitad (57%) de los asentamientos está en la provincia de Buenos Aires", advierte el informe. Tampoco sorprenden los altos niveles de contaminación del agua en estas zonas: en el 90% de los asentamientos informales no hay acceso al agua potable.

Según la ONU, actualmente más del 50% de la población mundial vive en ciudades, pero en 2030 esa cantidad subirá a 60% y en 2050 alcanzará el 70%, lo cual traerá más necesidades y dificultades en la eficiencia del abastecimiento de agua segura. "Los núcleos poblacionales más expuestos a la falta de agua de red y saneamiento son los que habitan en la periferia de las grandes capitales, siendo el conurbano bonaerense el más importante", puede leerse en Agua, panorama general en Argentina, publicado por Green Cross en 2012.

El problema del agua no es sólo su disponibilidad, sino también su calidad. La semana pasada, la Corte Suprema reconoció que ese recurso es "un bien público fundamental para la vida y la salud", en la causa contra la empresa Aguas Bonaerenses SA (ABSA), y le ordenó distribuir agua potable a vecinos de la localidad bonaerense de 9 de Julio que habían denunciado altos niveles de arsénico en el fluido. Los habitantes habían presentado a la Justicia un recurso de amparo en 2010.

No es la única localidad afectada: los servicios de ABSA llegan a 91 localidades de la provincia Buenos Aires, donde viven sus 3.700.000 usuarios. El caso evidencia otro fenómeno en torno del agua: la falta de monitoreo sobre la calidad. Según la definición de la OMS, "el arsénico es un elemento natural de la corteza terrestre ampliamente distribuido en todo el medio ambiente; está presente en el aire, el agua y la tierra. En su forma inorgánica es muy tóxico". Ése es el problema del agua subterránea en muchos lugares de la Argentina, donde lo que también escasea es la información.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre la falta de monitoreo de la calidad de agua potable en acuerdo con las normas nacionales en las zonas vulnerables de las ciudades y en las zonas rurales de la Argentina. Sin embargo, las declaraciones del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido , durante el IV Encuentro de la Asociación Latinoamericana de Operadores de Agua y Saneamiento (Aloas), que se realizó a fines de noviembre, describen la realidad: "La inversión nacional anual para obras hídricas y de saneamiento se incrementó un 2100%, acumulando obras por más de US$ 4500 millones", dijo De Vido, quien destacó: "El gobierno nacional transformó desde 2003 en política de Estado los servicios de agua y saneamiento asumiendo decididamente el rol de planificador, llevando a cabo obras de infraestructura que transformaron el sector con un impacto directo en la mejora de la calidad de vida".

Entre otras cifras, el ministro enumeró la construcción de 17.000 kilómetros de cañería de agua y 22.000 kilómetros de cloacas que incluyeron a nueve millones de habitantes. Semejante obra parece no haber alcanzado a los habitantes de Socavones, Fita Huao o los asentamientos relevados por Techo. Según cifras de Green Cross, la construcción de un pozo de agua potable en La Matanza podría costar 25.000 pesos; en la Patagonia, unos 20.000, y en Chaco, 13.000.

Desde 2010, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), Nutrired y Techo conformaron una comisión interdisciplinaria que aborda el tema del agua y sus consecuencias para salud. En junio pasado presentaron el programa Mapa de arsénico-Problemática del agua de consumo en Argentina, con el objetivo de informar acerca de la problemática y buscar soluciones concretas, como pueden ser las donaciones de filtros para el uso doméstico a corto plazo y el desarrollo de un filtro doméstico de abatimiento de arsénico en los laboratorios del Centro de Ingeniería en Medio Ambiente del ITBA. A su vez, el mapa del arsénico del país -que se encuentra en la página de nutrired - ha sido desarrollado con datos de muestras de agua de consumo traídas de diferentes organizaciones del país y de particulares. La comisión se junta una vez por mes y el programa busca cooperación en todo el país.

Es que son cada vez más las ONG que intentan suplir la ausencia del Estado. Miriam Vilcay es dirigente del Colectivo de Mujeres del Gran Chaco y vive en Socavones y fue una de las personas que salieron en busca de una solución para su comunidad tras una larga sequía. "Aprendimos por la fuerza el valor del agua y comenzamos con las pequeñas acciones", contó Vilcay en la jornada Políticas Públicas y Derechos Humanos: Agua para el Desarrollo, organizada por el programa Sedcero de la Fundación Plurales.

Sedcero lleva adelante proyectos sustentables en el Gran Chaco Americano y busca soluciones mediante la construcción de cisternas y la capacitación de las comunidades rurales. Según el censo oficial de 2010, hay cinco millones de personas en el Gran Chaco que no tienen agua potable, y un millón de ellas se encuentra en la Argentina. Paradójicamente, la región conocida como Gran Chaco se superpone parcialmente con la zona en la que se encuentra el acuífero Guaraní, del que se dice es la mayor reserva subterránea de agua dulce del mundo.

La falta de acceso a agua potable también limita otros derechos, como a la salud, la educación y el trabajo. Fernanda Malnis, directora de la fundación Escolares, lamentó que la falta de agua "esté naturalizada y no se perciba como algo importante".

Según un relevamiento de esa entidad, en 1200 escuelas de cinco provincias, apenas el 16% tiene agua potable suficiente todo el año. Asimismo, la mayoría de estas escuelas podrían adaptar sus techos para recolectar agua de lluvia. "No son obras faraónicas", comentó Malnis, en referencia a los costos de esos proyectos.

La lista de iniciativas no gubernamentales es extensa: la fundación Conin, que entrega agua y ayuda a construir pozos en la provincias del Norte; Agua y Juventud, que creó junto a Unicef Argentina la Escuela de Héroes, una campaña de sensibilización con videos y acciones concretas para cuidar el agua, y la Asociación Amigos de la Patagonia, con su programa Agua y Educación, que desde 2004 capacitó a más de 1600 docentes de escuelas públicas y privadas en Tunuyán, Mendoza y Buenos Aires, son sólo tres ejemplos entre decenas de programas que buscan soluciones para el acceso y el uso racional del agua.

Los habitantes de las comunidades rurales están acostumbrados a vivir en condiciones de escasez de agua, afirma Curricoy, que señala que a la dificultad para acceder al agua potable hoy se suma otra amenaza. "El problema es la contaminación industrial de parte de las petroleras y minerías, que antes no realizaban sus actividades en la zona", agrega. Algunos contaminantes potenciales de las industrias son los acrilatos, nitratos, pesticidas, aluminio, fenoles y dioxinas, entre muchos otros. Fuente: www.lanacion.com.ar

viernes, 17 de marzo de 2017

La ONU advierte: los pesticidas matan a 200 mil personas cada año

Según el estudio, estos productos químicos también provocarían un tremendo daño en el medioambiente.



Los pesticidas serían responsables de la muerte de unas 200 mil personas, de acuerdo a un estudio encargado por la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU). El documento fue presentado en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra y también advierte sobre el catastrófico impacto de estos productos químicos en el medioambiente.

"El uso excesivo de plaguicidas es muy peligroso para la salud humana y el medioambiente; además es engañoso afirmar que estos productos químicos son vitales para garantizar la seguridad alimentaria", afirma el estudio que estuvo a cargo de Hilal Elver, relatora especial sobre el Derecho a la Alimentación.

Según la investigación, casi el 99 por ciento de estas muertes ocurre en países en vías de desarrollo, donde las regulaciones de salud y ambientales aún no son tan severas. Por esto mismo, se hace necesario "un proceso global para la transición hacia una producción agrícola y alimentaria más segura y saludable".

Además de las muertes, la exposición a este tipo de químicos estaría asociada al desarrollo de cáncer y enfermedades como el alzheimer, parkinson, entre otras. También provocarían trastornos hormonales y esterilidad.

La investigación también se detiene en el daño que los pesticidas causan en la salud del planeta y en las distintas economías a nivel global. "El uso excesivo de plaguicidas contaminan las fuentes de agua y el suelo, causando pérdida de biodiversidad, destruyendo a los enemigos naturales de las plagas y reduciendo el valor nutricional de los alimentos. El impacto de este uso excesivo también impone costos asombrosos en las economías nacionales de todo el mundo", concluye el informe.

jueves, 16 de marzo de 2017

El glifosato llevará una etiqueta obligatoria de “cancerígeno” en california

El herbicida de Monsanto que la agricultura argentina utiliza en una cantidad de 240.000 toneladas anuales tendrá que llevar en california una etiqueta que advierta sobre su efecto cancerígeno. Mientras tanto, en nuestros 'pueblos fumigados' se multiplican los casos de cáncer.


Por Matilde Moyano
El herbicida estrella de Monsanto es omnipresente. El Roundup o Glifosato está en todos lados. En la cuenca del río Paraná, en algodón, gasas y tampones, en vinos de California, en cervezas alemanas, en alimentos del desayuno en Estados Unidos, en miel uruguaya. En la sangre y en los cuerpos de los argentinos que viven en los llamados ‘pueblos fumigados‘, porque nuestro país utiliza 240.000 toneladas anuales de este producto.

En un contexto en el que organizaciones civiles europeas se unieron para exigir la prohibición de este herbicida, y mientras la publicación científica International Journal of Clinical Medicine le dio lugar a un relevamiento socio ambiental realizado en Argentina, en Monte Maíz, una localidad de Córdoba que es ejemplo de la fuerte asociación entre cáncer y exposición ambiental por contaminación con glifosato, la justicia de California le puso un límite a Monsanto para que este producto lleve una etiqueta con la advertencia de “cancerígeno”.

La decisión fue tomada el pasado 10 de marzo en manos de la jueza Kristi Culver Kapetan, quien encontró que Monsanto no tenía ninguna razón suficiente para sostener su demanda contra la Oficina de Evaluación de Riesgos Ambientales de la Salud de California, que en enero dispuso la incorporación del glifosato en su lista pública de químicos cancerígenos. El Estado de California fundamentó su decisión en una categorización que hizo la ONU en 2015 con respecto a este paquete tecnológico.

El abogado de Monsanto argumentó que el etiquetado tendría inmediatas consecuencias financieras sobre la compañía. Los abogados del Estado de California argumentaron que los estándares de clasificación de la ONU son los más elevados, y que tienen además el apoyo de estudios de varios estados más, del propio gobierno y de las investigaciones de otros países.

Recordemos que el año pasado una investigación de la Facultad de Bioquímica de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), indicó que el glifosato causa un mecanismo de toxicidad en el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso de mamíferos. Y mucho antes el científico ya fallecido Andrés Carrasco, quien presidió el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), había confirmado los efectos devastadores del glifosato en embriones anfibios.

¿Qué es el Glifosato?

Se trata de un herbicida que se usa para eliminar las malezas de los cultivos transgénicos, como la soja ‘RR’, que resisten su nivel de toxicidad. Con la utilización de este agrotóxico, nuestro país (tercer productor mundial de soja) pone en riesgo la salud de un tercio de la población, según demuestran los estudios de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados.

La ‘Antología Toxicológica del Glifosato‘,  es la recopilación más completa de trabajos científicos nacionales e internacionales que da cuenta de los riesgos a la salud humana, ambiente y biodiversidad de este agroquímico. Hasta la fecha reúne 487 evidencias.

Tribunal Internacional Monsanto

En abril próximo se realizará la presentación de la conclusión del Tribunal Internacional que en octubre pasado reunió en La Haya, Países Bajos, a víctimas y expertos de todo el mundo para brindar testimonios que sirvan como pruebas que permitan incorporar la figura de ‘Ecocidio’ a los delitos juzgados por la Corte Penal Internacional de Justicia. Fuente: elfederal.com.ar

miércoles, 8 de marzo de 2017

Otra oportunidad para ver que estamos ‘envenenados’ con agroquímicos

Entrevistamos a Patricio Eleisegui, autor de 'envenenados', un libro que vuelve a editarse para exponer la tragedia sanitaria de las principales provincias agrícolas de argentina y los mayores responsables del uso indiscriminado de agroquímicos. Te invitamos a tomar contacto con esta situación que tiene víctimas concretas, pero que nos afecta a todos.



Por Matilde Moyano

Un bidón de glifosato. Un basural. Una máquina compactadora de basura. Un trabajador. El bidón explota y “baña” al trabajador, quien comienza a sentir molestia en la garganta, intenta pedir ayuda por teléfono, pero no puede hablar. Sube a la máquina y atraviesa la ciudad sangrando por la boca.
Es Luis Lucero, empleado de la Municipalidad de Trenque Lauquen, un 30 de diciembre de 2016. Es uno de los testimonios de la nueva edición de ‘Envenenados, una bomba química nos extermina en silencio’, el libro del periodista argentino Patricio Eleisegui que expone la tragedia sanitaria de las principales provincias agrícolas del país y los mayores responsables del uso indiscriminado de agroquímicos.

-          ¿Qué actualización contiene esta nueva edición de ‘Envenenados’?

Se actualizaron las estadísticas de lo que fue el último tramo del kirchnerismo en lo que hace al negocio de la soja, de transgénicos como el maíz y el algodón, y obviamente lo que fue la expansión del mercado agroquímico permanente durante todos esos años, que se incrementó en un promedio de 1.000 %.

También se hace énfasis en los últimos movimientos del mercado que tiene que ver con Bayer comprando Monsanto, la unión entre DuPont y Dow, y también el vínculo accionario entre Syngenta y ChemChina, que vendría a ser la Monsanto asiática.

-          ¿Y hay nuevos testimonios de personas directamente afectadas?

Sí, como el caso de Alexa Estevez de la ciudad América, al oeste de la provincia de Buenos Aires, quien en 2013, a los 17 años, dio a luz un bebé con un grado de malformación enorme en manos y pies, problemas cardíacos, de vejiga y quistes, ocasionados por vivir a dos cuadras de dos plantas semilleras, Cargill y ASP.

Además, lo que evidencia este caso es cómo los municipios intentan sacarse de encima el problema y obstaculizan la realización de estadísticas, ya que a Alexa la derivaron a Trenque Lauquen y luego a La Plata, ciudad donde nació y murió su bebé, con lo cual su historia clínica queda ‘despegada’ del pueblo en donde se ocasionó el daño a su salud y la de su pareja, ya que ambos tenían tres insecticidas en sangre: cipermetrina, endosulfán, y clorpirifós.

Otro caso es el de Rogelio Parra en Necochea, quien trabajaba en la empresa Productos Sudamericanos. Él se ocupaba de palear el cereal para que no genere gorgojos, y como el cereal estaba completamente fumigado, aspiró los agrotóxicos y le agarró una parálisis en piernas, brazos y parte de la cara. Perdió la habilidad de escribir y tuvo que volver a aprender. Tiene 30 años y está jubilado por intoxicación aguda por órganos fosforados. Hoy Rogelio se encuentra en situación de calle.

-          ¿Hay algo nuevo sobre los protagonistas de la primera edición, los casos de Estela Lemes (Directora de una escuela de un paraje de Gualeguaychú que fue fumigada) y Fabián Tomasi (ex aplicador aéreo de agroquímicos que hoy padece una polineuropatía tóxica metabólica severa y atrofia muscular generalizada)?

Cuando la contacto a Estela en 2013, la fumigación en su escuela era reciente, pero hoy por hoy el tiempo pasó y ella tiene dos insecticidas en sangre, tiene problemas de salud bastante severos, problemas musculares, inconvenientes para caminar. Hoy su batalla es con la ART para que le reconozca que tiene una intoxicación severa con agrotóxicos y que le cubra el tratamiento a partir de su función de directora de la escuela. Me shockeó cuando la vi el año pasado, porque el daño era evidente.

En el caso de Fabián, él está teniendo internaciones recurrentes, de hecho el mes pasado estuvo internado con muchos problemas respiratorios, tiene un grado de sensibilidad y problemas en las defensas que hace que cualquier enfermedad sea un riesgo mortal para él. Ha tenido una pulmonía, un resfrío y termina en terapia intensiva.

-          Con respecto a la tapa, sigue estando Fabián Tomasi, me parece muy fuerte que ahora sea en forma de stencil.

Hace casi dos años me enteré de que habían aparecido algunas pintadas que tomaban la imagen de Fabián con el nombre del libro. Estaban en la Ruta 14, en Corrientes, Entre Ríos, Misiones. Yo me quedé muy sorprendido, y un día Fabián me cuenta que había estado con un artista de Rosario que estaba viajando y que hacía stencils y los pintaba. Cuando me cuentan que estaban apareciendo muchas de estas pintadas en Rosario, logré ubicarlo, es Facundo Roma y el año pasado viajé a conocerlo y decidí tomar esta representación callejera para la tapa del libro, y en algún punto retroalimentarnos en eso, como un concepto que apunta a divulgar el libro en esta nueva edición.

-          Que haya pasado eso significa que el libro ya te excede, que tiene vida propia.

El año pasado fui a Rosario y cuando llegué vi una pintada a una cuadra y media de la terminal, después me entero de que había pintadas en el cartel del Ministerio de Salud de Santa Fe, y en la sede de la Federación Agraria. Me sentí muy shockeado con la situación de haber escrito el libro y de repente ver todas esas pintadas que ya ni siquiera tienen que ver conmigo, es algo que trasciende y es genial que suceda con la imagen de Fabián, que ya es un símbolo.

-          Hay muchas personas afectadas que seguramente no quieren exponerse, pero Fabián se anima a mostrarse…

Sí, aparte él es muy claro. Más allá de su estado de salud, yo siempre valoro eso de Fabián, que aparte es un gran amigo, un hermano, yo lo quiero mucho, es una persona muy clara y contundente en sus argumentos, tiene una explicación enormemente lógica y fundamentada de cuál es su problema y cómo en definitiva todo esto está generado a partir de un modelo tanto de empresas como del mismo sistema político. Más allá de la cuestión visual me parece importantísimo que se lo pueda escuchar.

-          Y cuando aparece públicamente no se victimiza.

El entendió de entrada que esto es como una película en donde hay una escena que es más amplia que el hecho de una persona fumigada. Hay todo una práctica de todo un sistema donde hay intereses, y más allá de su situación personal, lo que está en juego es la manera de producir para toda la Argentina, de la cual él era un pequeñísimo eslabón, un eslabón que se rompió y que nosotros podemos ver.

-          Creo que unx no escribe sobre cualquier cosa, ¿por qué a vos te toca este tema?

Es una pregunta complicada. No sé, siento que me toca la situación del periodista que se ocupa de un tema particular.

-          Hay millones de temas, no creo que sea casual…

Me llamó la atención que hubiera algo que a mí se me hizo muy evidente y que el periodismo no lo tomaba en cuenta, te hablo de hace 5 años atrás. Con el caso de Fabián vi que había una película enorme bien desplegada, con actores bien definidos, una problemática clara, y me llamaba la atención y me sigue llamando la atención todavía que haya tan pocos medios ocupándose este tema. 

Obviamente después entendí que responde a ciertos intereses. Pero me toca a mí contar las historias y creo que pude sobrellevar bastante bien las situaciones de dolor ajenas, aunque al principio me costó muchísimo. Evidentemente lo puedo hacer.

-          Tiene que ver con el dolor.

Sí, con el dolor, con la justicia, con lo humano, desde ya con el sufrimiento, con el hecho de que se generen comodidades y ventajas para ciertos sectores a partir de la destrucción de otros, en este caso sectores muy amplios de la población, y el hecho de que nosotros estemos permitiendo prácticas que son ya muy viejas. Cuando fui a Europa vi que todo era orgánico, que todos los mercados, todos los lugares están vendiendo cosas sanas a costa de que nosotros sigamos haciéndonos cargo del gasto ambiental y humano.

-          O sea que otros países trasladan su costo ambiental a nuestro país.

Claro, y es súper evidente eso. En mí manera de verlo, nosotros estamos todo el tiempo arrodillándonos, agachándonos, viviendo en situaciones de frustración moral permanente casi, y tenemos pocos momentos en los que podemos ponernos de pie y plantarnos ante una situación. En mi manera de hacer las cosas, ‘Envenenados’ es un poco eso, la posibilidad concreta de decir “bueno, miren, acá hay una injusticia y la vamos a contar sin pelos en la lengua, sin quedar bien con nadie y que pase lo que tenga que pasar”, lo tomo como un acto de libertad.

-          Este modelo de agroproducción no tiene que ver con ningún gobierno en particular porque ya hace mucho tiempo que estamos así. ¿El gobierno actual pensás que es igual, que puede ser peor?

Este gobierno lleva poco tiempo, pero seguramente se va a intensificar, de hecho ya han lanzado tres o cuatro transgénicos, igualmente el kirschnerismo lanzó más de veinte…

-          Tu próximo libro, ‘Laboratorio’, tiene que ver con los transgénicos. ¿Qué podés adelantar?

El libro consiste en una serie de entrevistas a los actores de la industria, sobre los planes que tienen para el sistema productivo argentino, básicamente profundiza en qué está haciendo Monsanto, Bayer, Nidera, Bioceres, qué pasa por la cabeza de un tipo como Gustavo Grobocopatel.

‘Laboratorio’ muestra cómo Argentina es una plataforma clave para la producción de alimentos en las próximas décadas, como un negocio, y para la experimentación tanto con transgénicos como con agroquímicos para las principales empresas del sector. Argentina es la base del desarrollo de muchísimas semillas de Monsanto, de prueba de transgénicos por parte de empresas que trabajan con Nidera, el intercambio de material genético con China.

-          ¿Qué pasó con el tratamiento de una Ley de control del uso Agroquímicos? ¿En qué quedó?

En nada, no hubo ninguna novedad. Se supone que este año se debería reactivar la discusión y trabajar en un texto, pero por el momento no hay nada.

-          Con respecto al informe del programa de televisión italiana Le Iene, ¿hubo repercusiones?

Nos dio bola El Federal. Los italianos me decían: “¿Cómo no salió en la televisión abierta ni en cable? ¿Cómo puede ser con todo lo que estuvimos mostrando?”. En Italia tuvo un pico de rating muy elevado y se habló durante semanas de ese informe sobre Argentina. Sin embargo acá ninguno de los medios más importantes se ocupó de darle un espacio, así que desde ese punto de vista fue decepcionante.

La primera edición de ‘Envenenados‘ (2014) se vio obstaculizada por la distribuidora, que decidió dejar de entregar los ejemplares. Esta nueva edición estará disponible en todas las librerías del país a partir de la primera semana de abril. Se trata de una nueva oportunidad para tomar contacto con una situación que tiene víctimas concretas, pero que nos afecta a todos, aunque no nos demos cuenta.


Si te interesa ahondar más en este tema te invitamos a leer nuestra primera entrevista a Patricio Eleisegui ACÁ 

El malestar con el capitalismo



POR: ANTÓN COSTAS*
El capitalismo no ha tenido buena prensa a lo largo de su existencia. Excepto, quizá, en dos etapas. La primera fue en sus inicios, allá por el siglo XVII, cuando aún no tenía este nombre sino el de economía comercial. Es decir, la que hoy llamamos economía de mercado. La segunda a mediados del siglo pasado, cuando después de la Gran Depresión de los treinta y de la Segunda Guerra Mundial se reconcilió con la democracia y el progreso social y cambió su nombre por el de economía social de mercado.

Ahora ha vuelto a mostrar su peor cara. Como ocurre cuando baja la marea, la crisis financiera del 2008 dejó al descubierto conductas empresariales y financieras malolientes, fétidas, incompatibles con la exigencia moral que Adam Smith había defendido para la economía comercial o de mercado. Pero, más allá del rechazo moral de estas conductas, el malestar con el capitalismo viene de otro frente: del deterioro de las condiciones de vida y de la pérdida de expectativas de mejora de una gran parte de las sociedades de los países desarrollados.

Este deterioro tiene dos causas básicas. Por un lado, la fuerte caída de ingresos de los hogares. Un reciente estudio de McKinsey Global Institute ( ¿Más pobres que sus padres?) señala que entre el 65% y el 70% de los hogares de 25 países desarrollados, incluida España, vieron como los ingresos procedentes de los salarios y de las rentas del capital se estancaron o cayeron entre el 2005 y el 2014. Eso significa que en estos países unos 580 millones de personas han visto empeorar tanto su situación absoluta como en relación con el 25% de los hogares que han mejorado sus rentas comparadas con las que tenían en el 2005. Algo va mal con el ca­pitalismo y los salarios. La distribución de rentas producidas actualmente por los mercados es claramente perjudicial para las clases medias y bajas.

El otro frente del deterioro ha sido el del empleo y, en particular, el de las condiciones laborales de una gran parte de los trabajadores y empleados. La globalización comercial y la innovación tecnológica han ­tenido parte de responsabilidad. El señuelo de mayor autonomía y libertad para los ­trabajadores que ofrece el llamado capitalismo digital de las grandes plataformas tecnológicas significa en realidad una ­mayor precarización del trabajo. Pero en este deterioro ha desempeñado un papel quizás más importante el desequilibrio en el poder de contratación y negociación ­entre empleadores y empleados propiciado por la desregulación de las relaciones la­borales que se ha llevado a cabo en todos los países desarrollados. El resultado es que capita­lismo y ética del trabajo han entrado en conflicto.

No es, por tanto, difícil explicar el malestar con el capitalismo en este inicio del siglo XXI. Como sucedió a finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, le han vuelto a salir críticos por todos los lados. Desde la izquierda radical hasta el conser­vadurismo de extrema derecha. Y en el terreno ideológico el ­malestar viene tanto del mundo laico como del religioso, con el papa Francisco en primera línea. En algunos lugares ese malestar ha llegado a crear movimientos populares que se definen precisamente en relación con este malestar con el capitalismo. Es el caso de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) en Catalunya.

El problema con las corrientes anticapitalistas es que no pueden ofrecer una alternativa viable. El comunismo no es ya una opción, al margen de que sus lamentables resultados económicos, sociales y políticos están a la vista en los países del Este de Europa. Y los modelos chavistas son el desiderátum de la incompetencia, la corrupción y el autoritarismo de ese tipo de regímenes políticos.

¿Cuál es, entonces, la alter­nativa real al actual malestar con el capitalismo? En mi opinión, civilizarlo.

En primer lugar, civilizarlo en relación con su propia dinámica interna, sometiendo sus tendencias monopolistas a la disciplina de la competencia. El capitalismo global de este inicio del siglo XXI es una mutación patológica de la economía comercial o de mercado. El mercado puede ser defendido en términos de las virtudes éticas de la filosofía moral. El objetivo de los mercados es la cooperación y el beneficio mutuo de todos los participantes. Allí donde no produce ese resultado no se puede hablar de mercado. Y, en segundo lugar, civilizarlo significa regular política y socialmente la distribución del ingreso y de las condiciones de trabajo. No es un camino fácil. Pero la combinación de economía de mercado, democracia y sociedad civil exigente es la mejor medicina frente al actual malestar con el capitalismo. Fuente: www.lavanguardia.com


*Catedrático de Economía de la Universitat de Barcelona

Los aymaras y su sorprendente visión del tiempo


Para los aymara, un pueblo que habita en los Andes, el futuro espera atrás y el pasado se ve adelante. Buen ejemplo de cómo los distintos idiomas reflejan y dan forma a cómo concebimos el tiempo.

El anciano protege sus ojos de la intensa luz altiplánica y piensa en la pregunta. Cuando habla de sus antepasados ¿se refiere a los incas? No, responde en cierto castellano híbrido, se refiere a su tatara-tatarabuelo, y con su mano derecha hace un gesto giratorio hacia arriba y hacia adelante. Los incas, añade, vinieron antes. Y con la misma mano hace un gesto que indica aun más hacia adelante, hacia las montañas y el horizonte.

En la siguiente secuencia de video, el investigador pide a una mujer que explique los orígenes de su cultura. Ella empieza a describir la generación de sus padres, luego la de sus abuelos y así sucesivamente, extendiendo su brazo hacia adelante más y más mientras habla. Luego empieza a contar cómo los valores de las anteriores generaciones han ido transmitiéndose hasta ella (su mano va acercándose paulatinamente otra vez hacia su cuerpo) y cómo ella a su vez los transmitirá a sus hijos (con el pulgar indica hacia atrás por encima de su hombro).

El hombre y la mujer pertenecen a un pueblo amerindio llamado aymara que vive en algunos de los valles más elevados de los Andes, en el norte de Chile, en este caso.

El investigador es Rafael Núñez, un experto en cognición de la Universidad de California en San Diego interesado en averiguar de qué manera formamos ideas abstractas como el... Tiempo. Núñez cree encontrarse ante la prueba definitiva de que los aymaras tienen un sentido del transcurrir del tiempo que es simétricamente opuesto al de él: el pasado se encuentra delante de ellos, el futuro está detrás.

Junto con su colaboradora, la lingüista Eve Sweetser, publicará sus descubrimientos este mismo año aunque éstos ya han dado lugar a preguntarse si otros pueblos tendrán concepciones del tiempo similares a la de los aymaras. George Lakoff, lingüista de la Universidad de California en Berkeley, cree que es muy posible. Las pistas se encuentran en el idioma y "hay seis mil lenguas, la mayoría de las cuales jamás se han escrito", señala. Con un mayor alcance, el trabajo de Núñez y Sweetser resalta la naturaleza mental del tiempo.

Metáforas de nayra y qhipa

El tiempo, como mostró Einstein, es un concepto complicado de aprehender y todos los idiomas recurren a metáforas para expresarlo. De hecho, con una monotonía que sorprende, recurren todos a la misma metáfora: el espacio. Si un hispanohablante dice: "nos acercamos a la fecha límite" está expresando inminencia en términos de cercanía, que es una propiedad del espacio físico. Cualquiera entenderá perfectamente lo que quiere decir, aunque la fecha límite no sea una entidad que exista en el mundo físico.

Entonces, si los hitos temporales sólo existen en nuestra mente, ¿de dónde procede nuestra noción del tiempo? ¿Y por qué somos tan proclives a entender el tiempo como movimiento? En todos los idiomas indoeuropeos, incluyendo el español, y también en lenguas tan dispares como el inglés, hebreo, polinesio, japonés y bantú, los hablantes tienen frente a sí el futuro. El tiempo discurre desde un punto frente a ellos, atraviesa el lugar donde se encuentran (el presente) y se aleja en el pasado a su espalda. Los aymaras también sienten que el tiempo se mueve pero, para ellos, los hablantes están de cara al pasado y de espaldas al futuro.

La palabra aymara que indica el pasado es nayra, que literalmente significa ojo, a la vista o al frente. La palabra que traduce futuro es qhipa, que quiere decir detrás o a la espalda. No cabe duda de que los jesuitas percibieron esta rareza en el siglo XVI, cuando se internaron en las montañas para predicar el evangelio. En fechas más cercanas los antropólogos lingüistas han tratado de encontrarle algún significado. En 1975, Andrew Miracle y Juan de Dios Yapita, ambos de la Universidad de Florida, se dieron cuenta de que qhipüru, la palabra aymara que se traduce como mañana, combina qhipa (: atrás) y uru (: día), siendo literalmente "día que está a la espalda".

Con los años han surgido rumores de rarezas de ese tipo en otros idiomas. Agathe Thornton, experta en la tradición oral maorí, daba cuenta en la década de 1980 de que los hablantes de maorí usaban palabras con significado de "frontal" para declarar hechos anteriores en el tiempo. Asimismo el malgache emplea "al frente" como "antes que" Parecía que el aymara no se había quedado solo invirtiendo el transcurrir del tiempo. Hasta 1980, Lakoff y Mark Johnson, filósofo de la Universidad de Oregón, trataron de disuadir que se llegara a la conclusión contraria.

Depende del observador

Lakoff y Johnson se dieron cuenta de que no sólo distintas lenguas podían hacer uso de diferentes metáforas para el tiempo, sino que el mismo idioma podía contener más de una metáfora. En inglés, por ejemplo, los hablantes pueden cambiar entre al menos dos sistemas de referencia distintos cuando hablan del orden de los acontecimientos, una curiosidad que Núñez ha demostrado con un sencillo experimento. Pídase a un grupo de personas al azar que responda a una pregunta: si de una reunión programada para el miércoles se dice que "is moved forward two days" ¿en qué día cae la nueva reunión? "Aproximadamente el 50% dirá que en viernes, mientras que el otro 50% dirá lunes," dice Núñez. La palabra "moved" permite la ambigüedad de creer que la reunión se traslada hacia delante en el tiempo, teniendo lugar después, o que se acerca al presente en el tiempo.

La razón por la que difieren las respuestas reside en que la mitad de la gente se coloca a sí misma como punto de referencia. El tiempo se desplaza hacia ella de manera que "forward" indica hacia el futuro, de ahí que se responda viernes. Pero también cabe imaginar un marco de referencia temporal que excluya al ego, como en, "el lunes sigue al domingo". En ese caso es como si el hablante mirara un paisaje o una cinta transportadora temporal de la cual se le aparta. En esa cinta transportadora los acontecimientos que ocurren más tarde vienen detrás de los que ocurren antes, de modo que "forward" puede indicar también lunes.

Todo un sistema de normas establece qué metáfora es la adecuada para determinado contexto, pero tal como demuestra el experimento de Núñez, algunas situaciones son ambiguas. Él y su colega, Ben Motz, incluso fueron capaces de influir en las respuestas de la gente para hacerlas proclives a responder lunes. Lo hicieron mostrándoles previamente una secuencia de cubos cruzando una pantalla, una escena de movimiento que no depende de la posición del observador.

Gestos con las manos

Así que en lo que se refiere a los aymaras, Núñez decidió actuar prudentemente: "Lo que nunca se les ha preguntado a los aymaras es si cuándo utilizan esas dos palabras nayra y qhipa lo hacen en referencia a ellos mismos o en referencia a otro momento del tiempo". Si lo hacen en referencia a otro momento, no habría gran diferencia entre ellos y los norteamericanos del experimento que pensaron que la reunión se realizaría el lunes; si la referencia son ellos mismos, entonces estamos ante una prueba concreta de que existe un abismo conceptual entre ellos y nosotros, contempladores del futuro.

Para descubrir cuál de los dos casos se daba decidió estudiar de forma simultánea la gestualidad y el habla de los aymaras ya que en sus gestos las personas tienden a interpretar la metáfora que utilizan al hablar. Piénsese en alguien que expresa elección y, con las palmas de las manos hacia arriba, sube y baja éstas como si estuviera pesando algo en una balanza.

Desafiando el aire enrarecido que hay a 4000 metros de altura, entrevistó a 27 adultos, algunos de los cuales eran monolingües en aymara y otros bilingües en aymara y español. Conversaron sobre los tiempos pasados y los acontecimientos futuros en su comunidad. En total registró unas 20 horas de conversación en video, partes de las cuales analizó desde el punto de vista de la sincronía entre la palabra y los gestos. De ahí llegó a la conclusión de que los aymaras realmente tenían dos marcos de referencia en lo que respecta al tiempo.

Cuando hablaban de periodos de tiempo dilatados sus gestos indicaban que ellos asumían que se extendían de izquierda a derecha, excluyéndose ellos mismos. Sin embargo, cuando hablaban de periodos más cortos, digamos varias generaciones, el eje era adelante-atrás con ellos en el punto central. Los gestos del anciano y de la mujer hablando de sus abuelos confirmaban que verdaderamente pensaban que el pasado estaba delante de ellos.

El valor de lo visual

Núñez cree que el motivo por el cual los aymaras piensan de esta forma tiene que ver con la importancia que confieren a la vista. Todo idioma tiene un conjunto de marcadores que obliga al hablante a prestar atención a algunos aspectos de la información que se quiere expresar y no a otros. El francés hace énfasis en el género de un objeto (sa voiture, son livre), el inglés en el género del sujeto (his car, her book). El idioma aymara marca si el hablante vio cómo sucedía la acción: "Ayer mi mamá cocinó papas (pero yo no la vi cocinar)".

Si el hablante obvia el uso de estos marcadores será considerado un fanfarrón o un mentiroso. Hace treinta años, Miracle y Yapita pusieron de relieve las frecuentes respuestas incrédulas de aymaras a algunos textos escritos: "'Colón descubrió América' - ¿de veras estuvo el autor allí?". En un idioma tan dependiente del testimonio ocular no debe sorprender que el hablante se ponga metafóricamente de frente a aquello que ya ha sido visto: el pasado. Es incluso lógico, dice Lakoff.

"Lo del aymara es una gran noticia," dice Vyvyan Evans, una lingüista teórica de la cognición de la Universidad de Sussex. "Es el primer ejemplo bien documentado de cómo el futuro y el pasado se estructuran de una manera totalmente distinta a gran cantidad de lenguas, incluido el inglés".

Pero el propio trabajo de Evans ya había predicho que habría gente en el mundo con una visión del tiempo totalmente distinta. Lo único que los seres humanos tienen en común en lo que respecta a la experiencia temporal son los mecanismos de percepción del cerebro. "Hay cambio a nuestro alrededor, hay movimiento en torno a nosotros, y necesitamos poder procesar esa información," dice Evans. Por eso el cerebro humano ha evolucionado para reconocer tres componentes básicos del tiempo: duración, simultaneidad y repetición.

La mayoría de idiomas tienen formas de expresar los tres fenómenos pero pueden combinarlos en metáforas determinadas culturalmente. El inglés, por ejemplo, da la posibilidad de comprar tiempo, cosa de la que carece el aymara. La existencia de distintas metáforas en una lengua orienta al idioma hacia una visión del tiempo ligeramente diferente y en ocasiones única.

¿Sólo tiempo o algo más?

Cuanto más próximos son los idiomas, más próximas están sus metáforas. Los aymaras han estado bastante aislados del resto del planeta durante mucho tiempo y por el momento su idioma es el único al que se le ha demostrado una divergencia completamente espectacular. No es fácil decir hasta qué punto su concepción del tiempo influye en otras partes de su pensamiento, o cómo se ven influidos los hablantes de inglés o hebreo por sus propias concepciones temporales. "Podría no afectar a todo pero sí a muchas cosas importantes," dice Lakoff. "Por ejemplo, probablemente no se elijan las mismas metáforas para expresar situaciones en proceso."

Miracle y Yapita, en un trabajo de 1975, describían la "gran paciencia" de los aymaras, que no juzgaban excesivo esperar medio día a un camión que les llevase al mercado. A la gente de las culturas anglosajonas le gusta hacer planes y se siente violentada cuando la vida interfiere. Pero si el futuro no está a la vista, dice Martha Hardman, antropóloga de la Universidad de Florida, la planificación pierde parte de su importancia.

Hardman ha estudiado a los aymaras durante 50 años (Miracle y Yapita fueron estudiantes suyos). Cuando, en la década de 1950, llegó al Perú, entre los aymaras, le sorprendió la ausencia de jerarquías sexuales. La gente daba valor a saber recirdar los orígenes de uno: la propia comunidad, los antepasados o la madre. A las mujeres se las respetaba más que en su país de origen. "De pronto me vi tratada como un ser humano," afirma.

50 años después no puede dejar de sentir que es su propia cultura materna, no la aymara, la que tiene inclinaciones antinaturales. En inglés se nos insta a ignorar el pasado, dice. "Tratamos de pensar que no está ahí y sin embargo lo llevamos como equipaje en nuestro camino."
Fuente: radiotierraviva.blogspot.com.ar/


-- Traducido por Martín Arocondori de un artículo aparecido en The Guardian

Globalización: Civilización y Barbarie Edgar Morin

“El progreso y la ampliación de los mercados, al no estar regulados ni por la política ni por la ética, llevan al mundo a una encerrona de la que habrá salida sólo si ocurre una decisiva transformación de las sociedades”


Edgar Morin

El progreso científico permitió la producción y la proliferación de armas de destrucción masiva, nucleares, químicas y biológicas. El progreso científico e industrial generó un proceso de deterioro de la biosfera, y se amplía el círculo vicioso entre crecimiento y degradación ecológica.

La globalización del mercado económico, sin regulación externa ni verdadera
autorregulación, creó nuevos islotes de riqueza pero también zonas crecientes de pobreza; suscitó y suscitará crisis en cadena y su expansión continúa bajo la amenaza de un caos al cual contribuye considerablemente.

Los avances de la ciencia, la técnica, la industria, la economía que actualmente
propulsan la nave espacial Tierra no son regulados ni por la política, ni por la ética. Por consiguiente, lo que en principio debía garantizar el progreso cierto aporta, sin duda, posibilidades de progreso futuro, pero también genera y aumenta peligros.

Los avances antes mencionados se acompañan de numerosas regresiones bárbaras. Las
guerras se multiplican en el planeta y se caracterizan cada vez más por sus componentes étnicos y religiosos.

En todas partes, la conciencia cívica retrocede y las violencias gangrenan las sociedades. La criminalidad mafiosa pasó a ser planetaria. La ley de la venganza reemplaza la ley de la justicia pretendiendo ser la justicia verdadera.

Las concepciones maniqueas se apoderan de las mentes haciendo profesión de
racionalidad. Los locos de Dios y los locos por el oro se desatan. Ambas locuras tienen una conexión: la globalización económica favorece el financiamiento del terrorismo que apunta a infligir una herida mortal a dicha globalización.

En este terreno, al igual que en otros, la barbarie rencorosa surgida de lo profundo de las eras históricas se combina con la barbarie anónima y fría propia de nuestra civilización.

Cegueras

En todo el planeta crecen las comunicaciones, pero aumenta la incomprensión. Las
sociedades son cada vez más dependientes entre sí, pero están cada vez más dispuestas a desgarrarse unas a otras. La occidentalización engloba al mundo, pero provoca como reacción encierros identitarios étnicos, religiosos y nacionales.

Las mentes abstractas ven la ceguera de los fanáticos, pero no la suya. Las dos cegueras, la de la irracionalidad concreta y la racionalidad abstracta, se conjugan para ensombrecer el siglo naciente.


Hace tiempo señalé que Oriente Medio se hallaba en el centro de una zona sísmica
planetaria donde se enfrentaban las religiones entre sí, las religiones y la laicidad, Este y Oeste, Norte y Sur, países pobres y países ricos.

El conflicto palestino-israelí, en el centro de esa zona sísmica, constituía de por sí como un cáncer cuyas metástasis podían llegar a expandirse por el mundo.

Las intervenciones masivas de Tsahal en territorio palestino y los atentados kamikazes en territorio israelí intensificaron un círculo vicioso infernal que ya no está localizado.

Efectivamente, la represión mortífera de Israel desencadenó una ola antijudía inaudita en el mundo musulmán, que retomó los antiguos temas del antijudaísmo cristiano y el antijudaísmo nacionalista occidental, de manera que el odio contra Israel se generaliza en odio hacia lo judío. La violencia ciega de los kamikazes palestinos, amén de los atentados de Al-Qaeda, ampliaron la ola de antiislamismo, no sólo en Israel sino también en Occidente, no sólo entre los judíos de diásporas, sino de manera más general en medios diversos, como lo prueba el libro de Oriana Fallaci contra el Islam, religión identificada a su rama fanática y regresiva.

El agravamiento de la situación podría crear nuevos focos de conflicto en el interior de los países.
Francia, con su numerosa población de origen musulmán y su importante población de
origen judío, pudo evitar hasta ahora que la violencia de jóvenes magrebíes y la exasperación proisraelí llevaran al enfrentamiento.

Un nuevo desborde en Oriente Medio llevaría a un aumento del odio y la violencia, y la Francia laica pasaría a ser teatro de una guerra étnico-religiosa entre dos categorías de sus ciudadanos. Además, aunque su creación no haya estado vinculada con el conflicto palestinoisraelí, Al-Qaeda, luego de los atentados de Kenya, hizo suya la causa palestina para justificar sus masacres.

El círculo vicioso palestino-israelí se globaliza, el círculo vicioso Occidente-islam se agrava. La guerra de Irak eliminará a un horrible tirano, pero intensificará los conflictos, los odios, las revueltas, las represiones, los terrores y corre el riesgo de convertir una victoria de la democracia en una victoria de Occidente sobre el islam.

Las olas de antijudaísmo y antiislamismo se fortalecerán y se instalará el maniqueísmo en un choque de barbaries denominado .choque de las civilizaciones..

El responsable de la mayor potencia occidental se ha vuelto aprendiz de brujo; en su lucha miope contra los efectos del terrorismo, favorece sus causas; en su oposición a las regulaciones económicas y ecológicas, favorece las degradaciones de la biosfera.

La barbarie del siglo XX desató en muchas áreas de humanidad los flagelos de dos guerras mundiales y de dos supertotalitarismos. Los rasgos bárbaros del siglo XX siguen todavía presentes en el XXI, pero la barbarie del siglo XXI, preludiada en Hiroshima, trae consigo además la autodestrucción potencial de la humanidad.

La barbarie del siglo XX había suscitado terrores policiales, políticos, concentracionistas. La barbarie del siglo XXI contiene, después del 11 de setiembre de 2001, una potencialidad ilimitada de terror planetario.

Lo único que pueden hacer los países para resistir a la barbarie planetaria es encerrarse en sí mismos de manera regresiva, lo cual refuerza la barbarie. Europa es incapaz de afirmarse políticamente, incapaz de abrirse reorganizándose, incapaz de recordar que Turquía fue una gran potencia europea desde el siglo XVI y que el Imperio otomano contribuyó a su civilización. (Olvida que fue el cristianismo, en el pasado, el que se mostró intolerante hacia todas las demás religiones en tanto que el Islam andaluz y otomano aceptaba al cristianismo y al judaísmo).

A nivel mundial, las tomas de conciencia son dispersas. La internacional ciudadana en formación es embrionaria. Todavía no ha surgido una sociedad civil planetaria. La conciencia de una comunidad de destino terrestre sigue estando diseminada. Falta formular una verdadera alternativa.

La idea de desarrollo, considerado .perdurable. incluso, toma como modelo nuestra
civilización en crisis, la civilización que justamente debería reformarse. Impide que el mundo encuentre formas de evolución distintas de las calcadas de Occidente.

Impide generar una simbiosis de las civilizaciones, que integre lo mejor de Occidente (los derechos del hombre y la mujer, las ideas de democracia) pero que excluya lo peor. El desarrollo mismo está animado por las fuerzas descontroladas que llevan a la catástrofe.

Lo probable y lo inevitable

En su libro .Pour un catastrophisme éclairé., Jean-Pierre Dupuy propone reconocer lo
inevitable de la catástrofe para poder evitarla. Pero, más allá de que el sentimiento de lo inevitable puede llevar a la pasividad, Dupuy identifica de manera abusiva lo probable con lo inevitable.

Lo probable es aquello que, para un observador en un tiempo y un lugar dados, disponiendo de las informaciones más confiables, se presenta como el proceso futuro. Y efectivamente todos los procesos actuales llevan a la catástrofe.

Pero sigue siendo posible lo improbable, y la historia pasada nos demostró que lo
improbable podía reemplazar a lo probable, como sucedió a fines de 1941, comienzos de 1942, cuando la probable larga dominación del imperio hitleriano sobre Europa se volvió improbable para abrir paso a una probable victoria aliada.

De hecho, todas las grandes innovaciones de la historia quebraron las probabilidades: fue lo que pasó con el mensaje de Jesús y Pablo, con el de Mahoma, con el desarrollo del capitalismo y luego el socialismo.

Por lo tanto, la puerta a lo improbable está abierta aunque el aumento mundial de la
barbarie lo vuelva inconcebible en el momento actual.

Paradójicamente, el caos en el que la humanidad corre el riesgo de caer trae consigo su última chance. ¿Por qué? En primer lugar, porque la proximidad del peligro favorece las tomas de conciencia, que entonces pueden multiplicarse, ampliarse y hacer surgir una gran política de salvación terrestre.

Y sobre todo por la siguiente razón: cuando un sistema es incapaz de tratar sus problemas vitales, o bien se desintegra o bien es capaz, en su desintegración misma, de transformarse en un metasistema más rico, capaz de tratar esos problemas.

La humanidad es actualmente incapaz de tratar sus problemas más vitales, empezando por el de su supervivencia. Es técnicamente capaz pero políticamente incapaz de eliminar el hambre del mundo.

Esta incapacidad alcanza hoy su punto culminante en la paradoja argentina, cuya
producción alimentaria es cinco veces superior a las necesidades de la población, pero un gran número de niños (25% para la provincia de Tucumán) sufre de desnutrición grave. Obviamente, en el mundo actual, es imposible realizar lo posible. Aquí puede resultarnos útil la idea de feedback o .retroacción..

Esta noción, formulada por Norbert Wiener, designa la amplificación y la aceleración
descontrolada de una tendencia dentro de un sistema. En el mundo físico, un feedback positivo lleva infaliblemente a ese sistema a la desintegración.

Pero en el mundo humano, como lo señaló Magoroh Maruyama, el feedback positivo, al desintegrar antiguas estructuras anquilosadas, puede suscitar la aparición de fuerzas de transformación y regeneración. La metamorfosis de la oruga en mariposa nos ofrece una metáfora interesante: cuando la oruga entra en el capullo, lleva a cabo la autodestrucción de su organismo de oruga y este proceso es al mismo tiempo el de formación del organismo de mariposa, que será a la vez igual y distinto de la oruga. Eso es la metamorfosis. La metamorfosis de la mariposa está organizada previamente. La metamorfosis de las sociedades humanas en una sociedad.mundo es aleatoria, incierta y está sujeta a los peligros mortales que no obstante le son necesarios. Por eso la humanidad puede llegar a naufragar en el momento de dar a luz su futuro.

Sin embargo, así como nuestro organismo contiene cepas celulares no diferenciadas
capaces, como las células embrionarias, de crear todos los distintos órganos de nuestro ser, del mismo modo la humanidad posee las virtudes genéricas que permiten las nuevas creaciones; si bien es cierto que estás virtudes están adormecidas, inhibidas bajo las especializaciones y las rigideces de nuestras sociedades, las crisis generalizadas que las sacuden y sacuden al planeta podrían suscitar la metamorfosis que se ha vuelto vital. webdehistoria.blogspot.com.ar

Por eso es necesario pasar por la desesperanza para recuperar la esperanza.