jueves, 21 de febrero de 2019

El “milagroso” árbol kiri puede ser peligroso

La especialista advierte de que ya se sabe que el kiri es una especie invasora. “Se ha demostrado que tiene un alto potencial de desplazar a las especies nativas”, comenta.



Habrá visto videos y publicaciones en Facebook. Es el árbol milagroso y la solución contra el cambio climático. Su nombre científico es Paulownia tormentosa , pero se lo conoce como kiri.

Puede alcanzar los 27 metros de altura y tiene hojas de 40 centímetros de ancho. Es una especie muy vistosa. Su “milagro” reside en que puede captar más dióxido de carbono (CO2) que cualquier otra especie, principal gas responsable del calentamiento global.

San Luis ya comenzó a plantarlo. Hay algunas pruebas piloto en Tucumán y en Mendoza. Santa Fe está entusiasmada. Y podría ser una de las especies “estrella” de la ley agroforestal de Córdoba.

Pero los biólogos advierten sobre los peligros que tiene esta especie exótica. “El kiri no es la solución al cambio climático y puede tener efectos muy fuertes en la dinámica del carbono, de los nutrientes y del agua de nuestros sistemas nativos, con una alta probabilidad de invasión”, dice Georgina Conti, bióloga investigadora del Conicet y de la UNC.

 “En materia ambiental, no se pueden decidir las cosas de forma aislada, como es la captación de dióxido de carbono. Las plantas también captan agua y generan cambios en los sistemas cuando las especies se vuelven invasoras. Ya tenemos varios malos ejemplos por tomar decisiones improvisadas”, agrega Melisa Giorgis, también investigadora del Conicet y de la UNC.

Esta especie tiene una altísima tasa de crecimiento, por lo que absorbe grandes cantidades de dióxido de carbono. Pero para mitigar el cambio climático, no sólo se debe captar el CO2, sino también almacenarlo por mucho tiempo como biomasa y materia orgánica en el suelo.

Las especies que crecen rápido como el kiri, también liberan rápido el CO2, por respiración cuando están vivas, a través de la rápida descomposición cuando están muertas”, explica Conti.

Y agrega: “Un quebracho que tenga más masa, si bien le llevó más tiempo acumularla, la pérdida por respiración es mucho menor y se descompone más lentamente una vez muerto”.

La especialista además advierte de que ya se sabe que el kiri es una especie invasora. “Se ha demostrado que tiene un alto potencial de desplazar a las especies nativas”, comenta.

lunes, 11 de febrero de 2019

Más de la mitad de la verdura que llega al Mercado Central queda descartada por exceso de agrotóxicos detectado en sus laboratorios

Las cifras son oficiales y alarmantes. Más del 60% de las verduras –y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos– contiene restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles no permitidos. Los laboratorios del Mercado Central detectan y quitan de circulación esa mercadería



Hace unos años un informe del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) encendió la alarma. Casi el 98% de las partidas de peras ofertadas entre 2011 y 2013 en el Mercado Central de Buenos Aires y sus similares de La Plata y General Pueyrredón habían dado positivo en 20 variedades de insecticidas y fungicidas.

“Lo que más preocupa es que muchos productos llegan a las verdulerías sin pasar por los controles del Mercado Central o algún otro laboratorio”

Más del 90% de las muestras de apio monitoreadas en esos mismos puntos evidenció restos de 16 agroquímicos y en el caso de de las mandarinas presentaron remanentes de otros 16 pesticidas.

El 85% de las manzanas revelaron presencia de 22 tipos de insecticidas, fungicidas y acaricidas. El 76,6% de las muestras de frutilla mostró restos de 17 plaguicidas. De un total de 27 frutas, verduras y producciones similares relevadas, solo cuatro variedades dieron cero en contaminación: cebolla, batata, yerba mate y almendras.

Por otro lado, expedientes de los operativos realizados en 2016 evidenciaron que el 65,4% de las partidas de apio contenía concentraciones de insecticidas y fungicidas por encima de los LMR (Límites Máximos de Residuos) que fija la normativa vigente en la Argentina para este tipo de alimentos. Solo en ese producto se constató la presencia de 21 agroquímicos, entre ellos el insecticida endosulfán, de uso prohibido en la Argentina desde mediados de 2013. En la zanahoria, el 62,5% de las muestras analizadas dio un resultado similar: seis principios activos, divididos entre insecticidas y fungicidas.

El escenario ya es alarmante y los técnicos de los laboratorios del Mercado Central sostienen que en los últimos dos años los hallazgos de sustancias no aptas para el consumo humano aumentaron en un 5%, en una tendencia que se convirtió en creciente.

La situación es más grave aún si consideramos que varios millones de toneladas de frutas y hortalizas que son comercializadas en verdulerías de todo el país llegan directamente de la huerta sin pasar por controles del Mercado Central ni de ningún otro tipo de laboratorio. Veneno directo de la tierra a la mesa, sin pérdidas ni decomisos.

Es duro pero hay que decirlo: estamos en emergencia. Los organismos nacionales y provinciales que coordinan políticas sanitarias y ambientales deben mejorar y articular urgentemente mecanismos de emergencia que garanticen la seguridad alimentaria y ambiental de los argentinos.

Las prácticas agrícolas abocan a los insectos a una desaparición masiva

Una investigación de la Universidad de Sidney indica que si no se cambia la forma de producir alimentos, los insectos se extinguirán en unas pocas décadas



Los insectos están amenazados en todo el mundo y su desaparición puede provocar un "colapso catastrófico" en los ecosistemas naturales, asegura una investigación de la Universidad de Sidney (Australia) publicada en la revista científica Biological Conservation. Sus conclusiones apuntan a que más de la mitad de las especies están disminuyendo rápidamente y una tercera parte está amenazada por la extinción. Unos datos que hacen temer que más del 40% de las especies de insectos se extingan en las próximas décadas. Las mariposas y las polillas están dentro de las más afectadas.

Los datos son tan preocupantes que los autores de la investigación -Francisco Sánchez-Bayo y Kris A.G. Wyckhuys- interpretan que dado que los insectos comprenden alrededor de dos tercios de todas las especies terrestres, nos encontramos al comienzo de la "sexta extinción masiva", que está afectando "profundamente" a la vida en nuestro planeta. Estos animales son esenciales dado que son alimento para otros, además de ser polinizadores.

La investigación reúne por primera vez los resultados de 73 estudios parciales realizados en diferentes partes del mundo, sobre todo en países desarrollados de Europa y América del Norte donde se encuentran los registros históricos más completos. Los datos concluyen que los cambios que se están produciendo en el hábitat y la contaminación son los principales culpables de la tendencia a la baja de los insectos. Y se señala a la intensificación de la agricultura en las últimas seis décadas como la causa "fundamental del problema al uso de pesticidas sintéticos". Un comportamiento que se repite a lo largo y ancho del mundo. Por este motivo, concluyen: "A menos que cambiemos nuestras formas de producir alimentos, los insectos en su conjunto van camino de la extinción en unas pocas décadas".  Las repercusiones que esto tendrá para "los ecosistemas del planeta son, como mínimo, catastróficas, ya que los insectos se encuentran en la base estructural y funcional de muchos de ellos desde su aparición al final del período Devónico, hace casi 400 millones de años".

En 2017, un estudio de 27 años en varias áreas protegidas de Alemania determinó una "impactante disminución del 76% en la biomasa de insectos voladores". Unas cifras que representan un promedio de 2,8% de pérdida en biomasa de insectos por año en áreas con bajos niveles de perturbación humana. Es preocupante, advierten los científicos, que la bajada sea constante a lo largo de tres décadas. Un estudio más reciente en las selvas tropicales de Puerto Rico muestra pérdidas de biomasa de entre un 98% y 78% para artrópodos.

Ambos estudios están en línea con informes anteriores sobre disminución de mariposas, escarabajos, mariquitas, libélulas, moscas de piedra y abejas silvestres en Europa y América del Norte en las últimas décadas. Parece que la pérdida de insectos es sustancialmente mayor que las que han sufrido aves o plantas durante los mismos periodos, lo que podría "desencadenar efectos en cascada dentro de los ecosistemas del mundo".

Algunas de las mejoras que se proponen para paliar la situación son aumentar las franjas de setos de flores en los bordes del campo que aumentan la abundancia de polinizadores silvestres y la rotación de cultivos que potencien la presencia de abejorros. Esta "ingeniería ecológica" también conserva a los insectos naturales "que son esenciales para mantener a raya a las plagas de muchos cultivos", concretan. Para los insectos acuáticos se apunta a la "rehabilitación de las marismas y a la mejora de la calidad del agua".
Fte: elpais.com