Una fecha especial en el invierno donde todos dejan sus
actividades de lado y se hacen regalos en familia, el espíritu de compartir y
agradecer está más vivo que nunca, los banquetes abundan mientras los negocios
cierran y todas las actividades paran, pues la mayor preocupación es la
celebración de un día sin igual, de júbilo por la intervención de Dios. Se
trata de las Saturnalias, festividad dedicada a Saturno, deidad de la
agricultura y el vino en la Antigua Roma.
Como todas las fiestas latinas, las Saturnalias respondían
al espíritu hedonista de la época. La comida y bebida abundaban mientras el
orden y las normas sociales desaparecían, todo para celebrar una tradición de
herencia griega, que se vinculaba con la representación helénica de Saturno,
Cronos. El culto a Saturno se convirtió en la mayor celebración romana y no era
para menos; una celebración sin parangón era necesaria para garantizar un año
lleno de cosechas y tierras fértiles para mantener a la civilización más
poderosa del mundo antiguo –y a sus colonias– de pie.
El clamor por este festejo provocó que su duración fuera en
aumento durante el siglo I, a pesar de los intentos del Imperio por reducirla a
un par de días y la ley romana especificó su celebración del 17 al 23 de
diciembre. De forma análoga, el pequeño grupo de cristianos que se mantuvo en
pie desde la crucifixión cada vez se distanciaba más de los judíos y lograban
rápidamente la conversión de las clases sociales más marginadas a su culto. La
persecución de los cristianos recrudeció en tiempos de Nerón y a lo largo del
siglo II, cuando la clase alta tomó la desobediencia cristiana a los cultos
celebrados por los romanos como una amenaza para la cohesión del Imperio.
Tradicionalmente, el fin de las Saturnalias se unía con un
culto sincrético de Medio Oriente sobre el astro rey y la llegada del solsticio
de invierno, el Sol Invictus, que marcaba el fin de los días con menor duración
y el nacimiento del Sol invencible, personificado en Mithra, dios persa adorado
ampliamente por clases altas y legiones romanas.
Durante la segunda mitad del siglo II, los cristianos se
posicionaron en un auténtico papel de víctimas tras el acoso y la represión que
sufrieron a manos del Imperio, situación que funcionó a la perfección para
conectar los principios morales de la religión con las clases menos
favorecidas. El cristianismo se difundía como verdad, mientras las primeras
versiones de los textos bíblicos se escribían y complementaban como catalizador
del impulso definitivo que habría de superar al tiempo, la geografía y a la
propia Roma en los siglos posteriores.
La consolidación y el triunfo del cristianismo como religión
oficial de Roma llegó en el siglo III d.C.. Gracias a las Saturnalias y el Sol
Invictus, con las tradiciones paganas en plena decadencia y la persecución como
causa de desprecio a las instituciones romanas, Constantino dictó la libertad
de credo en el Edicto de Milán en 313. La nueva ley detuvo la represión sobre
los seguidores de Cristo e inauguró un periodo de cambios profundos en el
imperio Romano.
Dos años más tarde, los motivos cristianos formaban parte de
la indumentaria en batalla, las monedas en curso y la vida romana en general.
La cruz latina se consolidó como símbolo del imperio y sólo hacía falta la
fiesta que daba origen al culto, la Navidad. Las tradiciones romanas sufrieron
transformaciones que pasaron del paganismo y el politeísmo al credo cristiano
en un par de siglos.
A pesar de que ningún texto bíblico menciona la fecha de
nacimiento de Jesús, el Nacimiento de Cristo se celebró oficialmente a partir
del año 330, durante el régimen del propio Constantino y luego de ganar la batalla
que se libró a orillas del Tíber, en el Puente Milvio, supuestamente guiado por
una visión al mirar el Sol que incluía a la cruz latina como símbolo de
victoria.
Las fiestas que conmemoraban las cosechas y el
vino, además del inicio de los días más largos a principios del invierno fueron
tomando tintes de los valores cristianos. El "Nacimiento del Dios
Sol" fue sustituido cada vez con más fuerza por el de Jesús y el astro rey adoptado por los cristianos como
una representación del rey de los judíos. Era el inicio de la Navidad, que
sobrevivió a la decadencia de Roma, se consolidó bajo el feudalismo en la Edad
Media y junto con el capitalismo como sistema mundial, llegó a todos los rincones
conquistados del globo como la celebración más importante del año en la
tradición cristiana. Fuente: culturacolectiva.com
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