lunes, 26 de agosto de 2013

Medellín, ejemplo de cambio

Medellín pasó de ser la ciudad sinónimo de narcotráfico a ejemplo de transformación urbana. Entrevista a Gustavo Restrepo, uno de los arquitectos que participó de ese proyecto explica el fenómeno.
En apenas 20 años, la ciudad colombiana de Medellín pasó de ser un símbolo de los carteles de la droga a un ejemplo de desarrollo urbano. Famosa por los atentados de Pablo Escobar en los ’80 y ’90, hoy se perfila como modelo de políticas gubernamentales destinadas al crecimiento sustentable y a la puesta en valor de los espacios públicos.

Desde 2003, la urbe de 2,5 millones de habitantes viene experimentando importantes transformaciones de la mano de inversiones estatales en infraestructura. Esas inversiones se dirigieron a los lugares más pobres, a diferencia de otras políticas que sólo apuestan al embellecimiento de las áreas con mayor valor turístico.

El arquitecto colombiano Gustavo Restrepo participó de los planes de desarrollo de Medellín, y explica que la clave del éxito “paisa” es la participación de la comunidad en las decisiones gubernamentales, y el trabajo territorial de los funcionarios municipales. Restrepo estará en Córdoba el próximo 30 de agosto, participando del TEDx Córdoba.

–A diferencia de lo que se suele hacer, las intervenciones en Medellín fueron en las zonas más periféricas. ¿Cómo nace esa iniciativa?

–Hay que remontarse hasta la década de 1980, cuando el narcotráfico dominaba la ciudad y teníamos 381 homicidios cada 100 mil habitantes. Recién en 2003 comienza una política distinta, enfocada a invertir los recursos del municipio en los lugares no necesariamente más turísticos, e invertir esos recursos donde los índices de desarrollo urbano no eran los más altos. Esos índices estaban en lugares periféricos.

–Se rompió esa costumbre de mejorar donde van los turistas.

–Es verdad. Desafortunadamente se cree que invertir en esos lugares va a producir grandes ingresos, porque los turistas encuentran una ciudad amable y organizada. Pero al invertir en los lugares con condiciones sociales más bajas también se puede fortalecer la economía. Para esto, debe haber no solamente una política de mejoramiento de espacio público, sino una visión integral (económica, urbana, social, ambiental y cultural) que forme una estrategia centrada en recuperar esas comunidades. Ellas se verán influidas no sólo por el mejoramiento del espacio, sino por la economía. Son políticas distintas, pero por fortuna para Medellín hubo una visión distinta, en la que el recurso fue a los más humildes, y eso no quiere decir que no sean lugares de atracción turística, porque se convirtieron en eso.

–¿Cuáles fueron esas intervenciones?

–Con todos estos indicadores, el entonces alcalde Sergio Fajardo tomó una decisión estratégica, entendiendo que todo lo que gira con la educación –la cultura, la movilidad, los edificios públicos– debería ser una manera de reflexión en torno a la cualificación del entorno y del ciudadano. Y se empezó a tocar esos lugares con bajos índices de desarrollo, articulando con edificios de calidad, espacios públicos de calidad, educación de calidad, con seguridad en términos de gobernabilidad y gobernanza que empiezan a transformar. Es importante resaltar que el “cómo” se logra haciendo participar a la ciudadanía de su desarrollo.

–¿Y cómo se logra esa participación ciudadana?

–De 2003 en adelante, se da la posibilidad a la comunidad de participar a través de comités de base, donde los líderes no son sólo los políticos sino los líderes natos. Por ejemplo, el niño que tiene un balón y junta 22 jugadores en torno a ese balón, ese niño es un líder. Entonces, se empiezan a hacer muchas reuniones de trabajo con niños, con jóvenes, con adultos y con adultos mayores, y se arma una estrategia de grupos base que se vuelven directores de su desarrollo local. Con esto se establece una primera política en la que una comunidad participando arma los primeros planes de desarrollo local. La comunidad dialoga sobre las necesidades de su territorio, articulado con un grupo interdisciplinario del municipio, conformado por comunicadores, trabajadores sociales, abogados, arquitectos e ingenieros. Van a caminar por el barrio, se conocen las dificultades de cada esquina, dónde se arroja basura, dónde se fuma marihuana, dónde hay problemas de movilidad, y eso se refleja en una información planimétrica muy detallada que permite priorizar las necesidades. Todos, de manera articulada, toman la mejor decisión para ese territorio.

–Bajaron el gabinete municipal al barrio.

–Exacto, es una manera de llevar las decisiones más elementales y complejas a una discusión entre comunidad, municipio y técnicos. Eso permite tener soluciones a corto plazo. Pero lo más importante es que vincular las soluciones con la comunidad convierte a las intervenciones en soluciones de largo plazo, porque cuando mejora un colegio o una calle, la gente se vuelve veedora de una situación, por ende la cuida y responde por ella en el tiempo. Eso significa empoderar a la comunidad. Es la parte más compleja, pero es la clave de Medellín. En muchas otras ciudades latinoamericanas se hace obra pública, incluso en los barrios más humildes, pero se pasa por encima a la comunidad. Se entregan las obras mejoradas y en poco tiempo se destruyen, porque falta empoderamiento de la comunidad. Falta preguntar qué quieren y dónde lo quieren.

–Así comenzaron con escuelas y bibliotecas.

–Fue un tema trabajado desde la cultura y no para la cultura. Con esto vino “el ejemplo educa”, si un alcalde hace las cosas correctamente la gente se porta de manera correcta. Se empezó por las bibliotecas, los colegios y los espacios públicos, articulados con espacios deportivos y movilidad, porque llegar a estos territorios era muy complejo, Medellín es un valle muy cerrado que crece sobre montañas. Y los lugares más pobres están más arriba en las montañas. Esto empieza a generar un ambiente positivo, la comunidad puede salir nuevamente al espacio público, se reduce notoriamente la tasa de homicidios, bajando a 27 por cada 100 mil habitantes. No sólo en esa primera administración, sino las dos posteriores siguieron con la misma política.

–Fue una política de Estado.

–A eso lo llamamos política pública de continuidad, la ciudad tiene unas directrices muy claras enfocadas a futuro, donde la comunidad planeó y pensó su desarrollo en los próximos 20 años, sobre el que se escribió el plan de ordenamiento territorial.

–No llevaron sólo escuelas, sino las llenaron de políticas.

–Los edificios son de calidad, con buena cantidad de materiales, sostenibles ambientalmente, desde la perspectiva arquitectónica es muy positivo. Pero se acompaña de un programa con cada una de las secretarías de educar con calidad. Se les da buena alimentación, atención primaria de salud, teniendo una población infantil atendida en sus necesidades básicas, en lo más amplio de su concepto. Entonces, dentro de 20 años, podemos tener unos chicos en unas condiciones culturales, de educación y salud, más óptimas.

–¿Cómo se financian estas obras?

–Medellín y su área metropolitana genera una industria sólida, con actividad textil, siderúrgica y minera, entre otras cosas. Fue un municipio con un proceso constante de pago de impuestos. Pero por años, la corrupción hizo que los dineros públicos no llegaran a donde tenían que llegar. Desde 2003 aparece una frase que dice “los dineros públicos son sagrados”, y eso obliga a que la administración tome con mucho cuidado. Y Medellín tiene una empresa pública que brinda servicios de calidad, no sólo para Antioquia, sino que les vende energía a países limítrofes. Es una empresa pública, que genera dividendos, y el 25 por ciento llega para obra pública.

Perfil

Gustavo Adolfo Restrepo Lalinde es arquitecto, urbanista, magíster en Ingeniería de Nuevos Materiales de la Universidad Pontificia Bolivariana. Se desempeña como arquitecto en el sector público y privado, en las aéreas de diseño, administración y construcción de proyectos de arquitectura y urbanismo sostenible. Es docente en las facultades de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana y de la Universidad Santo Tomás de Medellín.

Trabajó en la Empresa de Desarrollo Urbano de la Alcaldía de Medellín por más de cinco años como coordinador de proyectos como el Proyecto Urbano Integral de la Comuna 13 y el Proyecto Urbano Integral del Metroplus. Fue responsable de materializar el Plan de Desarrollo 2008-2011 de la alcaldía de Medellín, en temas de seguridad y convivencia, salud, educación y espacio público.


Actualmente trabaja en el Plan Maestro del Museo de Antioquia Plaza Botero, liderando el desarrollo para el Centro Cívico y Cultural, Plaza Botero-Museo de Antioquia. Fuente: lavoz.com.ar

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