Monitoreo realizados en dos localidades del
Este de Santiago del Estero: Sachayoj y Bandera
El modelo productivo actual que se aplica en la mayoría de
las zonas agrícolas del país genera diversas dudas respecto de su
sustentabilidad, entre ellas una de las más importantes se refiere a la
contaminación ambiental debido al uso continuo de agroquímicos y la influencia
que esto tendría sobre la salud humana. Los residuos de estos productos que
quedan en el ambiente luego de su aplicación pasan a ser considerados
contaminantes, ya que pueden afectar negativamente la utilidad de otros
recursos, como el agua, y causar daños a corto o largo plazo sobre plantas,
animales o incluso el hombre. Su movimiento hacia otras matrices ambientales
puede darse por deriva directa durante la pulverización, por lavado de las
moléculas junto con el agua de lluvia, ya sea a través del perfil de suelo o
por escurrimiento superficial, o por arrastre de las moléculas adheridas a
partículas de suelo durante procesos erosivos. Todos estos fenómenos provocan
que los agroquímicos o algunos productos de su degradación puedan llegar y
acumularse, por ejemplo, en reservorios de agua usados para consumo humano.
Dentro del área de influencia de la EEA Quimilí se
encuentran las dos zonas agrícolas más importantes de la provincia de Santiago
del Estero, que corresponden a las áreas de influencia de las localidades de
Sachayoj y Bandera. Allí, la mayoría de los sistemas productivos son agrícolas,
con predominancia de los cultivos de soja y maíz, y manejados bajo siembra
directa, lo que implica un elevado uso de agroquímicos. Es por ello que entre
los años 2014 y 2017 la EEA Quimilí llevó adelante un muestreo en los
alrededores de esas localidades para determinar la presencia de distintos
plaguicidas y sus productos de degradación en fuentes de agua usadas para
consumo humano y animal. Los sitios incluyeron aljibes en los cuales se
recolecta el agua de lluvia (el principal foco de este muestreo), represas que
recolectan agua de escorrentía o traída por un canal y pozos de los que se
extrae agua subterránea. En el Laboratorio de Plaguicidas de la EEA INTA
Balcarce se analizó la presencia y concentración de 34 moléculas: 30
plaguicidas y 4 metabolitos secundarios.
Los resultados de este trabajo acaban de ser publicados en
la revista SN Applied Sciences, en un artículo titulado “Pesticides in water
sources used for human consumption in the semi-arid region of Argentina” (el
link al artículo se encuentra al final de esta nota). Este artículo analiza la
presencia de los principales plaguicidas utilizados en la zona, el posible
origen de los mismos y su riesgo para la salud humana, y se enuncian brevemente
algunos métodos para su eliminación del agua y medidas preventivas que pueden
tomarse en los establecimientos agropecuarios para reducir la contaminación.
Entre las observaciones más sobresalientes, se determinó que
el comportamiento ambiental de los plaguicidas estuvo regido principalmente por
las características propias de los principios activos, pero la frecuencia de
uso y las dosis aplicadas a campo también jugaron un rol importante a la hora
de definir la presencia de un compuesto y su concentración. Es por ello que las
moléculas más frecuentes correspondieron en su mayoría a herbicidas, siendo la
atrazina y uno de sus metabolitos secundarios, la hidroxiatrazina (HOA), los
más abundantes. Por su parte, el glifosato y el ácido aminometilfosfónico
(AMPA), su metabolito secundario más importante, fueron los que presentaron las
mayores concentraciones. La tabla 1 (que corresponde a la tabla 2 del artículo)
resume la frecuencia de detección y las concentraciones promedio, máxima y
mínima de todos los compuestos analizados.
Tabla 1. Tabla resumen de los plaguicidas y metabolitos
secundarios analizados en las muestras de agua.
a HOA: hidroxiatrazina; DEA: desetilatrazina; DIA:
desisopropilatrazina; AMPA: ácido aminometilfosfónico.
b H: herbicida; I: insecticida; F: fungicida; M: metabolito
secundario.
c Para determinar la frecuencia se consideraron los casos
> y <LQ.
d LQ: límite de cuantificación, se refiere al mínimo valor
de un compuesto que puede ser determinado cuantitativamente con cierto nivel de
confianza.
Las fuentes más contaminadas fueron las represas, seguidas
por los aljibes y por último los pozos. La deriva directa de las
pulverizaciones no fue la única vía de contaminación ambiental: la mayor
concentración de plaguicidas encontrada en las represas demuestra la
importancia del escurrimiento superficial del agua en el arrastre de suelo y
plaguicidas hacia fuentes superficiales, mientras que la presencia de
agroquímicos en los aljibes es también explicada por la erosión de partículas
de suelo (que tienen los plaguicidas adsorbidos a su superficie) por el viento
que son directamente depositadas en los techos o “lavadas” de la atmósfera por
la lluvia. En cuanto a los pozos y perforaciones, el suelo adsorbe las
moléculas de plaguicidas que ingresan en él y presenta las condiciones
propicias para su degradación evitando así su transporte a las napas, pero bajo
ciertas condiciones se produce la lixiviación de los compuestos debido
principalmente al flujo preferencial a través de los macroporos del suelo. Es
por ello que también se encontraron plaguicidas en las muestras de agua
subterránea.
La figura 1 (correspondiente a la figura 6 del artículo),
que se presenta a continuación, resume lo expresado en los dos párrafos
anteriores, ya que muestra el promedio de la suma de plaguicidas en cada fecha
de muestreo para las distintas fuentes de agua, particionado en función del
aporte de las principales moléculas. Puede observarse que una alta proporción
de lo encontrado se explica por sólo 4 compuestos: dos herbicidas (glifosato y
atrazina) y los productos intermedios de su degradación (AMPA y HOA,
respectivamente).
Figura 1. Suma de moléculas y proporción de los principales
pesticidas en (a) aljibes, (b) represas y (c) pozos para las diferentes fuentes
de agua y fechas de muestreo.
En relación a los límites establecidos por el Consejo de la
Unión Europea (UE), aunque sólo el 7.4% de los datos obtenidos para las
moléculas individuales excedía el límite de 0.1 μg L-1, sumando todas las
moléculas para cada sitio y fecha de muestreo el 73% excedió el límite de 0.5
μg L-1. En casi todos los casos, los valores medidos estuvieron por debajo de
los límites de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (USEPA)
y la evaluación del riesgo para la salud (HQ) mostró que todas las fuentes
presentaban un riesgo potencial bajo para la salud humana a través del consumo
como agua de bebida a pesar de que la población está expuesta al consumo
regular de plaguicidas junto con el agua.
Los resultados reflejan la importancia de conocer el destino
de los plaguicidas usados en la agricultura y estudiar en profundidad los
procesos que rigen su movimiento a las diferentes matrices ambientales, ya que
esto permitirá evaluar la probabilidad de contaminación de los recursos y el
riesgo para la salud que genera su uso. De los principios activos con mayor
presencia en este estudio, el herbicida glifosato, el más utilizado en la
mayoría de los planteos productivos, ha sido declarado probablemente
carcinogénico para humanos (IARC, 2015), mientras que la atrazina, un herbicida
con alta movilidad en el ambiente, es un disruptor endócrino (Kucka et al.,
2012) que fue prohibido en toda la Unión Europea y en Uruguay (Ministerio De
Ganadería, Agricultura y Pesca, 2017). Además, los agroquímicos están presentes
en el ambiente en mezclas y no en forma individual, ya sea porque así son aplicados
o porque se suceden aplicaciones a lo largo del tiempo. Estudios recientes a
nivel mundial comenzaron a hacer foco en los efectos de las combinaciones de
moléculas que pueden darse de tres formas: que su efecto sea independiente, que
se produzca adición de dosis o que la interacción provoque sinergismo y
potencie la toxicidad de los compuestos (Hernández et al., 2013). Un ejemplo de
esto último sería la potenciación de la toxicidad de los herbicidas piretroides
y triazinas por los organofosforados (Hernández et al., 2013). Fuente: inta.gob.ar
Para leer el artículo completo en la web de la Editorial (en
inglés): https://link.springer.com/article/10.1007/s42452-020-2513-x
Referencias
Hernández A. F., Parrón T., Tsatsakis A. M., Requena M.,
Alarcón R., López-Guarnido O. 2013. Toxic effects of pesticide mixtures at a molecular level: their
relevance to human health. Toxicology. 307: 136-45.
International
Agency for Research on Cancer (IARC). 2015. Some organophosphate insecticides
and herbicides: malathion, parathion, diazinon, glyphosate, and
tetrachlorvinphos. IARC Monographs Group on the Evaluation of Carcinogenic
Risks to Humans. Vol 112. IARC Press, Lyon, France.
Kucka M.,
Pogrmic-Majkic K., Fa S., Stojilkovic S. S., Kovacevic R. 2012. Atrazine acts
as an endocrine disrupter by inhibiting cAMP-specific phosphodiesterase-4. Toxicology
and Applied Pharmacology. 265: 19-26.
Ministerio De Ganadería, Agricultura y Pesca. 2017.
Resolución 72/017 de la Dirección General de Servicios Agrícolas. Diario
Oficial de Uruguay Año CXII- Nº 29.766.