El año pasado, el "Weekly World News" reportó el caso de un toro que, al ser conducido al matadero, se detuvo, cayó de rodillas y comenzó a llorar. Muchas personas se preguntaron ¿cómo supo lo que le esperaba desde antes de entrar al matadero?
El Sr. Shiu, un carnicero, recuerda: "Cuando vi sollozar a este animal, supuestamente "estúpido", comencé a temblar, llamé a los demás para que vieran lo que sucedía. Quedaron tan sorprendidos como yo. Seguimos tratando de empujar al toro hacia adelante, pero simplemente no quiso moverse y se quedo ahí sentado, llorando".
Billy Fong, dueño de la empacadora dijo: "La gente cree que los animales no lloran como los seres humanos. Sin embargo, ese toro realmente sollozaba como un bebé". Más de diez hombres fuertes, los responsables de matar a los toros con sus propias manos, presenciaron la escena, se conmovieron y lloraron con él. Otros trabajadores que trabajaban en el mismo matadero también se acercaron a ver cómo lloraba el toro. Todos estaban en shock. Tres de ellos dijeron que nunca podrían quitarse esa escena de la mente mientras mataban a otros animales.
Era obvio que nadie podría matar a ese toro. El problema era qué hacer con él. Al final, entre todos juntaron fondos suficientes para comprarlo y mandarlo a un templo, donde los monjes cuidarán de él por el resto de sus días. Una vez que los trabajadores tomaron esta decisión, ocurrió un milagro. Según un empleado, cuando le prometieron al toro que no lo matarían, él comenzó a moverse y los siguió. Algunos siguen sin entender cómo el toro pudo comprender lo que decían los presentes.
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