“El progreso y la ampliación de los mercados,
al no estar regulados ni por la política ni por la ética, llevan al mundo a una
encerrona de la que habrá salida sólo si ocurre una decisiva transformación de
las sociedades”
Edgar Morin
El progreso científico permitió la producción y la
proliferación de armas de destrucción masiva, nucleares, químicas y biológicas.
El progreso científico e industrial generó un proceso de deterioro de la
biosfera, y se amplía el círculo vicioso entre crecimiento y degradación
ecológica.
La globalización del mercado económico, sin regulación
externa ni verdadera
autorregulación, creó nuevos islotes de riqueza pero también
zonas crecientes de pobreza; suscitó y suscitará crisis en cadena y su
expansión continúa bajo la amenaza de un caos al cual contribuye
considerablemente.
Los avances de la ciencia, la técnica, la industria, la
economía que actualmente
propulsan la nave espacial Tierra no son regulados ni por la
política, ni por la ética. Por consiguiente, lo que en principio debía
garantizar el progreso cierto aporta, sin duda, posibilidades de progreso
futuro, pero también genera y aumenta peligros.
Los avances antes mencionados se acompañan de numerosas
regresiones bárbaras. Las
guerras se multiplican en el planeta y se caracterizan cada
vez más por sus componentes étnicos y religiosos.
En todas partes, la conciencia cívica retrocede y las
violencias gangrenan las sociedades. La criminalidad mafiosa pasó a ser
planetaria. La ley de la venganza reemplaza la ley de la justicia pretendiendo
ser la justicia verdadera.
Las concepciones maniqueas se apoderan de las mentes
haciendo profesión de
racionalidad. Los locos de Dios y los locos por el oro se
desatan. Ambas locuras tienen una conexión: la globalización económica favorece
el financiamiento del terrorismo que apunta a infligir una herida mortal a
dicha globalización.
En este terreno, al igual que en otros, la barbarie
rencorosa surgida de lo profundo de las eras históricas se combina con la
barbarie anónima y fría propia de nuestra civilización.
Cegueras
En todo el planeta crecen las comunicaciones, pero aumenta
la incomprensión. Las
sociedades son cada vez más dependientes entre sí, pero
están cada vez más dispuestas a desgarrarse unas a otras. La occidentalización
engloba al mundo, pero provoca como reacción encierros identitarios étnicos,
religiosos y nacionales.
Las mentes abstractas ven la ceguera de los fanáticos, pero
no la suya. Las dos cegueras, la de la irracionalidad concreta y la
racionalidad abstracta, se conjugan para ensombrecer el siglo naciente.
Hace tiempo señalé que Oriente Medio se hallaba en el centro
de una zona sísmica
planetaria donde se enfrentaban las religiones entre sí, las
religiones y la laicidad, Este y Oeste, Norte y Sur, países pobres y países
ricos.
El conflicto palestino-israelí, en el centro de esa zona
sísmica, constituía de por sí como un cáncer cuyas metástasis podían llegar a
expandirse por el mundo.
Las intervenciones masivas de Tsahal en territorio palestino
y los atentados kamikazes en territorio israelí intensificaron un círculo
vicioso infernal que ya no está localizado.
Efectivamente, la represión mortífera de Israel desencadenó
una ola antijudía inaudita en el mundo musulmán, que retomó los antiguos temas
del antijudaísmo cristiano y el antijudaísmo nacionalista occidental, de manera
que el odio contra Israel se generaliza en odio hacia lo judío. La violencia
ciega de los kamikazes palestinos, amén de los atentados de Al-Qaeda, ampliaron
la ola de antiislamismo, no sólo en Israel sino también en Occidente, no sólo
entre los judíos de diásporas, sino de manera más general en medios diversos,
como lo prueba el libro de Oriana Fallaci contra el Islam, religión
identificada a su rama fanática y regresiva.
El agravamiento de la situación podría crear nuevos focos de
conflicto en el interior de los países.
Francia, con su numerosa población de origen musulmán y su
importante población de
origen judío, pudo evitar hasta ahora que la violencia de
jóvenes magrebíes y la exasperación proisraelí llevaran al enfrentamiento.
Un nuevo desborde en Oriente Medio llevaría a un aumento del
odio y la violencia, y la Francia laica pasaría a ser teatro de una guerra
étnico-religiosa entre dos categorías de sus ciudadanos. Además, aunque su
creación no haya estado vinculada con el conflicto palestinoisraelí, Al-Qaeda,
luego de los atentados de Kenya, hizo suya la causa palestina para justificar
sus masacres.
El círculo vicioso palestino-israelí se globaliza, el
círculo vicioso Occidente-islam se agrava. La guerra de Irak eliminará a un
horrible tirano, pero intensificará los conflictos, los odios, las revueltas,
las represiones, los terrores y corre el riesgo de convertir una victoria de la
democracia en una victoria de Occidente sobre el islam.
Las olas de antijudaísmo y antiislamismo se fortalecerán y
se instalará el maniqueísmo en un choque de barbaries denominado .choque de las
civilizaciones..
El responsable de la mayor potencia occidental se ha vuelto
aprendiz de brujo; en su lucha miope contra los efectos del terrorismo,
favorece sus causas; en su oposición a las regulaciones económicas y
ecológicas, favorece las degradaciones de la biosfera.
La barbarie del siglo XX desató en muchas áreas de humanidad
los flagelos de dos guerras mundiales y de dos supertotalitarismos. Los rasgos
bárbaros del siglo XX siguen todavía presentes en el XXI, pero la barbarie del
siglo XXI, preludiada en Hiroshima, trae consigo además la autodestrucción
potencial de la humanidad.
La barbarie del siglo XX había suscitado terrores
policiales, políticos, concentracionistas. La barbarie del siglo XXI contiene,
después del 11 de setiembre de 2001, una potencialidad ilimitada de terror
planetario.
Lo único que pueden hacer los países para resistir a la
barbarie planetaria es encerrarse en sí mismos de manera regresiva, lo cual
refuerza la barbarie. Europa es incapaz de afirmarse políticamente, incapaz de
abrirse reorganizándose, incapaz de recordar que Turquía fue una gran potencia
europea desde el siglo XVI y que el Imperio otomano contribuyó a su
civilización. (Olvida que fue el cristianismo, en el pasado, el que se mostró
intolerante hacia todas las demás religiones en tanto que el Islam andaluz y
otomano aceptaba al cristianismo y al judaísmo).
A nivel mundial, las tomas de conciencia son dispersas. La
internacional ciudadana en formación es embrionaria. Todavía no ha surgido una
sociedad civil planetaria. La conciencia de una comunidad de destino terrestre
sigue estando diseminada. Falta formular una verdadera alternativa.
La idea de desarrollo, considerado .perdurable. incluso,
toma como modelo nuestra
civilización en crisis, la civilización que justamente
debería reformarse. Impide que el mundo encuentre formas de evolución distintas
de las calcadas de Occidente.
Impide generar una simbiosis de las civilizaciones, que
integre lo mejor de Occidente (los derechos del hombre y la mujer, las ideas de
democracia) pero que excluya lo peor. El desarrollo mismo está animado por las
fuerzas descontroladas que llevan a la catástrofe.
Lo probable y lo inevitable
En su libro .Pour un catastrophisme éclairé., Jean-Pierre
Dupuy propone reconocer lo
inevitable de la catástrofe para poder evitarla. Pero, más
allá de que el sentimiento de lo inevitable puede llevar a la pasividad, Dupuy
identifica de manera abusiva lo probable con lo inevitable.
Lo probable es aquello que, para un observador en un tiempo
y un lugar dados, disponiendo de las informaciones más confiables, se presenta
como el proceso futuro. Y efectivamente todos los procesos actuales llevan a la
catástrofe.
Pero sigue siendo posible lo improbable, y la historia
pasada nos demostró que lo
improbable podía reemplazar a lo probable, como sucedió a
fines de 1941, comienzos de 1942, cuando la probable larga dominación del
imperio hitleriano sobre Europa se volvió improbable para abrir paso a una
probable victoria aliada.
De hecho, todas las grandes innovaciones de la historia
quebraron las probabilidades: fue lo que pasó con el mensaje de Jesús y Pablo,
con el de Mahoma, con el desarrollo del capitalismo y luego el socialismo.
Por lo tanto, la puerta a lo improbable está abierta aunque
el aumento mundial de la
barbarie lo vuelva inconcebible en el momento actual.
Paradójicamente, el caos en el que la humanidad corre el
riesgo de caer trae consigo su última chance. ¿Por qué? En primer lugar, porque
la proximidad del peligro favorece las tomas de conciencia, que entonces pueden
multiplicarse, ampliarse y hacer surgir una gran política de salvación
terrestre.
Y sobre todo por la siguiente razón: cuando un sistema es
incapaz de tratar sus problemas vitales, o bien se desintegra o bien es capaz,
en su desintegración misma, de transformarse en un metasistema más rico, capaz
de tratar esos problemas.
La humanidad es actualmente incapaz de tratar sus problemas
más vitales, empezando por el de su supervivencia. Es técnicamente capaz pero
políticamente incapaz de eliminar el hambre del mundo.
Esta incapacidad alcanza hoy su punto culminante en la
paradoja argentina, cuya
producción alimentaria es cinco veces superior a las
necesidades de la población, pero un gran número de niños (25% para la
provincia de Tucumán) sufre de desnutrición grave. Obviamente, en el mundo
actual, es imposible realizar lo posible. Aquí puede resultarnos útil la idea
de feedback o .retroacción..
Esta noción, formulada por Norbert Wiener, designa la
amplificación y la aceleración
descontrolada de una tendencia dentro de un sistema. En el
mundo físico, un feedback positivo lleva infaliblemente a ese sistema a la
desintegración.
Pero en el mundo humano, como lo señaló Magoroh Maruyama, el
feedback positivo, al desintegrar antiguas estructuras anquilosadas, puede
suscitar la aparición de fuerzas de transformación y regeneración. La
metamorfosis de la oruga en mariposa nos ofrece una metáfora interesante:
cuando la oruga entra en el capullo, lleva a cabo la autodestrucción de su
organismo de oruga y este proceso es al mismo tiempo el de formación del
organismo de mariposa, que será a la vez igual y distinto de la oruga. Eso es
la metamorfosis. La metamorfosis de la mariposa está organizada previamente. La
metamorfosis de las sociedades humanas en una sociedad.mundo es aleatoria,
incierta y está sujeta a los peligros mortales que no obstante le son
necesarios. Por eso la humanidad puede llegar a naufragar en el momento de dar
a luz su futuro.
Sin embargo, así como nuestro organismo contiene cepas
celulares no diferenciadas
capaces, como las células embrionarias, de crear todos los
distintos órganos de nuestro ser, del mismo modo la humanidad posee las
virtudes genéricas que permiten las nuevas creaciones; si bien es cierto que
estás virtudes están adormecidas, inhibidas bajo las especializaciones y las
rigideces de nuestras sociedades, las crisis generalizadas que las sacuden y
sacuden al planeta podrían suscitar la metamorfosis que se ha vuelto vital. webdehistoria.blogspot.com.ar
Por eso es necesario pasar por la desesperanza
para recuperar la esperanza.
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