Las cifras son oficiales y alarmantes. Más del
60% de las verduras –y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos– contiene
restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles no permitidos. Los
laboratorios del Mercado Central detectan y quitan de circulación esa
mercadería
Hace unos años un informe del Servicio Nacional de Sanidad y
Calidad Agroalimentaria (SENASA) encendió la alarma. Casi el 98% de las
partidas de peras ofertadas entre 2011 y 2013 en el Mercado Central de Buenos
Aires y sus similares de La Plata y General Pueyrredón habían dado positivo en
20 variedades de insecticidas y fungicidas.
“Lo que más preocupa es que
muchos productos llegan a las verdulerías sin pasar por los controles del
Mercado Central o algún otro laboratorio”
Más del 90% de las muestras de apio monitoreadas en esos
mismos puntos evidenció restos de 16 agroquímicos y en el caso de de las
mandarinas presentaron remanentes de otros 16 pesticidas.
El 85% de las manzanas revelaron presencia de 22 tipos de
insecticidas, fungicidas y acaricidas. El 76,6% de las muestras de frutilla
mostró restos de 17 plaguicidas. De un total de 27 frutas, verduras y
producciones similares relevadas, solo cuatro variedades dieron cero en
contaminación: cebolla, batata, yerba mate y almendras.
Por otro lado, expedientes de los operativos realizados en
2016 evidenciaron que el 65,4% de las partidas de apio contenía concentraciones
de insecticidas y fungicidas por encima de los LMR (Límites Máximos de
Residuos) que fija la normativa vigente en la Argentina para este tipo de
alimentos. Solo en ese producto se constató la presencia de 21 agroquímicos,
entre ellos el insecticida endosulfán, de uso prohibido en la Argentina desde
mediados de 2013. En la zanahoria, el 62,5% de las muestras analizadas dio un
resultado similar: seis principios activos, divididos entre insecticidas y
fungicidas.
El escenario ya es alarmante y los técnicos de los
laboratorios del Mercado Central sostienen que en los últimos dos años los
hallazgos de sustancias no aptas para el consumo humano aumentaron en un 5%, en
una tendencia que se convirtió en creciente.
La situación es más grave aún si consideramos que varios
millones de toneladas de frutas y hortalizas que son comercializadas en
verdulerías de todo el país llegan directamente de la huerta sin pasar por
controles del Mercado Central ni de ningún otro tipo de laboratorio. Veneno
directo de la tierra a la mesa, sin pérdidas ni decomisos.
Es duro pero hay que decirlo: estamos en
emergencia. Los organismos nacionales y provinciales que coordinan políticas
sanitarias y ambientales deben mejorar y articular urgentemente mecanismos de
emergencia que garanticen la seguridad alimentaria y ambiental de los
argentinos.
Fte: www.infobae.com
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