“Imayna purinki”, dice a modo de saludo. Y luego de ese
“¿Cómo estás?” en quichua que tiene un sonido tan dulce y cantarino, Marisa nos
cuenta sobre la dura realidad que se vive en Santiago del Estero en muchos
aspectos, pero sobre todo vinculada a la usurpación de tierras de campesinos,
en ocasiones avaladas por… ¡movimientos campesinos!
“El movimiento ´Santiagueños en defensa de la vida rural´
surge de una asamblea autoconvocada en marzo 2021 cuando el sur de Santiago
ardía en violencia por las usurpaciones en los departamentos Mitre, Quebracho,
Aguirre y Ojo de agua”, explica Marisa Figueroa, trabajadora social, de familia
santiagueña, y que vivió en Buenos Aires hasta hace un par de años, cuando
decidió volver a la tierra de sus orígenes.
“Hoy vivimos una situación terrible y paradójica, donde
funcionarios vinculados con el poder y movimientos que dicen proteger al
campesinado, son cómplices o protagonistas de las usurpaciones”.
-Resulta difícil de
entender…
-Si, y muy penoso. El Mocase (Movimiento Campesino de
Santiago del Estero) arranca en los años 80 con el noble objetivo de
reivindicar los derechos de los campesinos. Fue una gesta necesaria y muy
valiente, al enfrentarse en ese entonces con el juarismo. Pero años más tarde,
la dirigencia comienza a ser cooptada por la política partidaria, perdiendo la
potencialidad de sus reclamos. Pero yo diría que el “punto de inflexión” se da
con el ingreso de la organización Vía Campesina hacia fines de la década del
90.
-¿Y por qué eso fue
un problema?
-Porque el Mocase se divide, y si bien hoy las dos ramas del
Mocase cuentan con funcionarios en el gobierno, el Vía Campesina incorpora
identidades ajenas a la del hombre y la mujer rural, más bien vinculadas a las
identidades de la “agenda global”. Desde entonces, el Mocase incorpora la
cuestión indígena.
-¿Y eso está mal?
-Desde ya que aquí la gran mayoría nos reconocemos
descendientes no solo de indígenas sino también afrodescendientes, pero lo que
quiero decir, es que nunca existió conflicto ni complejo identitario. En muchos
parajes se continúa hablando la quichua. Hoy, este movimiento se define como
indígena campesino feminista y popular. Y esto vino de la mano de los proyectos
con financiación que comenzaron a bajar de diversos ministerios; pero sobre
todo, con la posibilidad de acceder a una personería jurídica como comunidad
indígena otorgada por el INAI. La famosa carpeta técnica de relevamiento
territorial que se otorga, ha servido en muchos casos, para traer tranquilidad
a comunidades campesinas tradicionales contra el avance de la venta fraudulenta
de tierras en la provincia; pero en otros casos, la dirigencia canalla ha
salido abiertamente a usurpar tierra campesina, amparándose en ese relevamiento
del INAI.
El movimiento campesino santiagueño se ha alejado de sus
orígenes.
-¿Y cuál es el origen
o el verdadero movimiento campesino santiagueño?
-La resistencia desde el arraigo y la relación con la
tierra. El vínculo directo con la producción de alimentos y la sabiduría
ancestral. Yo soy hija, nieta y bisnieta de santiagueños, la primera generación que nació en Buenos Aires
y ya regresó. Comprendo el dolor que provoca el desarraigo, lo viví con mis
padres. Hace 3 años que volví a Santiago y soy consciente que traigo también
una mirada urbana. Y todo el tiempo me choco con esta otra forma de ver el
mundo. Tremendo aprendizaje y lleva su tiempo. Por eso no comprendo al que
viene de la ciudad a imponer “su paradigma”. Una vez le pregunté a una prima
que tenía 4 niños y estaba embarazada, si pensó en abortar o ligarse las
trompas. Con la mirada me respondió y hasta se podría decir que “me enseñó”.
Con esto no quiero decir que no se practiquen abortos en el campo, sino que lo
que para mí podría ser hasta lógico, en la ruralidad es hasta desubicado. Los
niños siguen siendo una bendición, vengan los que vengan. Y esto sucede todo el
tiempo. En los últimos años han hecho base en la ruralidad movimientos
cartoneros, de la economía social, etc. Y vienen sus técnicos a dar cursos de
agroecología, a campesinos que incluso conservan su propia semilla por fuera de
las del INTA, porque lo han hecho siempre y sostienen que su sandía es
insuperable. Pero también instalan sus merenderos, sin siquiera consultar
cuales son las necesidades del lugar. En la ruralidad los merenderos no son
necesarios.
-¿En serio no son
necesarios?
-Claro que no, porque pueden faltar muchas cosas en el
campo: luz, agua potable, caminos y hasta un tractor para mejorar las
condiciones de trabajo de un campesinado que trabaja la tierra con sus
caballos; pero hambre no hay. En muchísimos parajes, nos manejamos con una
economía casi precapitalista y de intercambio donde –por ejemplo- si un vecino
cosecha sus zanahorias, todos los vecinos podemos ir a buscar una bolsa, y así
con todas las verduras y frutas. Aquí el campesino se autoabastece, vende el
excedente y además comparten con los vecinos. Estos movimientos vienen a
instalar su proyecto político
-Pero si las personas
no tienen problemas de hambre, ¿para qué irían a esos comedores?
-La gente va a los merenderos porque los anotan para los
planes sociales. Luego los bajan y de esa forma comienza la construcción
política en los parajes. Ya están los votos asegurados para las elecciones de
comisionados. La particularidad del Mocase Vía Campesina es que tiene vínculos
con ministerios y secretarias nacionales y provinciales, además de
funcionarios, aunque la mayoría de su dirigencia no es campesina y trae “las
mañas” de los punteros que conocemos de los conurbanos. Se dejan crecer la
barba y se sienten revolucionarios. Cuando encabezan algunas usurpaciones a
campesinos, en su relato hacen referencia a “recuperar territorio ancestral”
-¿Usted no tiene luz?
-Vivo a 35 kilómetros de Santiago capital y no, no hay luz,
y son parajes antiquísimos. Solo tenemos agua de pozo que, aunque no se puede
tomar por el alto nivel de arsénico, la tomamos igual. Acá el tema del agua
también es clientelar, tenemos que llevarnos bien con el delegado local, porque
él decide si te trae o no el camión para rellenar el tanque. En mi caso, como
tuve un conflicto con la comisionada local por usurpación, toda mi familia se
vio perjudicada. Hace más de dos años que tenemos que recurrir al paraje vecino
para solicitar el agua.
-¿Cómo se relaciona
todo esto con la usurpación?
-Son casi 70 años de una provincia feudal, sin acceso a la
información y con el terror a las represalias, la gente pierde toda expectativa
de vivir mejor. Eso te va quebrando y no tenés cómo defenderte. Es un caldo de
cultivo para que el fenómeno de la usurpación se haya potenciado tanto en estos
últimos años, y sobre todo en la zona de riego. Acá no hay Estado de derecho
porque no hay división de poderes: no hay ni un solo juez que llegue por
concurso, son todos designados por el Ejecutivo. En muchísimos casos los
usurpadores son funcionarios o personas muy vinculadas con el poder que,
aprovechando la ausencia de regularización dominial, realizan prescripciones y
escrituran las tierras a su nombre en tiempo récord.
-¿Ese es el argumento
para la expropiación?
-Uno de ellos. Hoy el argumento más absurdo para despojar a
los campesinos, es el que tienen como víctima a la familia Ardiles de Chaguar
Punco, quien aún con un título perfecto que data de 1976; el presidente del
Superior Tribunal de Justicia, Eduardo López Alsogaray, los desposeyó de sus 30
hectáreas para apropiárselas él, aduciendo ser “heredero” por su tátara tía,
quien poseía una merced del año 1700, por la que el gobernador de entonces “le
donaba toda la zona”. No es ficción. Encontraras detalles en las redes. Sea
cual fuere el mecanismo, hoy el enemigo es el campesino agricultor y criancero;
porque ha sabido resistir con autonomía todas las crisis. Por eso los despojan
de sus tierras y los hacinan en las ciudades, para que dependan del plan y el
bolsón.
-¿A usted le
usurparon tierras?
-Sí, ya que hay una tercera modalidad de usurpación. En mi
caso un escribano ingresó al campo de mi padre, que consta de 10 hectáreas, por
el sur. Topadora mediante volteó nuestros árboles más añejos y abrió una
acequia clandestina. Mientras por el norte, el comisionado levantaba una
vivienda social para un puntero político. Todo en apenas días. La estrategia
ante nuestra denuncia es: “yo compré al poseedor de la vivienda social”.
Nosotros contamos con escritura, impuestos al día, etcétera, y por eso no
abandonamos la pelea por recuperar nuestra tierra, pero la mayoría de los
damnificados por este escribano no tienen las mismas herramientas. Ojo, pasa
con escribanos, diputados, intendentes… En Santiago del Estero, es como que se
ha “naturalizado” la usurpación, es una zona liberada. Entonces nuestra
Asamblea nace para denunciar todo esto, ya que no existía en la provincia un
espacio donde las personas se animen a contar la tragedia que nos atraviesa.
Fue tanta la gente que comenzó a denunciar que hasta vino el equipo de
Telenoche, hicieron un gran informe, se llevaron mucho material… pero nunca
salió al aire. Eso demuestra el enorme poder que sostiene este avasallamiento. Nosotros
seguiremos defendiendo el arraigo y la vida rural.
Fuente: bichosdecampo.com
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