jueves, 20 de abril de 2023

Poniendo fin a la mayor mentira instalada sobre que “La solución es dolarizar la economía”.

Por: Mauro Brissio

@BrissioMauro



1-Hace un tiempo que ya escucho a muchos creer que si se dolariza la economía (para ganar en dólares) creen que van a ganar su mismo sueldo en pesos pero en dólares.

2- Es decir que piensan que si hoy ganan 100.000 pesos pasarían a ganar 100.000 dólares. Claro, el problema de esto es que se saltan la conversión.

3- Al tener muy pocos dólares, la dolarización se haría a un tipo de cambio altísimo. Depende de muchos factores pero este valor puede oscilar entre los $1000 a $5000. Es decir que si cobrabas $150.000, automáticamente pasarás a cobrar mensualmente 30  dólares.

4- Básicamente, cuando alguien hablar de dolarizar, significa convertir todos los billetes y monedas, las cajas de ahorro, las cuentas corrientes y los plazos fijos de pesos a dólares.

5-Sin embargo, dolarizar la economía no es solo reemplazar el circulante de pesos a dólares. Es entregar soberanía, pulverizar la competitividad de la industria, destruir el empleo y crear millones de pobres. Un slogan bonito si no fuera por estas nefastas consecuencias.

6- Dolarizar, sin resolver los problemas estructurales que venimos arrastrando desde la última dictadura cívico-militar, implica tener una pérdida absoluta de competitividad e ir a un anunciado estancamiento económico, con una fuerte devaluación que destruirá los salarios.

7- Cuando nos hablan de dolarizar, están hablando de destruir cualquier proyecto de desarrollo nacional, independiente,  soberano y social.

Quizá algunos son muy chicos y no lo recuerden pero del 1 a 1 salimos muy mal, una idea que nos condujo a la crisis del 2001. Pero salimos porque se mantuvo el peso. De la dolarización no hay vuelta atrás.

8- Acá una lista de países que decidieron dolarizar:

Ecuador

El Salvador

Panamá

Bonaire

Islas Turcas y Caicos

Islas Vírgenes Británicas

Isla de Saba

La única verdad es la realidad.

 

martes, 4 de abril de 2023

El holocausto del que nadie quiere hablar.

 Los campos de concentración de la “conquista del desierto"



Los sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto” holocausto argentino fueron “civilizadamente” trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, desde los confines cordilleranos hacia los puertos atlánticos. A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta, en Río Negro. El colono Galés John Daniel Evans recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. () Estaban cercados por alambre tejido de gran altura; en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos; ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: ‘poco bara chiñor, poco bara chiñor’ (un poco de pan señor)”.1

La historia oral, la que sobrevive a todas las inquisiciones, incluyendo a la autodenominada “historia oficial” recuerda en su lenguaje: “La forma que lo arriabanuno si se cansaba por ahí, de a pie todo, se cansaba lo sacaban el sable lo cortaban en lo garrone. La gente que se cansaba yiba de a pie. Ahí quedaba nomá, vivo, desgarronado, cortado. Y eso claro muy triste, muy largo tamién Hay que tener corazón porque casi prefiero no contarlo porque é muy triste. Muy triste esto, dotor, Yo me recuerdo bien por lo que contaba mi pobre viejo paz descanse. Mi papa; en la forma que ellos trataban. Dice que un primo d’él cansó, no pudo caminar más, y entonces agarraron lo estiraron las dos pierna y uno lo capó igual que un animal. Y todo eso a mí me casi no tengo coraje de contarla. Es historia es una cosa muy vieja, nadie la va a contar tampoco, ¿no?...único yo que voy quedando conocé Dios grande será porque yo escuché hablar mi pagre, comersarporque mi pagre anduvo mucho ()”. 2

De allí partían los sobrevivientes hacia el puerto de Buenos Aires en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.

Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”.

Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.3

Se había tornado un paseo “francamente divertido” para las damas de la “alta sociedad”, voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar.

En otro articulo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las “damas” de “beneficencia”, encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias: “La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia”.

Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros.

Dice el Padre Birot, cura de Martín García: “El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia”.4

Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional.

La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 de hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de “derechos posesorios”, adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de “premios militares” del 5 de septiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta llegó en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas.

Si hacemos números, tendremos este balance: La llamada “conquista del desierto” sirvió para que entre 1876 y 1903, es decir, en 27 años, el Estado regalase o vendiese por moneditas 41.787.023 hectáreas a 1.843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período.

Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos, “¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron siquiera en el estercolero del hospital rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”.5

Los verdaderos dueños de aquellas tierras, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas.

Ya nada sería como antes en los territorios “conquistados”; no había que dejar rastros de la presencia de los “salvajes”. Como recuerda Osvaldo Bayer, “Los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia, que llevaba el nombre en tehuelche de “el ojo de Dios”, fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado “Descanso del horizonte” pasó a llamarse “Monseñor Fagnano”, en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz” 5.

Referencias:

1 Walter Delrio, “Sabina llorar cuando contaban. Campos de concentración y torturas en la Patagonia”, ponencia presentada en la Jornada: “Políticas genocidas del Estado argentinos: Campaña del Desierto y Guerra de la Triple Alianza”, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Poder Autónomo, Buenos Aires, 9 de mayo de 2005. Citado por Fabiana Nahuelquir en “Relatos del traslado forzoso en pos del sometimiento indígena a fines de la conquista al desierto”, publicado en http://www.elhistoriador.com.ar//sometimiento_indigena_con.

2 Testimonio recogido en Perea Enrique: “Y Félix Manuel dijo”, Fundación Ameghino, Viedma, 1989. Citado por Fabiana Nahuelquir, op. cit.

3 El Nacional, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1878.

4 Álvaro Yunque, Historia de los argentinos, Buenos Aires, Anfora, 1968.

5 Manuel Prado, La guerra al malón, Buenos Aires, Eudeba, 1966.

6 Osvaldo Bayer, “Rebelde amanecer”, Buenos Aires, Página/12, 8 de noviembre de 2003.

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Fuente: www.elhistoriador.com.ar

domingo, 2 de abril de 2023

Las mujeres de Malvinas

Un 2 de abril de 1982 comenzaba la Guerra de Malvinas, donde pelearon chicos de entre 18 y 20 años casi sin preparación y también participaron mujeres históricamente invisibilizadas.

 Por @pupinaplomer


En su mayoría fueron enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas encargadas de curar, cuidar, acompañar y contener a los soldados. Además, hubo mujeres en tareas diplomáticas, técnicas y militares. A pesar de esto su rol en la guerra fue borrado de la memoria colectiva.



Silvia BARRERA, instrumentadora.

Su papá le compró una cámara para q registrase todo de las Islas, mientras le enseñó cómo atarse rápido los botines en caso de emergencia. Antes de partir, se cortó el pelo pensando q así sería más práctico.

 


Norma E. NAVARRO.

“No nos dejaron bajar, nos dijeron que era por que podíamos quedar prisioneras, porque no teníamos rango, pero cuando vimos subir civiles al Irizar nos dimos cuenta, no nos dejaron porque  éramos mujeres. Y recuerdo pensar “se están muriendo y a nosotras no nos dejan bajar.”

 


María Angélica SENDES, Instrumentadora.

“Ya no puedo salir a ver fuegos artificiales”. Al ser la de más edad y experiencia, se convirtió en la coordinadora de este grupo de seis mujeres que habían viajado al sur a prestar ayuda.

 


Mariana Florinda SONEIRA, Radio Operadora.

Siendo estudiante con 19 años se quedó a bordo del buque donde hacía sus prácticas y estuvo embarcada todo el conflicto, transportando armamentos, tanques, combustible, helicópteros, en silencio radioeléctrico, sin escolta y en peligro.

 


María Liliana COLINO, Auxiliar del Hércules C-130.

En la noche del 21 de mayo fue la única mujer con rango militar q pisó Malvinas en una misión de logística y rescate de heridos en Puerto Argentino.

 


Susana MAZZA, instrumentadora.

“En los primeros momentos se sentían un poco extrañados de ver mujeres porque no estaban acostumbrados (), después empezamos a ganar confianza, a hablarnos, relatar los hechos, confiaban sus angustias, quizás nos veían como sus hermanas o madres”.

 


Maureen DOLAN, Sylvia STOREY y Cristina M. CORMA.

Las tres hablaban inglés, y el 16 abril aterrizaron en Puerto Argentino para realizar tareas diplomáticas. Fueron voluntarias en una misión para entablar contacto y captar inquietudes de los Malvinenses.

Su reconocimiento no fue inmediato, e incluso algunas lo siguen reclamando al día de hoy. Un grupo logró que el Estado las reconociera como veteranas en 1983 y posteriormente en 2013, otro tuvo que apelar al Ejecutivo, y algunas tuvieron que apelar a la Justicia.

 



Fotografías

Ivy Perrando Schaller

Nacida el 5 de Diciembre de 1982 en Río Gallegos, Santa Cruz

Autora de “Valientes: Una historia de Mujeres”

Fotógrafa de las Veteranas de Guerra de Malvinas.