domingo, 23 de agosto de 2020

Cuáles son las provincias que quieren atraer la millonaria inversión asiática para la cría de cerdos

 ¿Por qué Santiago del Estero es uno de los lugares elegidos por Cancillería argentina para radicar el mega emprendimiento? Distintas voces plantean la necesidad de un amplio debate.


Empecemos por un dato numérico clave: la carne porcina es la más consumida a nivel mundial, y China representa casi la mitad de ese consumo. En 2019, el país asiático sufrió un brote de peste porcina africana (PPA) que obligó a sacrificar más de 1 millón de animales. A partir de entonces, Argentina emerge como actor fundamental para China en la provisión de esta carne.

La posibilidad de cerrar un acuerdo por U$S 3.700 millones de dólares para proveerle carne de cerdo a China ya activó una competencia acelerada entre los gobernadores de distintas provincias y sus respectivos planteles de ministros.

En estos últimos días, provincias del NEA y el NOA salieron a ofrecer al Ministerio de Relaciones Exteriores, toda la infraestructura necesaria, como así también mano de obra de bajo costo y hasta la posibilidad de fijar determinadas exenciones impositivas con tal de garantizarse al menos una parte de las eventuales inversiones.

Una de esas provincias es Santiago del Estero y, según publicó el sitio iProfesional, en los últimos días, sendos ministros de Agricultura y Producción, no sólo nuestra provincia, sino también Chaco, Tucumán, Formosa, Corrientes, Misiones, Jujuy, Salta, La Rioja y Catamarca, mantuvieron conversaciones con Jorge Neme, mano derecha de Felipe Solá en la Cancillería y actual secretario de Relaciones Económicas Internacionales de esa misma dependencia, con el fin de oficializar el interés por ser parte del requerimiento chino.

Así lo explica el periodista y escritor Patricio Eleisegui, sobre el proyecto que busca desarrollarse en el lapso de 6 años, mediante la cual China apunta a recuperar el stock de carne que perdió a partir de la matanza de cerdos que llevó a cabo el año pasado tras un brote de peste africana.

Los representantes de esos distritos mencionados “ofrecieron desde instalaciones en las que ya se cría y faena ganado porcino hasta la posibilidad de empezar a construir granjas por su cuenta con tal de recibir la inversión”.

Las autoridades sanitarias de China aniquilaron al 40 por ciento del ganado porcino y la posterior escasez de productos derivó en la decisión de salir a buscar superficies en el mundo para criar los animales que necesita la potencia asiática.

Granjas porcinas para Santiago

De acuerdo a lo manifestado por el propio secretario de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Jorge Neme, en una entrevista con el diario El Liberal de Santiago del Estero, se calcula que en Santiago del Estero habrá una inversión de U$S 300 millones para la radicación de al menos dos granjas porcinas.

El funcionario de Cancillería explica que la aspiración es que los establecimientos “se radiquen en las provincias del NOA, NEA o del Sur argentino, donde hay condiciones óptimas para el desarrollo de la producción porcina, agua abundante, napas profundas, espacios vacíos y mucha necesidad de agregar valor a la producción local, crear empleo y generar divisas para mejorar la economía de las provincias”.

Además, asegura que dichas instalaciones serán construidas por “la industria metalmecánica argentina y nuestra ingeniería agronómica, zootecnista, veterinaria, mecánica, eléctrica y ambiental”.

Sobre el caso especifico de Santiago señala que “si se logra avanzar con el proyecto, Santiago del Estero será una de las provincias en donde al menos 2 de esas granjas, que implican una inversión del orden de U$S300 millones, podrán radicarse y crear empleo y nuevas oportunidades para los trabajadores santiagueños. El potencial de Santiago para transformar sus relevantes exportaciones de maíz en exportaciones de carne porcina es muy claro”, explica.

Al igual que en el resto de las provincias que se postulan para el emprendimiento de las granjas porcinas, lo que se busca con el acuerdo con China es estimular la cadena de valor tanto del maíz como de la soja y generar nuevas actividades en ese valor agregado.

Jorge Neme promete que la radicación de granjas integradas con alta tecnología, se hará garantizando “tratamientos ambientales y producción de energía a partir del biogás”, también promete que dicha iniciativa, “abrirá una gran oportunidad a pequeños productores y agricultores familiares”.

 Impacto ambiental

Andrés Napoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) junto a la directora de Investigación de FARN, María Marta Di Paola, sostienen que en China existe una clara evidencia de la contradicción entre el cuidado del ambiente y la cría de cerdos, especialmente en áreas ambientalmente sensibles, cercanas a cursos de agua.

Sin embargo, este nuevo proyecto de acuerdo no contempla estudios previos que permitan medir el riesgo del impacto, establecer una línea de base ambiental, y/o dar participación a la ciudadanía y las comunidades locales.

Si bien Cancillería argentina señala algunos ítems claves para el enclave del emprendimiento, ambos profesionales se preguntan acerca de qué tipo de trabajo, en qué condiciones, para quiénes y a qué costo -social, ambiental, para la salud de la población vecina a los establecimientos y en general- estaríamos hablando.

Lo que sí sabe es que el megaproyecto implicaría para el país lograr  900 mil toneladas de carne porcina, lo que implicaría incrementar el stock de animales en casi 10 millones, y adicionar más de 2,2 millones de toneladas de maíz y unas 750 mil de soja para la alimentación del ganado (lo que a su vez implica sumar casi 290 mil y cerca de 250 mil hectáreas cosechadas de uno y otro grano.

 También que duplicaría las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) del sector porcino, y demandaría unos 12 mil millones de litros de agua potable a lo largo de toda la producción, y eso sin contabilizar el agua para la limpieza.

Repudio y controversias

El principal punto de controversia que generó en organizaciones ambientalistas, referentes de la soberanía alimentaria y profesionales de la salud, es que la concreción de estas granjas de producción intensiva también eleva la posibilidad de que surjan nuevas enfermedades y transmisiones vía zoonosis como el actual Covid-19.

La autora de los libros Malcomidos y Mala Leche, Soledad Barruti, quien desde hace años pone a la agroindustria nacional bajo la lupa, subió un video a su Instagram, desde dónde denuncia el acuerdo con China, y el avance para que se conviertan en proveedores de carne porcina, que generó graves consecuencias ambientales y de salud a través de la peste porcina africana.

Sin ir más lejos, en territorios como Santiago del Estero y otras provincias del NOA y NEA, se advierten una profundización activa de los desmontes para la producción de grandes campos de soja y maíz transgénicos, sobre los que se basa la alimentación "feedlot", es decir, el engorde de ganado que podría ser ideal para la alimentación de los cerdos.

Hacia una democratización de la economía

Esta semana, el Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular expresó su postura crítica en torno al megaproyecto de cerdos y por qué lo considera desaconsejable desde todo punto de vista.

Coincidimos en que la demanda de carne de cerdo por parte de China abre una oportunidad. Sin embargo consideramos que el acuerdo que se negocia no es sustentable en lo sanitario ni en lo ambiental y que creará un sector concentrado de la cadena de valor porcina que no contribuye a la democratización de la economía”, indicaron.

También, consideran que el acuerdo que negocia Argentina con China “no es sustentable en lo sanitario ni en lo ambiental y que creará un sector concentrado de la cadena de valor porcina que no contribuye a la democratización de la economía”, y sostienen los siguientes puntos:

1- El Acuerdo significa traer para la Argentina un problema grave que tiene China por la cría industrial de cerdos: la peste porcina africana (PPA) que ha diezmado los criaderos de cerdos en China el último año, son la razón por la cual China propone este acuerdo.

2- Los criaderos industriales de cerdos son una fuente de contaminación por los miles de toneladas de excrementos que producen, y generan allí donde se instalan una fuerte conflictividad social.

 3- La cría industrial de cerdos, como toda ganadería industrial, lleva irremediablemente a la generación de resistencia bacteriana a antibióticos como lo ha denunciado la OMS. Según el propio Instituto Malbrán, esto constituye uno de los principales problemas de salud pública que se cobra 800.000 vidas al año en todo el mundo.

4- El hacinamiento y la debilidad inmunológica de los animales son el caldo de cultivo “ideal” para mutaciones virales. Nuevos virus con potencialidad de producir pandemias. Al respecto acaban de encenderse alarmas en China y Brasil.

5- La propuesta de 25 criaderos con 12 mil madres cada uno, plantea un modelo de producción y un crecimiento en los niveles de producción a los que Argentina no puede adecuarse desconociendo todos los efectos adversos que provocarán a la población.

6- La cría industrial de cerdos va asociada a la producción de soja y maíz transgénico para la alimentación de los animales, con lo cual también contribuye a la ampliación de la frontera agrícola y los daños que conocemos: la usurpación de tierras a comunidades campesinas e indígenas, destrucción de monte nativo y migraciones forzadas a los bordes de las grandes ciudades, contaminación, pérdida de biodiversidad, etc.

7- El consumo de agua requerido para la cría de cerdos a esta escala significará un importante impacto para los territorios donde se produzca.

8- Los únicos beneficiarios de este modelo serán los grupos corporativos chinos y argentinos que lo impulsan sin que haya un “derrame” hacia las comunidades ni el desarrollo local. Por el contrario proyectos de este tipo son una amenaza para la agricultura familiar campesina e indígena, de pequeña y mediana escala, que irá a la quiebra en caso de un brote como el de PPA en China.

9- Se generarán mayores emisiones de gases de efecto invernadero responsables de la crisis climática que estamos atravesando por el incremento en el uso de combustibles fósiles y los propios gases que la actividad genera.

10- Se producirá un incremento de las enfermedades de los trabajadores, muy frecuentes en este tipo de explotaciones; tal como se ha comprobado con la transmisión del COVID-19 en frigoríficos y establecimientos de cría durante esta pandemia.

La otra propuesta

El Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular dará hoy a las 18 una conferencia de prensa virtual en torno a esta situación, y dará a conocer las 10 razones para rechazar el acuerdo con China, a través del siguiente link: https://youtu.be/NJh2488oCWY

Desde esta organización, sostienen que hay formas mejores que el proyecto del asunto: “es posible multiplicar la producción de carne de cerdo, abasteciendo al mercado interno, a los consumidores que eligen y demandan carne de cerdo producida en condiciones de bienestar animal, producción sustentable y con productores familiares y Pymes”.

También, apunta a que se puede “exportar y generar divisas para el país, con un esquema de miles de granjas de hasta 200-300 madres, con una fuerte presencia del Estado en eslabones claves de la cadena de valor. Este es un esquema que apunta a la Soberanía Alimentaria porque es capaz de garantizar el cuidado sanitario y ambiental, además de generar verdadero desarrollo y arraigo rural. Implica apostar a la potencia que la agricultura familiar campesina e indígena demostró apenas declarada la pandemia en la producción y distribución de alimentos, lejos de las lógicas especulativas que sí desplegó el capital concentrado”.

Consideramos que necesitamos debate e intercambio sobre cómo avanzar con este acuerdo, poniendo en consideración lineamientos para llegar a una propuesta en sintonía con los intereses de toda la comunidad. Una instancia necesaria para llegar a una propuesta consensuada que sin duda contribuirá al fortalecimiento de nuestra democracia”, explicaron.

Fuente: lasemilla.medios.com.ar

¿Sabías que las vacunas que producirá Argentina para covid-19 no son tradicionales?

 La pandemia aceleró la producción de vacunas llamadas “nueva generación”, de ADN, ARN o “vectores virales”. Se trata de tecnología hasta la fecha nunca aprobada, excepto un caso. Los acuerdos con Oxford y Pfizer incluyen este nuevo tipo.



La carrera por una vacuna que frene la pandemia abre expectativas pero también varios interrogantes. En las publicaciones científicas se comenzó a dividir a las vacunas entre “tradicionales”, que incluyen las de virus inactivados, atenuados y proteínas virales, y next generation (de “nueva generación” o “genéticas”), que incluyen vacunas de ARN, ADN “desnudo” o insertado usando un virus de resfrío común adenovirus, llamado vector viral o virus recombinante.


En una reciente reseña publicada en la destacada revista Nature titulada "Next-generation vaccine platforms for covid-19", Debby van Riel y Emmie de Wit dicen: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay 133 vacunas contra el covid-19 en desarrollo. Muchas de estas son nuevas plataformas con pocos datos pre-existentes sobre seguridad y eficacia en humanos”. La cifra quedó desactualizado porque ya se habla de más de 160 proyectos. 

Las dos vacunas que se anunciaron para desarrollar en Argentina, la del laboratorio Pfizer y el último acuerdo con la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, utilizan justamente estas novedosas y poco probadas tecnologías. 

Sin embargo, en la carrera por la vacuna contra lapandemia del covid-19, hay vacunas para “todos los gustos”, como contamos en Cinco claves sobre cómo avanza la investigación de las vacunas para coronavirus. Por ejemplo, en China hay laboratorios desarrollando vacunas tradicionales con virus inactivados, como también están desarrollando vacunas con cada una de las nuevas tecnologías. (De las seis, dos son genéticas y cuatro tradicionales). 

Los ensayos “corren” para frenar la pandemia, pero esto también implica que darán un salto de escala inmenso, pasando de decenas de miles a millones de personas, considerando que son tecnologías nuevas, con poco tiempo de pruebas acumuladas que no alcanzan a conocer los efectos a largo plazo. 

Como se preguntó Matías Blaustein, Dr. en Biología, docente e investigador del Conicet, o Felipe Tapia, investigador del Instituto Max Planck de Alemania en declaraciones para la BBC: "Podría decirse que hay una expectativa muy grande en el desarrollo de estas vacunas, pero hay que ser un poco cuidadosos porque son vacunas que no tienen el historial de otros tipos de vacunas”. Y agregó: “Incluso, los mismos científicos de Moderna dicen que el gran desafío que tienen es llevar a producción y comercialización la vacuna porque no tienen licencia en estos momentos para vacunas de tipo de mRNA". 

Estas declaraciones, sabiendo que son las vacunas que se van a desarrollar en Argentina, marcan la falta de información para la población en general y la necesidad de instancias de participación y debate junto a científiques “independientes”. ¿Sabe la población que estas vacunas son diferentes a las que se vienen aplicando hasta hoy? ¿Se sabe si son seguras y efectivas? ¿Qué diferencias presentan con las vacunas tradicionales? ¿Se tiene en cuenta el principio precautorio frente a la masividad de uso que se les propone dar?

La primera y única vacuna aprobada de tipo “nueva generación” es contra el Ébola 

Antes de la pandemia, los desarrollos en vacunas “nueva generación” tenían cierta trayectoria en usos veterinarios y se estaban probando contra MERS y Ébola. La vacuna de ADN contra MERS comenzó sus ensayos en personas durante el año 2016 y en septiembre de 2019 publicaron sus primeros resultados de ensayos en fase 1. 

En el caso de la vacuna contra el Ébola, de tipo vector viral y a cargo del laboratorio Merck, comenzó a aplicarse en África durante el año 2016 y a fines del año pasado se sumó otra similar del laboratorio Johnson &Johnson: ambas vacunas fueron denominadas “experimentales” por OMS como expresan en su comunicado. 

El 20 de diciembre de 2019, luego de 4 años de uso experimental, el laboratorio Merck consiguió la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), declarando en su informe, que “la duración de protección que confiere ERVEBO [nombre de la vacuna desarrollada contra el Ébola] es desconocida” y que “la efectividad de la vacuna cuando es administrada con medicación antiviral, inmunoglobulinas (IG), y/o transfusiones de sangre o plasma es desconocida”, además de advertir que no se aplique en personas con cuadros de alergia severos. 

Importante omisión en los anuncios sobre vacunas contra COVID-19 

En los anuncios y comunicaciones sobre las vacunas contra COVID-19 no se está informando que parte de las vacunas que se están desarrollando, y en particular las acordadas en Argentina, no utilizan las técnicas tradicionales y que solamente existe una vacuna de este tipo aprobada por la FDA-USA. Respecto a esto, en una entrevista en este diario, Blaustein expresó su preocupación: 

“Hay varias dudas que me planteo. Por un lado, la propia tecnología en que está basada la vacuna abre un interrogante en sí. Por otro, las megacorporaciones farmacéuticas y el lucro de la salud, entendida como un negocio y no un derecho. Pero, además, de qué manera se debaten, si es a nivel público o se debate por arriba. Y por último, si se hacen testeos en personas en nuestro país, cuál es el nivel de información con que van a contar estas personas. Creo que hay que abrir el debate. 

“Venimos trabajando con algunas y algunos colegas, enviamos un trabajo a publicar, donde tomamos las 30 revistas de biomedicina de mayor impacto y nos fijamos quiénes son las personas autoras en los últimos 20 años. Encontramos que en las afiliaciones de les autores aparecen no solo las grandes instituciones públicas tecnológicas y científicas, sino también las grandes empresas, por ejemplo Pfizer. 

Nuestro planteo es que estas empresas no solo financian, sino que al publicar en coautoría con instituciones públicas, estas empresas marcan la agenda de investigación. En los últimos 20 años, lo que tiene que ver con patógenos, virus, la relación del ambiente con el surgimiento de enfermedades no aparece, y lo que sí encontramos es cáncer, enfermedades cardiovasculares, producción de fármacos y biología molecular. Todo lo que tiene que ver con un enfoque muy reduccionista”. 

¿Cuáles son las diferencias entre las vacunas tradicionales y las “nueva generación”? 

Todas las vacunas, tradicionales o nuevas, buscan activar el sistema inmunológico, es decir, “las defensas” de nuestro cuerpo y, en particular, la producción de anticuerpos específicos contra el virus o bacteria para el que se diseñó la vacuna. Habitualmente, el cuerpo produce al azar una inmensa diversidad de anticuerpos que pueden formar uniones de forma muy específica, es decir, que solo se unen a una estructura química particular (denominada antígeno) y no a otras. 

Los anticuerpos son una parte fundamental del sistema de defensas ya que al unirse a los agente extraños (antígenos) como virus o bacterias pueden neutralizarlos, pero además los “marcan” para que otros componentes del sistema de defensa los “ataquen”. Lo importante de los anticuerpos, y de las vacunas, es que dejan “memoria inmunológica” lo que permite tener una respuesta más rápida si el virus o bacteria ingresa al cuerpo nuevamente, o por primera vez, si es el caso de la aplicación de una vacuna. 

Las vacunas tradicionales, como las del calendario obligatorio de Argentina y todas las vacunas del resto de los países (con excepción de Ébola), introducen en sangre partes de virus o bacterias, o su versión inactivada o atenuada en su capacidad de infección. El objetivo es que, sin producir los riesgos de la enfermedad, activen el sistema inmunológico, la producción de anticuerpos específicos y la “memoria inmunológica”. 

¿Cómo funcionan las vacunas “nueva generación” (ADN, ARN y vector viral? 

Las vacunas genéticas, las de ADN “desnudo” o vector viral, introducen directamente genes virales en las células humanas. De esta manera, la célula humana produce las proteínas virales, como ocurre en las infecciones virales, activando el sistema inmunológico y generando anticuerpos específicos como en las vacunas tradicionales. Las investigaciones se concentran en probar diferentes maneras de lograr introducir los genes virales. La que está logrando mayor éxito es utilizar el virus de resfrío común, adenovirus, modificado, por eso se los llama “virus recombinantes”. Se los modifica para que no se repliquen y no modifiquen el ADN celular, además, se les agrega los genes del virus contra el que queremos generar inmunidad. Esta es la tecnología de la vacuna que quiere desarrollar la Universidad de Oxford. 


Lo novedoso de las vacunas de ADN y vectores virales es que en lugar de introducir proteínas virales (o virus inactivados) se introducen genes del virus para que sea la propia célula la que fabrique las proteínas virales. En el caso de las vacunas de ARN, este queda “suelto” dentro de la célula y también se utiliza para producir proteínas virales. 

¿Qué pruebas se necesitan hacer a estas nuevas tecnologías? Por ejemplo ¿modifican nuestro material genético? ¿Pueden recombinarse con otros virus y desarrollar un problema mayor? Estas son preguntas que los laboratorios están investigando pero ninguno puede asegurar qué ocurre cuando las aplicamos por millones, cuando las usamos en una diversidad mayor de personas y, además, cuáles son los efectos a largo plazo. Cualquier evento, aunque sea de baja probabilidad, con suficiente tiempo y suficientes oportunidades de ocurrir, puede tener efectos que sean necesarios tener en cuenta. 

La incorporación de nuevas tecnologías merece un debate abierto 

Como toda nueva tecnología las nuevas vacunas abren posibilidades, interrogantes y desafíos: ¿Cuáles son las pruebas necesarias para evaluar su eficacia y seguridad? Que la urgencia por acabar con la pandemia, aprovechada por los laboratorios privados, no apure las preguntas, debates e investigaciones necesarias para alcanzar una vacuna eficaz y segura a corto y largo plazo. Ni nos haga olvidar cómo fue que llegamos a esta situación. 

martes, 11 de agosto de 2020

Rusia registra la primera vacuna contra el COVID-19.

Este artículo de opinión, que cuenta la historia detrás de la creación de la vacuna rusa contra el COVID-19 y pone de relieve la voluntad de Rusia de cooperar con la comunidad internacional, ha sido rechazado por los principales medios de comunicación occidentales. Por lo tanto, sugerimos publicarlo sin modificaciones con el objetivo de compartir nuestros puntos de vista con un público internacional y levantar el bloqueo impuesto a la información positiva sobre la vacuna rusa contra el COVID-19. Creemos que esta información es crucial para el esfuerzo internacional de luchar contra el mayor desafío mundial y nos gustaría que los lectores decidieran por sí mismos por qué este artículo de opinión ha sido rechazado. Este material puede ser republicado por cualquier medio de comunicación, en caso de que les resulte útil presentar a sus lectores la historia y algunos hechos sobre la primera vacuna contra el COVID-19 registrada en el mundo. 
El Fondo de Inversión Directa de Rusia (RFPI, por sus siglas en ruso) ha, además, lanzado el sitio web https://sputnikvaccine.com/esp/ para proporcionar información precisa y actualizada sobre la vacuna.


El éxito de Rusia en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19 está enraizado en la historia

El momento Sputnik ha ocurrido. La vacuna rusa Sputnik V ha sido lanzada, convirtiéndose en la primera vacuna contra el COVID-19 registrada en el mundo y evocando recuerdos del impactante lanzamiento del satélite soviético en 1957 que abrió el espacio a la exploración humana. Esta nueva era no solo liderada a una competencia, sino también a muchos esfuerzos colaborativos, incluida la misión conjunta Apolo-Soyuz de Estados Unidos y la Unión Soviética.

La vacuna contra el COVID-19 es la prioridad número uno del mundo y muchos países, organizaciones y compañías afirman que están cerca de desarrollarla. A finales de este año, algunos otros países podrían tener sus propias vacunas. Es importante que las barreras políticas no impidan que las mejores tecnologías disponibles se utilicen en beneficio de todas las personas frente al desafío más grave que ha enfrentado la humanidad en décadas.

La primera vacuna contra COVID-19 registrada en el mundo es bautizada Sputnik V

Lamentablemente, en lugar de examinar la ciencia que existe detrás de la plataforma de vacunas basada en vectores adenovirales que Rusia ha desarrollado, algunos políticos y medios de comunicación internacionales optaron por centrarse en la política y en los intentos de socavar la credibilidad de la vacuna rusa. . Creemos que ese enfoque es contraproducente y pedimos un cese del fuego político para las vacunas ante la pandemia de COVID-19.

No es ampliamente conocido en todo el mundo que Rusia ha sido uno de los líderes mundiales en la investigación de vacunas durante siglos. La emperatriz rusa Catalina la Grande dio el ejemplo en 1768 cuando recibió la primera vacuna contra la viruela del país, 30 años antes de que se realizará la primera vacunación en Estados Unidos.

En 1892, el científico ruso Dmitri Ivanovski observó un efecto inusual mientras estudiaba unas hojas de tabaco infectadas con enfermedad de mosaico. Las hojas siguieron siendo infecciosas incluso después de que el científico filtrara las bacterias. Aunque todavía faltaba casi medio siglo para que el primer virus pudiera verse a través de un microscopio, la investigación de Ivanovski dio a luz a una nueva ciencia llamada virología.

Desde el descubrimiento de Ivanovski, Rusia ha sido uno de los líderes mundiales en virología e investigación de vacunas, dando decenas de científicos talentosos como el investigador Nikolái Gamaleya que estudió en el laboratorio del biólogo francés Louis Pasteur en París y abrió la segunda estación de vacunación contra la rabia del mundo en Rusia en 1886.

La Unión Soviética siguió apoyando la investigación de virus y vacunas. Todas las personas nacidas después de la Segunda Guerra Mundial recibieron vacunas obligatorias contra la poliomielitis, la tuberculosis y la difteria. En un raro ejemplo de cooperación en la época de la Guerra Fría, tres destacados virólogos soviéticos viajaron a Estados Unidos en 1955 para ofrecer oportunidades de pruebas en la Unión Soviética para una vacuna estadounidense contra la poliomielitis, una enfermedad mortal que se cobró millones de vidas. Si fuimos capaces de cooperar entonces, podemos y debemos hacerlo de nuevo ahora.

Décadas de esfuerzos por parte de los científicos rusos y soviéticos condujeron a la creación de una excelente infraestructura de investigación, como el Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Nikolái Gamaleya. Esta infraestructura va desde una de las más ricas bibliotecas de virus del mundo, creada con una técnica de preservación única, hasta centros de cría de animales experimentales. Estamos orgullosos de este legado, que nos permitió crear la primera vacuna contra el COVID-19 aprobada en el mundo. Ya hemos recibido solicitudes internacionales para 1.000 millones de dosis de nuestra vacuna y hemos llegado a acuerdos internacionales para producir 500 millones de dosis anuales con la intención de aumentarla.

El verdadero secreto

Actualmente, muchos medios de comunicación y políticos occidentales cuestionan la rapidez de la creación de la vacuna contra el COVID-19 en Rusia, dudando de su eficacia y autenticidad. El secreto detrás de esta velocidad es la experiencia de Rusia en la investigación de vacunas. Desde los años 1980, el Centro Gamaleya ha encabezado el esfuerzo por desarrollar una plataforma tecnológica que utiliza los adenovirus, que se encuentran en las adenoides humanas y que normalmente transmiten el resfriado común, como vectores o vehículos, que pueden engendrar un material genético de otro virus en una célula. Se extrae el gen del adenovirus, que causa la infección, y se inserta un gen con el código de una proteína de otro virus. Este elemento insertado es pequeño, no es una parte peligrosa de un virus y es seguro para el cuerpo, pero aún así ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos que nos protegen de la infección.

 La plataforma tecnológica de vectores basados en adenovirus facilita y acelera la creación de nuevas vacunas mediante la modificación del vector portador inicial con material genético de nuevos virus emergentes. Tales vacunas provocan una fuerte respuesta del cuerpo humano para desarrollar inmunidad, mientras que el proceso general de modificación de vectores y fabricación de la etapa piloto toma solo unos pocos meses.

Los adenovirus humanos se consideran unos de los más fáciles de diseñar de esta manera y por lo tanto se han vuelto muy populares como vectores. Desde que empezó la pandemia de COVID-19, todo lo que los investigadores rusos tuvieron que hacer fue extraer un gen codificador de la espiga del nuevo coronavirus e implantarlo en un vector familiar de adenovirus para entregarlo en una célula humana. Decidieron utilizar esta tecnología ya probada y disponible en lugar de ir a un territorio inexplorado.

Los estudios más recientes indican, además, que se necesitan dos inyecciones de la vacuna para crear una inmunidad duradera. Desde 2015, los investigadores rusos han estado trabajando en un enfoque de dos vectores, de ahí la idea de utilizar dos tipos de vectores adenovirales, Ad5 y Ad26, en la vacuna contra el COVID-19. De esta manera, engañan al cuerpo, que ha desarrollado inmunidad contra el primer tipo de vector, y potencian el efecto de la vacuna con la segunda inyección al utilizar un vector diferente. Es como dos trenes tratando de entregar una importante carga a una fortaleza de un cuerpo humano que necesita la entrega para empezar a producir anticuerpos. Necesitas el segundo tren para asegurarte de que el cargamento llegue a su destino. El segundo tren debe ser diferente del primero, que ya ha sido atacado por el sistema inmunológico del cuerpo y ya le es familiar. Así que, mientras que otros fabricantes de vacunas solo tienen un tren, nosotros tenemos dos.

El método de dos vectores

El Centro Gamaleya usó vectores adenovirales para desarrollar vacunas contra la influenza y contra el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). Ambas vacunas se encuentran actualmente en etapas avanzadas de ensayos clínicos. Estos logros demuestran que los laboratorios rusos no han perdido tiempo en las últimas décadas, mientras que la industria farmacéutica internacional a menudo ha subestimado la importancia de la investigación de nuevas vacunas ante la ausencia de amenazas para la salud mundial antes de la pandemia de COVID-19.

Otros países siguen nuestros pasos al desarrollar vacunas basadas en vectores adenovirales. La Universidad de Oxford está usando un adenovirus de un mono que nunca se ha usado antes en una vacuna aprobada, a diferencia de los adenovirus humanos. La compañía estadounidense Johnson & Johnson está usando el adenovirus Ad26 y la china CanSino, el adenovirus Ad5, los mismos vectores que el Centro Gamaleya está usando, pero ellos todavía no dominan el método de dos vectores. Ambas compañías ya han recibido grandes pedidos de vacunas de sus Gobiernos.

El uso de dos vectores es una tecnología única, desarrollada por los científicos del Centro Gamaleya, que diferencia a la vacuna rusa de otras basadas en vectores adenovirales que se están desarrollando alrededor del mundo. Las vacunas basadas en vectores adenovirales también tienen claras ventajas sobre otras tecnologías como las vacunas de ARNm.

Las posibles vacunas de ARNm, que están siendo sometidas a ensayos clínicos en Estados Unidos y otros países, no utilizan vectores para su administración, sino que se basan en una molécula de ARN con el código de la proteína de coronavirus envuelto en una membrana lipídica. Esta tecnología es prometedora, pero sus efectos secundarios, especialmente su impacto en la fertilidad, todavía no se han estudiado a fondo. Ninguna vacuna de ARNm ha recibido todavía una aprobación regulatoria en el mundo. Creemos que, en la carrera mundial de vacunas para combatir el coronavirus, las vacunas basadas en vectores adenovirales serán las ganadoras, pero incluso en esta categoría la vacuna de Gamaleya lleva la delantera.

Enfrentando el escepticismo

La vacuna rusa ya está lista y registrada. Las dos primeras fases de los ensayos clínicos han terminado y sus resultados se publicarán este mes de acuerdo con los requisitos internacionales. Estos documentos proporcionarán información detallada sobre la vacuna, incluyendo los niveles exactos de anticuerpos, tal y como se muestra en varias pruebas de terceros, así como en la prueba patentada de Gamaleya, que identifica los anticuerpos más eficaces que atacan la espiga del coronavirus. También mostrarán que todos los participantes de los ensayos clínicos desarrollaron un 100% de inmunidad al COVID-19. Los estudios en hámsteres dorados, animales que normalmente mueren a causa del COVID-19, mostraron un 100% de protección y una ausencia de daño pulmonar después de recibir una dosis letal de la infección. Tras el registro, llevaremos a cabo ensayos clínicos internacionales en otros tres países. Se espera que la producción masiva de la vacuna comience en septiembre y ya vemos un fuerte interés mundial en la vacuna.

El escepticismo entre los medios de comunicación y los políticos internacionales ha surgido justo cuando Rusia anunció sus planes para la producción masiva de la vacuna contra el COVID-19. Cuando hablé con los medios de comunicación occidentales, muchos se negaron a incluir en sus historias datos clave sobre la investigación de la vacuna rusa contra el COVID-19. Consideramos este escepticismo como un intento de socavar nuestros esfuerzos para desarrollar una vacuna que funcione, que detenga la pandemia y ayude a reabrir la economía mundial.

No es la primera vez que Rusia se enfrenta a la desconfianza internacional sobre su liderazgo en la ciencia cuando la política se interpone en el camino de los avances científicos y pone en peligro la salud pública. Durante el brote de poliomielitis en Japón en los años 50, las madres japonesas, cuyos hijos morían de polio, salieron a manifestarse contra su propio Gobierno que había prohibido las importaciones de la vacuna soviética contra la poliomielitis por razones políticas. Las manifestantes lograron su objetivo y la prohibición se levantó salvando las vidas de más de 20 millones de niños japoneses.

 Actualmente, la política nuevamente se interpone en el camino de la tecnología rusa que puede salvar vidas en todo el mundo. Rusia está abierta a la cooperación internacional en la lucha contra esta y futuras pandemias. En palabras de un miembro de la delegación soviética en la conferencia internacional sobre las vacunas contra la poliomielitis celebrada en Washington en 1960, quien en respuesta a las preguntas del público sobre la seguridad de la vacuna dijo que en Rusia "amamos a nuestros hijos y nos Nos preocupamos por su bienestar tanto como la gente de Estados Unidos, o de cualquier otra parte del mundo, se preocupa por sus hijos". Después de estas palabras, la delegación soviética recibió una ovación de pie de la audiencia y el trabajo conjunto sobre las vacunas continuó. El bienestar y la prosperidad de las generaciones futuras es en lo que tenemos que pensar ahora. Todos los países del mundo deben dejar atrás la política y centrarse en encontrar las mejores soluciones y tecnologías para proteger vidas y reanudar la actividad económica. Nuestra fundación ya ha asegurado asociaciones de fabricación en cinco países para producir conjuntamente la vacuna rusa. Tal vez en algún momento, gracias a esta asociación en la lucha contra el COVID-19, podemos también revisar y abandonar las restricciones por motivos políticos en las relaciones internacionales, que se han vuelto obsoletas y representan un obstáculo a los esfuerzos coordinados para hacer frente. a los desafíos mundiales.

Fuente:  mundo.sputniknews.com