Nadie puede negar, que hemos contaminado nuestra tierra hasta llevarla a un punto sin retorno. Derrames de petróleo, escaso cuidado con nuestros recursos naturales, catástrofes nucleares y mucho más. Sin embargo, algo que pocos reconocen como problemático, es la contaminación del espacio exterior.
El 4 de octubre de 1957, en el marco de la guerra fría, fue lanzado por la Unión Soviética el satélite Sputnik 1, convirtiéndose en el primer satélite artificial puesto en órbita.
Para no quedarse atrás, los estadounidenses rápidamente crearon la NASA y desarrollaron su propio programa espacial, que llevaría al hombre a la luna en 1969.
Desde la década del 60, se lanzaron 6.000 satélites de los cuales sólo 400 están activos. A pesar de todo, muy pocos vuelven a la tierra. Por ese motivo, son considerados como basura espacial.
El término basura o chatarra espacial, denomina a cualquier objeto artificial sin utilidad que orbite alrededor de la Tierra. Estos desechos están compuestos por cohetes y satélites viejos, restos de explosiones, o restos de componentes de cohetes, como polvo y pequeñas partículas de pintura, hasta basura dejada por los mismos astronautas.
En la actualidad, hay más de 35 mil objetos artificiales registrados en las órbitas terrestres. Algunos caen en la tierra, pero otros quedan inactivos, errando alrededor del planeta.
Según la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), los objetos artificiales que orbitan la Tierra están compuestos en un 7% por naves operativas, otro 22% por naves obsoletas, 17% por restos de cohetes, 13% por objetos relacionados con las misiones, y un 41% solamente de fragmentos.
Según la revista Nature, se estima que hay unos 50.000 objetos menores de un centímetro, y otros 9.000 que pesan casi dos toneladas cada uno. Tanto los objetos livianos, como los pesados, son igualmente peligrosos debido a altas velocidades (28.000 kilómetros por hora) con las que circulan, y colisionan. La mayor concentración de estos objetos, se ubica a 1.000 km de altura de la tierra. Esta basura, desplazándose continuamente en el espacio, es altamente perjudicial para los satélites en funcionamiento y también produce más basura espacial en un proceso llamado Síndrome de Kessler.
El síndrome de Kessler, es un escenario propuesto por el consultor de la NASA Donald J. Kessler, en el cual el volumen de basura espacial sería tan alto que los objetos en órbita serían impactados con frecuencia por la basura. Creándose así, aún más basura y un mayor riesgo de otros impactos. Mientras que el número de satélites en órbita crece y los viejos se acumulan, el riesgo se hace cada vez mayor.
Un ejemplo de este proceso, se dio en febrero del 2009, cuando colisionó un antiguo satélite militar ruso denominado Kosmos-2251, con un satélite de comunicaciones estadounidense activo, clasificado como Iridium- 33. La colisión de ambos aparatos, produjo unos 2000 fragmentos de basura espacial.
Todos estos objetos, pueden caer a la tierra en cualquier momento, y arruinar operaciones espaciales completas. Se producen accidentes espaciales, totalmente imprevisibles. Hace un par de años, la antena de un satélite francés fue impactada por chatarra, y no pudo volver a transmitir. Lo irónico del caso, fue que el accidente fue provocado por restos de un cohete, que también era francés. De esta manera, la basura eliminó una misión espacial.
Los científicos de la NASA estiman que la cantidad de basura espacial mantendrá una evolución más o menos estable hasta el año 2055, pero a partir de entonces, el número de objetos peligrosos flotando se disparará de forma exponencial, y salir hacia el espacio será una misión prácticamente imposible. Lo que años atrás parecía imposible, llegar al espacio exterior, está por verse truncado por los desechos humanos.
En todo el mundo se reportan objetos que han caído del cielo, muchas veces confundidos con extraterrestres y que son, simplemente basura espacial. Aunque estos objetos caen generalmente en el agua, debido a que la tierra está compuesta en mayor parte por esta, hay varias caídas registradas en nuestro país.
En la provincia de Corrientes cayó un cohete Delta de origen norteamericano. En la localidad de Capitán Bermúdez cayó un Skaylab. La gente de la población afirmó en su momento que vio una lluvia de partículas, como meteoritos. El 9 de febrero de 1991, cayó entre Santa Fe y Corrientes, la estación espacial rusa Salyut 7. Hasta ahora, ninguna de estas caídas causó muertes o daños materiales graves, sin embargo, es una opción que no puede ser descartada.
Para eliminar esta problemática, que es un claro ejemplo del descuido de los seres humanos a su entorno, ya se están desarrollando varios proyectos para limpiar el espacio exterior.
La ESA puso en marcha su programa Clean Space (espacio limpio en español), que investiga métodos que contribuyan a minimizar el impacto medioambiental de las actividades especiales europeas, reduciendo la generación de residuos tanto en la Tierra como en el espacio.
El programa incluye iniciativas para controlar el impacto de las tecnologías espaciales sobre el medio ambiente, desde su diseño y fabricación hasta su eliminación al final de su vida útil. Entre los nuevos procesos industriales, hay métodos como el de soldadura por fricción-agitación, que permite utilizar menos materiales y menos energía para producir resultados de mayor calidad.
Según lo que sostuvo Jean-Jacques Dordain, director general de la ESA, en un comunicado, “Tenemos la obligación de dejar el Espacio a las próximas generaciones tal y como lo encontramos: impecable”.
Por: María Sol Olivera
Los del apocalipsis global y perverso callan o amarran esta situación. Culpable: el sapiens, que no se responsabiliza ni responde ipso facto a la publi obsesiva de los masmedia públicos.
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