Las amenazas del cambio climático son muchas y
la educación representa la mejor política pública para frenar el deterioro
ambiental, campo en el cual los niños de 4 a 10 años pueden consolidar una
mayor conciencia ecológica y deben recibir formación en distintos temas en las
escuelas rurales y urbanas, afirma Priyadarsi Roy del Instituto de Geología
(IGL) de la UNAM.
En los programas de todos los niveles deben introducirse
conceptos sobre los problemas generados por el calentamiento global, la superpoblación,
la polución, la degradación de la biodiversidad y cómo cuidar el entorno.
A la par, deben impulsarse estrategias sobre el uso de
energías limpias y eficientes para el hogar, la escuela y la industria, así
como el tratamiento de aguas residuales, recomendó en ocasión del Día
Internacional de la Madre Tierra, 22 de abril, que se celebra en más de 170
países.
En estos trabajos la colaboración entre académicos y el
sector público es crucial. Podrían formarse comisiones para compartir
información científica que sea considerada en las decisiones relacionadas;
además, en la UNAM se genera conocimiento útil en la materia, subrayó el
investigador responsable del Laboratorio de Paleoambientes del IGL.
Calentamiento Global
En el breve periodo de evolución de la civilización humana
(en comparación con la historia del planeta), la actividad antropogénica ha
tenido repercusiones duraderas, que pueden sintetizarse en los efectos del
cambio climático. Con rapidez, el hombre ha contaminado el suelo, el agua y la
atmósfera.
El aumento de dióxido de carbono (CO2) está relacionado: en
1950 era de 300 partes por millón (ppm) y hoy rebasa las 400 ppm. En los
últimos dos millones de años la Tierra no había registrado una concentración
tan alta, dijo.
Este gas de efecto invernadero provoca el incremento de la
temperatura, favorece la acidificación de los océanos, el derretimiento de las
capas de hielo en los polos y el aumento del nivel del mar. Así, las zonas
costeras quedan expuestas a inundaciones y se dan fenómenos naturales extremos
como sequías y lluvias torrenciales.
El ambiente terrestre ha registrado, en más de cuatro 1,500
millones de años, una oscilación entre periodos cálidos (como el que vivimos) y
fríos. Estos últimos, definidos como glaciares, duraban hasta 100,000 años,
registraban una concentración de CO2 de 200 ppm y eran seguidos por los
interglaciares, que se prolongaban por 10 milenios y en los que se observaba un
aumento del dióxido de carbono a 280 ppm. En los últimos 60 años, este índice
superó las 400 ppm.
En aras del crecimiento económico y por la demanda de
productos y materias primas, en décadas recientes se han generado grandes
cantidades de gases de efecto invernadero, lo que ha tenido repercusiones
graves en el planeta, desde la desaparición de capas de hielo hasta la
destrucción de arrecifes de coral. México ha contribuido como cualquier otro
país al calentamiento global, advirtió.
El Protocolo de Kioto sobre el Cambio Climático (adoptado en
1997 y en vigor hasta 2005) tiene por objetivo reducir estas emisiones en un
porcentaje aproximado de al menos cinco por ciento, en comparación con las
generadas en 1990.
Este acuerdo internacional no ha sido ratificado por el
mayor emisor a nivel mundial, Estados Unidos y países como Canadá lo han
abandonado, detalló.
Si logramos educar a los niños en conservación ambiental,
una generación completa instrumentará en el futuro las medidas necesarias para
cuidar el planeta. Es un proceso de largo aliento que comienza con pequeñas
acciones en casa, como separar residuos, reciclar o disminuir el consumo,
concluyó. Fuente: Ecoportal.net
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