domingo, 20 de diciembre de 2020

Carrera por la vacuna contra el covid-19: Cómo los países ricos han "vaciado los estantes"

 


Mientras algunas naciones ya comenzaron a inocular a su población, surge la gran preocupación de que una buena parte del mundo no podrá acceder al fármaco al menos hasta unos cuatro años más.

A medida que un número creciente de vacunas contra el coronavirus avanza a través de ensayos clínicos, los países ricos están abriendo una brecha extraordinaria en el acceso al fármaco en todo el mundo, reclamando más de la mitad de las dosis que podrían salir al mercado a fines del próximo año. Si bien muchas naciones pobres pueden vacunar como máximo al 20% de su población en 2021, algunos de los países más ricos del mundo han reservado dosis suficientes para inmunizar a los suyos varias veces.

Sin garantía de que llegaría alguna vacuna en particular, estos países cubrieron sus apuestas en una serie de candidatos. Pero si se administran todas las dosis que han afirmado, la Unión Europea podría inocular a sus residentes dos veces, Reino Unido y Estados Unidos podrían hacerlo cuatro veces y Canadá seis veces, según un análisis del New York Times de datos sobre contratos de vacunas recopilados por la Universidad de Duke, Unicef y Airfinity, una empresa de análisis científico. Chile, pese a no ser una de las grandes potencias, también se encuentra en el tope del listado, ya que podría inocular dos veces a su población. "Los países de altos ingresos se han puesto al frente de la fila y vaciaron los estantes", dijo Andrea Taylor, investigadora de Duke que está estudiando los contratos. Estados Unidos ha proporcionado miles de millones de dólares para respaldar la investigación, el desarrollo y la fabricación de cinco de las vacunas más prometedoras contra el covid-19, impulsándolas a una velocidad y escala que de otro modo hubieran sido imposibles. Pero el apoyo vino con una condición: que los estadounidenses tuvieran acceso prioritario a las dosis hechas en su país.

Otras naciones ricas se unieron a EE.UU. para realizar grandes pedidos anticipados, a menudo con opciones para ampliar los acuerdos y adquirir aún más, lo que socavó la capacidad de muchos países para realizar compras oportunas. Estados Unidos ha asegurado 100 millones de dosis de Pfizer, con la opción de comprar 500 millones más, y 200 millones de Moderna, con 300 millones adicionales en oferta. También ha reservado 810 millones de dosis de AstraZeneca, Johnson & Johnson, Novavax y Sanofi combinados; los acuerdos de expansión podrían llevar ese número a 1.500 millones. Gran Bretaña, por su parte, ha reclamado 357 millones de dosis de todas esas compañías junto con una pequeña empresa, Valneva, con opciones para comprar 152 millones más.

La Unión Europea ha obtenido 1.300 millones de la mayoría de las mismas empresas, así como de la alemana CureVac; puede tener otros 660 millones de dosis si así lo desea. Casi todas estas vacunas se han desarrollado como tratamientos de dos dosis. Es incierto saber qué tan rápido los países ricos lograrán una cobertura total, en gran parte porque los candidatos se encuentran en diversas etapas de progreso. La vacuna de Pfizer, desarrollada con BioNTech, está ahora autorizada en Reino Unido, Bahrein, Canadá, México, Arabia Saudita y Estados Unidos. Se espera que el de Moderna lo siga pronto. Es probable que AstraZeneca, en colaboración con la Universidad de Oxford, busque la aprobación en Gran Bretaña, India y varios otros países en las próximas semanas, armada con datos de fuera de Estados Unidos, donde ha sufrido reveses con los reguladores.

Valneva aún no ha entrado en ensayos clínicos. Sanofi, en colaboración con GlaxoSmithKline, cambió recientemente su cronograma de aprobación para fines del próximo año después de que los resultados clínicos mostraran un desempeño deficiente en las personas mayores. Pero las perspectivas para la mayor parte del mundo en desarrollo son nefastas. Debido a los límites de fabricación, muchos países de bajos ingresos podrían tardar hasta 2024 en obtener suficientes vacunas para inmunizar completamente a su población.

 La fabricación local de vacunas puede ser fundamental

No todas las naciones menos ricas enfrentarán una grave escasez. Algunos han asegurado una cantidad sustancial de dosis que podrían salir al mercado el próximo año aprovechando sus propias fortalezas de fabricación de medicamentos. Es el caso de India, que está en camino de producir más dosis de vacunas contra el coronavirus el próximo año que cualquier otro país. El Serum Institute of India, que tiene contratos para grandes cantidades de las vacunas AstraZeneca y Novavax, ha prometido al Gobierno indio la mitad de su producción.

"India tiene prioridad porque es mi país de origen", dijo Adar Poonawalla, director ejecutivo de la compañía, en una entrevista. Y el multimillonario Carlos Slim ayudó a financiar un acuerdo por 150 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca en América Latina, aprovechando las capacidades de fabricación en Argentina y su México natal. La vacuna AstraZeneca se adapta bien a los países más pobres porque es barata y fácil de almacenar. Se han prometido muchas más dosis de la vacuna de este laboratorio que de cualquier otro candidato: 3.210 millones, más de la mitad de ellas destinadas a países pobres y de ingresos medios. La empresa se ha asociado con 10 fabricantes de todo el mundo.

Johnson & Johnson, cuya vacuna se está probando como una sola dosis, lo que la convierte en otro competidor en el mundo en desarrollo, ha prometido 500.000 inyecciones en países de bajos ingresos, sin especificar qué naciones las recibirían. China, que tiene la tercera mayor capacidad de fabricación de vacunas del mundo, ha indicado que tiene la intención de poner sus vacunas a disposición de los países en desarrollo. La semana pasada, los Emiratos Árabes Unidos emitieron la primera aprobación gubernamental de Sinopharm, citando datos preliminares que muestran que tenía un 86% de efectividad. Para abordar la inequidad en las vacunas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y dos organizaciones sin fines de lucro apoyadas por Bill Gates lanzaron un esfuerzo para asegurar mil millones de dosis para 92 países pobres. Mil millones más irían a docenas de países de ingresos medios y altos.

Similar a la inversión del gobierno de EE.UU. pero a una escala mucho menor, el esfuerzo, conocido como Covax, ha respaldado el desarrollo y la fabricación de candidatos a vacunas, incluidos los de AstraZeneca y Novavax. A cambio, esas dos empresas le han prometido a Covax cientos de millones de dosis. Pero la iniciativa ha tenido problemas para recaudar suficiente dinero para alcanzar su objetivo; incluso si lo hiciera, mil millones de dosis serían suficientes para menos del 20% de la población de cada país pobre.

Los países ricos también se disputan las primeras dosis Aunque las naciones ricas han reservado una gran cantidad de vacunas, tienen que esperar en la fila para que se cumplan sus pedidos. Los fabricantes necesitarán tiempo para aumentar la producción después de obtener la aprobación regulatoria, y los países no recibirán todas sus dosis a la vez.

"El hecho de que haya comprado 100 millones de dosis no significa que recibirá 100 millones de dosis en diciembre", dijo Kendall Hoyt, profesor asistente de medicina en Dartmouth que ha estudiado el lanzamiento mundial de vacunas. En sus contratos, las empresas han prometido varios plazos. Algunos anuncios públicos especifican que las dosis llegarán a principios de 2021, mientras que otros son más vagos, lo que indica a finales del próximo año. Y debido a que los contratos son privados, ha sido difícil para los gobiernos, y para el público, establecer expectativas realistas. Julia Barnes-Weise, directora de Global Healthcare Innovation Alliance Accelerator, quien consulta sobre estos acuerdos, dijo que era "alucinante" que el suministro global de vacunas contra el covid-19 dependiera de cómo se negociaban estos acuerdos confidenciales.

Tomemos como ejemplo a Pfizer, que ha dicho que fabricará 1.300 millones de dosis en 2021. El Gobierno de EE.UU. compró 100 millones, y luego se sorprendió cuando se le dijo que tendría que esperar hasta junio para recibir 100 millones adicionales incluidos como opción bajo su contrato. Y aunque las vacunas de este laboratorio ya están llegando a Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, no está claro cuándo llegarán a otros países. México, según un anuncio, podría recibir sus primeras vacunas en cualquier momento de los próximos 12 meses. En Canadá, el gobierno se ha enfrentado a cuestionamientos sobre su contrato con Moderna. El país consiguió un acuerdo en agosto por 20 millones de dosis, con una opción por 36 millones adicionales. Estados Unidos anunció un acuerdo por hasta 500 millones de dosis poco después, y Gran Bretaña y la Unión Europea anunciaron sus propios acuerdos el mes pasado.

Entonces, cuando Moderna dijo recientemente que sus primeros 20 millones irían a Estados Unidos, los políticos canadienses fueron acusados ??de dejar que su país perdiera su lugar. No era muy conocido que, como condición para recibir apoyo financiero de Estados Unidos, Moderna les había prometido a los estadounidenses sus primeras dosis. En el Parlamento canadiense, Erin O'Toole, la líder conservadora, presentó una moción que requiere que el Gobierno publique las fechas de cumplimiento de sus pedidos, diciendo que los ciudadanos "merecen saber cuándo pueden esperar cada tipo de vacuna".

Se pueden prometer dosis, pero la producción no está garantizada

 Incluso si otros candidatos prometedores, como Johnson & Johnson, obtienen pronto la aprobación y eliminan la presión de Pfizer y Moderna, no hay garantía de que las empresas puedan cumplir con sus compromisos el próximo año. "La gente piensa, solo porque hemos demostrado en los ensayos clínicos de fase 3 que tenemos vacunas seguras y efectivas, que los grifos están a punto de abrirse por completo", dijo el doctor Richard Hatchett, jefe de la Coalición para la Preparación Epidémica, una de las organizaciones sin fines de lucro mundiales que lideran el programa Covax con la OMS. "Los desafíos de la ampliación de la fabricación son importantes y complicados", añadió.

Algunas empresas ya han revisado sus proyecciones basándose en problemas de fabricación. Pfizer inicialmente dijo que produciría 100 millones de dosis para fines de este año, solo para reducir ese número a la mitad. Novavax retrasó los ensayos clínicos en parte porque no pudo producir las dosis suficientes. En otros casos, los fabricantes de vacunas o sus socios pueden haber prometido más dosis de las que se pueden producir: se han comprometido 3.210 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca, pero existen acuerdos de fabricación por solo 2.860 millones, según Airfinity. Johnson & Johnson ha prometido 1,30 mil millones, pero ha asegurado la fabricación por solo 1,10 mil millones.

La petición a los países ricos

A medida que se hacen más visibles las marcadas disparidades en el acceso a las vacunas, aumenta la presión sobre los países ricos para que modifiquen sus planes. Australia, Reino Unido, Canadá y la Unión Europea han contraído compromisos financieros con Covax. Ahora, se les anima a escalonar la entrega de sus propias dosis para que el mundo en desarrollo no se quede estancado al final de la línea.

"El peor resultado posible es que está ofreciendo vacunas a la población de todo un país antes de que podamos ofrecerlas a las de mayor riesgo en otros países", dijo el doctor Bruce Aylward, asesor principal del director general de la OMS, que está trabajando en la iniciativa mundial de vacunas. También se le pide a los países ricos que pudieran terminar con más dosis de las que necesitan, que donen vacunas. Canadá ya ha comenzado a debatir cómo podría hacerlo. Hasta ahora, Estados Unidos ha estado manifiestamente ausente de los esfuerzos para abordar las inequidades en las vacunas. No ha brindado ayuda a Covax, y el Presidente Donald Trump ha promovido el nacionalismo de las vacunas en todo momento.

Pero firmó una orden ejecutiva este mes que indica que una vez que el gobierno federal determine que hay un suministro suficiente para los estadounidenses, facilitará el acceso internacional a sus vacunas "para aliados, socios y otros". Y con el presidente electo Joe Biden a un mes de asumir el cargo, los funcionarios de Covax esperan que Estados Unidos haga más. El líder demócrata ya se ha comprometido a revertir el retiro de su predecesor de la OMS. Pero incluso si los países ricos donan el exceso de vacunas, el resto del mundo no tendrá todas las dosis que necesita para fines del próximo año.

Algunos expertos predicen que será en 2024 antes de que haya suficientes vacunas. Otros, como Hatchett, piensan que a medida que más personas se enfermen y adquieran inmunidad natural, la necesidad de la vacuna disminuirá y el suministro será adecuado para fines de 2022. De cualquier manera, muchas más personas morirán en el camino. Y si resulta que esta es una vacuna que se requiere todos los años, como la vacuna contra la gripe, eso cambiará las proyecciones por completo, dijo el doctor Krishna Udayakumar, director del Duke Global Health Innovation Center. "Entonces todas las apuestas están canceladas", dijo.

Fuente: Emol.com

 

sábado, 19 de diciembre de 2020

Cómo actúan las vacunas de ARNm contra el COVID-19.

 

Credito: www.iagua.es



El dramático éxito de dos vacunas COVID-19 en ensayos clínicos, marcó un triunfo para la humanidad, una de las cuales fue autorizada para uso de emergencia por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos.

La vacuna se basa en las instrucciones genéticas conocidas como ARN mensajero (ARNm). Lo cual, impulsa a las células a producir una proteína SARS-CoV-2 que entrena al sistema inmunológico para reconocer el virus.

La administración de esta vacuna es relativamente simple. Después de un pinchazo en el brazo, las células musculares captan ARNm y producen una proteína viral.

El sistema inmunológico ve la proteína como extraña y producen anticuerpos y células T que preparan al cuerpo contra futuras invasiones.

Además del SARS-CoV-2, las vacunas de ARNm contra la rabia, el Zika, el citomegalovirus, la influenza y otros virus están avanzando a través de ensayos clínicos.

DOI: 10.1126/science.abg1977




viernes, 11 de septiembre de 2020

Ocho meses sin tratamiento curativo contra la covid y sin solución a la vista

 La investigación de terapias contra el coronavirus acumula fracasos, pero los especialistas han optimizado su escaso armamento y han logrado reducir la mortalidad


Ocho meses después de que se identificara el nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan, todavía no existe ningún tratamiento eficaz contra la enfermedad que ya ha matado a casi un millón de personas en el mundo, según la cifra de muertos más conservadora. Ni existe una bala de plata contra el virus ni se espera que aparezca a corto plazo. “
No somos demasiado optimistas. Hasta ahora no hay ningún fármaco curativo de una enfermedad vírica respiratoria. No hay un tratamiento curativo de la gripe ni del adenovirus del resfriado común. No hay precedentes. Parece poco probable que en el futuro cercano tengamos un fármaco curativo para esta enfermedad”, opina el médico Ricardo Gómez Huelgas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).

Durante la primera ola de la epidemia, alrededor del 86% de los pacientes hospitalizados en España recibieron hidroxicloroquina, un viejo medicamento contra la malaria promocionado como casi milagroso por el presidente estadounidense, Donald Trump. En el 62% de los enfermos se optó por una combinación de dos fármacos indicados para el virus del sida, lopinavir y ritonavir, según el registro de la SEMI. Hoy se sabe que aquellos primeros tratamientos aportaron a los enfermos de covid poco más que un vaso de Agua del Carmen. Uno de cada cinco pacientes ingresados murió en aquellos meses caóticos, pero hoy la tasa de mortalidad está muy lejos de ese 20%. “Hicimos tratamientos sin base científica porque no teníamos otra opción. Hemos mejorado el conocimiento de lo que no funciona y de lo que sí funciona en algunas circunstancias”, señala Gómez Huelgas, del Complejo Hospitalario de Málaga. Uno de los grandes avances es simple: poner boca abajo a los enfermos.

El registro de la SEMI incluye a 18.000 pacientes con covid en más de un centenar de hospitales españoles. Gómez Huelgas, uno de sus coordinadores, subraya que en la primera ola los enfermos tenían un promedio de 70 años, sufrían otras patologías y llegaban al médico demasiado tarde. Ahora rondan los 50 años, tienen una mejor salud y se tratan mucho antes. La mortalidad de los pacientes ingresados en la segunda ola está por debajo del 10%, según una estimación preliminar de Gómez Huelgas. “No es porque los tratamientos hayan cambiado sustancialmente. La diferencia es que los pacientes antes eran bastante más mayores y tenían muchas patologías de base”, argumenta.

La médica Carolina García Vidal, del Hospital Clínic de Barcelona, es más optimista y muestra sus resultados. “Casi todos los hospitales europeos comunicaron una mortalidad de entre el 20% y el 30% de los pacientes con covid en la primera ola. Nosotros tuvimos una mortalidad del 12%”, afirma. García Vidal recuerda la confusión de los primeros meses, cuando la OMS cambiaba “cada tres días” sus protocolos para tratar la covid. “El follón de información desbordaba el sistema sanitario”, lamenta. El equipo de la médica diseñó entonces un sistema de inteligencia artificial que ayudó a ofrecer tratamientos personalizados a más de 2.000 pacientes ingresados en el Clínic.

 Los médicos ya ven la covid casi como si fuesen dos enfermedades en una. En la primera etapa, el coronavirus se multiplica en las células del sistema respiratorio y empiezan los primeros síntomas: fiebre, tos seca, malestar general. La segunda fase empieza cuando el virus invade las profundidades de los pulmones y el cuerpo humano responde enviando un torbellino de células defensivas, una respuesta que puede desbocarse y ser incluso más peligrosa que el virus. “No es una enfermedad en la que haya que tratar a todos los pacientes de la misma manera”, advierte García Vidal. “Personalizar el tratamiento en cada momento es lo que te acaba llevando al éxito”.

La comunidad científica busca antivirales efectivos para la primera etapa y fármacos que modulen la respuesta inmune para la segunda fase. Las autoridades sanitarias europeas solo han autorizado hasta la fecha un medicamento antiviral contra el coronavirus: el remdesivir, desarrollado inicialmente contra el virus del ébola por la farmacéutica estadounidense Gilead Sciences. Es un fármaco controvertido. Un tratamiento completo cuesta algo más de 2.000 euros y hasta el momento no se ha demostrado que reduzca la mortalidad por covid, según lamenta el farmacéutico Jesús Sierra, del Hospital Universitario de Jerez de la Frontera (Cádiz). Un estudio internacional con unos mil pacientes sí mostró en mayo que los tratados con remdesivir tenían un tiempo medio de recuperación de 11 días, frente a los 15 días que necesitaron los que recibieron una sustancia inactiva. EE UU ha comprado casi todas las existencias del fármaco.

El remdesivir no es la solución que esperábamos. Y existe el riesgo de que pensemos que sí lo es y no sigamos investigando”, advierte Sierra, que coordina el registro de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), una base de datos de 16.000 pacientes para identificar fármacos asociados a una menor mortalidad por covid. “Ahora el miedo es que se acabe el remdesivir. ¿Qué más da que se acabe si no ha demostrado que funciona? La preocupación debería ser probar con nuevas dianas para ver si salvamos vidas, porque nos queda un año muy largo por delante”, opina Sierra. Uno de los fármacos experimentales más prometedores es el MK-4482, un antiviral desarrollado en la Universidad Emory (EE UU) que se administra en comprimidos orales y que competiría con el intravenoso remdesivir.

Carolina García Vidal está convencida de que el remdesivir sí reduce la mortalidad si se suministra muy pronto, en esa primera fase en la que el virus se multiplica. La médica presentará sus resultados el 17 de septiembre en el I Congreso Nacional de Covid-19, un evento en internet en el que participa medio centenar de sociedades científicas españolas. “Creo que a un año vista nos va a costar encontrar un antiviral más efectivo que el remdesivir”, opina García Vidal.

La búsqueda desesperada de un tratamiento contra la covid prácticamente acaba de comenzar, pero ya está llena de fracasos. La OMS lanzó en marzo un ensayo internacional, bautizado Solidaridad, para comparar estrategias contra la covid. El 4 de julio, la organización advirtió de que dos de los tratamientos más utilizados en el mundo —la hidroxicloroquina y el cóctel lopinavir/ritonavir— no solo no funcionaban en los enfermos hospitalizados, sino que incluso podían provocar efectos adversos.

 El único fármaco que hasta la fecha ha demostrado que salva vidas es la dexametasona, un corticoide sintetizado en 1957 que alivia la inflamación y disminuye la respuesta del sistema inmune. El medicamento apenas cuesta unos céntimos diarios y reduce un tercio el riesgo de muerte de los pacientes más graves, según los datos de Recovery, un ensayo clínico en 175 hospitales de Reino Unido. Estos resultados, publicados el 16 de junio, llegaron demasiado tarde para muchos enfermos. Jesús Sierra calcula que en España “un 35% de los pacientes hospitalizados deberían haber recibido corticoides y no los recibieron”, según su registro.

El farmacéutico español echa de menos más ensayos clínicos bien organizados, como el propio Recovery, un proyecto promovido por la Universidad de Oxford en el que se comparan los resultados de unos 11.500 pacientes. En España se han puesto en marcha unos 120 ensayos de potenciales tratamientos contra la covid, según los datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). “Es un número altísimo, no deseable, ilógico. En España se han hecho iniciativas muy locales, cuando lo lógico habría sido hacer ensayos clínicos centralizados, a los que se unieran los hospitales. Somos como islas, todo el mundo está aislado”, explica Sierra. “Hay que hacer autocrítica y plantearse si haría falta alguna estructura pública centralizada de investigación, que permitiera hacer ensayos propios de manera ágil”, reflexiona.

Es altamente deseable que nos agrupemos, no solamente en estudios nacionales, sino mundiales”, coincide el médico César Hernández, jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la AEMPS. Hernández recuerda que su agencia apoyó la puesta en marcha del ensayo Solidaridad de la OMS, en el que participan unos 40 hospitales españoles. “Hay que hacer más cooperación y menos competición. Y los que tienen que liderar este cambio cultural son los propios investigadores. Hay veces que, incluso dentro de una misma institución, cuesta trabajo que se pongan de acuerdo dos departamentos distintos. Esas barreras hay que vencerlas”, incita el médico.

Hernández recalca las evidencias científicas de los actuales tratamientos: el remdesivir acorta cuatro días la recuperación y la dexametasona evita un tercio de las muertes de los pacientes hospitalizados más graves. Eso es todo lo que hay demostrado por el momento. “Yo estoy bastante expectante por ver qué resultados dan los anticuerpos monoclonales frente al coronavirus, porque podrían ser un tratamiento altamente efectivo”, señala el médico.

Los anticuerpos monoclonales son una de las grandes esperanzas contra la covid. Las personas que han superado la enfermedad tienen en su plasma sanguíneo unas proteínas específicas, llamadas anticuerpos, que han ayudado a neutralizar el coronavirus. La estrategia más simple sería realizar directamente transfusiones de plasma de supervivientes a los enfermos, pero no se sabe si esto funciona. En EE UU se ha hecho con decenas de miles de pacientes, pero sin comparar los resultados con otro grupo de control que no recibiera la transfusión. En España, un primer estudio con 83 pacientes sí sugiere que el plasma mejora el pronóstico de los enfermos menos graves, pero los resultados no son concluyentes.

 La idea de los anticuerpos monoclonales va más allá. Consiste en aislar los anticuerpos específicos del plasma sanguíneo para producir grandes cantidades de clones sintéticos en el laboratorio. La estrategia está teniendo mucho éxito contra algunos tipos de cáncer, como muestra el trastuzumab, uno de los fármacos más eficaces contra los tumores de mama agresivos. Contra virus, sin embargo, la técnica está en pañales, salvo una inyección de anticuerpos monoclonales, llamada palivizumab, para prevenir las neumonías de bebés provocadas por el virus respiratorio sincitial.

La empresa biotecnológica estadounidense Regeneron ha recibido 450 millones de dólares de las autoridades federales para impulsar su cóctel de anticuerpos monoclonales REGN-COV2, ya en pruebas con miles de personas para ver si es capaz de tratar o incluso prevenir la covid. Hay decenas de compañías privadas y laboratorios académicos de todo el mundo compitiendo para desarrollar cuanto antes anticuerpos monoclonales, unos fármacos que en cualquier caso serían caros y difíciles de producir. “Sea cual sea el punto de inflexión en el tratamiento de la covid [...], tendremos que esforzarnos por lograr un acceso equitativo. Sabemos que no todas las respuestas se encuentran en los despachos de la industria farmacéutica”, ha advertido Julien Potet, de Médicos Sin Fronteras. 

Fuente: elpais.com

martes, 8 de septiembre de 2020

Argentina superó los 10.000 muertos por Covid-19: ¿qué dicen las previsiones hasta fin de año?

 


Argentina superó los 10 mil muertos por Covid-19. El parte vespertino confirmó lo que ya se anticipaba con los datos del parte matutino.

Es difícil prever cuántas muertes directas dejará la pandemia hacia fin de año. Alberto Kornblihtt, un reconocido científico del Conicet especialista en Biología Molecular, pronosticó que para Navidad el país tendrá 364 mil muertes.

El cálculo lo realizó tomando como referencia el tiempo de duplicación de fallecidos que está teniendo la pandemia en Argentina. Pero la estimación fue criticada por varios expertos por ser alarmista.

Tener 364 mil muertos en diciembre implicaría que tengamos 18 millones de contagiados, eso está cerca de la inmunidad de rebaño. Cuando te acercas a ese límite la curva no es más exponencial”, explicó en su cuenta de Twitter Daniel Penazzi, matemático de Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba.

Por su parte, Rodrigo Quiroga, experto en bioinformática de Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, estimó que con una letalidad del 0,33 por ciento (ajustada por la edad) y si se infectara el 30 por ciento de la población (un número altísimo, teniendo en cuenta que estaríamos en menos del 3 por ciento), el número teórico de fallecidos en Argentina sería de 44 mil.

El Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, EE.UU. (IHME, por su sigla en inglés) proyecta 33 mil muertes para Argentina al 31 de diciembre.

El colapso del sistema sanitario puede elevar mucho la cantidad de muertes. Un estudio estimó que hasta mediados de junio casi la mitad de las más de 51 mil muertes por Covid-19 ocurridas en España fueron provocadas por la saturación de los hospitales que no pudieron darle atención adecuada a esos pacientes infectados.

Sexta causa de muerte

Con más de 10 mil muertes, el virus pandémico se habría convertido en la sexta causa de muerte de nuestro país si lo comparamos con las causas de fallecimiento de 2018.

Ya superó a afecciones tan conocidas como la diabetes, los cánceres de pulmón, colon, páncreas y mama, la hipertensión y los accidentes de tránsito.

Los datos corresponden a las Estadísticas Vitales de 2018 del Ministerio de Salud de la Nación, el último dato oficial disponible.

Las cinco causas que provocaron más muerte aquel año fueron:

* Neumonía e influenza (31.916 fallecidos)

* Insuficiencia cardíaca (22.973)

* Enfermedades isquémicas del corazón (22.070)

* Enfermedades del sistema urinario (13.305)

* Septicemias (10.354).

Con la gripe y otros virus respiratorios retraídos por la pandemia y las diferentes fases de la cuarentena, el Sars-Cov-2 seguramente será el agente infeccioso más mortífero de 2020. La neumonía y las septicemias también son de caracter infeccioso pero las provocan diferentes patógenos, no uno solo con el Covid-19.

En 2018, los patógenos más mortales fueron el VIH, la tuberculosis, las infecciones intestinales como la diarrea y el Chagas, además de las septicemias (una falla multiorgánica desencadenada por diversos agentes), y las neumonías, también con causantes diversos. Fuente: www.lavoz.com.ar



Covid-19: el gráfico que muestra el riesgo de contagio de coronavirus según la actividad que hagas

 La Asociación Médica de Texas reunió a 14 expertos en salud pública, epidemiología y enfermedades infecciosas para elaborar una clasificación respecto del riesgo que supone realizar distintas acciones cotidianas, en esta "nueva realidad" marcada por la pandemia de Coronavirus.

¿Cuán arriesgado es ir a comprar o comer en un restaurante? ¿Y tomarse un trago en un bar? ¿O ir al cine?

En medio de la actual pandemia de covid-19, seguramente muchos se preguntan cuáles son los riesgos de infección haciendo este tipo de actividades.

Preguntas así quería responder la Asociación Médica de Texas (TMA, por sus siglas en inglés), que juntó un panel de 14 expertos en salud pública, epidemiología y enfermedades infecciosas para diseñar una clasificación según el riesgo que supone hacer distintas acciones cotidianas.

¿Qué son las polémicas mascarillas "egoístas" y por qué no se recomienda su uso contra el coronavirus?

El estudio que concluye que esteroides baratos y accesibles reducen la mortalidad en casos críticos de covid-19

Ir al gimnasio, comer en un buffet o asistir a un concierto multitudinario están entre las más arriesgadas, según la TMA.

"Es un gráfico hecho para Texas (EE.UU.), pero sirve para otros países. Hay que considerar las diferencias de cada lugar, pero también hay muchas semejanzas", afirma el médico John Carlo, experto en salud pública y uno de los miembros de TMA que participó en la creación del gráfico.


 ¿Cómo se hizo el ranking?

La clasificación del 1 (menos arriesgada) al 10 (más arriesgada) sigue los siguientes criterios: si las actividades son realizadas en el interior o en el exterior; la proximidad con otras personas; el tiempo de exposición al virus; la posibilidad de seguir las prácticas de prevención (como el uso de mascarillas) y el riesgo de que una persona se contamine realizando la acción.

Por eso dos actividades muy distintas pueden ocupar la misma categoría.

"El centro comercial, a pesar que suele ser un espacio cerrado, puede ser amplio, estar ventilado y puede permitir mantener la distancia social. En cambio, la playa, aunque es un espacio abierto, puede estar abarrotada", dice John Carlo.

Para todas las actividades de la lista, los médicos consideraron que los participantes usaban mascarillas, mantenían una distancia de al menos dos metros entre personas (que no fueran sus familiares) y se lavaban las manos siempre que fuera posible.

"Este es el punto de vista de un grupo de médicos que tenían que responder como estas actividades se comparan en términos de riesgo. Pero solamente la propia persona puede saber las condiciones en que va a practicar la actividad y determinar el riesgo total", añade Carlo.

El experto también recalca que el mismo tipo de negocio puede variar mucho, como en el caso de las peluquerías y/o barberías.

"En Estado Unidos tenemos salones en que hay una persona atendiendo a un solo un cliente. Todo está muy limpio y las dos personas pueden usar mascarillas. Hay otras que no y el riesgo es distinto. Se trata de usar el sentido común para analizar el escenario de cada actividad. Nuestro gráfico es una buena guía, pero la gente tiene que analizar sus propios casos.", concluye Carlo.

Fuente: www.bbc.com

lunes, 7 de septiembre de 2020

Las ventajas de la vacuna argentina a la que el Gobierno le da la espalda

 El científico cordobés Hugo Luján se refirió a las características de su prometedor desarrollo, que supone menos riesgos que otras candidatas extranjeras contra el Sars-CoV-2. A pesar de eso, no cuenta con los fondos para avanzar con la investigación. Vaticinó que tendremos que aprender a convivir con el virus.


Me deprime muchísimo ver que tenemos más de 8.000 muertos en la Argentina por algo que podía haber sido prevenido mucho más eficientemente”, confesó en una entrevista con La Prensa el bioquímico, doctor en Ciencias Químicas e investigador superior del Conicet, Hugo Luján, quien teme “que nos obliguen a vacunarnos con una vacuna no segura para darnos un certificado de circulación”.

Luján, que es además profesor titular de la carrera de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba y director del Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas del Conicet, cuenta con una larga trayectoria de trabajos científicos publicados en las revistas especializadas más prestigiosas del mundo y ha recibido diversos premios por su labor -tanto internacionales como locales-: ganó los premios Innovar en 2010 por el desarrollo de una vacuna para el parásito giardia y, en 2019, por la elaboración de una plataforma para producir vacunas orales, que ahora se propone probar para la inmunización contra el Sars-CoV-2.

Sin embargo, sus vastos antecedentes y los alentadores resultados obtenidos hasta el momento con la plataforma que desarrolló, no fueron suficientes para recibir uno de los subsidios que el Estado otorgó a proyectos vinculados con Covid-19. “Cuando vino la pandemia, el Ministerio de Ciencia y Técnica llama a la presentación de proyectos Covid para el otorgamiento de subsidios. Vimos que se presentaron 900 pese a que no hay 900 grupos de investigación, entonces decidimos presentarnos. Pero, por primera vez en años, no se utilizó el sistema de evaluación por pares -como se acostumbra a hacer en todo el mundo-, sino que se creó una comisión para seleccionar ad hoc los proyectos. Y nosotros no salimos beneficiados”, se lamentó Luján.

No obstante, el investigador y su equipo continuaron trabajando en el desarrollo, hasta ahora con resultados muy promisorios, “porque estamos haciendo cosas que no hacen otros grupos, ni siquiera las vacunas que hoy están siendo testeadas en fase III”, remarcó.

En concreto, Luján trabaja desde hace 10 años en lo que denominaron “una plataforma, muy versátil, para la producción de vacunas orales”. La iniciativa surgió luego de advertir las propiedades de gran resistencia que tenía la capa de proteínas que recubren al parásito intestinal giardia, endémico en Latinoamérica, y para el cual logró crear una vacuna en 2008.

Estos parásitos están recubiertos con una capa de proteínas muy específicas que le confieren resistencia a ser degradados por la digestión. En 2010, publicamos en Nature Medicine un trabajo en el que demostramos que utilizando estas proteínas del parásito podíamos hacer una vacuna y la podíamos dar por vía oral”, detalló.

 Más tarde, luego de una presentación en un congreso científico en París, un investigador francés -que estaba trabajando en vacunas para la hepatitis C, mediante la utilización de partículas similares a virus, que son virus no infectivos- le propuso trabajar en conjunto.

Fue así que probaron de unir los dos aspectos: las capacidades vacunales de las partículas desarrolladas por el científico francés y las capacidades protectivas y altamente inmunogénicas de las proteínas de giardia. "Estuvimos trabajando durante mucho tiempo y recubrimos esas partículas virales hechas en el laboratorio con partes de diferentes virus que no infectan a humanos".

Lo que hacemos es expresar en el laboratorio esas moléculas -una proteína que se llama Gag- del virus de la leucemia murina, por ejemplo, en una célula de mamífero cualquiera. Al mismo tiempo que le expresamos las proteínas del giardia para que la protejan y al mismo tiempo que le podemos poner cualquier otra molécula de cualquier otro agente infeccioso”, precisó el científico.

Esta plataforma fue probada ya por Luján con antígenos del virus de la influenza (gripe). “Hicimos estudios en animales de laboratorio y llegamos a demostrar, inclusive, que si dábamos por vía oral estas vacunas a los animales, podíamos proteger para la infección del virus vivo de la influenza”, relató. Los resultados de ese trabajo fueron publicados en enero de 2019 en la revista Nature Communications.

Respecto de los beneficios que presenta este tipo de inmunización en comparación con otras técnicas, Luján explicó que “la mayoría de las vacunas inyectables solamente participan en generar anticuerpos que circulan por la sangre o linfocitos T citotóxicos, células citotóxicas o linfocitos de memoria. En cambio, las vacunas orales tienen la particularidad de generar además inmunoglobulinas en nuestras mucosas. Se llaman inmunoglobulinas A secretoras e impiden que el virus entre”.

El mecanismo supone una mayor eficiencia de esta vacuna oral porque, en el caso de las inyectables, el virus entra al organismo y “en la mayoría de los casos se puede controlar, que es lo que sucede hoy con la típica vacuna de la gripe”, argumenta el catedrático. Es decir, la vacuna antigripal no impide que uno se engripe sino que busca que la enfermedad no adquiera severidad.

EFECTOS SECUNDARIOS

Otra de las grandes diferencias del desarrollo de Luján tiene que ver con los efectos secundarios. “Uno de los beneficios es que en aquello que uno da por vía intestinal, por vía oral, lo que no sirve, se digiere. Así de simple: no causará nada. También probamos que estas moléculas no causan ninguna enfermedad”, aseguró el investigador para luego añadir: “Los efectos secundarios fueron nulos en los ensayos en animales”.

Por otro lado, la alta resistencia de la proteína utilizada del giardia para proteger estas vacunas permite que no requieran cadena de frío para su conservación. “Pueden ser distribuidas y mantenidas a temperatura ambiente y esto sirve para la vacunación en campañas masivas, que de otra forma no se puede hacer. Las otras vacunas requieren ser mantenidas a -20 o -5 grados centígrados”, contrastó.

Asimismo, la vacuna oral desarrollada por Luján y equipo puede administrársela cada persona a sí misma, no se requiere aguja, ni jeringa, ni un personal especializado. “Tiene también una ventaja para el medioambiente porque no hay que incinerar ni las jeringas ni las agujas una vez que se utilizó”.

Consultado sobre otras diferencias en términos de los potenciales efectos secundarios de las vacunas candidatas para coronavirus, el científico recordó que “las vacunas ARN, que son las que está utilizando la empresa Moderna en Estados Unidos junto con el NIH, nunca fueron utilizadas para vacunas en humanos. Nunca fueron aprobadas previamente y no se sabe si funcionan o no”.

Ahí lo que se inyecta es el código genético de las proteínas del virus que queremos que se genere en nuestro cuerpo para generar una respuesta inmune. En el caso de las vacunas vectorizadas, se agrega el ADN -no el ARN del virus- que es un vector que tiene la capacidad de infectarte. Los adenovirus -utilizados como vector- son virus que generalmente nos causan resfríos pero que han sido modificados para expresar estas proteínas S del SARS-CoV-2”, detalló.

Por otro lado, están las vacunas a virus atenuados, “en las cuales se usa el Sars-CoV-2, tratando de manipularlo de alguna forma para que no sean tan graves y, de ese modo, genere respuesta inmune. Pero, así como pasó como el virus de la polio, eso puede revertir al virus patogénico. Es decir, la misma biología del virus puede corregir los errores introducidos por el hombre y producir enfermedad. Por eso las vacunas atenuadas ya se están descartando”.

La otra clase de vacunas es la de virus muertos o inactivados (por calor, por formol o por agentes químicos), que es la tecnología utilizada en la candidata china. “Esos procesos le pueden causar modificaciones a la estructura del virus y no obtener la respuesta esperada. Pero, de cualquier manera, son las más promisorias hoy por hoy; es la que podría ser la primera generación de vacunas que esté disponible”, sostuvo Luján, para luego agregar: “Es la tecnología más probada en la historia de vacunas y sería la menos riesgosa”.

Consultado sobre cómo se resuelven las diferencias regionales que adopta el Sars-CoV-2 a la hora de elaborar una vacuna para que sea efectiva en distintos lugares del mundo, Luján expresó: “Nosotros estamos usando todas las variantes del virus en una misma formulación vacunal, que no es lo que están haciendo las otras empresas, que están usando la secuencia original china, que apareció en enero”.

El investigador del Conicet comentó que durante el desarrollo de su plataforma para la elaboración de una vacuna oral también se introdujeron modificaciones en la secuencia del virus para quede fija en la forma prefusión y, de ese modo, sea más específica para generar anticuerpos neutralizantes. De esta manera, se evita el riesgo de que ocurra un proceso llamado “ADE”, del inglés antibody dependent enhancement, que causa una inflamación exagerada del organismo y es peor que la enfermedad.

 Es muy importante tener en cuenta un montón de factores que nosotros sí estamos teniendo en cuenta y por eso vamos, tal vez, más lento. Pero más seguros en el sentido de que está pensado de manera de no generar daño”, insistió.

Un aspecto en el que también hizo hincapié Luján fue el hecho de que él y su equipo están probando sus vacunas en animales diabéticos y en animales viejos. “Nadie lo ha hecho antes. Se utilizan animales sanos o humanos sanos para las pruebas pero ¿qué va a pasar cuando nosotros vayamos a tratar de vacunar a las personas que están más en riesgo, que son los ancianos o personas con patologías previas como la diabetes? Si no las testeamos en ellos, nunca podemos realmente estar seguros”, enfatizó.

PRUEBAS EN EL PAIS

En cuanto al hecho de que tres candidatos vacunales se prueben en nuestro país, Luján aclaró: “No es que hayan elegido la Argentina porque es buena, se está probando aquí porque es el lugar del mundo donde más circulación del virus hay en este momento”. 

Desde el inicio de esta pandemia se dice que no vamos a poder tener una vida normal hasta que no tengamos una vacuna. ¿Es realmente así? “Para HIV no tenemos una vacuna y hoy tenemos una vida relativamente normal en ese sentido, con ciertas precauciones. Pero nadie, ni yo, puede garantizar que su vacuna funcione. El que dice que su vacuna va a funcionar hoy, te miente. No hay ninguna vacuna para ningún coronavirus a ARN, no hay ninguna vacuna con adenovirus que esté en el mercado. Hay 29 vacunas que funcionan y que salvan millones de vidas en el mundo por año, pero esas vacunas fueron probadas, fueron testeadas y fueron analizadas seriamente.  No sé si vamos a tener una vida normal, la vamos a tener distinta, como la tenemos con el HIV”, consideró Luján, quien sostuvo que el problema es que acá no se han hecho las cosas de manera lógica, con sentido común y con un criterio amplio.

Desde el principio dije que se debía hacer una cuarentena estricta, corta, de 20 días y punto. No necesitábamos más que eso. Si se hubiera hecho bien, eso no iba a resentir la economía, no iba a resentir nada. Después, había que hacer un seguimiento con testeos y rastreo”, resumió.

El científico vaticinó que con el coronavirus sucederá algo similar a lo ocurrido con la epidemia de gripe española, en 1918: “Esto va a durar dos años, dos años y medio, hasta que se vaya por alguna razón. Tenemos que prepararnos intelectualmente para eso.  Vamos a tener que aprender a convivir con el virus. Las personas que tengan algún riesgo o de mayor edad, tendrán que estar aisladas, el resto nos tendremos que acostumbrar a que este año, escolarmente, está perdido”.

Por último, evaluó que es necesario el apoyo de la sociedad, “que es lo que hoy le falta al gobierno por sus idas y vueltas, por su enamoramiento con la situación”. “Hoy nos encontramos que estamos todos sueltos, en el peor momento de la pandemia. El respeto no se exige, se gana. No hay nadie que tenga una voz científica, basada en hechos reales y en la información más segura y actualizada, para poder convencer a la sociedad que tiene que actuar de determinada manera. Si tenemos un gobierno que encabeza, que dirige y que informe de manera constante y con personas creíbles, esto cambia. Hoy no hay aceptación de la sociedad porque nadie le cree nada a nadie”, finalizó.

Fuente: www.laprensa.com.ar/

domingo, 23 de agosto de 2020

Cuáles son las provincias que quieren atraer la millonaria inversión asiática para la cría de cerdos

 ¿Por qué Santiago del Estero es uno de los lugares elegidos por Cancillería argentina para radicar el mega emprendimiento? Distintas voces plantean la necesidad de un amplio debate.


Empecemos por un dato numérico clave: la carne porcina es la más consumida a nivel mundial, y China representa casi la mitad de ese consumo. En 2019, el país asiático sufrió un brote de peste porcina africana (PPA) que obligó a sacrificar más de 1 millón de animales. A partir de entonces, Argentina emerge como actor fundamental para China en la provisión de esta carne.

La posibilidad de cerrar un acuerdo por U$S 3.700 millones de dólares para proveerle carne de cerdo a China ya activó una competencia acelerada entre los gobernadores de distintas provincias y sus respectivos planteles de ministros.

En estos últimos días, provincias del NEA y el NOA salieron a ofrecer al Ministerio de Relaciones Exteriores, toda la infraestructura necesaria, como así también mano de obra de bajo costo y hasta la posibilidad de fijar determinadas exenciones impositivas con tal de garantizarse al menos una parte de las eventuales inversiones.

Una de esas provincias es Santiago del Estero y, según publicó el sitio iProfesional, en los últimos días, sendos ministros de Agricultura y Producción, no sólo nuestra provincia, sino también Chaco, Tucumán, Formosa, Corrientes, Misiones, Jujuy, Salta, La Rioja y Catamarca, mantuvieron conversaciones con Jorge Neme, mano derecha de Felipe Solá en la Cancillería y actual secretario de Relaciones Económicas Internacionales de esa misma dependencia, con el fin de oficializar el interés por ser parte del requerimiento chino.

Así lo explica el periodista y escritor Patricio Eleisegui, sobre el proyecto que busca desarrollarse en el lapso de 6 años, mediante la cual China apunta a recuperar el stock de carne que perdió a partir de la matanza de cerdos que llevó a cabo el año pasado tras un brote de peste africana.

Los representantes de esos distritos mencionados “ofrecieron desde instalaciones en las que ya se cría y faena ganado porcino hasta la posibilidad de empezar a construir granjas por su cuenta con tal de recibir la inversión”.

Las autoridades sanitarias de China aniquilaron al 40 por ciento del ganado porcino y la posterior escasez de productos derivó en la decisión de salir a buscar superficies en el mundo para criar los animales que necesita la potencia asiática.

Granjas porcinas para Santiago

De acuerdo a lo manifestado por el propio secretario de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Jorge Neme, en una entrevista con el diario El Liberal de Santiago del Estero, se calcula que en Santiago del Estero habrá una inversión de U$S 300 millones para la radicación de al menos dos granjas porcinas.

El funcionario de Cancillería explica que la aspiración es que los establecimientos “se radiquen en las provincias del NOA, NEA o del Sur argentino, donde hay condiciones óptimas para el desarrollo de la producción porcina, agua abundante, napas profundas, espacios vacíos y mucha necesidad de agregar valor a la producción local, crear empleo y generar divisas para mejorar la economía de las provincias”.

Además, asegura que dichas instalaciones serán construidas por “la industria metalmecánica argentina y nuestra ingeniería agronómica, zootecnista, veterinaria, mecánica, eléctrica y ambiental”.

Sobre el caso especifico de Santiago señala que “si se logra avanzar con el proyecto, Santiago del Estero será una de las provincias en donde al menos 2 de esas granjas, que implican una inversión del orden de U$S300 millones, podrán radicarse y crear empleo y nuevas oportunidades para los trabajadores santiagueños. El potencial de Santiago para transformar sus relevantes exportaciones de maíz en exportaciones de carne porcina es muy claro”, explica.

Al igual que en el resto de las provincias que se postulan para el emprendimiento de las granjas porcinas, lo que se busca con el acuerdo con China es estimular la cadena de valor tanto del maíz como de la soja y generar nuevas actividades en ese valor agregado.

Jorge Neme promete que la radicación de granjas integradas con alta tecnología, se hará garantizando “tratamientos ambientales y producción de energía a partir del biogás”, también promete que dicha iniciativa, “abrirá una gran oportunidad a pequeños productores y agricultores familiares”.

 Impacto ambiental

Andrés Napoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) junto a la directora de Investigación de FARN, María Marta Di Paola, sostienen que en China existe una clara evidencia de la contradicción entre el cuidado del ambiente y la cría de cerdos, especialmente en áreas ambientalmente sensibles, cercanas a cursos de agua.

Sin embargo, este nuevo proyecto de acuerdo no contempla estudios previos que permitan medir el riesgo del impacto, establecer una línea de base ambiental, y/o dar participación a la ciudadanía y las comunidades locales.

Si bien Cancillería argentina señala algunos ítems claves para el enclave del emprendimiento, ambos profesionales se preguntan acerca de qué tipo de trabajo, en qué condiciones, para quiénes y a qué costo -social, ambiental, para la salud de la población vecina a los establecimientos y en general- estaríamos hablando.

Lo que sí sabe es que el megaproyecto implicaría para el país lograr  900 mil toneladas de carne porcina, lo que implicaría incrementar el stock de animales en casi 10 millones, y adicionar más de 2,2 millones de toneladas de maíz y unas 750 mil de soja para la alimentación del ganado (lo que a su vez implica sumar casi 290 mil y cerca de 250 mil hectáreas cosechadas de uno y otro grano.

 También que duplicaría las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) del sector porcino, y demandaría unos 12 mil millones de litros de agua potable a lo largo de toda la producción, y eso sin contabilizar el agua para la limpieza.

Repudio y controversias

El principal punto de controversia que generó en organizaciones ambientalistas, referentes de la soberanía alimentaria y profesionales de la salud, es que la concreción de estas granjas de producción intensiva también eleva la posibilidad de que surjan nuevas enfermedades y transmisiones vía zoonosis como el actual Covid-19.

La autora de los libros Malcomidos y Mala Leche, Soledad Barruti, quien desde hace años pone a la agroindustria nacional bajo la lupa, subió un video a su Instagram, desde dónde denuncia el acuerdo con China, y el avance para que se conviertan en proveedores de carne porcina, que generó graves consecuencias ambientales y de salud a través de la peste porcina africana.

Sin ir más lejos, en territorios como Santiago del Estero y otras provincias del NOA y NEA, se advierten una profundización activa de los desmontes para la producción de grandes campos de soja y maíz transgénicos, sobre los que se basa la alimentación "feedlot", es decir, el engorde de ganado que podría ser ideal para la alimentación de los cerdos.

Hacia una democratización de la economía

Esta semana, el Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular expresó su postura crítica en torno al megaproyecto de cerdos y por qué lo considera desaconsejable desde todo punto de vista.

Coincidimos en que la demanda de carne de cerdo por parte de China abre una oportunidad. Sin embargo consideramos que el acuerdo que se negocia no es sustentable en lo sanitario ni en lo ambiental y que creará un sector concentrado de la cadena de valor porcina que no contribuye a la democratización de la economía”, indicaron.

También, consideran que el acuerdo que negocia Argentina con China “no es sustentable en lo sanitario ni en lo ambiental y que creará un sector concentrado de la cadena de valor porcina que no contribuye a la democratización de la economía”, y sostienen los siguientes puntos:

1- El Acuerdo significa traer para la Argentina un problema grave que tiene China por la cría industrial de cerdos: la peste porcina africana (PPA) que ha diezmado los criaderos de cerdos en China el último año, son la razón por la cual China propone este acuerdo.

2- Los criaderos industriales de cerdos son una fuente de contaminación por los miles de toneladas de excrementos que producen, y generan allí donde se instalan una fuerte conflictividad social.

 3- La cría industrial de cerdos, como toda ganadería industrial, lleva irremediablemente a la generación de resistencia bacteriana a antibióticos como lo ha denunciado la OMS. Según el propio Instituto Malbrán, esto constituye uno de los principales problemas de salud pública que se cobra 800.000 vidas al año en todo el mundo.

4- El hacinamiento y la debilidad inmunológica de los animales son el caldo de cultivo “ideal” para mutaciones virales. Nuevos virus con potencialidad de producir pandemias. Al respecto acaban de encenderse alarmas en China y Brasil.

5- La propuesta de 25 criaderos con 12 mil madres cada uno, plantea un modelo de producción y un crecimiento en los niveles de producción a los que Argentina no puede adecuarse desconociendo todos los efectos adversos que provocarán a la población.

6- La cría industrial de cerdos va asociada a la producción de soja y maíz transgénico para la alimentación de los animales, con lo cual también contribuye a la ampliación de la frontera agrícola y los daños que conocemos: la usurpación de tierras a comunidades campesinas e indígenas, destrucción de monte nativo y migraciones forzadas a los bordes de las grandes ciudades, contaminación, pérdida de biodiversidad, etc.

7- El consumo de agua requerido para la cría de cerdos a esta escala significará un importante impacto para los territorios donde se produzca.

8- Los únicos beneficiarios de este modelo serán los grupos corporativos chinos y argentinos que lo impulsan sin que haya un “derrame” hacia las comunidades ni el desarrollo local. Por el contrario proyectos de este tipo son una amenaza para la agricultura familiar campesina e indígena, de pequeña y mediana escala, que irá a la quiebra en caso de un brote como el de PPA en China.

9- Se generarán mayores emisiones de gases de efecto invernadero responsables de la crisis climática que estamos atravesando por el incremento en el uso de combustibles fósiles y los propios gases que la actividad genera.

10- Se producirá un incremento de las enfermedades de los trabajadores, muy frecuentes en este tipo de explotaciones; tal como se ha comprobado con la transmisión del COVID-19 en frigoríficos y establecimientos de cría durante esta pandemia.

La otra propuesta

El Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular dará hoy a las 18 una conferencia de prensa virtual en torno a esta situación, y dará a conocer las 10 razones para rechazar el acuerdo con China, a través del siguiente link: https://youtu.be/NJh2488oCWY

Desde esta organización, sostienen que hay formas mejores que el proyecto del asunto: “es posible multiplicar la producción de carne de cerdo, abasteciendo al mercado interno, a los consumidores que eligen y demandan carne de cerdo producida en condiciones de bienestar animal, producción sustentable y con productores familiares y Pymes”.

También, apunta a que se puede “exportar y generar divisas para el país, con un esquema de miles de granjas de hasta 200-300 madres, con una fuerte presencia del Estado en eslabones claves de la cadena de valor. Este es un esquema que apunta a la Soberanía Alimentaria porque es capaz de garantizar el cuidado sanitario y ambiental, además de generar verdadero desarrollo y arraigo rural. Implica apostar a la potencia que la agricultura familiar campesina e indígena demostró apenas declarada la pandemia en la producción y distribución de alimentos, lejos de las lógicas especulativas que sí desplegó el capital concentrado”.

Consideramos que necesitamos debate e intercambio sobre cómo avanzar con este acuerdo, poniendo en consideración lineamientos para llegar a una propuesta en sintonía con los intereses de toda la comunidad. Una instancia necesaria para llegar a una propuesta consensuada que sin duda contribuirá al fortalecimiento de nuestra democracia”, explicaron.

Fuente: lasemilla.medios.com.ar

¿Sabías que las vacunas que producirá Argentina para covid-19 no son tradicionales?

 La pandemia aceleró la producción de vacunas llamadas “nueva generación”, de ADN, ARN o “vectores virales”. Se trata de tecnología hasta la fecha nunca aprobada, excepto un caso. Los acuerdos con Oxford y Pfizer incluyen este nuevo tipo.



La carrera por una vacuna que frene la pandemia abre expectativas pero también varios interrogantes. En las publicaciones científicas se comenzó a dividir a las vacunas entre “tradicionales”, que incluyen las de virus inactivados, atenuados y proteínas virales, y next generation (de “nueva generación” o “genéticas”), que incluyen vacunas de ARN, ADN “desnudo” o insertado usando un virus de resfrío común adenovirus, llamado vector viral o virus recombinante.


En una reciente reseña publicada en la destacada revista Nature titulada "Next-generation vaccine platforms for covid-19", Debby van Riel y Emmie de Wit dicen: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay 133 vacunas contra el covid-19 en desarrollo. Muchas de estas son nuevas plataformas con pocos datos pre-existentes sobre seguridad y eficacia en humanos”. La cifra quedó desactualizado porque ya se habla de más de 160 proyectos. 

Las dos vacunas que se anunciaron para desarrollar en Argentina, la del laboratorio Pfizer y el último acuerdo con la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, utilizan justamente estas novedosas y poco probadas tecnologías. 

Sin embargo, en la carrera por la vacuna contra lapandemia del covid-19, hay vacunas para “todos los gustos”, como contamos en Cinco claves sobre cómo avanza la investigación de las vacunas para coronavirus. Por ejemplo, en China hay laboratorios desarrollando vacunas tradicionales con virus inactivados, como también están desarrollando vacunas con cada una de las nuevas tecnologías. (De las seis, dos son genéticas y cuatro tradicionales). 

Los ensayos “corren” para frenar la pandemia, pero esto también implica que darán un salto de escala inmenso, pasando de decenas de miles a millones de personas, considerando que son tecnologías nuevas, con poco tiempo de pruebas acumuladas que no alcanzan a conocer los efectos a largo plazo. 

Como se preguntó Matías Blaustein, Dr. en Biología, docente e investigador del Conicet, o Felipe Tapia, investigador del Instituto Max Planck de Alemania en declaraciones para la BBC: "Podría decirse que hay una expectativa muy grande en el desarrollo de estas vacunas, pero hay que ser un poco cuidadosos porque son vacunas que no tienen el historial de otros tipos de vacunas”. Y agregó: “Incluso, los mismos científicos de Moderna dicen que el gran desafío que tienen es llevar a producción y comercialización la vacuna porque no tienen licencia en estos momentos para vacunas de tipo de mRNA". 

Estas declaraciones, sabiendo que son las vacunas que se van a desarrollar en Argentina, marcan la falta de información para la población en general y la necesidad de instancias de participación y debate junto a científiques “independientes”. ¿Sabe la población que estas vacunas son diferentes a las que se vienen aplicando hasta hoy? ¿Se sabe si son seguras y efectivas? ¿Qué diferencias presentan con las vacunas tradicionales? ¿Se tiene en cuenta el principio precautorio frente a la masividad de uso que se les propone dar?

La primera y única vacuna aprobada de tipo “nueva generación” es contra el Ébola 

Antes de la pandemia, los desarrollos en vacunas “nueva generación” tenían cierta trayectoria en usos veterinarios y se estaban probando contra MERS y Ébola. La vacuna de ADN contra MERS comenzó sus ensayos en personas durante el año 2016 y en septiembre de 2019 publicaron sus primeros resultados de ensayos en fase 1. 

En el caso de la vacuna contra el Ébola, de tipo vector viral y a cargo del laboratorio Merck, comenzó a aplicarse en África durante el año 2016 y a fines del año pasado se sumó otra similar del laboratorio Johnson &Johnson: ambas vacunas fueron denominadas “experimentales” por OMS como expresan en su comunicado. 

El 20 de diciembre de 2019, luego de 4 años de uso experimental, el laboratorio Merck consiguió la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), declarando en su informe, que “la duración de protección que confiere ERVEBO [nombre de la vacuna desarrollada contra el Ébola] es desconocida” y que “la efectividad de la vacuna cuando es administrada con medicación antiviral, inmunoglobulinas (IG), y/o transfusiones de sangre o plasma es desconocida”, además de advertir que no se aplique en personas con cuadros de alergia severos. 

Importante omisión en los anuncios sobre vacunas contra COVID-19 

En los anuncios y comunicaciones sobre las vacunas contra COVID-19 no se está informando que parte de las vacunas que se están desarrollando, y en particular las acordadas en Argentina, no utilizan las técnicas tradicionales y que solamente existe una vacuna de este tipo aprobada por la FDA-USA. Respecto a esto, en una entrevista en este diario, Blaustein expresó su preocupación: 

“Hay varias dudas que me planteo. Por un lado, la propia tecnología en que está basada la vacuna abre un interrogante en sí. Por otro, las megacorporaciones farmacéuticas y el lucro de la salud, entendida como un negocio y no un derecho. Pero, además, de qué manera se debaten, si es a nivel público o se debate por arriba. Y por último, si se hacen testeos en personas en nuestro país, cuál es el nivel de información con que van a contar estas personas. Creo que hay que abrir el debate. 

“Venimos trabajando con algunas y algunos colegas, enviamos un trabajo a publicar, donde tomamos las 30 revistas de biomedicina de mayor impacto y nos fijamos quiénes son las personas autoras en los últimos 20 años. Encontramos que en las afiliaciones de les autores aparecen no solo las grandes instituciones públicas tecnológicas y científicas, sino también las grandes empresas, por ejemplo Pfizer. 

Nuestro planteo es que estas empresas no solo financian, sino que al publicar en coautoría con instituciones públicas, estas empresas marcan la agenda de investigación. En los últimos 20 años, lo que tiene que ver con patógenos, virus, la relación del ambiente con el surgimiento de enfermedades no aparece, y lo que sí encontramos es cáncer, enfermedades cardiovasculares, producción de fármacos y biología molecular. Todo lo que tiene que ver con un enfoque muy reduccionista”. 

¿Cuáles son las diferencias entre las vacunas tradicionales y las “nueva generación”? 

Todas las vacunas, tradicionales o nuevas, buscan activar el sistema inmunológico, es decir, “las defensas” de nuestro cuerpo y, en particular, la producción de anticuerpos específicos contra el virus o bacteria para el que se diseñó la vacuna. Habitualmente, el cuerpo produce al azar una inmensa diversidad de anticuerpos que pueden formar uniones de forma muy específica, es decir, que solo se unen a una estructura química particular (denominada antígeno) y no a otras. 

Los anticuerpos son una parte fundamental del sistema de defensas ya que al unirse a los agente extraños (antígenos) como virus o bacterias pueden neutralizarlos, pero además los “marcan” para que otros componentes del sistema de defensa los “ataquen”. Lo importante de los anticuerpos, y de las vacunas, es que dejan “memoria inmunológica” lo que permite tener una respuesta más rápida si el virus o bacteria ingresa al cuerpo nuevamente, o por primera vez, si es el caso de la aplicación de una vacuna. 

Las vacunas tradicionales, como las del calendario obligatorio de Argentina y todas las vacunas del resto de los países (con excepción de Ébola), introducen en sangre partes de virus o bacterias, o su versión inactivada o atenuada en su capacidad de infección. El objetivo es que, sin producir los riesgos de la enfermedad, activen el sistema inmunológico, la producción de anticuerpos específicos y la “memoria inmunológica”. 

¿Cómo funcionan las vacunas “nueva generación” (ADN, ARN y vector viral? 

Las vacunas genéticas, las de ADN “desnudo” o vector viral, introducen directamente genes virales en las células humanas. De esta manera, la célula humana produce las proteínas virales, como ocurre en las infecciones virales, activando el sistema inmunológico y generando anticuerpos específicos como en las vacunas tradicionales. Las investigaciones se concentran en probar diferentes maneras de lograr introducir los genes virales. La que está logrando mayor éxito es utilizar el virus de resfrío común, adenovirus, modificado, por eso se los llama “virus recombinantes”. Se los modifica para que no se repliquen y no modifiquen el ADN celular, además, se les agrega los genes del virus contra el que queremos generar inmunidad. Esta es la tecnología de la vacuna que quiere desarrollar la Universidad de Oxford. 


Lo novedoso de las vacunas de ADN y vectores virales es que en lugar de introducir proteínas virales (o virus inactivados) se introducen genes del virus para que sea la propia célula la que fabrique las proteínas virales. En el caso de las vacunas de ARN, este queda “suelto” dentro de la célula y también se utiliza para producir proteínas virales. 

¿Qué pruebas se necesitan hacer a estas nuevas tecnologías? Por ejemplo ¿modifican nuestro material genético? ¿Pueden recombinarse con otros virus y desarrollar un problema mayor? Estas son preguntas que los laboratorios están investigando pero ninguno puede asegurar qué ocurre cuando las aplicamos por millones, cuando las usamos en una diversidad mayor de personas y, además, cuáles son los efectos a largo plazo. Cualquier evento, aunque sea de baja probabilidad, con suficiente tiempo y suficientes oportunidades de ocurrir, puede tener efectos que sean necesarios tener en cuenta. 

La incorporación de nuevas tecnologías merece un debate abierto 

Como toda nueva tecnología las nuevas vacunas abren posibilidades, interrogantes y desafíos: ¿Cuáles son las pruebas necesarias para evaluar su eficacia y seguridad? Que la urgencia por acabar con la pandemia, aprovechada por los laboratorios privados, no apure las preguntas, debates e investigaciones necesarias para alcanzar una vacuna eficaz y segura a corto y largo plazo. Ni nos haga olvidar cómo fue que llegamos a esta situación. 

martes, 11 de agosto de 2020

Rusia registra la primera vacuna contra el COVID-19.

Este artículo de opinión, que cuenta la historia detrás de la creación de la vacuna rusa contra el COVID-19 y pone de relieve la voluntad de Rusia de cooperar con la comunidad internacional, ha sido rechazado por los principales medios de comunicación occidentales. Por lo tanto, sugerimos publicarlo sin modificaciones con el objetivo de compartir nuestros puntos de vista con un público internacional y levantar el bloqueo impuesto a la información positiva sobre la vacuna rusa contra el COVID-19. Creemos que esta información es crucial para el esfuerzo internacional de luchar contra el mayor desafío mundial y nos gustaría que los lectores decidieran por sí mismos por qué este artículo de opinión ha sido rechazado. Este material puede ser republicado por cualquier medio de comunicación, en caso de que les resulte útil presentar a sus lectores la historia y algunos hechos sobre la primera vacuna contra el COVID-19 registrada en el mundo. 
El Fondo de Inversión Directa de Rusia (RFPI, por sus siglas en ruso) ha, además, lanzado el sitio web https://sputnikvaccine.com/esp/ para proporcionar información precisa y actualizada sobre la vacuna.


El éxito de Rusia en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19 está enraizado en la historia

El momento Sputnik ha ocurrido. La vacuna rusa Sputnik V ha sido lanzada, convirtiéndose en la primera vacuna contra el COVID-19 registrada en el mundo y evocando recuerdos del impactante lanzamiento del satélite soviético en 1957 que abrió el espacio a la exploración humana. Esta nueva era no solo liderada a una competencia, sino también a muchos esfuerzos colaborativos, incluida la misión conjunta Apolo-Soyuz de Estados Unidos y la Unión Soviética.

La vacuna contra el COVID-19 es la prioridad número uno del mundo y muchos países, organizaciones y compañías afirman que están cerca de desarrollarla. A finales de este año, algunos otros países podrían tener sus propias vacunas. Es importante que las barreras políticas no impidan que las mejores tecnologías disponibles se utilicen en beneficio de todas las personas frente al desafío más grave que ha enfrentado la humanidad en décadas.

La primera vacuna contra COVID-19 registrada en el mundo es bautizada Sputnik V

Lamentablemente, en lugar de examinar la ciencia que existe detrás de la plataforma de vacunas basada en vectores adenovirales que Rusia ha desarrollado, algunos políticos y medios de comunicación internacionales optaron por centrarse en la política y en los intentos de socavar la credibilidad de la vacuna rusa. . Creemos que ese enfoque es contraproducente y pedimos un cese del fuego político para las vacunas ante la pandemia de COVID-19.

No es ampliamente conocido en todo el mundo que Rusia ha sido uno de los líderes mundiales en la investigación de vacunas durante siglos. La emperatriz rusa Catalina la Grande dio el ejemplo en 1768 cuando recibió la primera vacuna contra la viruela del país, 30 años antes de que se realizará la primera vacunación en Estados Unidos.

En 1892, el científico ruso Dmitri Ivanovski observó un efecto inusual mientras estudiaba unas hojas de tabaco infectadas con enfermedad de mosaico. Las hojas siguieron siendo infecciosas incluso después de que el científico filtrara las bacterias. Aunque todavía faltaba casi medio siglo para que el primer virus pudiera verse a través de un microscopio, la investigación de Ivanovski dio a luz a una nueva ciencia llamada virología.

Desde el descubrimiento de Ivanovski, Rusia ha sido uno de los líderes mundiales en virología e investigación de vacunas, dando decenas de científicos talentosos como el investigador Nikolái Gamaleya que estudió en el laboratorio del biólogo francés Louis Pasteur en París y abrió la segunda estación de vacunación contra la rabia del mundo en Rusia en 1886.

La Unión Soviética siguió apoyando la investigación de virus y vacunas. Todas las personas nacidas después de la Segunda Guerra Mundial recibieron vacunas obligatorias contra la poliomielitis, la tuberculosis y la difteria. En un raro ejemplo de cooperación en la época de la Guerra Fría, tres destacados virólogos soviéticos viajaron a Estados Unidos en 1955 para ofrecer oportunidades de pruebas en la Unión Soviética para una vacuna estadounidense contra la poliomielitis, una enfermedad mortal que se cobró millones de vidas. Si fuimos capaces de cooperar entonces, podemos y debemos hacerlo de nuevo ahora.

Décadas de esfuerzos por parte de los científicos rusos y soviéticos condujeron a la creación de una excelente infraestructura de investigación, como el Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Nikolái Gamaleya. Esta infraestructura va desde una de las más ricas bibliotecas de virus del mundo, creada con una técnica de preservación única, hasta centros de cría de animales experimentales. Estamos orgullosos de este legado, que nos permitió crear la primera vacuna contra el COVID-19 aprobada en el mundo. Ya hemos recibido solicitudes internacionales para 1.000 millones de dosis de nuestra vacuna y hemos llegado a acuerdos internacionales para producir 500 millones de dosis anuales con la intención de aumentarla.

El verdadero secreto

Actualmente, muchos medios de comunicación y políticos occidentales cuestionan la rapidez de la creación de la vacuna contra el COVID-19 en Rusia, dudando de su eficacia y autenticidad. El secreto detrás de esta velocidad es la experiencia de Rusia en la investigación de vacunas. Desde los años 1980, el Centro Gamaleya ha encabezado el esfuerzo por desarrollar una plataforma tecnológica que utiliza los adenovirus, que se encuentran en las adenoides humanas y que normalmente transmiten el resfriado común, como vectores o vehículos, que pueden engendrar un material genético de otro virus en una célula. Se extrae el gen del adenovirus, que causa la infección, y se inserta un gen con el código de una proteína de otro virus. Este elemento insertado es pequeño, no es una parte peligrosa de un virus y es seguro para el cuerpo, pero aún así ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos que nos protegen de la infección.

 La plataforma tecnológica de vectores basados en adenovirus facilita y acelera la creación de nuevas vacunas mediante la modificación del vector portador inicial con material genético de nuevos virus emergentes. Tales vacunas provocan una fuerte respuesta del cuerpo humano para desarrollar inmunidad, mientras que el proceso general de modificación de vectores y fabricación de la etapa piloto toma solo unos pocos meses.

Los adenovirus humanos se consideran unos de los más fáciles de diseñar de esta manera y por lo tanto se han vuelto muy populares como vectores. Desde que empezó la pandemia de COVID-19, todo lo que los investigadores rusos tuvieron que hacer fue extraer un gen codificador de la espiga del nuevo coronavirus e implantarlo en un vector familiar de adenovirus para entregarlo en una célula humana. Decidieron utilizar esta tecnología ya probada y disponible en lugar de ir a un territorio inexplorado.

Los estudios más recientes indican, además, que se necesitan dos inyecciones de la vacuna para crear una inmunidad duradera. Desde 2015, los investigadores rusos han estado trabajando en un enfoque de dos vectores, de ahí la idea de utilizar dos tipos de vectores adenovirales, Ad5 y Ad26, en la vacuna contra el COVID-19. De esta manera, engañan al cuerpo, que ha desarrollado inmunidad contra el primer tipo de vector, y potencian el efecto de la vacuna con la segunda inyección al utilizar un vector diferente. Es como dos trenes tratando de entregar una importante carga a una fortaleza de un cuerpo humano que necesita la entrega para empezar a producir anticuerpos. Necesitas el segundo tren para asegurarte de que el cargamento llegue a su destino. El segundo tren debe ser diferente del primero, que ya ha sido atacado por el sistema inmunológico del cuerpo y ya le es familiar. Así que, mientras que otros fabricantes de vacunas solo tienen un tren, nosotros tenemos dos.

El método de dos vectores

El Centro Gamaleya usó vectores adenovirales para desarrollar vacunas contra la influenza y contra el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). Ambas vacunas se encuentran actualmente en etapas avanzadas de ensayos clínicos. Estos logros demuestran que los laboratorios rusos no han perdido tiempo en las últimas décadas, mientras que la industria farmacéutica internacional a menudo ha subestimado la importancia de la investigación de nuevas vacunas ante la ausencia de amenazas para la salud mundial antes de la pandemia de COVID-19.

Otros países siguen nuestros pasos al desarrollar vacunas basadas en vectores adenovirales. La Universidad de Oxford está usando un adenovirus de un mono que nunca se ha usado antes en una vacuna aprobada, a diferencia de los adenovirus humanos. La compañía estadounidense Johnson & Johnson está usando el adenovirus Ad26 y la china CanSino, el adenovirus Ad5, los mismos vectores que el Centro Gamaleya está usando, pero ellos todavía no dominan el método de dos vectores. Ambas compañías ya han recibido grandes pedidos de vacunas de sus Gobiernos.

El uso de dos vectores es una tecnología única, desarrollada por los científicos del Centro Gamaleya, que diferencia a la vacuna rusa de otras basadas en vectores adenovirales que se están desarrollando alrededor del mundo. Las vacunas basadas en vectores adenovirales también tienen claras ventajas sobre otras tecnologías como las vacunas de ARNm.

Las posibles vacunas de ARNm, que están siendo sometidas a ensayos clínicos en Estados Unidos y otros países, no utilizan vectores para su administración, sino que se basan en una molécula de ARN con el código de la proteína de coronavirus envuelto en una membrana lipídica. Esta tecnología es prometedora, pero sus efectos secundarios, especialmente su impacto en la fertilidad, todavía no se han estudiado a fondo. Ninguna vacuna de ARNm ha recibido todavía una aprobación regulatoria en el mundo. Creemos que, en la carrera mundial de vacunas para combatir el coronavirus, las vacunas basadas en vectores adenovirales serán las ganadoras, pero incluso en esta categoría la vacuna de Gamaleya lleva la delantera.

Enfrentando el escepticismo

La vacuna rusa ya está lista y registrada. Las dos primeras fases de los ensayos clínicos han terminado y sus resultados se publicarán este mes de acuerdo con los requisitos internacionales. Estos documentos proporcionarán información detallada sobre la vacuna, incluyendo los niveles exactos de anticuerpos, tal y como se muestra en varias pruebas de terceros, así como en la prueba patentada de Gamaleya, que identifica los anticuerpos más eficaces que atacan la espiga del coronavirus. También mostrarán que todos los participantes de los ensayos clínicos desarrollaron un 100% de inmunidad al COVID-19. Los estudios en hámsteres dorados, animales que normalmente mueren a causa del COVID-19, mostraron un 100% de protección y una ausencia de daño pulmonar después de recibir una dosis letal de la infección. Tras el registro, llevaremos a cabo ensayos clínicos internacionales en otros tres países. Se espera que la producción masiva de la vacuna comience en septiembre y ya vemos un fuerte interés mundial en la vacuna.

El escepticismo entre los medios de comunicación y los políticos internacionales ha surgido justo cuando Rusia anunció sus planes para la producción masiva de la vacuna contra el COVID-19. Cuando hablé con los medios de comunicación occidentales, muchos se negaron a incluir en sus historias datos clave sobre la investigación de la vacuna rusa contra el COVID-19. Consideramos este escepticismo como un intento de socavar nuestros esfuerzos para desarrollar una vacuna que funcione, que detenga la pandemia y ayude a reabrir la economía mundial.

No es la primera vez que Rusia se enfrenta a la desconfianza internacional sobre su liderazgo en la ciencia cuando la política se interpone en el camino de los avances científicos y pone en peligro la salud pública. Durante el brote de poliomielitis en Japón en los años 50, las madres japonesas, cuyos hijos morían de polio, salieron a manifestarse contra su propio Gobierno que había prohibido las importaciones de la vacuna soviética contra la poliomielitis por razones políticas. Las manifestantes lograron su objetivo y la prohibición se levantó salvando las vidas de más de 20 millones de niños japoneses.

 Actualmente, la política nuevamente se interpone en el camino de la tecnología rusa que puede salvar vidas en todo el mundo. Rusia está abierta a la cooperación internacional en la lucha contra esta y futuras pandemias. En palabras de un miembro de la delegación soviética en la conferencia internacional sobre las vacunas contra la poliomielitis celebrada en Washington en 1960, quien en respuesta a las preguntas del público sobre la seguridad de la vacuna dijo que en Rusia "amamos a nuestros hijos y nos Nos preocupamos por su bienestar tanto como la gente de Estados Unidos, o de cualquier otra parte del mundo, se preocupa por sus hijos". Después de estas palabras, la delegación soviética recibió una ovación de pie de la audiencia y el trabajo conjunto sobre las vacunas continuó. El bienestar y la prosperidad de las generaciones futuras es en lo que tenemos que pensar ahora. Todos los países del mundo deben dejar atrás la política y centrarse en encontrar las mejores soluciones y tecnologías para proteger vidas y reanudar la actividad económica. Nuestra fundación ya ha asegurado asociaciones de fabricación en cinco países para producir conjuntamente la vacuna rusa. Tal vez en algún momento, gracias a esta asociación en la lucha contra el COVID-19, podemos también revisar y abandonar las restricciones por motivos políticos en las relaciones internacionales, que se han vuelto obsoletas y representan un obstáculo a los esfuerzos coordinados para hacer frente. a los desafíos mundiales.

Fuente:  mundo.sputniknews.com