sábado, 27 de abril de 2024

El cambio climático está dejando a la minería entre la espada y la pared



La industria tendrá que electrificar sus operaciones tanto como sea posible, no solo mediante el uso de renovables

Para la mayoría de nosotros, cuando pensamos en la minería y el medioambiente, solemos centrarnos en la contaminación del agua y del aire, desastres como el fatal colapso de presas de relaves o las consecuencias de la minería del carbón en el calentamiento global.

Pero la extracción de metales como el cobre, el níquel y el cobalto será cada vez más importante a medida que busquemos urgentemente formas de reducir las emisiones de otros componentes básicos de la economía global, como el acero, el cemento y el aluminio.

Para 2050, el Banco Mundial pronostica que la demanda de metales y minerales utilizados para producir las tecnologías de energía limpia que serán necesarias para cumplir los objetivos del Acuerdo Climático de París aumentará en casi un 500%.

Las nuevas minas traerán mayores riesgos para la naturaleza y la biodiversidad. El grupo conservacionista Re:wild, por ejemplo, advirtió que más de un tercio de los grandes simios de África están en riesgo debido al aumento de la demanda de minerales que son vitales para las tecnologías verdes.

Al mismo tiempo, el propio sector se está volviendo más vulnerable a los impactos del cambio climático, incluido el aumento de inundaciones, olas de calor, sequías y una mayor competencia por el agua. Un estudio de McKinsey encontró que entre el 30% y el 50% de la producción de cobre, oro, mineral de hierro y zinc se produce en áreas de alto estrés hídrico, y se prevé que esas cifras aumenten.

“En Chile, el 80% de la producción de cobre ya se ubica en zonas áridas y con estrés hídrico extremadamente alto; en 2040 será del 100%”, afirma la consultora, y añade que el 40% de la producción rusa de mineral de hierro sufrirá estrés hídrico extremo en 2040.

Recientemente, minas desde Brasil hasta Alemania han tenido que cerrar temporalmente debido a la escasez de agua, lo que ha costado a sus operadores millones de dólares. Reducir la intensidad del uso del agua en las operaciones mineras será crucial para mejorar la resiliencia de los activos de producción. El calor extremo y el aumento del nivel del mar son otros impactos climáticos que el sector tendrá que abordar.

La industria también enfrenta presiones para reducir sus propias emisiones a medida que las empresas de todo el mundo analizan cada vez más el impacto del carbono en sus cadenas de suministro.

“Aunque todavía no se valora el precio de los metales en función de su huella de CO2, ese día podría llegar”, señala la consultora McKinsey.

El carbón, que actualmente representa aproximadamente la mitad del mercado minero mundial, puede estar volando alto en este momento, pero la demanda, no solo de la generación de energía sino también de las acerías y los productores de cemento, retrocederá a medida que aumente la presión para descarbonizar. Muchas empresas mineras se enfrentan a la necesidad de reequilibrar sus carteras para reemplazar los ingresos de la producción de carbón.

La Comisión Global de Inversores en Minería 2030 se lanzó en 2023 para abordar riesgos sistémicos clave que desafían la capacidad del sector minero para satisfacer las demandas de la transición hacia una economía baja en carbono. A medida que aumentan la producción de minerales de transición, “deben hacerlo de manera responsable y sin dañar a las comunidades y al medioambiente, o arriesgarse a conflictos y oposición de las comunidades anfitrionas que a su vez socavarán la transición climática global”, dice.

La comisión, respaldada por $us 13 billones en activos bajo gestión, está presidida por Adam Matthews, quien también es director de inversiones responsable de la Junta de Pensiones de la Iglesia de Inglaterra. Dice que las áreas de enfoque de la comisión incluyen la minería artesanal, el trabajo infantil, el impacto de la automatización y la futura fuerza laboral, los derechos de las comunidades indígenas y de las Primeras Naciones, los impactos sobre la biodiversidad, el cambio climático, las represas de relaves, la reconciliación de conflictos y la corrupción.

“Para cumplir nuestros objetivos climáticos, es necesario ampliar o desarrollar muchas minas desde cero en áreas con dinámicas muy complejas”, dice Matthews. “Necesitamos un enfoque global sobre lo que se necesita para la transición, y donde se ubican esos activos, las comunidades deben beneficiarse”.

Los analistas de energía Wood Mackenzie dicen que el cambio a cero emisiones netas “requerirá un replanteamiento total de cuál es el espacio de la minería y los metales, y dónde debe estar”.

La industria tendrá que electrificar sus operaciones tanto como sea posible, no solo mediante el uso de electricidad renovable sino también reemplazando camiones gigantes alimentados con diésel por alternativas alimentadas por baterías o pilas de combustible, o utilizando GNL, hidrógeno u otros. También habrá oportunidades para mejorar la eficiencia mediante el uso de flotas autónomas, mientras que la inteligencia artificial y el aprendizaje automático también deberían optimizar las operaciones e identificar oportunidades para reducir las emisiones.

Matthews, sin embargo, subraya que la minería funciona en un marco temporal de varias décadas que a menudo choca con horizontes de corto plazo para los inversores. “Muchas de estas cosas requieren una cantidad considerable de trabajo, un compromiso real con las comunidades y desafiar los modelos de negocio que se centran en plazos más cortos de los que la industria realmente trabaja”, afirma.

Si bien hay una serie de iniciativas para ayudar a los operadores a reducir sus impactos, éstas no siempre están bien desarrolladas ni se aplican universalmente. “Existe un panorama complejo de normas y necesitamos cierta consolidación”, señala Matthews. “Y en algunas áreas no existen normas. Por ejemplo, hasta hace poco no existía una norma para los relaves, pero ahora se está desarrollando una”.

La plataforma Materialise de Schneider Electric, que lanzó en abril con el grupo Global Mining Pautas y Glencore, es una iniciativa que tiene como objetivo unir a los grupos de minería y minerales para reducir las emisiones en la cadena de suministro global del sector.

“Hay una multitud de actores diferentes en minería, minerales y metales, de diferentes tamaños y con diferentes capacidades para poder descarbonizar”, dice Rob Moffitt, presidente de minería, minerales

y metales de Schneider Electric. “Materialise se formó para ayudar a esas empresas a crear una masa crítica en toda la cadena de valor”.

Un área en la que la plataforma podría tener un efecto significativo es en el aumento del uso de energía renovable. “Al combinar el poder adquisitivo de diferentes empresas, podemos acelerar el despliegue de energía limpia a través de PPA (acuerdos de compra de energía) a escala de servicios públicos”, afirma Moffitt.

La plataforma también se utilizará para involucrar a miles de proveedores, compartir mejores prácticas y permitir a las empresas realizar un seguimiento de las emisiones de los proveedores.

“En el futuro habrá mucha más presión sobre el suministro de minerales críticos», afirma. “Si vamos a descarbonizar, realmente necesitamos estas industrias. Pero necesitamos descubrir cómo producir estos minerales de una manera más sostenible”. Fuente: La Razon 

(*) Mike Scott es periodista independiente especializado en negocios y sostenibilidad


sábado, 13 de abril de 2024

Franco y el bromuro

El bromuro es una sal peligrosa, perjudicial para la salud, pues ataca la glándula tiroides y, por consiguiente, al sistema endocrino


Manuel Vázquez Montalbán inventó el “carvalhismo”, una variante del género negro que tiene en el detective Pepe Carvalho su referente.

En las novelas que protagoniza, el citado se rodea de un trío de personajes que le va a servir para completar sus pasos hasta el móvil del crimen y, con ello, a la captura del criminal. Dichos personajes son criaturas que viven entre los márgenes y la incertidumbre, antihéroes a los que Carvalho ha adoptado a lo largo y ancho de sus paseos por la Barcelona secreta; caminos que siempre se presentan con tropezones que no son más que harapos de banderas rotas.

El trío de personajes lo forman una mujer y dos hombres. La mujer es Charo, prostituta y amante ocasional del detective. Los hombres responden a los apelativos de Biscuter y Bromuro. Este último es un limpiabotas malhablado y que debe su sobrenombre a lo mucho que repite una leyenda urbana de los tiempos franquistas, la misma que hace referencia al uso del bromuro en el pan y en el agua “para que no empalmemos”. Según contaba el personaje creado por Vázquez Montalbán, el veneno químico era el responsable de nuestra apatía ante la dictadura y ante la continuidad de la misma, establecida una vez muerto el dictador.

Ficciones aparte, el bromuro es una sal peligrosa, perjudicial para la salud, pues ataca la glándula tiroides y, por consiguiente, al sistema endocrino. La citada sustancia se utiliza en repostería industrial como costumbre y la podemos encontrar en la inofensiva tostada del desayuno, o en forma de aceite vegetal bromado en la composición de algunas bebidas energéticas. En Inglaterra, el uso del bromuro en el pan lleva prohibido desde 1990. Años después, Canadá y Brasil siguieron su ejemplo.

Según contaba el personaje creado por Vázquez Montalbán, el veneno químico era el responsable de nuestra apatía ante la dictadura y ante la continuidad de la misma, establecida una vez muerto el dictador

La ingesta de bromuro va a dificultar la conversión de la hormona tiroidea T4 -o tiroxina- en T3 -o triyodotironina-. Para que todo el mundo lo entienda, el bromuro viene a impedir un proceso natural que convierte el cuadrado formado por cuatro átomos de yodo (T4) en el triángulo formado por tres átomos de yodo(T3). Por esta razón, el yodo es un elemento tan importante para la tiroides: va a permitir el metabolismo celular.

Para quien no lo sepa, la tiroides es la glándula que se encuentra un poco más abajo del cuello, sobre la clavícula, y que tiene forma de mariposa con las alas abiertas. Sin yodo, la citada glándula se agota por falta de oxígeno, lo que imposibilita la combustión celular. Por decirlo de una manera poética, el bromuro actúa agarrándose a las alas de la mariposa hasta dejarla sin oxígeno, asfixiándola. El bromuro atenaza a la tiroides hasta acabar con el yodo que la mantiene sana.

Bien mirado -o mal mirado- esto último lo podemos trasladar a la metáfora de lo que fue el franquismo para los españoles, identificando el término real, es decir, la dictadura, con el elemento que actúa como término imaginario en la figura literaria, el bromuro. De esta manera, podemos dar la razón al limpiabotas malhablado de las Ramblas cuando denunciaba que, con el bromuro, los españoles habíamos perdido el vigor para levantarnos. Porque la castración de nuestra conciencia crítica llegó tras la Guerra Civil con la dictadura y el siniestro esplendor del Valle de los Caídos, monumento fúnebre y polémico que siempre reaparece a lo lejos, rematado por una oscura cruz que parece sujetar el cielo.

El Valle de los Caídos fue construido como un monumento para clasificar al pueblo después de la contienda; una guerra civil donde los perdedores que la sobrevivieron levantaron la cruz, a trabajos forzados, mientras que los que corrieron peor suerte fueron enterrados bajo las cunetas del régimen. En estos días que el Valle de los Caídos vuelve a ser noticia, se echa de menos una pieza de Vázquez Montalbán dando su visión crítica ante el acontecimiento del traslado de los huesos de Franco.

También se echa de menos una nueva entrega de Pepe Carvalho, pero esta vez en Cuelgamuros, con la momia de Franco como tema, mientras el limpiabotas, desde las Ramblas, sigue con lo suyo; afirmando que nada ha cambiado, pues antes nos metían el bromuro en el agua y ahora pagamos por ello. En detalles así, reside la continuidad de los tiempos, diría Bromuro.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

Fuente: El Pais

País o estado: ¿qué diferencia hay?

La soberanía es la clave para distinguir un estado independiente del que no lo es


En el referéndum del 1-O, los catalanes deberán decidir si quieren que Catalunya sea un estado independiente o no. Pero, ¿qué es un estado y qué lo caracteriza?

En esencia, el estado es una forma de organización humana. Es una estructura política a través de la cual las personas nos organizamos en sociedad y convivimos. Un estado está compuesto de los siguientes elementos: un territorio concreto, una población (el grupo de personas que vive en ese territorio) y una autoridad central.

Sin embargo, el concepto de estado es una creación humana y por tanto ha sufrido variaciones a lo largo de la historia.

¿Un estado es un país?

En absoluto. No debemos confundir los conceptos de país y estado, porque sirven para denominar realidades distintas.

Un país es un territorio geográfico concreto que comparte una cultura, una población, una serie de leyes y es políticamente independiente. Está limitado por las fronteras o bordes que comparte con otros países.




Los países tienen soberanía o poder soberano: eso significa que pueden decidir sobre cualquier aspecto político y legal dentro de su territorio.

Estados independientes y estados no independientes

En cambio, debemos distinguir entre dos formas de estados: los estados políticamente independientes (que son países) y los que no lo son.

Los estados no independientes no tienen soberanía absoluta sobre su territorio, ya que comparten ese poder con una entidad política mayor. Un ejemplo son los 50 estados que conforman los Estados Unidos de América.

Los estados norteamericanos tienen autoridad en algunos ámbitos dentro de su territorio, pero no son independientes porque que comparten una autoridad central mayor: el gobierno federal de los Estados Unidos, que tiene su sede en la Casa Blanca.



Estados Unidos es un estado federal, una forma de organización que está descentralizada. En este modelo de país, los territorios se reparten el poder, otorgando parte de las competencias a la autoridad central y otras a las territoriales. Los límites y el reparto de estos poderes y competencias se recogen en la constitución federal.

Otros ejemplos de países formados por estados son Brasil, compuesto de 26 estados no independientes, o México, con 31 estados. También Alemania se divide en 16 länder, el nombre de los estados confederados alemanes.

¿Qué implica tener soberanía?

La soberanía es la autoridad en la que reside el poder político supremo. Es decir, quien tiene el poder en la toma de decisiones.

Los estados que componen Brasil o Estados Unidos tienen ciertas autoridades pero no tienen la soberanía, la autoridad clave donde reside todo el poder y la capacidad de decisión.

Algo parecido ocurre con las 17 comunidades autónomas que hay en España. Aunque no son estados propiamente dichos, estas autonomías tienen unas competencias o poderes especiales para el autogobierno, al margen de los poderes que tenga el gobierno central en Madrid. Estas competencias o poderes autonómicos se recogen en el estatuto de autonomía de cada comunidad.


En España, cada gobierno autonómico tiene un nombre. Por ejemplo, en Catalunya y Valencia es la Generalitat, en Madrid se llama la Comunidad, en Navarra es la Diputación Foral, en Galicia es la Xunta y en Andalucía, la Junta.

Por su parte, el gobierno central es una autoridad que está por encima de los gobiernos autonómicos y toma decisiones que afectan a la población de todas las autonomías. En este caso, España es un país y un estado independiente que no está formado por otros estados.

Fuente: La Vanguardia