El físico y poeta David Jou, interesado por las
analogías entre el cerebro y el Universo, apuesta por una ciencia que no olvide
la espiritualidad
Seguir el discurso de David Jou, profesor de Física de la
Universidad Autónoma de Barcelona y poeta, es apasionante, pero no resulta
fácil. Convencido de que la ciencia sin espiritualidad «no tiene sentido», su
pensamiento contesta a las preguntas con una profundidad y un alarde de conocimientos
de tantas materias, desde la física cuántica y la biología a la religión, que
uno no puede más que escucharle como lo haría un alumno (y poco aventajado).
Sin embargo, este experto en termodinámica de procesos irreversibles reconoce
que comenzó a interesarse por el cerebro humano en parte «como un ejercicio de
modestia». «Los físicos tenemos la impresión de que lo sabemos casi todo del
Universo y no nos damos cuenta de que dentro de nosotros hay otro 'universo'
mucho más complejo». De ello habló el científico el pasado jueves en el ciclo
«Los límites de la ciencia» que organiza la Fundación Banco Santander en
Madrid.
-¿En qué se parecen el cerebro y el Universo?
-Hay 100.000 millones de galaxias y 100.000 millones de
neuronas. El Big Bang provocó la gran expansión del cosmos, y en el cerebro
ocurre un momento parecido durante la gestación en el que se producen 250.000
neuronas por minuto. También hay otro aspecto que tiene que ver con la materia
oscura.
-Explíquese.
-La materia solo supone el 5% de la composición del
Universo. El resto es materia y energía oscuras, de las que sabemos muy poco.
En el caso del cerebro, las neuronas son solo el 15% del contenido del cerebro,
el resto son células gliales, que intervienen en aspectos importantes de la
computación.
-¿Es el cerebro la cúspide del desarrollo del Universo?
-Para poder tener un órgano de la complejidad del cerebro se
necesita un Universo de como mínimo 11.000 millones de años luz de radio, que
es algo espectacular. Esto es así porque la vida que conocemos está formada por
átomos de carbono, nitrógeno y oxígeno, que no existían cuando el Universo
tenía tres minutos.
-¿Todas estas similitudes tienen algún sentido o son una
cuestión de azar?
-De azar no lo creo. Son maneras de organizar la materia
bajo diversas restricciones. No diré que sea una cosa intencionada, pero la
capacidad que tiene nuestro cerebro para comprender el Universo es de verdad
sorprendente.
-Si el fruto final del cerebro es el pensamiento, ¿podemos
hablar de algo parecido a nivel cósmico?
-No lo sé. Se puede interpretar el Universo como un gran
ordenador del que podría emerger un gran pensamiento que interaccionara con el
que ha surgido en su interior. Religiosamente, no habría problema en imaginar
un pensamiento que podría ser el Logos del Evangelio de San Juan.
-¿Qué papel juega Dios en todo esto?
-Es concebible pensar en una racionalidad de la cual vengan
no tan solo las leyes físico-químicas, sino que también dé sentido y finalidad
al Universo. Hablamos de valores y del bien y el mal.
-Algunos colegas suyos, incluido Hawking, a quien usted
conoce bien, rechazan de forma tajante la existencia de Dios.
-Admiro mucho su obra científica, pero, de cierta manera,
ellos también tienen un creador porque divinizan las leyes físicas. Por otra
parte, sus conocimientos de religión son muy escasos, la presentan como una
cosa sin elucubración intelectual cuando llevamos más de 2.000 años de
teología. Para ellos, que haya existido o no un concilio vaticano no tiene
ninguna importancia. Sus consideraciones sobre la religión son excesivamente
frívolas.
-Combinar religión y ciencia parece resistirse a veces.
-El problema es que la ciencia va cambiando. No pretendo
establecer una armonía entre ciencia y religión, sino abrirme a las sorpresas
de las posibilidades. Por otro lado, mire, la ciencia y la tecnología nos
marcan un tiempo muy acelerado. Yo creo que si estuviéramos cien años sin
investigación científica el mundo podría mejorar mucho solo administrando con
justicia lo que se ha hecho hasta ahora. Conviene también tener una visión
crítica sobre la ciencia. Sin espiritualidad, sin amor en sus términos más
generales, no tiene sentido.
-¿Hasta qué punto lo que nos rodea es una creación de nuestra
mente?
-Hay demasiadas coincidencias para pensar que no exista una
realidad exterior, pero el problema es hasta qué punto la podemos conocer o si
al conocerla de manera limitada la estamos creando a través de nuestra
interpretación. Así, vivimos en una creación nuestra que no es propiamente la
realidad. La filosofía, la cultura, el arte y la religión juegan un papel
importante en esas interpretaciones.
-¿Podríamos nosotros crear un nuevo Universo algún día?
-Tendríamos que producir una gran concentración de energía
en un determinado punto de densidad que pondría en marcha los mecanismos de
aceleración del espacio. Pero mejor no hacerlo, porque en pocos minutos
desaparecería nuestra galaxia y finalmente el Universo en el que vivimos. Tendríamos
que multiplicar por 10.000 millones la energía que ahora tenemos en el CERN
(Organización Europea para la Investigación Nuclear), lo que parece algo mucho
más allá de nuestro alcance.
-Viéndolo de forma poética, quizás Dios fue un físico que
trabajaba en otro CERN en otro Universo.
-Efectivamente. Pero si nosotros construyéramos un universo
así, no sabemos de qué tipo nos saldría, con o sin vida. Ese físico sería uno
mucho más competente que nosotros.
“Igual no es tan difícil crear un cerebro
superior al nuestro”
J. DE JORGE MADRID
-¿Este cerebro nuestro tan extraordinario, podría repetirse
en algún otro lugar del Universo?
-No lo podemos excluir. Aunque en la Tierra han pasado
tantas cosas especiales para que haya vida inteligente...: la Luna, que juega
un papel importante en la estabilización del clima; la capa de ozono que nos
protege de la radiación; el meteorito que destruyó a los dinosaurios y
favoreció el gran desarrollo de los mamíferos...
-¿Sería posible crear un cerebro superior al nuestro?
-Quizás no sería tan difícil. En el cerebro de los
chimpancés hay 31 duplicaciones de neuronas, en el nuestro, 33. Solo dos más.
Si supiéramos mediante ingeniería genética controlar el mecanismo de desarrollo
de los genes, y pudiéramos hacer que en el cerebro de los chimpancés o en el
nuestro hubiera una duplicación más de neuronas, ¿qué capacidad de computación
se ganaría?
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