Un avanzado análisis matemático demuestra que
evitar la deforestación requiere un cambio planetario de los hábitos
dietéticos. El veganismo salva bosques
No se puede tener todo: una agricultura ecológica, una
ganadería extensiva, dejar los bosques como están y comer carne como lo
hacemos. Hay que elegir. De todos esos factores, el más importante es la dieta.
El último modelo matemático, desarrollado por Karl-Heinz Erb y sus colegas del
Instituto de Ecología Social de Viena, compara 500 posibles escenarios para
alimentar al mundo en 2050 y revela con claridad que, si no queremos destruir
más bosques, la extensión de la actual dieta occidental a todo el planeta
resulta insostenible. La mejor forma de salvar árboles no es dejar de comprar
libros, sino hacerse vegetariano.
La buena noticia es que no hay por qué convertir más bosques
en tierras de cultivo para alimentar al mundo de aquí a tres décadas, pese a
que la población seguirá creciendo. Dos tercios de los 500 posibles escenarios
son viables sin destruir una sola hectárea de bosque más. “La deforestación no es un prerrequisito para suministrar al mundo la
comida suficiente en 2050, tanto en términos de cantidad como de calidad”,
dice Erb. Pero eso requiere adoptar ciertas estrategias concretas sobre
agricultura, ganadería, emisiones y dietas. Dejar las cosas a su aire no es una
opción, según los resultados que se presentan en Nature Communications.
Por ejemplo, ni siquiera es imposible exportar la dieta
masivamente carnívora de los países occidentales al resto del mundo, pero ello
requeriría que el rendimiento de los cultivos creciera también masivamente, y
una fuerte expansión de los terrenos agrícolas a costa de los pastos que se
usan ahora para el ganado. Es decir, la práctica eliminación de la agricultura
orgánica y de la ganadería extensiva, dos prácticas de gran calidad pero bajo
rendimiento. Tener lo mejor de todos esos mundos requiere un severo recorte en
hamburguesas.
Algunos números sobre los 500 escenarios examinados en el
modelo (todos ellos sin deforestar más, recuerde el lector): el 100% de los
escenarios son viables si toda la población mundial se vuelve vegana; el 94% lo
son si se adopta el relativamente más laxo vegetarianismo ovolácteo; dos
tercios si la dieta media se mantiene como hoy; y solo el 15% si el planeta
adopta la pauta de ingesta occidental actual, basada en la carne incesante. Una
lectura simple de estas cifras es que conviene comer menos carne. Cuanta menos,
mejor para los bosques.
Evitar que prosiga la deforestación es un objetivo
prioritario por razones muy sólidas. Por unidad de área, los bosques almacenan
más CO2 –es decir, retiran de la atmósfera más gases de efecto invernadero— que
cualquier otro tipo de cubierta vegetal, natural o agrícola. Además, albergan
una gran fracción de la biodiversidad terrestre. La agricultura ya ha ganado a
los bosques mucha superficie, y lo sigue haciendo, sobre todo en las latitudes
tropicales.
Tres cuartas partes de la superficie de tierra firme libre
de hielo están ahora en uso agrícola o ganadero. Esta apropiación de la
naturaleza es necesaria para alimentar a la población y al ganado, pero tiene
importantes contrapartidas ambientales, como la eutrofización (aporte masivo de
fosfatos y otros nutrientes inorgánicos al ecosistema, con la consiguiente
colonización por algas del agua dulce), contaminación por fertilizantes y
subproductos, graves pérdidas de biodiversidad y emisiones de gases que agravan
el calentamiento global.
No todos los futuros son posibles. Coma menos carne.
Fuente: elpais.com
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