sábado, 29 de septiembre de 2018

El extraordinario maíz de México que se fertiliza a sí mismo y que puede revolucionar la agricultura en el mundo

El estudio de una especie de maíz que ha sido cultivada por el pueblo mixe en la Sierra de Oaxaca, en México, podría terminar generando una verdadera "revolución" en la agricultura en todo el mundo.



Y es que, según expertos, la variedad podría ayudar a resolver uno de los problemas más graves asociados al cultivo del grano: el excesivo uso de fertilizantes nitrogenados.

El maíz es uno de los alimentos básicos más importantes para las personas y el ganado a nivel mundial.

Pero, para crecer, esta gramínea necesita de nitrógeno y el abundante uso de fertilizantes nitrogenados asociado a su cultivo es muy dañino para el medio ambiente.

Primero, porque para producirlos se gasta un estimado de 3% de los combustibles fósiles que se consumen cada año en el mundo, con la consiguiente producción de dióxido de carbono.

También porque se usan en exceso y terminan en los ríos, lagos y mares creando zonas muertas, ambientes donde la vida no es posible.

Raíces aéreas

La variedad puede llegar a alcanzar casi 5 metros de altura y es cultivado por los mixes en suelos casi desprovistos de nitrógeno.

Pero este maíz "tiene unas raíces aéreas que tienen una mucosidad en donde vive una comunidad de bacterias que ayuda a que la planta obtenga el nitrógeno de la atmósfera", explica el investigador Alan Bennett.

La siembra de esta variedad en otras latitudes no es una opción especialmente práctica: es muy grande y toma mucho tiempo para crecer.

"Pero una vez que identificamos el mecanismo que usa (para fijar el nitrógeno), podríamos usarlo en otros maíces", explica Bennet.

El científico dice que el proceso podría darse por hibridación y está consciente que "puede ser un proceso largo y tiene sus riesgos".

Pero recalca que si se llegara a poder implementar este mecanismo en otras variedades de maíz y se pudiera comercializar, lo harían con base en el Protocolo de Nagoya.

De acuerdo con este convenio internacional, la comunidad que ha cultivado el maíz también se beneficiaría económicamente de su comercialización.

"La idea es que este material pertenece a la comunidad de la Sierra Mixe, que nos está dejando investigar", explica el investigador.

"Si hay algún beneficio de ello, lo vamos a compartir por partes iguales", promete.

Aprender de la tradición

Humberto Castro García, subdirector del centro regional de Oaxaca de la Universidad de Chapingo -una de las más reconocidas del país en agricultura- sostiene sin embargo que si bien en el papel los Protocolos de Nagoya son buenos, "en la práctica los ejemplos de que se hayan realizado son escasos o nulos y las comunidades salen afectadas".

Por eso, "valdría la pena estar atentos para proteger este nuevo descubrimiento", advierte.
El experto mexicano también destaca que la que buscan los investigadores estadounidenses no es la única forma de lograr que el maíz use menos fertilizantes.

"No es necesario hacer tanta investigación y meterse en líos de patentes: se sabe que tradicionalmentelas leguminosas capturan el nitrógeno de la atmósfera y lo dejan disponible en el suelo", explica.

Efectivamente, las leguminosas (como los frijoles o las lentejas) mantienen una simbiosis natural con bacterias que les permite aprovechar de manera natural el nitrógeno, que es el elemento en mayor presencia en el aire.

Y por eso, para el mexicano, los sistemas ancestrales como la milpa (en el que se cultivan distintas cosas juntas) o la rotación de cultivos podrían ser parte de la solución al uso excesivo de fertilizantes nitrogenados.

"Estos recursos no han sido capitalizados en la magnitud que podrían ser aprovechados", le dice a BBC Mundo.

El investigador de la Universidad de California Davis está de acuerdo, aunque con un matiz.

"El cultivo de leguminosas debería ser más recomendado. Pero no siempre es posible porque los campesinos a veces eligen sembrar maíz tras maíz por perspectiva económica. Así quela rotación no es muy común", explica.

Y Bennett destaca que encontrar la forma de fijar el nitrógeno de una manera biológica es uno de los retos más importantes de distintos laboratorios punteros en el mundo.

Dice que se esperan avances importantes en esa materia en la próxima década.

Y la reducción del uso de fertilizantes en el maíz sería una muy buena noticia para la agricultura y el medio ambiente.

Por lo pronto, según sus experimentos, utilizando el mecanismo del maíz mixe, se podría lograr una reducción que podría ir desde un 28% hasta un 82%.
Fuente: BBC.com

Así de rápido destruimos los recursos de la Tierra

Para mantener nuestro actual nivel de consumo de recursos naturales necesitaríamos 1,7 planetas



La humanidad devora los recursos del planeta. Según una investigación reciente de la Red Global de la Huella Ecológica, los consumimos a una velocidad mayor de lo que la Tierra puede soportar. Esto incluye el suelo, los océanos y hasta la atmósfera terrestre. Y tiene hasta número: este año 2018 le corresponde el 212. Esto significa que en los primeros 212 días de 2018 hemos acabamos con los recursos terrestres que deberían haber durado el año entero (365 días). A continuación, analizamos qué está ocurriendo y qué se puede hacer para frenar esta tendencia.

A partir del día 213 de este año, es decir, durante los 153 restantes, tomamos el agua, los alimentos, los combustibles de carbono (como petróleo), fibras vegetales, tierra y madera que tendríamos que reservar para el siguiente año. La consecuencia, advierten los expertos, es que estamos agotando las reservas de recursos naturales que son esenciales para la supervivencia, a medio y largo plazo. Esta fecha límite es lo que los ecólogos denominan el Día del Exceso de la Tierra. Y este 2018 lo hemos superado el 1 de agosto; lo que supone, tristemente, un nuevo récord.

La receta para reducir la huella ecológica, dicen los especialistas, empieza por dejar de consumir lo que no necesitamos. "Antes de plantearnos reciclar las cosas que usamos, tendrían que venir la prevención y la reutilización: rechazar todo lo que no podamos utilizar una y otra vez", apunta Juan Sierra, director de programas del Instituto Superior de Medio Ambiente.

Con este apetito voraz, necesitamos al año los recursos de 1,7 planetas

Los científicos también ponen cifra al número de planetas que la humanidad precisa si quiere mantener este apetito tan voraz de recursos. Necesitaríamos el equivalente a 1,7 planetas, según la Red Global de la Huella Ecológica, una entidad internacional de investigación ambiental que cada año valora el impacto de la vida humana en el mundo o, en otras palabras, cuál es el alcance de nuestro débito ecológico con el planeta.

La humanidad superó el límite de consumo sostenible de recursos del planeta anual en los años 70. En ese momento, el aumento de la población empujó la demanda de agua, alimentos o tierra de cultivo por primera vez en la historia. Pero desde entonces, el hambre de recursos no ha dejado de crecer. Y con él, nuestra deuda ecológica con la Tierra.

La fecha se superó el 15 de octubre hace 30 años, mientras que hace 20, el límite del planeta se traspasó al 30 de septiembre. Y hace 10, ya lo hacíamos el 15 de agosto. De cumplirse la tendencia, el próximo año podríamos superar la capacidad del planeta en julio.

Y, sin embargo, cada vez le pedimos más a la Tierra. La producción de alimentos crece, al igual que la extracción de combustibles y minerales de las entrañas del planeta. Mientras, los bosques autóctonos se destruyen.

En otras palabras: nuestro modelo económico está tomando prestado recursos futuros, comprometiendo el mañana de las próximas generaciones. Esto puede aparentemente funcionar durante un periodo limitado de tiempo, "pero, como ciudadanos de este planeta, estamos haciendo cada día más profunda nuestra deuda ecológica con la Tierra", reconoce Mathis Wackernagel, director de la investigación. Y llegará un momento, apunta, que literalmente será insostenible.

Los vegetarianos cuidan mejor del planeta que los carnívoros

La situación es por ahora reversible, señalan los científicos. Pero para ello, remarcan, hace falta voluntad política. Además, el simple hecho de reemplazar el 50 % del consumo de carne por una dieta vegetariana lograría hacer retroceder la fecha del límite del planeta cinco días.

También es importante la eficiencia energética: construir edificios más autosuficientes podría rebajar la fecha tres semanas, mientras que reducir a la mitad el consumo de combustibles fósiles otorgaría al planeta un respiro de tres meses.

Juan Sierra da otras dos pautas sencillas para reducir la huella ecológica personal, que cualquiera puede poner en marcha hoy mismo: beber agua del grifo, en vez de agua embotellada, y "comprar los alimentos a granel en vez de envasados".
Fuente: consumer.es

El polémico herbicida glifosato, creado por Monsanto, también daña a las abejas

Los insectos expuestos al herbicida pierden parte de las bacterias intestinales beneficiosas y son más fácilmente atacadas por los patógenos



El glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo, sigue acumulando indicios en su contra. Además de los diversos estudios sobre la posible relación con cáncer en humanos, una investigación publicada esta semana en la prestigiosa revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (PNAS) indica que glifosato puede estar perjudicando también a las abejas.

La capacidad del glifosato para matar las hierbas perjudiciales para los cultivos fue descubierta en 1970 por John E. Franz, de la multinacional Monsanto (empresa que explotó la patente en exclusiva durante más de dos décadas). El uso de este producto fue considerado inocuo para las personas y los animales silvestres hasta los años 1990, cuando empezaron a aparecer estudios sobre efectos perjudiciales.

En 2015, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, por las siglas en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud, incluyó al glifosato en la lista de productos “probablemente cancerígenos en humanos” (categoría 2A de la IARC). Estudios realizados por otras entidades, como Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, consideran improbable que el glifosato tenga efectos para la salud pero la polémica se mantiene más viva que nunca a escala mundial.

Los datos que presentan esta semana en PNAS investigadores de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos) indican que la exposición a glifosato altera la comunidad microbiana en el sistema digestivo de las abejas, haciendo que estos insectos sean más vulnerables a las infecciones.

Esta hipótesis agrega otra posible razón -aunque no sea la única- para la alarmante disminución de las abejas melíferas en algunas partes del mundo; sin descartar que pueda tener efectos igualmente negativos en otros insectos polinizadores como las abejorros.

El glifosato mata las plantas al bloquear una enzima que usan para producir varios aminoácidos, componentes básicos de las proteínas. Los animales no producen este tipo concreto de enzimas y por tanto no deberían estar afectados por el glifosato. En cambio, algunas bacterias sí que producen las enzimas que se ven afectadas por el glifosato y estas bacterias viven en el sistema digestivo de algunos animales.

Los autores del estudio que ahora se publica expusieron a decenas de abejas al glifosato, en concentraciones similares a las que se pueden encontrar en campos de cultivo, jardines y bordes de caminos tratados con este herbicida; comparando los resultados con abejas no expuestas a este producto.

Los investigadores pintaron las espaldas de las abejas con puntos de colores para que pudieran ser rastreados y luego recapturados y observaron que en las abejas expuestas al herbicida durante tres días se había reducido significativamente la microbiota intestinal saludable. La especie bacteriana más afectada, Snodgrassella alvi, un organismo que ayuda a las abejas a procesar los alimentos y defenderse de los agentes patógenos.

Más afectadas por las infecciones

Las abejas con microbiomas intestinales deteriorados también tenían muchas más probabilidades de morir cuando más tarde se expusieron a un patógeno oportunista, Serratia marcescens, en comparación con las abejas con sistemas digestivos sanos. Aproximadamente la mitad de las abejas con un microbioma saludable seguían con vida ocho días después de la exposición al patógeno, mientras que solo una décima parte de las abejas cuyos microbiomas habían sido alterados por la exposición al herbicida sobrevivieron al patógeno.

Necesitamos mejores pautas para el uso de glifosato, especialmente con respecto a la exposición a las abejas, porque ahora las pautas asumen que el herbicida no daña las abejas; y nuestro estudio muestra que eso no es cierto”, ha detallado Erick Motta, responsable del estudio junto con la profesora Nancy Moran, en declaraciones difundidas por la Universidad de Texas.

La empresa Bayer niega la validez del estudio

En una difundida por Bayer, actual propietaria de Monsanto, se asegura que el nuevo estudio publicado en Proceedings “vincula erróneamente el glifosato con los problemas microbianos intestinales de las abejas melíferas”. Según la empresa, “el artículo no establece una relación entre las dosis de glifosato aplicadas y los supuestos efectos”.

Entre otras críticas al artículo publicado en la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, Bayer afirma que el estudio “se basó en un pequeño número de abejas, mientras que los estudios regulatorios y otros estudios publicados que incluyen colmenas completas proporcionan una evaluación más completa de los posibles efectos en las colonias”.

Artículo científico de referencia:

Glyphosate perturbs the gut microbiota of honey bees. Erick V. S. Motta, Kasie Raymann, and Nancy A. Moran. PNAS . September 24, 2018 https://doi.org/10.1073/pnas.1803880115

http://www.pnas.org/content/early/2018/09/18/1803880115

La adaptación como respuesta pragmática al cambio climático

Existen dos bandos sobre cómo responder al cambio climático: el que busca reducir las emisiones y el que busca adaptarse.


En Nueva York, ya está marcha la creación de diseños de un muro levadizo de 203 millones de dólares para proteger el Bajo Manhattan del aumento agudo y repentino de las tormentas.

En China, en medio de periodos más frecuentes de sequías, las empresas que construyen plantas eléctricas operadas con carbón están dando un giro hacia una tecnología más cara que enfría el equipo de las plantas con menos agua.

En Bangladés, los agricultores de arroz que enfrentan la elevación del agua de mar están cambiando sus cultivos, algunos a variedades del mismo cereal más tolerantes a la sal, y otros se han alejado por completo del arroz para dedicarse a la cría de camarones.

Según los expertos familiarizados con estas transformaciones, todas responden al cambio climático.
Hace no mucho tiempo se consideraba que el cambio climático era una amenaza para el futuro. Cada vez más se convierte en una realidad del presente, una nueva normalidad que genera miles de millones de dólares en gastos anuales para gobiernos, empresas y ciudadanos que luchan por adaptarse.

Las tormentas se han intensificado, como el huracán Florence que azotó las Carolinas este mes; las sequías han empeorado y avivaron los incendios que se propagaron en California este año, y el nivel del mar está subiendo, un motivo de inquietud para las ciudades costeras de todo el mundo. De acuerdo con los científicos, todo lo anterior está ligado, por lo menos en parte, a un aumento de las temperaturas mundiales que ha inducido el ser humano y que está provocando todo tipo de medidas defensivas.

Las Naciones Unidas calculan que para 2050 adaptarse al cambio climático podría costar 500.000 millones de dólares al año, un precio que pagarían todos, incluidos los gobiernos, el sector privado y la ciudadanía. Sin embargo, hay una gran incertidumbre respecto de que esa suma pueda realmente proteger a la gente y la infraestructura. El cambio de perspectiva, de solo tratar de evitar el cambio climático a intentar vivir con este, nos está obligando a realizar sacrificios aleccionadores y, según los expertos, es probable que se vuelvan más dolorosos.

Durante décadas, se ha propagado un debate filosófico sobre la manera en que se debe responder al cambio climático. Uno de los bandos —básicamente, los puristas del cambio climático— ha estado a favor de una estrategia conocida como mitigación: rehacer los sectores energético, agrícola y otros para detener las emisiones de carbono y evitar que aumenten las temperaturas. El otro lado —los pragmáticos del cambio climático— ha propuesto la adaptación: aceptar que el cambio climático es una realidad y tomar medidas para adaptarse.

En un inicio, muchos activistas en promedioambiente rechazaron la adaptación al considerarla una salida fácil, un “tipo de holgazanería, una fe arrogante en nuestra capacidad de reaccionar a tiempo para salvar nuestros pellejos”, como lo mencionó Al Gore en su libro de 1992, Earth in the Balance, un llamado a reducir las emisiones que salió a la luz cuando era el compañero de fórmula de Bill Clinton en la campaña electoral de ese año. No obstante, las emisiones han seguido en aumento. En 2017, la producción de carbono relacionada con la energía alcanzó un máximo histórico, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía. Por lo tanto, los defensores más activos del clima ya consideran la adaptación como un elemento crucial.

Durante una entrevista telefónica que otorgó este mes desde una ronda internacional de negociaciones sobre el clima celebrada en Bangkok, Youssef Nassef, el director de Adaptación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la cual supervisa la respuesta al cambio climático a nivel mundial, comentó: “Debemos adaptarnos. Y mientras más pronto se comience a trabajar en ello, mejor”.

El trabajo va lento. En 2009, los países desarrollados accedieron a movilizar 100.000 millones de dólares al año para 2020 con el fin de ayudar a los países en vías de desarrollo a mitigar y adaptarse al cambio climático.

No hay ninguna contabilidad detallada de cuánto se gasta en adaptación, según los funcionarios de la ONU. Lo que queda claro es que las cantidades, distribuidas a través de una variedad de grupos, son relativamente pequeñas.

A continuación, daremos un vistazo a la forma en que tres lugares viven la experiencia del cambio climático e intentan adaptarse.

Ciudad de Nueva York

Desde 2009, los funcionarios de Nueva York han estado consultando a un pánel de científicos ambientalistas sobre la manera en que el calentamiento global afectará a la ciudad y cómo esta debería responder. El huracán Sandy, que causó inundaciones generalizadas y fallas eléctricas cuando azotó la ciudad en octubre de 2012, aumentó la preocupación. A pesar de que los científicos insisten en que no es posible relacionar ninguna tormenta con el cambio climático, en 2013, Nueva York anunció que a lo largo de la siguiente década iba a gastar alrededor de 20.000 millones de dólares de dinero federal y de la ciudad en proyectos diseñados para recuperarse de los daños causados por el huracán y adaptarse de una forma más generalizada al clima cambiante.

En lo más alto de la lista de desgracias climáticas que tiene la ciudad está el aumento en la intensidad del calor urbano. Cada año, cerca de 115 personas mueren en Nueva York por causas relacionadas con el calor extremo; “El suceso más mortífero relacionado con el clima extremo que enfrenta la ciudad de Nueva York”, señaló Jainey Bavishi, quien encabeza las iniciativas de adaptación al clima de la ciudad como directora de la Oficina de Recuperación y Resiliencia de Nueva York. De acuerdo con un “índice de vulnerabilidad al calor” que ha creado la ciudad, el peligro es más grave en algunas zonas del este de Brooklyn, South Bronx, el norte de Manhattan y el sureste de Queens que tienen poca vegetación, mucho pavimento y altas concentraciones de residentes pobres y de edad avanzada. En esos vecindarios en particular, la ciudad fomenta que se pinten los techos de blanco para reflejar el calor del sol y que se planten más árboles.

Nueva York también espera que aumenten los niveles del mar —entre 28 y 53 centímetros para la década de 2050— y que empeoren las inundaciones producto del incremento de las tormentas. Por esta razón, la ciudad está diseñando un muro levadizo de 203 millones de dólares que estará debajo de Franklin D. Roosevelt Drive, la autopista elevada que sigue la trayectoria del río Este del lado de Manhattan. El muro, ubicado en un vecindario conocido como Two Bridges que incluye los puentes de Brooklyn y Manhattan, se levantará solo cuando sea necesario y se pagará con 176 millones de dólares de dinero federal y 27 millones de dólares de los fondos de la ciudad, mencionó Bavishi.

Santa Cruz, California

Con sus famosas playas para el surf y un parque de diversiones a la orilla del mar de 111 años de antigüedad, Santa Cruz, California, le debe su identidad al océano. En la actualidad, en medio del cambio climático, está luchando para protegerse de esas aguas.

Durante casi una década, la ciudad de 64.000 habitantes ha estado estudiando su vulnerabilidad al cambio climático y ha planeado maneras para adaptarse. Utiliza mapas de incendios forestales y modelos que proyectan el aumento del nivel del mar en 2030, 2050 y 2100 para localizar áreas según su vulnerabilidad al cambio climático. Después la ciudad traslapa datos demográficos en esos mapas, incluidos la edad y los ingresos de los habitantes, lo cual le permite identificar los vecindarios que son particularmente vulnerables.

Una de las zonas problemáticas es West Cliff Drive, una calle lujosa ubicada frente al mar que cuenta con casas hermosas y vistas perfectas. La erosión se está intensificando a lo largo de esta zona, que se extiende a lo largo de unos 5 de los 7 kilómetros de playa que tiene la ciudad.

Esta situación ha provocado una pregunta incómoda: ¿la ciudad debería pagar la fortificación del risco sobre el que pasa el camino para protegerlo, al igual que a las casas, aunque se intensifique de manera potencial la erosión de las playas cercanas? ¿O debería “retroceder”, como se dice en la jerga de planeación: en esencia abandonar el risco a los caprichos de la madre naturaleza? Si la ciudad elige apuntalar el risco, enfrentará otra disyuntiva, como hizo notar Tiffany Wise-West, la jefa de Sustentabilidad y Acción Climática de la ciudad: “‘¿Quién paga?’ es una gran pregunta. ¿Todos deberíamos pagar como contribuyentes? ¿Tendrían que pagar los residentes privados?”.

Bangladés

Bangladés, un país de tierras bajas de cerca de 167 millones de personas que se encuentra en el flanco oriental de India, limita con la bahía de Bengala y es atravesado por ríos como el celebrado Ganges y el Brahmaputra. Desde hace mucho tiempo, la bahía y los ríos han definido la economía bangladesí; ahora, también la está definiendo el clima cambiante.

Durante la última década, Bangladés ha gastado cerca de 500 millones de dólares de dinero gubernamental en planeación y proyectos para adaptarse al cambio climático, comentó Saleemul Huq, director del Centro Internacional para el Cambio Climático y el Desarrollo del país, y uno de los autores del plan de respuesta bangladesí.

A lo largo de la costa, gracias a la ayuda de dinero gubernamental, los agricultores del arroz están cambiando a nuevas variedades de arroz modificado para crecer en agua salada. No obstante, es solo una solución temporal, porque con el tiempo la salinidad del agua superará la tolerancia del arroz especialmente diseñado. “Siempre estamos intentando ponernos al día”, comentó Huq. “Cuando no podemos cultivar más arroz, cambiamos a la cría de camarones”. Sin embargo, los camarones no son una panacea. Es lucrativo para quienes los producen, pero, a diferencia del arroz, no es un producto alimenticio básico.
Fuente: nytimes.com

jueves, 6 de septiembre de 2018

Migración, género y territorio. Mujeres migrantes en una ciudad patagónica: de la invisibilidad a la presencia


Por Myriam Susana González*
De la mano del crecimiento económico experimentado, los flujos migratorios suelen incrementarse. Si bien en un primer momento las mujeres acompañan y se mueven como parte de la familia, su propio trabajo y la apropiación del territorio permiten que se conviertan en protagonistas de los procesos migratorios.



La feminización de las migraciones

Históricamente los movimientos migratorios incluyeron la participación de las mujeres, pero fueron subestimadas como objeto de estudio. Michel Perrot, en su libro Mi historia de las mujeres, afirma: “Las mujeres han migrado en todas las épocas y por toda clase de motivos de manera más onerosa, menos aventurera que los hombres, porque necesitan justificación, contención, incluso apoyo”. Por su parte, la antropóloga Dolores Juliano plantea que “la idea de la inmigración femenina como dependiente de la masculina se apoya en un estereotipo muy consolidado, según el cual el hombre es más móvil geográficamente. La mujer se caracterizaría por permanecer, mientras que el hombre tendría unos itinerarios autónomos más amplios. Sin embargo, esto es falso en su conceptualización misma, dado que la inmensa mayoría de nuestras sociedades fueron patrilocales, lo que significa que el modelo tradicional de mujer es el de la mujer que abandona su hogar de origen para ir a vivir al lugar de su marido. Así podemos hablar de mujeres estructuralmente viajeras en contraposición a la imagen estereotipada de mujeres accidentalmente viajeras. Sin embargo, esta movilidad espacial resulta absolutamente invisible”.

No obstante, en las últimas décadas las mujeres fueron adquiriendo mayor presencia en los estudios sobre migraciones. Uno de los trabajos pioneros ha sido el de Mirjana Morokvásic, publicado en la revista International Migration Review en 1984. Allí la autora introduce la perspectiva de género al considerar a las mujeres en los flujos migratorios no sólo como acompañantes sino también como autónomas.

Esta creciente visibilidad está asociada a los cambios producidos en los procesos migratorios. Desde hace un par de décadas las migraciones internacionales han adquirido nuevas características y dimensiones, se ha producido un incremento de los movimientos migratorios, se han diversificado las rutas y conexiones origen-destino y se han complejizado las modalidades. Cada vez son más los países que intervienen en los procesos migratorios, ya sea como emisores, receptores o como países de tránsito; además, países que fueron emisores hoy son receptores e inversamente algunos países receptores hoy son emisores. Pero ciertamente uno de los cambios más destacados es sin duda el de la “feminización”, que ha dado lugar a una creciente producción académica. La feminización no sólo se evidencia en un aumento cuantitativo del número de mujeres que migran, sino también en aspectos cualitativos como la modificación del modelo tradicional de mujer acompañante del varón a un nuevo modelo, el de la migrante autónoma. La inclusión de las mujeres y de la categoría género en los estudios sobre migraciones se vincula a la necesidad de explicar el aumento de la participación femenina en la migración internacional, además de analizar las particularidades de esta participación, el impacto en las áreas de origen y destino y las transformaciones que se producen.

Este proceso de feminización de las migraciones se relaciona con otros procesos como el de la feminización de los mercados de trabajo, e incluso, como plantea Saskia Sassen, con la denominada feminización de la supervivencia. La participación de las mujeres en los procesos migratorios tiene especificidades y significados profundos, asociados tanto a las transformaciones económicas mundiales y a la reestructuración de los mercados laborales como a la consolidación de redes sociales y familiares. Desde la perspectiva de la feminización, la “migrante ideal” es la mujer trabajadora que migra sin pareja motivada por cuestiones estrictamente laborales o económicas. Por otra parte, la movilidad de las mujeres hacia los países desarrollados está asociada al crecimiento de una “cadena mundial de cuidados” basada en la transferencia transnacional del trabajo reproductivo como respuesta a una crisis de los cuidados que afecta a los países centrales y que produce una demanda de mano de obra femenina que ha acelerado los movimientos. Estas tendencias en los flujos migratorios hacia los países desarrollados se refieren a realidades sumamente diferentes a las producidas en las migraciones hacia Latinoamérica y, especialmente, hacia la Argentina.

¿Por qué migran las mujeres? ¿Cuáles son sus proyectos migratorios?

La experiencia migratoria de las mujeres se distingue de la de los varones, lo que se verifica en las diferentes etapas del proceso migratorio: desde los factores que influyen en la decisión de migrar, las condiciones de traslado, la inserción laboral. La migración femenina no es homogénea, migran a destinos diversos, por motivos diversos, migran solas o con el grupo familiar, se trasladan para buscar alternativas económicas y/o libertad personal.

Una parte del incremento del flujo de mujeres se relaciona con el reagrupamiento familiar. Esta interpretación obedece al “factor llamada” de una migración eminentemente masculina y es la interpretación más tradicional.

También las mujeres constituyen en algunas ocasiones la avanzada del fenómeno migratorio, siendo las primeras en llegar al país de destino. Esta segunda explicación se encuentra definida en la denominada “nueva economía de las migraciones”, donde se interpreta el fenómeno migratorio en función de la familia, del grupo de referencia y no del sujeto en particular. A diferencia del individuo, la familia puede adoptar diferentes estrategias para afrontar varios problemas, animando a alguno de sus miembros a tomar la decisión de migrar, en este supuesto a una mujer, porque se presume que encontrará trabajo con más facilidad. Este modelo contempla una cierta cuota de autonomía para la mujer que lo adopta, respecto del caso de reagrupamiento familiar, aunque continúa operando dentro de un marco familiar.

Finalmente, un tercer conjunto de explicaciones se fundan en el creciente número de mujeres totalmente autónomas que asumen la decisión de migrar. Esta dimensión de vivir la experiencia de la migración en primera persona es diferente a aceptar la migración como producto del proyecto del cónyuge o los progenitores. Sin embargo, ninguna de las tres explicaciones anteriores es excluyente, la migración es un proceso sumamente complejo.

La información estadística disponible muestra que las mujeres constituyen casi la mitad de los migrantes en el mundo, representan la mayoría de la migración interna en los países latinoamericanos y predominan en muchos de los flujos interregionales en América latina. En nuestro país, según datos del Censo 2010, las mujeres representan el 54% del total de la población nacida en el extranjero, valores que se elevan para el caso de migrantes de algunos países latinoamericanos como Paraguay con un 55,7% de mujeres, o el caso de las migrantes peruanas, quienes constituyen el 55% del total de los migrantes provenientes de ese país. Precisamente fueron las mujeres peruanas quienes durante la década de los noventa personificaron el proceso de feminización de las migraciones en nuestro país.

En cuanto a la migración boliviana, los datos muestran un aumento de la presencia de mujeres en la composición total de la migración si consideramos los dos últimos censos. Para el año 2001 se registra una leve mayoría de varones, quienes representan el 50,3%, y según datos del último censo son las mujeres quienes se encuentran por encima de los valores correspondientes a los varones, con un 50,4%. Por otra parte, como lo muestran especialistas en la inmigración boliviana hacia la Argentina, las mujeres bolivianas llegan a nuestro país en la mayoría de los casos como acompañantes del varón, quien suele ser el que inicia el movimiento, o bien a través de relaciones familiares previas. Los casos de mujeres viajando sin pareja, que tienen una fuerte presencia en la migración de bolivianas hacia España, son la excepción en los movimientos de ese colectivo hacia nuestro país.

El papel del territorio en los procesos migratorios

La migración constituye un proceso eminentemente espacial ya que supone espacios de salida, espacios de llegada y un proceso de traslado donde las estrategias son territoriales. También interesan los impactos de la migración que son sociales pero también territoriales y colectivos. Es por ello que resulta necesario pensar las migraciones en términos dinámicos: circulación, movilidad, trayectorias, en donde el territorio cobra un papel fundamental.

Por otra parte, la actual movilidad de la población establece nuevas formas de territorialidad e identidad. La territorialidad, entendida como el modo en que las personas utilizan el territorio, cómo se organizan y cómo dan significado al lugar, en síntesis, la territorialidad está ligada a la identificación y apropiación del territorio. La migración modifica la identidad y la apropiación territorial. Se crean nuevas territorialidades, es decir, la apropiación de nuevos espacios que son cada vez más territorializados: barrios étnicos, espacios comerciales, espacios transfronterizos, entre otros.

El caso de estudio: migrantes bolivianas en una ciudad patagónica

Los relatos de mujeres bolivianas que viven en Comodoro Rivadavia forman parte del material empírico analizado y a partir del cual presentamos aquí algunas reflexiones sobre las trayectorias y experiencias de mujeres migrantes. Esta ciudad patagónica, localizada en el sureste de la provincia de Chubut, se ha conformado esencialmente por el aporte migratorio en poco más de un siglo desde su fundación. Durante los años noventa, en el contexto de la reestructuración territorial y crisis económica, los flujos migratorios disminuyeron, tanto en lo que respecta a migrantes internos como internacionales. Desde fines de 2002 la ciudad inició una etapa de reactivación económica debido a la explotación petrolera y, en menor medida, a la pesca, proceso que se proyecta en el mediano y largo plazo. La mencionada reactivación produjo efectos de expansión en el comercio y en la construcción, como demandas en otros sectores de la economía, lo que ha derivado en una disminución de la desocupación, siendo una de las más bajas del país. En este marco es importante la llegada de migrantes internos e internacionales, principalmente bolivianos.

Como se mencionó, la ciudad ha crecido a partir de los aportes migratorios, aportes que a lo largo de la historia han ido variando tanto en número como en diversidad de orígenes. Si bien es cierto que en las primeras décadas la población migrante fue mayoritariamente masculina, las mujeres no estuvieron ausentes en este proceso. Sin embargo, en los estudios sobre migraciones no se hace referencia a las mujeres. Textos pioneros en la temática como los de Marcos Budiño y de Lelio Mármora publicados en la década de los setenta plantean la migración a la ciudad en términos masculinos, sin considerar la posibilidad de la migración de mujeres solas, a pesar de la existencia de casos que reproducen ese tipo de movilidad. Recién en las últimas décadas algunos trabajos van a considerar el papel de la mujer migrante aunque no todos desde una perspectiva de género.

Por otra parte, la ciudad no ha sido un centro de atracción tradicional para la migración boliviana, la que se instala a partir de la década de los noventa y en especial a partir de 2002. Se trata de una migración reciente y que en muchos casos proviene directamente de Bolivia, lo que indica la potencialidad de las redes migratorias. Este modelo de migración, que muestra diferencias frente a otros modelos migratorios que caracterizaron a la ciudad, mantiene algunas características similares a las que presenta en otros destinos del país pero con singularidades propias en esta ciudad patagónica. Asimismo, se produce en un momento de fuerte crecimiento económico que promueve una demanda de mano de obra masculina en el sector de la construcción en la que se insertan mayoritariamente los migrantes bolivianos, pero también hay una fuerte demanda de mano de obra femenina en sectores que habitualmente ocupan las mujeres migrantes como el empleo doméstico y otros, no tradicionales, como es el caso de la pesca en el que se emplean las mujeres bolivianas.

¿Qué características presentan las mujeres bolivianas que viven en Comodoro? ¿Cómo son sus proyectos migratorios?

Los relatos de las mujeres bolivianas entrevistadas muestran proyectos migratorios que no se ajustan al modelo de migrantes autónomas, hay una permanencia del modelo tradicional, ya que se trata de una migración familiar en la que mayoritariamente el varón es pionero. La mayoría de las mujeres migran con su pareja y para quienes migran solas es fundamental el papel de las redes. De allí que podemos afirmar que la familia sigue siendo el referente pues las decisiones relacionadas con los proyectos migratorios son más familiares que individuales.

En numerosos estudios sobre mujeres migrantes se plantea la migración como una línea divisoria en la historia de vida (un antes y un después); en las entrevistas realizadas se evidencia que la migración es parte de sus historias de vida, la movilidad espacial no es excepcional en el caso de la población boliviana, existe una “cultura de la movilidad”. El mayor ejemplo de lo planteado lo constituye el departamento de Cochabamba, donde la migración ha sido una constante, y es justamente de donde provienen gran parte de quienes se asientan en Comodoro Rivadavia. La movilidad en la mayoría de las mujeres entrevistadas se constituye en una práctica basada en un “saber circular” que produce territorialidades caracterizadas por su complejidad. A través de sus historias de vida pueden reconstruirse los recorridos realizados y la forma en que se van articulando lugares, redes y flujos materiales e inmateriales.

También el proceso migratorio produce situaciones paradójicas para las migrantes. Mientras algunos autores sostienen que las migraciones abren nuevos espacios para las mujeres, otros estudios evidencian que pueden significar pérdidas y cargas adicionales, aumento de las demandas económicas por parte de sus familias en el lugar de origen, así como también nuevos vínculos de dependencia y abuso en las relaciones laborales en el país de destino, es decir, se refuerzan las desigualdades de género.

Las cuestiones planteadas pueden visualizarse a través de la inserción laboral de las mujeres bolivianas. Existe una segmentación del mercado laboral en términos de género y etnia, ser mujer y migrante, ser mujer y boliviana. Es por ello que una de las primeras opciones la constituye el trabajo en las plantas pesqueras, una actividad sumamente dura. El empleo doméstico es otra alternativa de inserción laboral. En ambos casos se trata de empleos de baja cualificación, en general en situaciones de precariedad e informalidad. Otras mujeres han iniciado proyectos a través de la vía emprendedora incorporándose en sectores del comercio minorista, fenómeno global que se evidencia también en otras ciudades de fuerte atracción migratoria. Se trata de mujeres que llegaron a la ciudad sin capital incorporándose al mercado de trabajo a través de empleos precarios y en sus trayectorias de movilidad laboral han desarrollado estrategias de autoempleo. Estos espacios comerciales posibilitan la apropiación y resignificación del territorio, constituyen un factor primordial para la incorporación de los migrantes a la sociedad, tanto desde una perspectiva económica como espacial, ya que son a la vez elementos culturales que se incorporan al espacio público.

En cuanto a la percepción de una mayor autonomía, en los relatos no aparece en el inicio de la migración. Sin embargo, algunas entrevistadas hacen referencia a ciertos cambios asociados a una redistribución-renegociación en el interior del grupo familiar, como la participación en las decisiones sobre el uso de los ingresos y el intercambio de los roles vinculados a las tareas domésticas, entre otros. Igualmente en las estrategias adoptadas para conciliar trabajo productivo y reproductivo involucran a otras mujeres también migrantes, en algunos casos familiares (sobrinas, primas).

Otro punto a destacar es el papel de las mujeres en la articulación entre el lugar de origen y el de destino, tanto en la reproducción de la cotidianeidad (comidas, costumbres) como en las acciones que se traducen en una creciente visibilidad en el espacio público a través de estrategias de identificación étnica como son las fiestas, ferias y organizaciones civiles. Como plantea Michel Perrot, son las mujeres migrantes quienes mantienen las tradiciones, la lengua materna, la cocina y los hábitos religiosos.

Los avances de los estudios de género en los últimos años han permitido visibilizar a las mujeres migrantes. Las mujeres se mueven, acompañan, trabajan, utilizan las redes y también las crean, construyen entramados socioterritoriales y son actoras de nuevas formas de territorialidad. Finalmente, aunque permanezcan aún ciertas formas de vulnerabilidad, estas mujeres migrantes, de ser actores pasivos e invisibilizados, se convierten en protagonistas esenciales en los procesos migratorios.
*Magíster en Impactos Territoriales de la Globalización - Licenciada en Geografía. Dpto. de Geografía, Universidad Nacional de la Patagonia SJB