Los fenómenos ligados a la violencia están adquiriendo una
creciente importancia.
En Córdoba se realizan 65 denuncias al día, pero es
imposible determinar el número exacto de los casos que no se denuncian. Cerca
del 90% son mujeres.
Para entender tanto la violencia hay que tener presente los
aspectos biológicos-genéticos, psicológicos y socioculturales del hombre.
Un análisis de la sociedad actual tendría que reparar en
actitudes comunes como la indiferencia,
la desconfianza, encierro, aislamiento, sexualidad sin afecto, inmediatez,
perdida de la credibilidad en las instituciones (Iglesia, familia, otros), afán
de lucro, de poder y belleza, lo descartable, culto a ídolos de cartón, falta
de pensamiento crítico, y otras características que también son alienantes,
agresivas.
Aunque en el Génesis se haga referencia a que el hombre y la
mujer fueron creados a la imagen de Dios, es decir, tienen la misma naturaleza
y la misma dignidad parece que las sociedades se levantaron bajo la imagen del
hombre. En la Argentina, tan solo hace 65 años la mujer no votaba, tampoco
debía opinar de ciencia, política, religión, deportes, etc. ¿Qué clase de violencia es esta prohibición?
La violencia del hombre contra la mujer, más que un
trastorno individual, es un problema sociocultural. Cada acto de violencia se
enmarca en un contexto social. Es una conducta aprendida en el seno de una
sociedad también violenta. Se sitúa en una sociedad sustentada en estructuras
patriarcales de autoridad, dominación y control que se expande a todas las
actividades sociales. Es un fenómeno que se da en todas las clases sociales.
La violencia de género se define como todos los actos de
maltrato físico, psicológico y sexual, realizados por un miembro de la familia
contra la mujer de la familia, que van desde ataques sencillos hasta agresiones
físicas graves.
La violencia física es la más evidente. Comprende cualquier
conducta intencional para afectar el cuerpo. La violencia psicológica refiere a
cualquier conducta, física o verbal, activa o pasiva, que atenta contra la
integridad emocional, en un intento de producir intimidación, desvalorización,
sentimientos de culpa o sufrimiento. Amenazas de abandono, de daño,
descalificaciones, poner sobrenombres humillantes, insultos, responsabilizar a
la víctima por las agresiones, son las formas más difundidas de violencia
psicología.
El ciclo de la violencia. Hay un ciclo de violencia en el
que la mujer va desarrollando la indefensión y en donde existe un patrón
previsible en los incidentes. Esto lleva a no protegerse y por ende a no
denunciar. No denuncia por indefensión y no porque les “gusta”. En la primera
fase se comienza con una serie de conflictos menores que pueden culminar con
una agresión física.
Está dominado por la amenaza. La mujer comienza a inventar
historias y argumentos para satisfacer al agresor y prevenir mayores daños.
Comienza la indefensión, ya que diga lo que diga, siempre quedará en el agresor
un descreimiento.
Luego se silencia y esto es muchas veces el gatillo que
desata la agresión. La victima ya percibe el ataque y es común que “decida” el
lugar y tiempo de la agresión. Luego, el agresor comienza a justificarse
diciendo que le dio una lección y que es para que aprenda.
Comienza a arrepentirse por lo sucedido. Cree que su actuar
fue exagerado y pide perdón a la víctima. Es muy frecuente que la mujer crea en
el arrepentimiento de la víctima y lo justifique nuevamente, “por ahí no sabe
lo que hace, pero en el fondo es bueno”.
Lo común es que ni víctima ni victimario reconozcan el
ciclo. Piensan más bien que son elementos aislados y que responden al azar.
Se calcula que el 60% de las mujeres maltratadas tienen como
consecuencia problemas psicológicos graves o moderados. Los más frecuentes son
ansiedad, tristeza, depresión, pérdida de autoestima, labilidad emocional,
fatiga permanente, insomnio e intentos de suicidio.
Sociedad patriarcal. Las sociedades tradicionales son
predominantemente patriarcales. El avance de la mujer en la estructura social y
los cambios políticos, económicos, ha llevado a un gran cambio acerca de lo que
deben ser los varones y las mujeres. Las expectativas de género, de rol, han y
están cambiando y trayendo algunas consecuencias.
La socialización es el proceso mediante el cual el ser
humano aprende en la interacción con otros seres humanos, las maneras de
pensar, de sentir, de querer y de actuar que son necesarias para tener una
participación en la sociedad.
El hombre no está preparado para el ascenso de la mujer.
Esta independencia de la mujer y su nueva posición social constituye para el
hombre agresor una amenaza de perder el poder y el control sobre ella. La
mayoría de los agresores son socializados en una ideología patriarcal.
La violencia disminuirá si somos capaces, los adultos, de
presentar a la infancia y la juventud modelos de socialización igualitaria y
democrática, y si la enseñanza se esfuerza por implantar la coeducación
verdadera y si las instituciones se
empeñan en desarrollar políticas culturales que fomenten los valores democráticos. Hasta que ello no
ocurra tendremos que enfrentar sus terribles consecuencias como mejor podamos.
Fuente: lavoz.com.ar
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