Alberto Casas, profesor de Física Teórica,
habla sobre la importancia de estas partículas descubiertas hace casi 120 años
y que hoy en día aún esconden los misterios más importantes de la física
El 30 de abril de 1897, el físico británico Joseph John
Thomson estaba de enhorabuena. Podía decir que había descubierto una partícula
que nunca nadie había visto, en una época en la que el teléfono era un invento
reciente. Aquella escurridiza partícula era el electrón. Gracias a sus trabajos
con rayos catódicos, un fenómeno que ocurre cuando una corriente eléctrica pasa
a través de un tubo de cristal al vacío, al científico se le ocurrió que los
átomos en realidad no eran indivisibles, sino que había partículas aún más
pequeñas: los corpúsculos.
Aquellos corpúsculos, que luego se llamaron electrones, son
hoy reconocidos como los principales protagonista de las reacciones químicas,
de las propiedades de la materia, de los colores, de la electricidad y de la
tecnología digital. Son los responsables de que, aunque «la materia esté
hueca», los objetos no se atraviesen unos a otros. Alberto Casas, profesor de
investigación del CSIC en el Instituto de Física Teórica, IFT-UAM-CSIC, no solo
reconoce la enorme importancia del hallazgo de Thomson, sino que sitúa al
electrón en el ojo del huracán de la física cuántica más de un siglo después.
-¿Qué importancia tuvo el
descubrimiento de Thomson?
Tuvo una enorme importancia. Thomson demostró que los
misteriosos rayos catódicos estaban compuestos de partículas minúsculas, algo
que fue inmediatamente reconocido por la comunidad científica. Por ejemplo, en
1900 Henry Becquerel demostró que la «radiación beta» emitida por ciertos tipos
de átomos estaba compuesta de las mismas partículas. Esto afianzó la idea de que
los electrones formaban parte de los átomos.
-Hoy en día, ¿el electrón es una
partícula de la que ya se sabe todo, o sigue estando en el centro de la
investigación?
El electrón pertenece al selecto de grupo de partículas que,
hasta donde sabemos, son genuinamente elementales. Por ejemplo, el protón y el
neutrón no lo son, ya que están hechos de quarks (otras partículas de ese
selecto grupo). Desde ese punto de vista, comprender las propiedades del
electrón es un problema fundamental de la física básica.
De hecho, hay bastantes de esas propiedades que entendemos,
es decir podemos explicarlas a partir de hechos más básicos; pero la mayoría
siguen siendo un misterio. Entre las que entendemos está la estructura de sus
interacciones.
Además de la interacción gravitatoria, el electrón siente la
interacción electromagnética (debido a su carga) y la interacción débil (otro
tipo de interacción fundamental). La manera en la que siente esas interacciones
está impuesta en gran medida por ciertas simetrías matemáticas que poseen las
ecuaciones de la física. Entre las propiedades que no se entienden están la
magnitud de su masa y su carga eléctrica.
El electrón es unas 2000 veces más ligero que el protón,
aunque posee la misma carga eléctrica (en negativo), y nadie sabe por qué.
Desde ese punto de vista, el electrón, junto con sus compañeras elementales,
está efectivamente en el centro de la investigación en física teórica.
-¿Cuáles son los fenómenos más
importantes en los que está implicado el electrón?
El electrón está implicado en una verdadera infinidad de
procesos físicos, en realidad en la mayoría de ellos. Esto es así porque los
electrones son la parte externa de los átomos, y la más ligera y «flotante».
Eso hace que sean los responsables principales de todas las propiedades de la
materia.
Por ejemplo, son los responsables de que haya unos cien
elementos químicos, y de las propiedades de estos y de todas sus combinaciones;
es decir de todas las sustancias ordinarias. Casi cualquier propiedad de una
sustancia que consideremos, está determinada por los electrones. Pensemos, por
ejemplo, en los colores: los objetos absorben la luz cuyos fotones tienen una
energía que coincide con los saltos energéticos de los electrones (los cuales
dependen a su vez del tipo de molécula que forma el objeto); la luz que no
puede ser absorbida es reflejada, produciendo el color que percibimos. Los
electrones son también los causantes de todos los procesos químicos, por
ejemplo todos aquellos que dan lugar a la vida.
Desde el punto de vista práctico, los electrones y sus
propiedades (descritas por la mecánica cuántica) son la base de toda la
microelectrónica y la tecnología digital en la que estamos inmersos. Son
también las partículas que corren por los circuitos eléctricos y que hacen
posible que los electrodomésticos funcionen. En resumen, ¡el electrón es un gran
amigo de la Humanidad!
-Cuando tocamos algo, ¿estamos tocando sus
electrones? Tengo entendido que la materia «está hueca» y que los núcleos
atómicos están en el interior de una zona extensa en la que oscilan los
electrones.
Sí, en esencia esto que dices es correcto. Intuitivamente,
tendemos a pensar que los cuerpos no se atraviesan unos a otros porque el
espacio que ocupa un no puede ocupado por otro. Por ejemplo, esa sería la razón
por la que un libro sobre una mesa permanece encima de ella, y no la atraviesa
y cae hacia el suelo.
Sin embargo, la materia apenas está «llena» de partículas,
los espacios entre núcleos atómicos son inmensos en comparación con su tamaño,
y están poblados solo por unos cuantos electrones (que por lo que sabemos son
partículas puntuales, sin dimensiones). De hecho, en principio la materia se
puede comprimir hasta extremos formidables (la densidad de una estrella de
neutrones es equivalente a comprimir un Boeing 747 al tamaño de un pequeño
grano de arena).
-Entonces, ¿por qué no se atraviesan
los cuerpos?
La razón es la repulsión entre las nubes de electrones que
rodean a los núcleos. Esta repulsión es de tipo electromagnético (las cargas
negativas repelen a las negativas) y está también relacionada con aspectos
cuánticos de la materia (principio de exclusión de Pauli). Pero, en definitiva,
la repulsión entre los electrones de la materia es la que impideque los objetos
se atraviesen unos a otros como si estuviéramos en una película de fantasmas.
Y cuando «tocamos» un objeto, lo que sucede es
que las nubes de electrones de los átomos de nuestra mano y del objeto se
repelen y retroceden imperceptiblemente, pero realmente no se llegan a tocar.
Cuando estamos de pie, realmente nuestros zapatos no «tocan» el suelo, sino que
estamos «flotando» a una distancia imperceptible (extraordinariamente pequeña)
del mismo. Fuente: abc.es